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Querido,
Mi odio no anda con melodramas… No es monólogo vaticinado de hembra postergada No es ni declamado ni espurio.
Siento que lo llevo cual lentejuelas. Túnica ajustada de lunares rojos Carmín en mis labios entreabiertos.
Aros de ágata y cobre elongando mis orejas para escucharte siempre
Caracola monótona reeditando por siglos el engañoso mensaje de tu beso
Así es mi odio… ciñe mis caderas con ritmos de salsa
Aprieta mis pezones con elevado vuelo Levanta mis cabellos y se establece en mi cuello como incitante mordizco de felino
Mi odio se levanta muy temprano Empuja catre abajo mis valles y colinas Los ordena en didáctica pirámide de esperas
Luego, me viste con ajuares reprimidos… me calza las bragas que adivinas, Portaligas negro, un suave tobogán de fantasías.
Y me lleva radiante en el telúrico vibrar de los recuerdos hasta tu acera, tu espacio, tu oficina.
A florecer en mi odio con bolcheviques aprestos, con cimitarras de fuego.
A lucir victoriosa mis perfumes de ocupación A recibir tus miradas de deseo como atribulado montepío que cancelan tus ojos miserables.
Extendiendo hasta nuestra eternidad los placeres que nunca más tú y yo consumaremos. _________________________________________ Autor Hernán Narbona Véliz, del libro Voz Prestada, Editorial Nueva Voz, 1989.
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Poeta
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Me queda media hora
para sumergirme en la laguna de tus ojos
media hora escasa
paupérrima
violenta
terminante
para musitar tras tu lágrima
que me alejo
Déjame un puñado de silencio
un abrazo anclado
al alma encarcelada
que te grabará
en secreto
Media hora apenas
para alzar mis huesos
de tu lecho
apartar mis raigambres
de tu cuerpo
y despertar del sueño
con el agua fría
con la camisa blanca
la corbata de seda
los zapatos lustrados
mis documentos
Media hora
que se escapa en el silencio
ni un te amo
ni un reproche
Parto inexorable
sin despedirme
Me queda media hora
Alcanza para un café
o un té con canela
Cuídate mucho
me conceden tus labios
la media hora se agota
raudo alcanzo mi valija
y sin poder mirarte
frunzo el ceño
beso tu mejilla
y un hasta pronto
mentiroso
rasga el aire
Una paloma
ensucia la vereda
y el golpe de la puerta
a mis espaldas
cancela el último minuto
El amor se esfuma
y un avión me espera.
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Poeta
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Yo me propuse escribir desde la felicidad y lo he logrado, ya sea en la poesía que se eleva en humanismo para resistir e inventar el día indispensable, en el nacimiento de mis hijos, en la pasión errante que besa las montañas donde se esconden gordas milenarias, en la pasión cotidiana que me liga a mi compañera, en su individualidad indómita y en esa capacidad de inventar futuros derrotando juntos a la muerte artera. No creí nunca en la impostación de artista, ni necesité estar ebrio o drogado para redescubrir el infinito, rompí paradigmas de pseudo bohemias y me levanté temprano para trabajar con ganas cada día, dejando espacios cuadriculados en el éter para las gotas poéticas que han enhebrado mis trabajos. Próximamente con más dedicación buscaré mayor difusión mediática a esa poesía escrita desde el emprendimiento y la doctrina del esfuerzo, es decir la felicidad.
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Poeta
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Gimiente y porteña preguntaste ¿Qué he de hacer con la tristeza? Desde el bar oscuro de San Telmo, en el humo dibujo mi respuesta:
Con la tristeza dibujá un tango, así le das laburo y la hacés productiva, la instalás en la Recoleta y la alquilás a las lloronas de las funerarias ABC1
La tristeza puede desplegar sus frustradas seducciones entre borrachos suicidas.
Ser copetinera del averno y hacer streep tease para los noctámbulos que se fuman las madrugadas rumiando soledades.
Finalmente, la tristeza se acuesta con la fatalidad en incestuosa orgía. Drogadas y esqueléticas desparramadas por la aurora, vampiresas huyendo de la luz de mi alegría.
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Poeta
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Soledades
Cuando la soledad cala tus huesos, te sumerges en la multitud para vivir el espejismo de un amor virtual y te consumes de pena, sonriendo.
Las ansiedades se multiplican en las dunas grises de tu soledad. No alcanza la noche para incubar un príncipe azul y por eso te quedas embalsamada como estatua de sal, anclada a un dolor tan lejano que ni siquiera alcanzas a reconstruirlo, simplemente cargas con él y tanto es el peso que tu andar languidece en una pena infinita, sin sentido.
En la intima soledad que te desvela, crees descubrir la punta de la madeja para desentrañar tus dolores, pero llega la aurora, estás muriendo.
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Poeta
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Mientras nacían los nardos inocentes Oía tu voz pasar sonriente y así Nacía mi amor, tímido y silente Imaginé besarte entre mis sueños Con pasión y fuego irreverente, pero Apenas me animé a escribirte este ingenuo verso adolescente 07.12.1965
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Poeta
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Musa que despliegas tu aura protectora Corres por los dunares, construyes castillos Me dejo llevar, eres épico baluarte Conduces comarcas naranja, ánforas de sueños
Flotas sin prisa, sonriendo escudriñas enigmas El horizonte invade tus ojos constelados y justo en el umbral, resplandeces Abres tu pecho, eres mi oasis Susurros me arrullan, eres tú, rezando
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Poeta
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Tus labios inflaman mis propuestas Y de tanto besarlos en las protestas se me entrevera de hormonas la conciencia
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Poeta
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Despedida Me queda media hora
para sumergirme en la laguna de tus ojos
media hora escasa
paupérrima
violenta
terminante
para musitar tras tu lágrima
que me alejo
Déjame un puñado de silencio
un abrazo anclado
al alma encarcelada
que te grabará
en secreto
Media hora apenas
para alzar mis huesos
de tu lecho
apartar mis raigambres
de tu cuerpo
y despertar del sueño
con el agua fría
con la camisa blanca
la corbata de seda
los zapatos lustrados
mis documentos
Media hora
que se escapa en el silencio
ni un te amo
ni un reproche
Parto inexorable
sin despedirme
Me queda media hora
Alcanza para un café
o un té con canela
Cuídate mucho
me conceden tus labios
la media hora se agota
raudo alcanzo mi valija
y sin poder mirarte
frunzo el ceño
beso tu mejilla
y un hasta pronto
mentiroso
rasga el aire
Una paloma
ensucia la vereda
y el golpe de la puerta
a mis espaldas
cancela el último minuto
El amor se esfuma
y un avión me espera.
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Poeta
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Acércame tus labios
para volver a creer en ellos.
Déjame en un beso desabotonar tu blusa
y recuperarte cual cereza de fuego
en la plenitud de tus escalofríos.
Déjate explorar por mis dedos temblorosos
que juguetean nerviosos con los broches
de tu brasier, en esa torpeza adolescente
que se quedó conmigo para siempre.
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Poeta
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