Embriagada la muerte la vida deseaba, delgada, triste y vagando por la noche. La incógnita la sombra la espina espera, donde sólo el horizonte estallaba libre.
¡No!. La torre ha perdido la quietud, antigua, en cada espuela, sin rodillas. No nació esquiva, ni falsa, ni endeble, y en sus caderas, las cadenas dulcifica.
¡Ven, mira y no calles!. En la boca está el cristal muerto, por el carácter indomable frío, por el cráter insensible convertido.
Escucha el eco ahumado sin miedo, al viento resplandeciente del ayer, del crepúsculo que florece y revive, y mueve la fragua fiera fiel fogosa.
Por el duro trigo que avena alfalfa, por el cuervo cable curvo ciervo, al final de la asustada limonada, al sabueso que lluvia regio cobre.
Nadie desnuda al nudo espejo, ni a la tarde gramo a gramo lima, en las ramas del verano en una rana, con la evidencia temerosa del crótalo.
Porque han huido las aguas minerales, del papel descalzo del rumiante, en el ocaso de la oca sin casa, y el seso escaso de sordidez brumosa.
La vida está llena de héroes y de mendigos, Mendigos de amor y de miradas simples, De abrazos fuertes cuando sientes miedo. De palmadas en la espalda para poder seguir, Mendigos de promesas y de dioses idos. De palabras en silencio, de gritos en la obscuridad. Héroes del futuro, donde el pasado y el presente ya no están Héroes de batallas, de heridas dejadas por el tiempo. Heridas de una guerra, que deja huella en tu corazón Que templan la piel y te endurecen el alma Son la sinrazón que no se entiende, héroes De lo que ya no existe, mendigos de lo que jamás volverá.
Y cuando pasees por la vida hazlo como por el campo, despacio; permite que sus colores se mezclen y se inventen para ti, y te lleguen; que no haya lugar para el silencio y si lo hay, que sea para soñar; que no te pierdas un segundo, que la luz maravillosa puede pasar; no cierres los ojos ni tampoco el corazón, así te perderás; acepta la compañía huyendo de la multitud, persigue la belleza y busca la emoción… descansa en su paz.
La vida, de nuevo hoy se viste de fiesta para ti, mírala, aprende a decir no y vaga voluntario confiado, dejándote llevar; comparte con todos, lo que estén dispuestos a aceptar; rechaza todo lo que sobre, y lo que estorbe y lo que te impida: Ser; Cuando tengas que subir, también hasta la cima de un problema, hazlo como los viejos… sintiendo; Cuando hayas de bajar, también hasta el fondo de la solución, hazlo como los jóvenes… sin descanso, con tesón; Camina despacio, sintiendo, soñando, y si te queda tiempo, sonríe; sonríe porque ese quizá sea el mejor precio pagado jamás por ser parte de tan maravillosa escena, por ser parte de este maravilloso cuadro, que seguramente fue pintado para ti.
(Poema ganador del XXVI Certamen “Blas Infante” 2012. Cornellá. Barcelona) (Jpellicer)
Cuando la vida se te vuelva contramano y el amor sea la señal cruzada, cuando no haya marcha atrás y si seguís, la suerte del futuro que enfrentés, te esquive a las puteadas, ahí es cuando te digo yo, que le metás para adelante hasta doblar en la primera corta-racha, sin dejar que el silbato de infracción te frene ni la desgracia azul-social te caiga. No parés esperando compasión, que no hay arreglo. ¡Volvete un trasgresor, hermano! ¡No dejés de circular, truchá carnet y chapa! No des pelota si va en llanta el corazón ni si el retrovisor te muestra olvido ni si Dios es otro amigo que te falla y transitá por la banquina hasta agarrar la autopista rampa al carajo de ser vos y en esa historia sí, manejá light, como si nada.
Ahí en el cierto momento guardando el tiempo a los relojes asustados.
Callando en las pupilas la noche desnuda sus olvidos exponiendo el espacio a los vientos paralizados.
