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Guarda la historia del vino de su origen mil versiones y diversos creadores; que Osiris, Baco, Dionisio... Mas por su efecto influidos, poetas y pensadores, entre clases y sabores pasión y ciencia han escrito como bebiendo yo escribo mis probadas reflexiones.
Amigo, si a ti te fallan la amistad como el amor y afligidos luego, en pos de tu clemencia clamaran, si tu orgullo vacilara tomando tu decisión, para condena o perdón bebe tu vino con calma; llegado su juicio al alma el hombre es un poco Dios.
Ante conquista compleja bébelo con discreción. En su justa proporción, para invasión y contienda el vino es un estratega con bravuras de león. Trino, a más, de ruiseñor a tu indecisión le agrega y como Don Juan florea las palabras del amor.
Busca el vino corazones como líquido emisario del espiritual abrazo pacífico entre los hombres. Toda la tierra recorre y cual duende solidario gustoso te ofrece un trago así en descampado mores; él ama al amigo pobre, lo enriquece con su trato.
El vino aplaca nostalgias y atinado aunque ficticio brinda al hombre en el exilio de su tierra la esperanza. Hasta si añejo descansa es un maestro dormido: Inspiración llevó a Cristo para que bien predicara, por ello de altar y farra es el ángel consentido.
Lo digo con fundamento filosofando al decir: De parra viene el vivir, el humano es incompleto; sólo nace con su cuerpo la sangre lo espera aquí, es vino y mora en la vid procurando el ser perfecto, quien no sorba su intelecto, ¡inculto se ha de morir!
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Poeta
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Hablando de sucesor para Horacio Guarany me permito disentir con respetuosa opinión ya que fue su decisión la de un cantor elegir honrándolo así, gentil, sin duda por buena voz pero pa mí se apuró y aquí lo quiero decir:
Para ser el gran cantor su carisma hay que tener, vida con vino beber y rodar como él rodó, mostrar abierta expresión en escenario que esté, derecho y pan defender entre canción y canción (si medio en pedo mejor pa templar el parecer).
Diálogo ameno y frontal que Don Horacio creó, pues no tuvo antecesor: en eso de platicar alegre o por demandar además en su actuación. Acto que lo distinguió de quien canta y nada más; ¡quién va' perderse escuchar al cantor y al defensor!
Escribir comprometido ante el pueblo, ante el amor y con ternura y fervor dejar entre trino y grito, obras como "Regalito" o "Si se calla el cantor" y mil éxitos en flor que no secó ni el exilio; y eso que anduvo perdido cual "viejo mate español."
Falta también la utopía de bohemia natural, corazón, jocosidad de bromas con picardía, pingos y gallos de riña en el alba de su edad, falta su cama prestar a las "chicas de la vida" y entender "La Villerita" para poderle cantar.
Y falta, vaticinando ya por infantil artista que jugaba con pajitas de las paredes del rancho, improvisando del gallo que picaba a la gallina, la vocación que lo haría, alta pero destellando como fama desafiando, alcanzar su estrella un día.
Eso y más, falta, Señor, al que se pretenda usté. No alcanza el atuendo fiel en afán de imitación ni el cantar bien o mejor evocando dos por tres las canciones del haber de Guarany el precursor; será poncho la ovación pero es pilcha de quien es.
No tiene par, mi maestro, y resigne su intención si aquel que ducho eligió no dentra en nuestro rodeo Es usté como el moreno del Abasto: ruiseñor que no le hallan sucesor ni pariéndolo de nuevo. Así también lo queremos: único en su condición.
Y por aquí me despido ya sin más importunar. ¡ Pucha !, gusté desbocar el potro de mi motivo "sin saber, como usté dijo, pa dónde va' galopiar" (servime para escapar del brete si mal opino; "mi caballito querido, ! ésta te pido nomás !")
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Poeta
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Aquí, donde la tierra demanda una morada, el horizonte un árbol, yo tu caricia franca, aquí detuve el paso absorto por la nada. Debe ser aquí, dije, en tan ancha sabana donde Dios reflexiona y un momento descansa. Pruebo imitarlo, pero, hecho ambición humana, con profundos renglones de ruedas holgazanas, cual trazos paralelos subrayando su hazaña, llega un carro colono rechinando añoranzas, y un cencerro de trastos ofensor de la calma. Así, afligido entiendo que desde que forjara el Creador al hombre, no reposa, pobre alma.
