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“Del cielo, un pedacito . . .”
Como de Dios bendición nos ha nacido un varón, es chiquito pequeñito bebé, luz, un lucerito.
Su madre y padre lo adoran por eso es que al cielo imploran que alumbre, pues, la familia, niño, infante, que concilia.
Con su pedacito de alma abuelos y tíos desarma, ser humano que gravita corazón que bien palpita.
Respira, se oye su llanto ojalá que fuera canto, risas, miles de oraciones, nene de las ilusiones.
Proyectadas en mil juegos primas que serán apegos, su amigo Ángel de la Guarda dicha, fortuna no tarda.
Vino al mundo Ian Santiago, regalo en vida, empalago, que nos dio Nuestro Señor grato mensaje de amor.
Ya tiene su amanecer, con que se deje querer la prosperidad le auguro, todo lo demás . . . seguro.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Ciudad de México, a 23 de octubre del 2014 Dedicado a mi pequeñito nieto, Ian Santiago Mora Ramos, el día de su nacimiento . . . Reg. SEP. Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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El Depredador, además era niño. Niño abandonado doblemente; padre y madre le fallaron y allí quedó: con ropa casi piel, debatiéndose inocente en el desamparo y sin guía para crecer. Carencias que jamás debe sufrir nadie, porque ello ante todo es delito y luego desgracia y hasta pecado si lo hay.
Sus ocho años, apenas, los vivió discriminado también por la gente y como pudo: un mendrugo aquí, otro allá, alguna misericordia, alguna bondad 'extrasocial' con límite y alguna que otra paliza para obligarlo a mendigar, o por fobia, a manos de esas manos sórdidas y sádicas que de repente saca el mundo.
Él oía a las madres llamar a sus hijos a comer. Hijos que no jugaban con él por ser un discriminado. Y aunque tenía amigos de su condición, al ver a estos otros niños especiales entrar a sus casas, sus refugios, sentía hondamente la falta de un hogar. En ocasiones veía televisión a través de alguna de sus ventanas: Veía fracciones del Cartoon Network hasta que lo sorprendían y con caras y gestos furiosos de personajes, padres o niños solían echarlo como a un dibujo animado intruso. Y él, a veces reía de su celeridad de escape de dibujito y otras, lloraba su orfandad.
Pero el pequeño Depredador, era un soñador y un día se hizo de cuenta que vivía en la mansión más grande del mundo: Una mansión de cientos de cuadras surtida a discreción y con pasillos como laberinto de oportunidades donde conseguir lo que carecía. Solo debía obtener las llaves de las distintas puertas de la ciudad, o al menos una llave maestra. La obtuvo: una pistola automática que un perseguido de la justicia le obligó a ocultar antes de su captura.
Hace un rato la policía acabó con El Depredador, y la mayoría respiró aliviada; ya no más la molesta presencia furtiva del fisgón de televisores ajenos, en suma asaltante de sus negocios y perturbador de sus familias honestamente constituidas.
“Bien muerto está”, me comentó alguien del grupo de mirones que me incluía y agregó: “Yo también me crié en la calle y no por eso se me dio por delinquir. Hoy tengo un negocio en el cual me va de maravillas, amparado por mi religión a la que aporto mi diezmo rigurosamente”. ‘Bueno, como mortal que es, algún defecto debía usted tener’, le contesté, y me fui sintiendo el escalofrío de haber sido rozado por el mismísimo aura egoísta de los con dios aparte, por pago.
Calle arriba, las sirenas policiales le cantan al pequeño Depredador, al hijo dormido de nuestra indiferencia, el arrorró que nunca tuvo.
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Poeta
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MOTIVOS DE PORTAL (soneto) ...Autor: Carlos Luis Sáenz Poeta Costarricense
¨Que lindos los pastorcillos que le compramos este año tañendo sus caramelillos bajo el copudo castaño. Una pastora lunera ante el Niño se arrodilla; tiene la blusa amarilla y falda de primavera. Un zagal con su cordero está ante el Niño Lucero viéndole su sonrisita, pero los viejos pastores, los que eran de la abuelita, ¡son mejores, son mejores!
