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Mi amor te lo confieso el mito y la leyenda nos llevan por su senda, la luna no es de queso que comería de un beso, si está llena es de plata que mucho se aquilata, mas, en cuarto menguante de pasión delirante sin su brillo nos mata.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Ciudad de México, a 29 de septiembre del 2023 Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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TIERNO VÉRTICE
Lunas mareadas, ásperas e inocuas, acarician al olvido, desplazado y gris. Y que el rojo espere, con pies empecinados.
Por eso, acompáñame, noble adversario hoy, por cada sueño ligero, sin pena ni congoja, y dejemos luz al helecho, en éxtasis expropiado.
Tan acogedor y lácteo, estridente y arbitraria luz, que rosa caprichosa nube, con virginal decoro, plata, sin contarlo afiligranado, en la esquina aceitunada.
Construye con silencios, ligeras columnas bajas, y el blanco nieve fuego, de miel y limón la vida, y el verde arrastre paja, con líquida luz serena.
Ya el pico presuroso ríe, del clarín bastardo lento, y la vista enturbia tarde, al que enternece frágil, la piel desnudando dura, y la adormece ágil noche.
Allá el camino, contrito camina, donde perdió un viejo zapato. ¡Ven, ven!... Veamos, al árbol que no corre, a las sombras, ni a las hojas, ni quita gorriones al recuerdo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CASI UNA FANTASÍA Autor: Eugenio Montale Italia 1896-1981
Poeta, periodista y crítico musical italiano nacido en Génova. Cuando decidió dedicarse a la poesía ya era un intelectual de vasta cultura que alternaba el gusto por la lectura de los grandes novelistas del siglo XIX, con la pintura y la música. En 1939 sus manifestaciones antifascistas le valieron la suspensión por parte del gobierno como director del Gabinete Vieusseux. Obtuvo el Premio Feltrinelli, el título de Doctor Honoris Causa por las Universidades de Milán, Roma, Cambridge y Basilea, el título de Senador vitalicio en 1966 y el Premio Nobel de Literatura en 1975.
Esta obra es versión de F.Ferrer LerinInformación útil es:https://es.wikipedia.org/wiki/Eugenio_Montalehttps://www.youtube.com/watch?v=A9_sXWa0sjE
Casi una fantasía
Amanece de nuevo, lo presiento por el albor de vieja plata en las paredes: las ventanas cerradas se vetean de un tenue resplandor. Vuelve el advenimiento del sol pero sin las difusas voces, los acostumbrados estrépitos.
¿Por qué? Pienso en un día encantado y de las justas de horas demasiado iguales me resarzo. Desbordará la fuerza que me inflamaba, inconsciente mago, desde largo tiempo. Ahora me asomaré, destruiré altas casas, despojos viales. Tendré ante mí un lugar de limpia nieve mas tan ligero como el paisaje de un tapiz. Resbalará un destello lento entre el algodón del cielo. Selvas y colinas llenas de invisible luz me harán el elogio de los festivos retornos.
Alegre leeré sobre el blanco los negros signos de las ramas como un esencial alfabeto. Todo el pasado de repente aparecerá delante. No turbará sonido alguno esta alegría solitaria. Cruzará el aire posándose sobre una estaca algún gallito de Marzo.
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Poeta
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ALAMBICADO INTRÍNGULIS
Sobre un lago de sueños largos, anidan blandas las ventanas, los pasmados pasillos, el turbulento entusiasmo, deglutiendo malabaristas malmandados, allá donde los párpados resucitan fábulas, e instantes de plata, e inquisidores encantos. * ** ¡Ni lo pienses!. El fuego ocioso muere solo, y las ausencias permanecen, y el horizonte desaparece, como esplendente portento, como vínculo insondable. ¡Facsímil al culebrear, al lisonjear, al desagraviar, escabroso pululando!. ** *** ¡Oh, lámpara peregrina!. Hierve al destino gris. Desnuda la llama tierna y adversa. Sin encubrir lo intrincado. Sin dispersar demorando, al inusitado insolente, friático, atosigante, viscoso desfiladero, en la ingente ingenuidad del incauto. *** **** Como los relámpagos que lentos huyen, abriendo relojes donde mueren sueños. En las mañanas de seda, de cera, de lodo, en la fuente de los pantanos. ¡Ni lo pienses!. Hielo e hilo es lágrima al desvanecerse. ¡Como ola pensativa!. Como consuelo en las rodillas. ¡Sin futuro!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CULPOSAMENTE
Guardaba la tarde una rendija y lentos péndulos, de viento, desolado y discreto, amarillándose. Las hojas callaban, arrastrando viejos inviernos de plata, en los párpados de la colina azules, y las sillas sentadas dormían un conejo.