Demacrados, enjutos, delgados. Por la parcialidad apasionada. Por el desatino garboso. Por la insensatez auténtica. Por el absurdo tendencioso.
Por Que... La esbeltez errátil anida.
En el silencio de las letras donde la tinta borra sus ausencias esculpiendo transparente el canto de la vida en la música desconocida de la muerte cierta... ¡Vetusta y vigente!
Se encuentra mi vida, en el umbral dorado del Otoño, donde se cosechan los frutos, malos o buenos, de las semillas sembradas, a lo largo del camino.
Otoño, donde la llama de la pasión, sigue encendida... sigue viva, pero el calor intenso y volátil del Verano... ...ha menguado.
Estación, donde al igual que exquisita fruta lozana, tienen los besos, dulce y grato sabor a miel, pues el tiempo sabiamente,tambien los ha madurado.
Tiempo, donde los árboles, soltarán sus hojas, y el primaveral bullicio de los polluelos en en el nido, se tranformará en agrio silencio, al estrenar sus alas y volar, dejando el nido vacío.
Pero, aún en el Otoño, el buen viento, cualquier atardecer,suele traer, un soplo de brisa fresca y ligera, que satisfece el alma y renueva el corazón, haciéndolo sentir, de nuevo en Primavera!!
En total disyuntiva me tienes Quieres dejar lo que amas Por amar lo que amo Y subirte a mi barca Que cambia de rumbo Constante Cuando a buen puerto se acerca.
Yo no sé si es la vida O es Dios nuevamente que juega conmigo Llenando de flores mis ansias ya muertas En un laberinto del que no puedo salir Trayendo un camino Nunca antes andado Uno, que nunca pedí.
Quédate, si es lo quieres Tal vez eso sientes… ¿yo que puedo decir? Sólo que esperes el tiempo preciso Que florezcan las ramas De un árbol maduro, si nada se opone La miel de los frutos dulces y frescos Serán para ti.
Delalma 04/01/2013 12:25:51 p.m.
Tratando de escribir nuevamente algo leíble. CANCIÓN E.VAENGA - No voy a dejar que me pierda (usted)
"CONSUMÍ EN LA DOCTRINA"... Soneto Autor: Diego de Torres y Villarroel. España (Salamanca) 1694=1770
Consumí en la doctrina y agudeza de los libros gran parte de mi vida, y he quedado peor: que está tupida de ajenos desatinos mi cabeza. Buscaba en los doctores mi rudeza de cierta duda la mejor salida, y halló mil opiniones sin medida. pues uno el sí, y el otro el no, me reza. Más necio vengo a ser, más imprudente; la razón natural está más ruda, pues ya por sí no asiente ni consiente. Antes pudo opinar: ya quedó muda. ¿Quién dirá la verdad? Dios solamente. Y yo ¿qué haré? Morirme con la duda.
Soy como esa isla que ignorada, late acunada por árboles jugosos, en el centro de un mar que no me entiende, rodeada de nada, sola sólo. Hay aves en mi isla relucientes, y pintadas por ángeles pintores, hay fieras que me miran dulcemente, y venenosas flores. Hay arroyos poetas y voces interiores de volcanes dormidos. Quizá haya algún tesoro muy dentro de mi entraña. ¡Quién sabe si yo tengo diamante en mi montaña, o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! Los árboles del bosque de mi isla, sois vosotros mis versos. ¡Qué bien sonáis a veces si el gran músico viento os toca cuando viene el mar que me rodea! A esta isla que soy, si alguien llega, que se encuentre con algo es mi deseo; manantiales de versos encendidos y cascadas de paz es lo que tengo. Un nombre que me sube por el alma y no quiere que llore mis secretos; y soy tierra feliz que tengo el arte de ser dichosa y pobre al mismo tiempo. Para mí es un placer ser ignorada, isla ignorada del océano eterno. En el centro del mundo sin un libro sé todo, porque vino un mensajero y me dejó una cruz para la vida para la muerte me dejó un misterio.
