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Ai quem dera que o amor fosse só primavera...
Com suas flores expostas a um sol leve, a uma chuva breve, só para refrescar...
E que depois o amor se transformasse em outono. Cheio de frutos maduros, para nos alimentar...
Viveríamos só de amor... Mas, vale a pena sonhar.
A.J. Cardiais
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Poeta
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Quando tu flores o verbo em ti, primavera, seguirá o caminho dos sonhos.
Quando tu flores, morena, teus olhos serão bem me queres. Sinal de amor, sinal de tudo.
Morena, quando tu flores escreva-me tua canção. Teus lábios em mim, paixão, adentrará todo meu hemisfério vida.
Morena, a tua lembrança é um choro de rosas e um soluço de espinhos.
Aperta-me em teu corpinho de flor e sufoca-me Amor de amor.
A.J. Cardiais imagem: google
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Poeta
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DESDE EL ANONIMATO
Por el resquicio rugoso de mi rincón preferido, no sé cuanto tiempo un fantasmal recuerdo me observa silencioso a través de seca neblina... Quieto, expectante, se siente desconcertante brillando. Solo le interesan los rayos verdosos del tapete y nada de las violetas cortinas.
Arriba el techo cambia el opaco mañana apiñando ayeres dispersos; un olor a luna desciende, y al salir la tarde, él se inquieta frente al piso y no huye cuando el rojo ruge agudo y permanece a pesar de ello.
El tiempo extrañamente se detiene al doblar la esquina una aurora gentilmente extendiéndose en la hojarasca parda.
Observando se reclina suavemente y en sus contornos vibran minúsculos resplandores del cuello a sus rodillas solo, pues más allá hay solo unos viejos cojines sedosos paralelos a su inespecífica estatura.
¡Dime qué temes menos a la materia del ensueño qué anidas... Toma este asiento desierto. Habla del atardecer qué palidece, de la primavera deslizándose celeste, de la púrpura espuma girando!.
Cuenta como el cuerpo se siente sin ser esclavo del alma, un estuche libre del polvo. ¿Escuchas la sed del laberinto soñoliento de un cocodrilo asustado, ves las joyas vacilantes desprendiéndose de las consciencias temblorosas de los abismos del hombre, de los lagartos del metal cultivando brumas?.
¡Dime si lo sabes acaso!.
Encima unas lámparas arrodillaban la noche atando claroscuros de marfiles colores y el granito entre sirios antiguos desnudos en la luz lejana de abanicos moteados.
¡Ven!__Ven, vamos a buscar donde yacen los alfileres abandonados en los restos de las tristes piedras y en los himnos de los lirios que flotan.
Tiéndete en estas últimas claridades amarillentas de las paredes que gritan y callan invitando al descanso de serpientes emplumadas errantes sobre las gotas del trigo escarlata.
¡Ven, ven!. Ven en fin y toma asiento si quieres y reposa en este silencio sepultado hecho trizas y abrumado de vítreas lágrimas perennes, donde la misma verdad vigilante duerme y al engaño soborna.
Y mi rincón desde ese día ya no es el mismo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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MUERTE DE UN NATURALISTA ___Seamus Heaney (Irlanda) 1939.
Poeta, crítico literario, profesor de poesía en Oxford y de Retórica y Oratoria en Harvard. Premio Nobel de literatura 1995. Esta es versión de Vicente Forés y Jenaro Talens.
Muerte de un naturalista
Durante todo el año el dique de lino supuraba en el corazón del pueblo; verde y de cabeza pesada el lino se pudría allí, aplastado por enormes terruños. A diario chorreaba bajo un sol de justicia. Burbujas gorgojeaban con delicadeza, moscardones tejían una fuerte gasa de sonido en tomo al olor. Había también libélulas, mariposas con lunares, pero lo mejor de todo era esa baba caliente y espesa de huevos de rana que, a la sombra de las orillas, crecía como agua coagulada. Aquí, cada primavera yo llenaría los tarros de mermelada con gelatinosas motas para poner en fila en el alféizar de la casa, y en el colegio, sobre estantes, y esperaría y miraría hasta que los puntos engordasen estallando en ágiles renacuajos nadadores. La Señora Walls nos contaría cómo a la rana padre se le llamaba rana toro y cómo croaba y cómo la mamá rana depositaba centenares de pequeños huevos y eso eran babas de rana. También se podía predecir el tiempo por las ranas pues eran amarillas al sol y marrones bajo la lluvia. Entonces, un caluroso día cuando los campos apestaban a boñiga de vaca sobre la hierba, las airadas ranas invadieron el dique de lino; yo atravesaba los marjales agachado y al son de un áspero croar que no había oído antes. El aire se espesó con un coro de bajos. Justo al pie del dique ranas de gordas barrigas sé mantenían alertas sobre terruños; sus nucas sueltas latían como velas. Algunas saltaban: el slap y plop eran amenazas obscenas. Algunas se sentaron dispuestas como granadas de barro, con sus calvas cabezas pedorreando. Me sentí enfermo, di la vuelta y corrí. Los grandes reyes babosos se reunían allí para vengarse y supe que si metía mi mano las babas la agarrarían.
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Poeta
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La luz brilla en la hermosa primavera, dentro de un sendero limpio de neblina, el humo blanco del invierno suspira, y la pelusa que flota en una gentil visión. El resplandor parece derramarse, en este momento empieza a tomarme, miró hacia las nubes, y es como si fuera envuelto en este sonido melodico. Hermosa primavera, me envuelve en su nube gris, en sus tardes de lluvia, donde el sol no sale aun. La lluvia es tranquila, la noche se vuelve serena, la quietud de las nubes, el sonido del viento melancolico. La primavera llego, las nubes de lluvia se presentan, es la hora de la melancolia, la cancion del viento susurrante. Erick R. R. Torres (Angel Negro)
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Poeta
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Anda, date a volar, hazte una abeja, En el jardín florecen amapolas, Y el néctar fino colma las corolas; Mañana el alma tuya estará vieja.