Ésas han sido. Ésas han sido las que aplauden al suelo, junto al dolor de las calles afiladas y secan, las paredes agrietando los recuerdos.
Esa tarde el pueblo, con telarañas despedía las carretas, acariciando las alas a los buitres, y pedía la sal de las estatuas. Con las carretas silencias. Las tortugas ocultaban las montañas, entre campos abandonados y lunas de plomo. Los caballos soñaban herraduras pálidos, los últimos camellos cenaban, sumisión empedernidos, como el arado husmea enjuto al luto, y al otoño agonizante, y la fuente congelada del remedio.
Corbatas, caras, uñas ocultas, lenguas, serpiente y más lenguas, gusanos y copas.
El humo prometido encontró la puerta, en la esquina del zapato, en la hiel del pastel boca abajo. Sin vergüenza. Esperanza pegajosa, por encima de las inquietas campanas, muertas en la espuma de un pañuelo, y en el canto de las hienas, desgranando aguas y retinas de las tumbas.
Aceite que busca el perfume del barril, almidonado de los puentes y cristales, en las espinas del cielo con ceniza, que humedece al eclipse desnudando, la sonrisa del anís en las cavernas, con las cáscaras del paisaje enervado, por pulverizar los pétalos de yeso, y sacrificar al vacío tonificado y blando.
Es el aceite que grita, que gritará, opacando los relojes y calendarios, arriba y abajo, en cualquier parte, por hermanarse al carbón de los sapos, inclinados en los caracoles enrojecidos, donde llora el agua de los lavabos, y la madrugada bebe estrellas yertas, como la piedra de rostro impasible, en la carne de las sombras, donde los jugos del fango anidan, derritiendo las raíces del olvido, en la gravedad de un rinoceronte, que ya no vuela ni sabe ni espera.
Solo el rubor del tumor es rumor. Solo la cicuta hiere al salitre, por caminar sonriendo al abismo, y expresar el ínfimo sollozo, con los guantes de madera desteñida.
¡Es por éso y solo ésto y aquéllo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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O.P.I.O.I.D.E.S.
Dejan al dolor con el placer de la cabeza. Corriendo bajo la ventana de los codos. La tranquilidad cerraba la puerta haciendo ruido. Rodando con las manos sudorosas. Y una bicicleta afuera caía boca abajo. Tan tierna como el clavo de plata en el patio. Que suspiraba aspirando a ser fantasma. Rápido con la sábana del sábado.
De la semana pasada por agua. En el temeroso cuerno de un escarabajo. Sin trabajo cuando el pan ya nada come crudo. Del tenedor de la muchacha vista por detrás. De las velas en la última playa caminando. Esperando hablar con el musgo del molusco. En la cocina olvidada con pensarla de pié. Con el dolor acabado de bañarse en las caderas. Con la aurora en su apogeo lleno de aceite.
Del placer cosechado con la miel bajo la lengua. Decía ser la causa urgente de un fósil. Fabricado ayer con un poco de talco. De la noche más devota desnudándose dormida. Al nadar la luna desorientada. Al llegar tarde la marea del cementerio.
Con el criterio del grillo camaleónico danzando. Aplaudiéndole a un billete perdido. Creyendo en las promesas del loro verde. En el techo de la ceniza en cuarentena. Viuda la lechuza pedía un poco. Adolorida del alfiler sin cáscara desnuda.
La mirada voluptuosa de los huesos a la cabeza. ¡Sí, sí ... Claro!. Por eso fue necesario ingerirlos uno a uno.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Después del palabrerío
En aquel silencio que corre desnudo en la libertad del marfil sumiso decorando catacumbas con la lengua del suspiro perpetuo de la herida presa por la trampa sospechosa del amor en un plato de plata pobre la cuchara promiscua de huecos llena el llano relleno de rayos ralos raros.