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Poeta
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Es viola que cae al río canoro, la poesía, para ungirse de rumores en versátil travesía.
Y no se traba en escollos. Y si se traba se libra, pues impone derrotero a numen, razón y fibra.
Y como su canto es todo, canta penas y alegrías. Canta amor y decepción, canta crimen y justicia.
Y no se agota su canto, pues halla materia prima y pluma y papel y luna, y porque la vida es tinta.
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Poeta
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Tu recuerdo es como el río; a veces crece, a veces mengua. Simula irse para permanecer. Ah!, si un día se secara tu recuerdo... Lo cual es imposible porque soy su propio manantial.
Además, en el maltrecho paisaje de mi ser, vuelto porfiada cicatriz, habría de insistir su curso seco. Prefiero entonces que transcurra con algo de frescor y rumor tuyos.
Imposible, imposible eludir tu evocación como imposible liberarme de tu ausencia; por eso, en ciertas noches, entregado, me tiendo junto al río... y me acaricia.
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Poeta
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Y yo aquí, medianamente vivo, absolutamente solo en la hora muerta de la siesta muerta del pueblo muerto que siquiera despertará cuando yo muera con tal de no dejarme esperanzar.
Sin embargo decidí vivir aquí con estatismo de lagarto al sol y ocasional presencia, apenas, de alguna mata de ilusión reseca que pase rodando con el viento como pasan de mí las alegrías.
En las noches planeo dedicarme a cantinero del bar abandonado y embriagarme de fracasos nobles con mis espíritus de amores idos. O inaugurarme solitario crónico y apático escritor de endechas.
Una así, por ejemplo: quién dijo que nací para vivir acompañado. Soy cactus del desamor; espinas fuera y recóndito frescor, brazos al infinito diciendo: gracias señor por este solo y desértico lugar.
Y dormirme puteando el universo.
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Poeta
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Yo viví esas madrugadas de humito albo en la cocina, aromado y penetrante, prófugo por la fajina. De la caldera silbona y el estrépito de astillas, trino de zorzal y mate y tertulia de gallinas.
Yo viví esas madrugadas de pensativo lucero y de aseo en palangana con escarcha gris de cielo, de amasijo, horno de barro y fragante pan casero, de piso tibio de tierra con sillas de palo y cuero.
Yo viví esas madrugadas de multicolor ensueño, con rudo clarín de gallos y ronda feliz de perros y relinchos y mugidos y berridos y resuellos y algarabía paisana y atropello de los teros.
Yo viví esas madrugadas que todavía guarezco, y el evocarlas disfruto, como mi oriental acervo. A las que inspirado ensayo, con sentimental anhelo, dar alma por mente y pluma en mis pretendidos versos.
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Poeta
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Si aquí no canto yo, quién canta con mi voz lo escrito por mi mano (por alguien inducida.)
Quién diantre me inspiró como un usurpador lo escrito a más cantado, ajena mi utopía.
Ponerme aquí a cantar los versos de alguien más como rapsoda falso, me cuesta cada día.
Señores, digo bien, son versos que no sé de dónde, ni su canto desde la infancia mía.
Yo quiero ser normal: poner en su lugar mi voz de viento en cardo, mi mano campesina.
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Poeta
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Pido casa al desierto que al abrir su ventana sola palma mostrara la dimensión de arena.
Y por las noches quiero bajo su fría calma, la silueta de palma pedestal de una estrella.
Mi soledad pretendo para limpiarme el alma; de aquí no quiero nada que la nada me diera.
Si nómada en camello pasajero cruzara, leve señal de raza que su presencia fuera.
Y si un día regreso, lo haré mundo, si cambias, con mi razón humana ni sabio ni poeta.
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Poeta
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Vos, sos de aquellas flores que sueltan despacito su ternura de pétalos en la grama del alma, y aunque los lleve el viento dejan aromas íntimos que jamás se disipan y caminan con uno del amor a la lápida. Vos, sos inolvidable. Indispensable sos, por más que yo me mienta que me arreglo lo mismo con un par de rencores de cuando discrepamos y un suspiro de alivio que ni mi almohada cree. Vos sos, y lo sabés, el amor de mi vida aunque ya no te tenga, mi niña que me amaba, compañera absoluta que me dejó de amar. Cuantas veces te abraza mi soledad a muerte... Si lo supieras vos.
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Poeta
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