Poemas de humor :  El pavo
Un guajolote compraron
el Día de Acción de Gracias,
costumbres de aristocracias,
primero, bien lo engordaron
después lo sacrificaron;
un nuevo nombre le dieron
los gringos se lo comieron,
la tradición mucho pesa,
el pavo adornó la mesa
y ni las gracias le dieron

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 23 de febrero del 2024
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
Poeta

Poemas sociales :  Yo, . . . el molcajete
“Mi historia me compromete . . .”

Provengo de los volcanes
que forjaron mis afanes,
soy roca de sus entrañas
preludio de mil hazañas.

Junto a la obsidiana, lava
y al jaspe que no se acaba
primo soy del magma ardiente,
en tremolina ferviente.

De esos interiores lares,
en furiosos avatares
fui expulsado al exterior
por designio del Creador.

Cual parte de un yacimiento
me trajo a renacimiento
un cantero, en laja dura,
de un monte sin espesura.

Surgí a la luz como informe
material, así, deforme
de raíz me reconocen
y en los pueblos me conocen:

Piedra negra de recinto
pétrea, dura por instinto
fuerte, recia, poderosa,
resistente, aunque porosa.

Mi señor, el artesano
con un marro en diestra mano
a golpes bien me cincela,
me esculpe, pues, me modela.

Labrar roca es cantería
del fabricante maestría
en su precario taller
desde siempre, en el ayer.

Tarda en redondear mi forma
cóncava, asaz me conforma
precolombino de origen
tres pies muy firmes me rigen.

Por medio del verso hablo,
molcajete es un vocablo
que en náhuatl es “mollicaxtli”
también dicho “temolcaxtli”.

Que “cajete” significan
y a mi cuerpo identifican
como vasija honda y gruesa,
utensilio de realeza.

Que aprecian por milenario
soy docto factor culinario,
el buen moler es mi trote
junto al muñón tejolote.

Antes de por fin usarme
se hace menester “curarme”
con frijol, maíz del duro,
pulverizar, . . . así perduro.

Soy tradicional mortero
pa’l machacado certero
de granos o vegetales
y las especias vitales.

Las salsas ricas, sabrosas,
entre otras muchas cosas
pa’ martajar alimentos
y sin dejar sedimentos.

Les evito cualquier brete
del sazón, en molcajete
el tejolote moltura
a mano regia tritura.

Hago lucir la cocina
de retro la visto fina
mexicanísima antigua,
prehispánica ahora exigua.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Tecozautla, Estado de Hidalgo, México, a 27 de octubre del 2022
Dedicado al Maestro Artesano, Don Marcos Leocadio Martínez . . .
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
Poeta

Poemas :  CUANDO NO HAY PAN NI PESCADO
Cuando no hay pan ni pescado
el alma se me acongoja,
la barriga se me afloja.
me siento apesadumbrado.
Yo que siempre he profesado
el cariño y el querer
me ha tocado padecer
dolores, susto y calambre
por tener que pasar hambre,
por no tener qué comer.

Es que el hambre es un martirio
que azota a la humanidad
y tiene la propiedad
de llevarnos al delirio.
Ando más blanco que un lirio,
tan flaco como un alambre,
mi cabeza es un enjambre
de tormentos y desvanes
porque los que tienen panes
no se apiadan de mi hambre.




Poeta

Poemas infantiles :  Às formigas
Às formigas
Será que formiga tem faro?
Não, não deve ter...
Formiga não tem nariz,
você não vê?
Então como será que ela sente
o cheiro das coisas?

Lá em casa tinha uns pães
que estavam bem escondidos.
As formigas descobriram,
deixaram todos perdidos.

Até o pobre do gato
sempre perde sua comida,
porque o seu prato
vive cheio de formiga.

Formigas comem nossas comidas,
destroem nossas plantas,
mordem nossas vidas...
Como podemos chama-las
de queridas?

A.J. Cardiais
28.04.2011
imagem: google
Poeta

Poemas :  Vida - nº 2
Vida - nº 2
O que é a vida?
É dinheiro?
É comida?
É sexo?
É bebida?

Juntando
o côncavo
e o convexo,
vida é um troço
complexo:

Traz alegrias
e tristezas
em anexo.

A.J. Cardiais
imagem: google
Poeta

Cuentos :  Descrismarse evanescente
DESCRISMARSE EVANESCENTE

Subió al lomo del viejo libro y rodeó la mesa,
de camino hacia el librero. Le acarició suavemente
con los dedos temblorosos. No tardó en llegar al
rincón por la cadena de penumbras que separaban
las sombreadas paredes por la moribunda flama
de aquella lámpara agotada. Una cabeza de lagartija
pálida salió suavemente como las plumas del gallo
declinando cantar de noche a la luna a medias entre
las piedras sobre las hojas más qué otra cosa.