Del palabrerío después.
En aquel silencio sincero siniestro en la fuente primigenia del zapato del camino sin mucho esfuerzo se puede llegar a la ígnea floración del corredor de los perros azules en la ciudad de los peces perdidos por discutir con los canguros dormidos que olvidaron las metáforas en la noche.
Después del palabrerío.
En aquel silencio quería ver como había hecho el verso final donde las piedras tiraron pelotas donde la verdad sale de vacaciones y cada uno muestra su fracaso con la mágica fuerza del gato más allá de la retórica del sapo en la esquina del viento más cercano.
Después Del Palabrerío En Aquel Silencio El polvo ¡Muere su muerte polvoriento!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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I.N.S.T.A.N.T.E.S.
Pasaba el tiempo inconstante, por un reloj descompuesto, en el cielo boca abajo, hiriendo la eternidad de un segundo, al sentirse primero en la luna, del agua que refleja el alma, seca más allá de las retinas, ahogadas de cristales las ventanas, llenas de instantes los siglos.
Por una luna de plata, el corazón teje pulseras con agua, con rabia quiere secarlas el viento, el viento del agua de plata, quiere invisible hacerse, quiere la manzana comerse, con el corazón algas frescas, con el melón algas dobles, con el monte de tiempo en tiempo.
De tanto en tanto la piel palpita, con la plata de miel chorreando, con la paloma que al cielo vuela, la plata de nube a nube, escribe al corazón con ojos, con la luz ardiente y turgente, de las praderas ligeras, del rosa al rojo se quema, de tiempo en tiempo los relojes.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ESCRIBIÉNDOME REFLEJO..
Por ese no sé qué, que a nadie importa. cuando a la nada tengo esclava, en la sombra brillando invisible, el beso de plata en la nieve caliente, liberal, esquiva, tierna, juiciosa, juvenil, meteórica, merienda, jugosa, penetración, perseverante.
Escribiéndome reflejo.
Como en la sombra del polvo del humo, el sepulcro limpia la frente del higo, el suplicio decora la noche del hueco, y el verde deja de ser amarillo, como el gris queda de azul, en el rojo vestido de negro. ¡Oh, calor!. ¡Oh, color!. ¡Oh, dolor!.
Escribiéndome reflejo.
Umbría la noche en la serena torre, es quizás la voz postrera lanza, del aroma del recuerdo con la esperanza, en las llamas vivas sonrojadas, las promesas embriagantes del suspiro, caracol recato, y osadía cumplida, en el níveo bloque, que a cincel escribo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ENDILGAR Y ENGUIRNALDAR
Por ahí donde la playa camina el sol sale al peinar el viento la brisa la ola el cielo por la falda provocativa del volcán a lo lejos del alma del desierto en una gota de sed de arena de sueño que va cayendo de la tarde más lenta que calma clamando claro al clavo clemencia.
Para La Amarilla ansiedad de la madera a su manera triste hambre de cuchara encapsulada en broches de plata con el rencor de las cadenas en las caderas arropadas de las calderas infaustas y los siglos enterrados en el polvo helado y humillado.
Por endilgar al aire las frágiles montañas. Por enguirnaldar al agua por ser húmeda. Por endilgar al susurro los ecos infernales. Por enguirnaldar al epílogo por ser último.
En las caderas dispuestas cazadoras matutinas del mínimo labio insurgente del callejón elevado del perfume acariciado del néctar nacarado andando entre campanas enterradas por estrellas tejedoras de los lutos inagotable lavandera del destierro férreo color de sonrisa en la cintura de espuma y cicuta y otoño radiante plantado en plata verde cicatriz de cobre solitario de mercadería iracundo pobre lingote... Endilgando a caña y sol la nieve dura del rojo lumbre por donde la tempestad obscura mira la usura la cábala y la droga daga del perfume desnudo en la espesura del borde verde pavoroso en la sonrisa del colmillo en la garra erizada del beso al escultor de huecos.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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