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Poeta
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Niño, vamos a cantar una bonita canción; yo te voy a preguntar, tu me vas a responder: Los ojos, ¿para qué son?
?Los ojos son para ver. ?¿Y el tacto? ?Para tocar. ?¿Y el oído? ?Para oír. ?¿y el gusto? ?Para gustar. ?¿Y el olfato? ?Para oler. ?¿El alma? ?Para sentir, para querer y pensar.
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Poeta
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(Al eminente actor D. José Valero)
Esa noche, ardiendo el pueblo de animación y entusiasmo bajo el influjo sublime de tu genio soberano, todo era bravos y dianas, todo era vivas y aplausos, todo cariño en los ojos todo cariño en los labios, y todo flores, laureles, admiración y ... entretanto, allá muy lejos, muy lejos, sonando lento y pausado, se alzaba entre las tinieblas y entre el silencio un cadalso, sin otro eco que el latido del pecho del condenado que en diálogo con la muerte velaba en un subterraneo. aquel cadalso se alzaba cada vez más y más alto, como un espectro, sombrío como un vampiro, callado, como una tumba implacable, y como un monstruo, inhumano; se alzaba y, sin que ninguno oyera aquel ruido amargo, por los sollozos de un hombre solamente acompañado, la humanidad impasible bajo su mudo letargo, miraba crecer y alzarse las formas de aquel cadalso, cuando tú, tú que escuchaste sus ecos tristes y vagos te levantaste por ella con la voz del entusiasmo, y en presencia de aquel pueblo y enfrente de aquel tablado ceñida con tus laureles la hiciste hablar por tus labios, salvando al sol de aquel día del rubor de aquel cadalso.
...
Aquel que es su desamparo, y aún más que unos pocos días y aún más que unos pocos años pudo gozar la dulzura de ver a su hijo en los brazos, libre del infame nombre de hijo del ajusticiado; pero yo que desde niño aprendí lleno de espanto a aborrecer los verdugos y a maldecir los cadalsos dejo a la gloria que entonces para ensalzarte su canto, y del condenado a muerte bajo los recuerdos gratos, en nombre suyo, las gracias de la humanidad te mando.
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UNA HISTORIA URBANA
En la ubre abre la leche. El camino. La sandalia. El jardinero. El banco. De leche. El. Niño... Llorando su camino. La vaca, el pasto, campo verde. Abre vientos. Limpia Urbes. Mejores verdes. Caminan las sandalias. Del jardinero. En el banco, verde, el niño. Llora y reza la madre. Por la leche, verde, pasto. En la ubre.
En la Urbe. La madre. Del niño. Del jardinero... Pobremente. Abriéndose, un bolsillo. ¡Nada encuentra verde!. Ni el camino su sandalia ni una vaca...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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SALEN PERLAS TIERNAS
Bajo... Las olas. Nace su risa. Su próxima raíz. ¡Entregando su música!. Mesa diaria, dulce pelota y paleta de chocolate. Cada niño emocionado. Cada ángel primero. Cada... ¡Infancia!. De los diminutos dedos. En sus labios tiernas perlas. En sus ojos. ¡Brillantes inocencias!. ¡Luz!. Sin contratiempos, sin prisa. Pureza. Pura, pura risa.¡Al salir!. De la escuela, del cine, del hogar. En ¡Su corazón!. Un proyecto de mil anhelos. Centella y algodón. Cobertura de los espacios, nobles, efectos. ¡De ternura innumerable!. Ofreciendo Mensajes del alma.
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Es. Crucial en la familia. Convivir sin herir. Sin amenazas. Sin ser necesario. Jamás, solo hasta el necesario tal vez. ¡Así, bajo las olas!. Crece la raíz. Tiempo, historias y tesoros, acero y escudo. Es. La música, el ejemplo, el calor, y compasión por el mundo. El deber. De la dulzura y la comprensión por el juego. ¡Dulce pelota!. ¡Su valor, su fortaleza!. ¡Así nació la infancia!. Juego y rescate. ¡De la incertidumbre!. Llanto, lágrima, sonrisa, cantos y saltos.