Canto. Sin lira. Transparente Píndaro. ¿Qué duele?. Ya sin cuerpo. El polvo con el viento nada. ¡Es maravilloso!. No pedir perdón, no. Desear ni al deseo mismo. Con la vida yerta ni el paraíso. A fuerza.
Injusto paga él. ¡Qué sufre sin culpa!. ¿Hay injusticia más grande?. No deseo ni esa justicia, Ni ése perdón ofrecido. ¿Es justo que alguien me despoje de mis culpas?. No, no, tampoco esto ni lo otro. Solo deseo, solo deseo. Muerte absoluta, perfecta, completa. ¡Eternidad sin mí!. Si soy algo, polvo en la historia. ¡Más qué ignorancia!. ¡Más allá del más allá!. Dime, Píndaro. ¿Qué duele sin cuerpo?.
Y a ti. Oda: ¿Qué, qué?... ¿Temes vivir?. Oda implacable. ¿Crees en ésto, tu fin?. Oda del camino circular. Hoy como nunca nadie te escribe. Nadie te quiere, nadie te lee. ¡Si te escribo, es porque nadie dirige esta pluma!. Bien sabes. ¡Qué estoy en todas partes!. En ese lugar.
Antes de la primera palabra. ¡Sin luz ni obscuridad!. ¿Acaso, Oda, hay quién lo entienda?. Nadie juzga, nadie perdona, nadie comprende. Y nadie ahora te escribe te quiere. Porque nadie puede. Desear no desear. ¡Y lo hace!... ¡Vaya que sí!.
Oda, oda... Donde vayas no te me escapas. Tengo la vida, de nadie, en mis manos. ¿Dónde podrás esconderte?. Nadie está detrás de ésta tinta. ¡En opinión docta, solo polvo, polvo solo!. Pero nadie ama el polvo, y nadie ahora te escribe. Oda... ¿Qué temes?. ¿Lo sabe Píndaro, Tánatos, Caos, Voltaire, Cronos?. ¿Lo sabe alguien qué está en la nada?. Nadie puede saberlo. ¡Pregúntale a él!.
Porque nadie te escribe, nadie te quiere. Nadie te lee, nadie te comprende. ¡Oda mortal nadie te ama!. Y nadie puede todo. Y nadie ya logró no desear nada, ni a sí, ni a ti.
¡Ámame ahora! No pierdas más tiempo, que repleta mi copa de vino como nosotros de lozanía, me inspira este versar imperioso, ávido yo de partir tu cuerpo como una manzana a rabia de besos y dientes y sexo. ¡Ámame ahora!, aunque luego no me ames por no predestinada o qué sé yo. ¡Ahora!, antes de ese tiempo en que la vida nos afee para que la indiferencia nos mate. ¡Ahora!, antes de tener que soñar y mentirnos y mentir escribiendo poesía disfrazados de lo que hoy somos. ¡Ámame ahora!, que como granada carnal exploto en eróticas esquirlas. No vaciles en ser y hacerme feliz para tener de qué sonreír mil años después.
Caminaba la tarde vieja, ensimismada, contenta, en la nube, con la voz amalgamando al suspiro, en el fuego lento de mil mieles, donde la muerte se quitó la vida, donde la hora perdió los minutos,
y el siglo los años viejos, y viejas las semanas días, y días las noches nuevas, y nuevas las últimas sonrisas.
¡Deambula, deambula, sobre el tiempo!.
Caminante volando sobre el aire, haciendo sueños sin fantasías. Fabricando solo tu realidad.
Deambulante, deambulante, deambulante.
Porque late la pluma fría, arrobada, inconclusa, en la luna, con la mirada tejiendo al suspiro, en el hielo amargo de mil flores, donde la vida engendra la muerte, donde la mano pierde los dedos,
y la consciencia los perennes valores, y valoras las ausencias presentes, y presentas las nuevas pérdidas, y pierdes las primeras esperanzas.
¡Deambula, deambula, bajo el agua!.
Caminante, respirando bajo el fuego. Haciendo luces sin soles. Fabricando solo tu universo.