Anda, suelta a volar, hazte paloma, Recorre el bosque y picotea granos, Come migajas en distintas manos La pulpa muerde de fragante poma.
Anda, date a volar, sé golondrina, Busca la playa de los soles de oro, Gusta la primavera y su tesoro, La primavera es única y divina.
Mueres de sed: no he de oprimirte tanto... Anda, camina por el mundo, sabe; Dispuesta sobre el mar está tu nave: Date a bogar hacia el mejor encanto.
Corre, camina más, es poco aquéllo... Aún quedan cosas que tu mano anhela, Corre, camina, gira, sube y vuela: Gústalo todo porque todo es bello.
Echa a volar... mi amor no te detiene, ¡Cómo te entiendo, Bien, cómo te entiendo! Llore mi vida... el corazón se apene... Date a volar, Amor, yo te comprendo.
Callada el alma... el corazón partido, Suelto tus alas... ve... pero te espero. ¿Cómo traerás el corazón, viajero? Tendré piedad de un corazón vencido.
Para que tanta sed bebiendo cures Hay numerosas sendas para tí... Pero se hace la noche; no te apures... Todas traen a mí...
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Poeta
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Folhas de Outono caindo Nasce o Inverno, então A Primavera vai florindo Morrem os campos no Verão.
Cá do alto do castelo A minha vista se dispôs Em redor deste Estremoz Vendo tudo tão belo E pela escrita revelo Aquilo que vou sentindo Com os meus olhos sorrindo Por qualquer fase do ano Vendo ao sol alentejano Folhas de Outono caindo.
Folhas tais as que escrevo Que me não as leve o vento Ou se vai o meu alento E tudo perde o relevo. Tal sentimento que levo É o das folhas que vão Mas já paradas no chão Jazem molhadas à espera Porque o Outono já era Nasce o Inverno então.
Então dono da esperança Deste povo ansioso Que te quer longo e chuvoso Ansiando pela bonança Um desejo de mudança Que se quer evoluindo A Deus se vai pedindo E às quatro fases da lua Porque a vida continua A Primavera vai florindo.
Quanta vida numa flor Grande dom da natureza O nascimento é uma beleza Dar a vida é puro amor. Mas não há vida sem dor Nem há bela sem senão Não está na nossa mão Nem somos donos da sorte E como não há vida sem morte Morrem os campos no Verão.
tavico
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Poeta
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UNA VEZ EN OTOÑO...
Un hombre tejía el futuro De recuerdos muertos... De hojas de soles y nubes... ¡Campanas del silencio!. Violines azules... Alfombras violetas. Con el tiempo en las pestañas. Con el pasado verde memoria. ¡El futuro tejía con el sueño!.
Una vez amarillo. Nieve dorada en la piel. Una vez... Una noche... ¡Plata!. Hierro... Miel y lágrimas. Una vez... Una tarde... ¡Negra!. Olas... Campanas... ¡Vestido y esperanza!.
Sonrisas sinceras del niño. Tejía y tejía... Cada futuro... Un día. Un collar de tortugas... Flechas... Flamas. Un camino de caracoles... Velas... Abrigos. Tejía y tejía.... Cada tarde... ¡Noche!. Madera y cristal... ¡Hilo de infancia! .
Una vez raíz... Primaveras lejanas. Otra vez semilla... ¡Paja del tiempo!. Tal vez fruto... ¡Plumaje del ayer!. Tal vez manantial... Pueblo cercano.
Libro de la vida. Corazón... Papel... Tintas blancas. Arcoiris de la noche. Vestido de agujas. Roble... Acero... ¡Telas de invierno!. Una vez otoño... ¡Otra, primavera!.
Principio continuo. Eterno final. ¡Una vez sin mañana! Otra vez con la luna... ¡Tal vez un sol dormido!. ¡Tal vez un oasis perdido!.
Un hombre tejía hielos y fuego... En el otoño... Una concha... ¡Una vez!. Tejía y tejía cada sueño. En el otoño... Una isla... ¡Una vez!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
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Poeta
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Yo creo en Guatemala y en su gente, En el país de la eterna primavera, Que a diario lucha sin trinchera, En pro de una nación diferente.
Yo le apuesto a una Guatemala segura, Con educación para la niñez, Formando ciudadanos con honradez, Donde se promueva el arte y la cultura.
Yo creo en mi patria Guatemala, Matriz de mi inspiración, Mi amada Guatemala, vives en mi corazón, Vistiendo en septiembre tu mejor traje de gala.
Guatemala, nosotros creemos en ti, Y en la calidad de tu gente, Que lucha siempre valiente, Creyendo y confiando en ti.
Autor: Edwin Yanes www.edwinyanes.com
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Poeta
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Danza en la choza
La danza humilde bajo el techo Ondeando palomilla sus alas rotas Mece flama y luz de choza.
Pobre grillo y flor ignorada Entre lluvia y primavera Humilde danza.
Esa palomilla A veces quieta y posada Cobijo de choza, flama, grillo y flor...
Una sola nube... Un instante En la isla la choza Recuerda la palomilla que miró...
Alguna vez la luna Resonando y floreciendo rotas esperanzas ¡Mirad!... Mirad su sombra...
¡Cuando labres tu sueño! Y la danza humilde De la choza, isla y palomilla...
Recuerda y florece esperanza Con el sueño...
El dueño del sueño De ésa palomilla...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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