Había que pensar no solo en el dinero de la renta,
sino en la comida escasa al borde del camino,
justo para cualquier hambre desesperada de la
impaciencia que no se sacaba ni siquiera del bolsillo más roto, por no estar destinado a liberarla como siempre antes de las primeras palabras.

Esta carta era de las qué no pedían mentiras
qué puntualmente le proporcionaba el más moderno,
y avanzado desempleo. En el gozo perdido de la vida
humedecida como arena desterrada que abrasa el
sol, y refresca las angustiosas noches. Dónde los
viejos sueños huyen como ruedan las hojas secas
por las brisas perdidas de los otoños cargando las
tardes en la sed del alma, niebla tras niebla.

No dejaba de correr de puerta en puerta violentamente capturando el miedo de las ventanas en caso de caer un meteorito... Allá, cual mariposa que en los volcanes se acrisola con las amarguras franqueadas por el buen sol de los primeros días contemplando la tristeza clandestina, haciendo contorsiones ávida de inmolar ídolos solemnes de bronce sin rumbo ni veredas.

En aquel tiempo se produjo una pausa, y el vacío había
puesto su peor cara por algo qué nada tenía qué ver
con el asunto. Había sido un día fructífero, encontrando muchos casos igualmente desesperados, urgentes e ineludibles... Bien sabía qué con el paso de los años esto será cada vez más difícil de olvidar, en las escalas, en las nuevas formas de recordar, y con la simulación del equipo adecuado el motor del mismo dejará su lugar a uno distinto más allá de los sistemas de frenos frontales
qué con el tiempo no han querido modificarse. Entrando en el futuro totalmente desarmada la consciencia, y en partes múltiples fragmentada la más mínima atención.
La noche en miniatura corría por el bosque soberano, buscando un consejero en el difraz de una almohada.
Así qué... Recogió las goteras del techo, dobló la tierra del piso, y cubrió el frío con los agujeros de una raída cobija en el punto central dónde el desaliento aprieta la debilidad de las noches anteriores. Pensaba irse al olvido de la
región desierta aislado en una lobreguez amarga.
No se permitiría consumirse en una lucha insana entre las ramas indiferentes al deshojar sus flores en la cumbre del granito de los pájaros sin trino, ni fundirse en los días por el desconsuelo qué postra al mismo eco ruinoso.

Pasaba del olvido reciente a los viejos recuerdos recostado como la espuma magnífica y distante allá en el valle del fondo anochecido... Y se decía, vaya forma de alivio.
¡Mañana será otro día!. Y claro, con el desnudo torrente y la fugaz sombra del sol en retirada en los empedrados, con el desenlace inevitable cubierto de esperanzas en su guarida... Estiró un bostezo sobre las piernas para demostrarse
lo qué nunca había soñado por falta de una perfecta toma de consciencia de la decisión.
El insomnio sería completo proliferando de día, y agarrándolo de los pelos en la prolongación de las nubes, en la rápida carrera al colchón recorriendo las vagas siluetas de carcomidas esperanzas,
y cuándo esa primavera llegaba destrozando al invierno con sus verduras, sin la piedad campesina del tamaño de unas gotas de sobresaltos queriendo saludar la imagen deteriorada del espejo
indiferente, cuándo la angustia es tal qué se anticipa a la eternidad más próxima y con más vitalidad. Evanescente y racionalizando el dolor inmediato al morirse plenamente, y adquiriendo las cualidades acumuladas por la inmensidad de una acción hábil qué se capta instantáneamente
por el gesto clásico al percibir la importancia de la propia inexistencia. La noche era cada vez más íntima en la profundidad qué estremece
y sacude las mismas procesiones de las pesadillas decoradas.
¡Y estaba sumergido en el descrismarse!.
Lo qué significa la libertad absoluta, distinta, totalmente transformado fuera del tiempo dónde subyace la tristeza infinita. La tristeza de darse cuenta de qué uno ya no es el florecimiento del ocaso, ni relativo, ni comparativo, ni resultado de la influencia ambiental qué implica el
sometimiento al cruel sistema caduco.

Así transcurrió largo tiempo durmiendo en el sublime estado en qué se encontraba, y pudo inventarse nuevamente en el peltre despostillado
de la vasija que abrigaba su reciente incorporalidad, flotando al retornar al botín de cosas inútiles qué se adueñan aniquilando la esencia de los últimos indicios del orden. Con la luz de una sonrisa perdida.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta