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“Ventana evidente.”
Tu infante inmadura, frágil, dentadura, muestra una ventana de manera ufana.
Blanca mazorquita un “grano” se quita, la lengua bien siente, pues, lo nota ausente.
Cuando le entra el aire silba con donaire, sonrisa temprana de risa muy sana.
Carcajada gana te falta persiana, espero no duela te dirán “chimuela”.
La burla no importa, se fuerte soporta bromas “amigueras” son tiernas, sinceras.
No te estés “chupando" porque estás dañando al futuro diente, espera paciente.
Hay que ir al dentista que pase revista, ¡anda!, sin enfado, requieres cuidado.
Tu boca no miente se te cayó el diente, como ordena el hada ponlo bajo almohada.
Ya llegará Pérez el ratón que quieres, saldrá de agujero dejará . . . dinero.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Ciudad de México, a 03 de julio del 2019 Dedicado a mi nietecita, Marijose Rodríguez Ramos, como regalo de cumpleaños . . . Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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ÍNTIMO PESTAÑEO
En aquella mirada salía un recuerdo persiguiendo los dolores perdidos del agua del fuego del aire con la sombra insomne del papel agitador de viejos libros libres de polvo.
Las pestañas de seda tapizando en la furia de ternura y de cadenas como el coloquio largo y solo voz lánguida y obscura, dicha y consuelo y trece blancos péndulos inquietos temblorosas las rodillas, las retinas de la intimidad más descubierta...
Como trepa a su cumbre la montaña la mañana escondiéndose de tarde en la noche de las estrellas esclava de la aurora sedienta de luz tibia de nubes nevadas sonrosadas por las brumas del camino por las huellas del vacío.
De las miradas furtivas, fallidas, De las soledades...¡Agrupadas!. De las almas...¡Atrapadas!. Entre lunas ardientes, sonrientes, Y quince sombreros ligeros Entre dientes desesperantes Y sólo del escándalo curiosos...
Con la muerte angustiada cuando se le pide nacer tierna en la pierna imprevisible del lenguaje aparente del secreto evidente del infierno razonado del gusano asustado.
Por Las Intimidades Al Pestañear Solo Soledades.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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IMPRONTA DE ALBAÑAL
El sol de verde contiene doce caminos de nieve y nada espera de nadie donde salen las liebres dormidas.
El sol, el sol se arrodilla entre las ramas dispersas buscando simples medusas sapos y collares adornados.
El sol se fue y todos doblan los codos porque las tumbas tiemblan cada día.
Más allá, muchedumbres de billetes agonizan, desesperan y almidonan, nudos, desnudos.
Al entrar, los últimos descuidan los dedos que nada tienen entre flojos dientes , y solo conocen el sudor del hambre, entre los timbres iracundos.
La sal es elegida por espinas y eslabones entre lúgubres mieles sin retoños. Afuera los desiertos palpitan inquietos como pájaros de barro apolillado y el cuello del gemido sangre chupa.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PAVOROSA INGENUIDAD
Llevaba al partir primaveras, el ritmo ardiente entre dientes. Pero volvió el eco tembloroso, con la sorpresa que no he muerto, con la luna vieja y blanquecina, porque en cada rama advierto rosas.
Al tañer tiñendo mi dureza, en la ventura de los luceros, para tornar al pandero en trueno, y muda la paz a mi ruego venga, como rayo vespertino al crepúsculo, de leve espuma y zafir color, que ni sabe nada de luz incierto, entre vientos afilados y rumbo raro.
Donde ceñía alfombras tiñendo, al tañido de rojos rayos. Por éso y por aquéllo, donde, arde ya la yedra, y el orejero ojo azuza, eso que oyeréis leyendo lento, aunque fueses fuera hoy raudo, y de mucho sepas poco, o loar croar olas ralas.
Del llorar cansado un sable, surge un rostro y figura descarnada, al despertar nobles ideales yerto, por mudable falsa esquiva paz, del ensueño errático y efímero.
Así no hiciese lo que hizo.
Y oyese oasis floreando malvas. Y supiese del vino un irse.
Porque... Aboba ata reconocer oro. Como tañíamos al dolor su rojo.
Y Deposita triunfal su himno ausencias. Y Los cielos adoran declinando.
Dejar su voraz ardor. Dejar su atroz guía. Dejar su feroz flecha.
Y que de tan fuerte. Debilidad. Crezcan espirales alfileres.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AGUA SALVAJE Autor : Tristan Tzara Rumania-Francia (1896-1963) Fundó en 1916, estando en Zürich junto con otros importantes artistas, el Movimiento Dadá De notable influencia en Alemania y Francia. De nos oiseaux. Esta es versión de : Aldo Pellegrini.
Agua salvaje
los dientes hambrientos del ojo cubiertos de hollín de seda abiertos a la lluvia todo el año el agua desnuda oscurece el sudor de la frente de la noche el ojo está encerrado en un triángulo el triángulo sostiene otro triángulo
el ojo a velocidad reducida mastica fragmentos de sueño mastica dientes de sol dientes cargados de sueño
el ruido ordenado en la periferia del resplandor es un ángel que sirve de cerradura a la seguridad de la canción una pipa que se fuma en el compartimiento de fumadores en su carne los gritos se filtran por los nervios que conducen la lluvia y sus dibujos las mujeres lo usan a modo de collar y despierta la alegría de los astrónomos
todos lo toman por un juego de pliegues marinos aterciopelado por el calor y el insomnio que lo colora
su ojo sólo se abre para el mío no hay nadie sino yo que tenga miedo cuando lo mira y me deja en estado de respetuoso sufrimiento allí donde los músculos de su vientre y de sus piernas inflexibles se encuentran en un soplido animal de hálito salino aparto con pudor las formaciones nubosas y su meta carne inexplorada que bruñen y suavizan las aguas más sutiles
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Poeta
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AMADA DISCREPANCIA
Este ha dejado de ser mi tiempo en la piel que arruga cada piedra con el aire marchito por la nieve madura la tarde por la yerba del clima seco por la uva apagada, enrojecida, al último, resplandor, afligido, del sol perdido.
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Vestiré al camino con caballos de terciopelo en la montaña del verano y mesas entre las cajas del invierno corriendo por las venas del último otoño llorando fuego, su vieja fuente de primavera de la muerte el horizonte acariciando los dientes de una nube triste.
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Así la soledad se viste con luceros de la miel fundida entre las nieves con el metal de alegres mariposas en las frágiles palabras anudadas al ímpetu colgado en las paredes semillas del agua turbia ruines con abismos insaciables grises.
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Serena la noche alza el viento de un lamento amargas desventuras enguantadas en honda sacudida el coro resucita esa voz lejana de la piedra donde muere el tiempo en el hórrido caminar de los relojes al margen del péndulo doliente desencanta la ilusión al desflorarse el herido arroyo por la penumbra.
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¡Rinde, alma, el silencio del remanso con la turbia voz del llanto saeta fina del corazón breve golondrina esquiva la bruma del éxtasis cansado!.
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Más pesado que una noche en vela, viéndole al perfume su silencio, en el espejo de las olas descendiendo, por la pulpa de la espuma del encino, y los pétalos danzando en esos peces, iluminando la columna vigorosa, que gotea, amada, que gotea amada... ¡Discrepancia!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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GROTESCO PRIMOR
Allá se ve la fatiga cargando un vértigo filiforme y algodonoso del suspiro cortante por pedazos de palabras al romperse el vientre cada letra sin aliento en los copos de fuego y los cuchillos asustados.
Allá Se ven Descolgando sueños Anudando Y desnudando Las preguntas Con el pico De palomas De tornillos ¡Ínfimas y trémulas!. Vitrificando La mirada Ardiente Bajo el tumulto Suspendido Entre los dientes Estruendo azul Hambre de caverna Eclipse y abanico.
Allá se ve viejo al futuro temido con el invernadero arrepentido entre la consciencia inhabitable viajando inquietantemente lenta en el fondo líquido del hielo lastimado con el timón en rebanadas y palomitas usando canoas de remos y saborizantes con la razón de los bisontes insistentes.
Allá Se ven Sus osamentas ¡Amando! Los guijarros Las corbatas Los lentes Las bisagras Hormigueando El firmamento Hecho escombros Atemorizando La rabia Con la noche Y el olvido Fresco En naderías Como siempre torturando ¡Al vértigo del techo! ¡Con la victoria del cementerio!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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INFILTRARSE AL ESTROPICIO
Cuando la ceniza muere de mar vertical. El pájaro corroe cubriendo rinocerontes. Porqué en la pradera vuelan los relojes. En armonía del infiltrarse al estropicio. Del hombre frasco al sol una mejilla. Diciendo hojas al otoñal refugio grave. ¡Cada mariposa tiene cocodrilos dientes!.
En la copa una distante maleta. ¡De la jirafa qué un leopardo merece!. Por morir imaginando cuatro dulces hormigas. En la soledad qué cubre camas a cucharadas. En los techos del olvido qué no termina una pijama un pétalo traga. En el tiburón sonriente la tortuga tibia. Por eléctrico agujero. Infiltrar se entre los besos espirales. ¡Al vértigo caldeado del vigor áureo!. Desnudando. Al Destino inmortal recuerdo. ¡Noche y día!. En la retina rebelde luz de las pestañas. Un escritor de colores al perder un verbo, en el título qué exclama. ¡Animales desnudos!. Y con los insectos hablando unas sillas ríen. Tan fuerte, como impresas tienen el sabor.
¡Del nutrir la clara mata un huevo llama!. Por el íntimo permanecerse ajeno a cada rato. En el fondo del porqué dónde nace sin misterio, la memoria del centavo tejiendo incertidumbre. Al prudente clavo, del tono anaranjarse pálido. ¡Más inmortal entre una mínima eternidad frágil!. Estropicio, es tropicio del dormir atropellado. En el camino perplejo de apretones. Desvistiendo. Al Transparente asombro yerto. ¡Siglo a siglo!. Con la clara confusión que oculta se denuncia. ¡En el permanente secreto más evidente!. Con la fruta de los ídolos equívocos. En la discontinuidad opaca del ópalo quedarse. Del hastío, del estropicio, propicio es, infiltrarse.
Del hastío. En vigoroso vuelo joven. El claro alondra el frío. Donde mudas flores sin nueces suenan. ¡Al malsano licor matinal en cuarentena!. Sereno nadador. Por la esfera de los valles voluptuosa blancura. ¡Surge minuciosa cada erupción!. Tan cifra literal, lateral del litoral. Una carreta descortés alumbra. ¡Al ínfimo descansar pulsátl!. Haciendo lombrices águilas. De puntas patentes parcas. ¡Ventas, jabón jamón cartas virtud del tiempo!. ¡Ratas, ratón rudo enredadera virtual del humo!. En la opinión amarilla del nopal un pordiosero. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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ODA AL ESPEJO (I)
Ahí al frente con tu mirada transparente el tiempo de perfil con la camisa y la sonrisa vistes la ropa nueva el reflejo goteando arrugas estremeciendo hasta el fondo la luz perforando la esperanza que sigue buscando la cabeza el cuello las mejillas con blusa blanca la corbata descifrando el nudo.
¡Oh, lindo espejito!. Muchas veces implacable el cabello cae cantando por el peine invisible haciendo gestos roto y empañado entre la luz labios de cristal espalda intacta a veces buscándome siguiéndome. En los ojos abriendo con agua tibia la espuma entre los dientes. ¡Vagos recuerdos!. Envejeciendo matutinas noches vespertinas nieves en la cabeza. ¡Fogatas!.
¿Qué puedo hacer?. Me seguirás viendo inclemente desnudándome la misma cara herida por el tiempo habitación distinta. ¡Cambiando siempre!. Haciendo lo mismo. ¡Qué yo!. He olvidado de mí pensando. ¡Qué nada cambia!. De la apariencia el fondo con la imagen. ¡Qué nos mira!. y desconoce objetivamente. ¡Solo por fuera!.
Mi reflejo solo un rato en el baño solitario en la sala acompañada sonriendo como sombra con luto ajeno resbalando los dolores. ¡Qué llevamos!. Reflejados en otras lágrimas muchas veces ocultando por los años en ese peinador.
¡Qué cambia!. El tiempo a nuestra imagen y semejanza. ¡Reflejándonos solamente!. Gracias, gracias, gracias.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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JUSTA PANTOMIMA
Porqué delinquió primero la oruga...
Una flor buscaba la cuchara, y encontró un jardín hambriento.
En eso que hubieren delinquido del polvo.
Una fuente buscaba el vientre, y encontró un diente seco.
Aunque delincan los peces del anzuelo.
Una paz buscaba la noche, y encontró un sol muerto.
¡Porque delinquiésemos si no mintiésemos!.
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¡Pantomima justa pantomima!.
En las fisuras del eco acuoso, es el hielo inocente puro frío, hilo de perlas en las praderas, es el fuego el mismo culpable, en las figuras mudas mancas.
¡Allá donde delinquiría aún la última nube!. ¡Sí, sí...En un solo... Sí, sí!.
¡Delinquid con la verdad en justa respuesta!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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