*****2*****
Cada día más. Cada día menos. A veces... A veces. De La infancia. ¡Brotan gemas si la dejan!. Crecer con escudos, cuevas, dragones y flores. Castillos de muñecas. ¡Tesoros de perlas tiernas!.Cruz ¡Que quiere!. Amor de mañana, verdadera. ¡No me voy a soñar!. ¿Porqué... Porqué?. Porque soy. Como tú, niño perenne. Y como tú. Como tú, yo, creo, siento, quiero. El azul del cielo. Una estrella. Y el hogar en la tierra... ¡El cariño!.
*****3*****
Salen, salen, así las perlas tiernas. ¡Muy tiernas!. Y quieren darte, los verdes campos. ¡Seguros!. Y luego... ¡Un dulce diamante!. ¡Victorias sin víctimas. Glorias sin derrotas!. Igualando... El perfume de las frutas. ¡Alas con sabor alegre!. ¡Historia del futuro!. Perlas tiernas. ¡Salen y salen!. Salen. ¡Sin desplazar a nadie!. Salen. ¡Sin violencia!.
*****4*****
Crecen. Se desarrollan madurando, sin prisas, con risas. Con equilibrio, puro de pureza, inocentes. En la raíz. ¡Oscilando!. De la infancia. ¡Matriz!. Salen Perlas Como Tú y Yo ¡Perlas tiernas!. Y... Por la eternidad. ¡Sólo somos nuestra historia, nuestro polvo!. ¡Somos y seremos!. ¡Las historias del futuro!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Tarde fue Era Una tarde vestida de azul Comiendo Minutos en el cojín De nubes De olvidos, de vientos Todas Las olas de polvo... ¡De plomo!.
Con la sed ahogada de gozo ¡Carne del pasado! Arena perdida de luna olvidada ¡La calle presa y torturada!.
Años espesos de engaños Cuelgan de clavos desnudos ¡Los deshojados segundos de cada minuto!.
De cada ¡Vidrio de lluvia! De cada ¡Llama de llanto! *Cielo seco de azul despedida* En la cuna marchita de anhelos.
Era Una agreste tarde Alfombrada de duelo mudo ¡Terciopelo de implacable sangre!.
Era Una fragua carcelera Tapizada de crueles partidas ¡Sólo fábrica de lápidas agujas!.
Vacío mortal Remolino silencio ¡Atormentante!.
Tarde llegaba la sonrisa indecisa ¡La palabra contraria al oído! ¡Contraria al oído!.
Inmolando indiferente...Cada vientre Sepultando risueño......Cada niño Irradiando lutos........Cada casa
¡Gota estéril! Fervorosa plegaria ¡Entretemblando!.
Tarde rebosante de inmundicias Cada discurso de ignorantes.
Tarde hambrienta Caldero hirviente de años.
Tarde incontable Bendición desalmada día a día.
¡Fue su tierno funeral!. Mil veces repetido.
¡Fue su infierno tirano!. Mil ecos perdidos.
¡Fue tarde cada tarde!. Mil fracasos negados.
Fue ¡Una simple tarde! Perdida ¡En cada gota! Y... ¡Seca sangre!... ¡Con la lengua de mil confusiones!.
En La ¡Tarde...! ¡Que fue, solo la tarde de todas las tardes!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Estás solo, tiritando Has venido a mi portal Declamados tus derechos ¿quién los vuelve a proclamar?
Son, mi niño, tus derechos convicción universal Tus mayores se persignan Los editan sin parar Es hermoso su empastado Son epístola papal Son poema nerudiano Se conmueve el más truhán
Son discurso recurrido Infalible de apelar Hay consenso, es increíble Saca aplausos, ¡colosal!
Tu derecho, ¡formidable! Tu derecho y otro más…
Pero estás frente a mi puerta -¡si te viera la Mistral!– No te leo tus derechos No se trata de imitar
Simplemente, te convido de mi duro, algo de pan -quizás logres indulgencia consecuente intelectual–
Ay, mi niño, tus derechos ¿quién los vuelve a proclamar?
De Miedo al Miedo, 1983
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