|
Por un problema de alopecia, un hombre visitó al dermatólogo. El profesional le dijo: “No se preocupe mucho. Nosotros perdemos de cuarenta a cien cabellos por día; pues de no ser así, estaríamos llenos de pelos como los monos”.
Cuando el hombre salió del consultorio, con una receta de incierto efecto y una esperanza semi-brillante como su testa, pensando en la teoría de lo del profuso pelaje de los monos, se le cruzó la idea de comparar al mundo con una cabeza, cuya cabellera sería la humanidad, con su respectiva 'depuración' capilar y todo:
“Con razón morimos tanto -pensó-. Seguramente debe ser un control de equilibrio existencial premeditado, acordado entre la naturaleza y la inteligencia científica, en sutil disposición de catástrofes naturales, guerras y virus diezmadores. ¡Claro! De lo contrario, nuestro planeta desbordaría de gente cual cabellera que, cubriéndolo en exceso, lo cegaría y ahogaría prácticamente. Y con sus parásitos multiplicados además, sin siquiera tener quien lo rasque. Así es -concluyó el pelado- que un práctico sistema de exterminio, se encarga metódicamente de 'peluquearlo'. Por eso morimos tanto. Y es aceptable. ¿O no?...”
|
Poeta
|
|
Amigos, vengo de un sitio en donde la muerte es nadie.
Allí la vida es prestigio; ya que con ella nombrarle, hace al débil importante. Y el nombre del que ha nacido y los grandes amoríos se divulgan en cantares.
Amigos, vengo de un sitio donde el menosprecio es nadie.
Allí es bastión y aposento con resguardo y hospedaje, que de atención hace alarde enarbolando el precepto de consagrados derechos que versan de humanidades.
Amigos, vengo de un sitio donde el desamparo es nadie.
Allí el honor es bandera y el respeto es estandarte. La verdad es un baluarte, la justicia, escarapela, la razón es culta enseña y es pacifismo el coraje.
Amigos, vengo de un sitio en donde la guerra es nadie.
Allí el pan es la consigna y el arado rompe el hambre ungido por manantiales y la luna se persigna bendiciendo la semilla que la tierra engendra y pare.
Amigos, vengo de un sitio donde la miseria es nadie.
Allí el árbol canta y sueña en comunión con el hombre; un corazón y dos nombres orlan leves la corteza y el árbol da trino y leña en equidad con su brote.
Amigos, vengo de un sitio en el que el abuso es nadie.
Allí no acierto a volver porque acabo de soñarlo, mas podríamos forjarlo hermanados de una vez. ¿Qué no tenéis interés? Pues, ¡sigámonos matando!
|
Poeta
|
|
¡Ese río rugiente, motorizado! ¡Esa frenada, ese bocinazo histérico, esa música de salsa, ese grito, esa sirena despavorida, ese embustero altavoz político, esa discusión borracha, ese chau vacío, esa risa aspaventosa, ese insólito aplauso de palomas, esa ovación coral de gol, ese tiro, esa calma incrédula, esa blasfemia, ese avión resollante, ese trueno! Ese tacto sutil de inminente lluvia sobre mi techo, ese...viento.
Todo sonido es hoy, la voz unánime de mi flamante soledad. Y me pregunto: ¿escucharás vos, en tu ‘flamante idilio’ estos sonidos? Creo que no, y menos, ocupada. No, vos jamás te percatarías de ellos. No con mi crónico sentido metafórico. Como siempre, como todo antes. Por algo nos despedimos, ¿verdad? No sé, literalmente en otros brazos, desapareciste de nuestro amor ideal y continuás tu autoexilio durante éste, mi día sonoro y disonante.
¿O será acaso tu caricia arrepentida, ese tacto sutil de inminente lluvia sobre mi techo? ¿Ese viento? No, ya no es bueno pensarlo ni admitirlo. Ese relámpago. ¡Cómo llueve!..................
|
Poeta
|
|
Yo soy una piedra que vive rodando. Una piedra errante que arrojan a diario: Ruedo por la vida y cuando me canso, me arrojan de nuevo y así me desgasto, siendo que fui roca de grueso tamaño; puerta de la cueva del Cíclope aciago Polifemo, el mismo al que, amenazado, Ulises, hiciera caer en engaño.
Sin gloria ni pena, fui contra Goliat, la piedra certera que David lanzara y el triunfo le diera.
Conmigo han herido y han edificado lo que deshicieron. Y me han desechado y me han requerido; de nuevo la mano construyó afanada lo muy codiciado y otra vez la sangre me dejó su rastro.
Yo no tengo amor presente en mi vida, pero sí recuerdo de volcán que ardía, que mi buena madre, era roca viva. Mi padre: montaña, Rey de ignota cima. Mi hermano: arrecife, temible en sus iras de triunfo salado por naves hundidas.
Yo pude ser risco, pedregullo, arena... pero sin embargo, por la vida rueda mi suerte a los tumbos. Yo soy una piedra, una piedra simple que comprometieran y no entendió nunca, por más que viviera, la crueldad humana tan ingrata y fiera para con mi ser y su ánima terca.
Sin ira ninguna soy piedra serena y ansiosa de paz. Una piedra suelta que descansó sólo la ocasión aquella en que Cristo dijo (estando yo presta a herir nuevamente por la mano artera) más o menos esto que mi alma festeja: "Aquel que esté libre (y aquí me liberan) de culpas, que arroje la primera piedra".
|
Poeta
|
|
Siento que cuando deje esta vida, lo haré casi satisfecho: No me pesa la divina suerte que convertí en fracaso, ni mis sueños caducos por incompetencia en adulaciones ni el amor que volví desamor por bonachón y confiado ni el tiempo que invertí luego en decepciones previstas ni mis pocos logros sociales apáticamente gestionados.
Inconclusa mi alegría por errada, me iré con menos pero muerto a gusto y asido a mis tozudas argucias de vivir; trivialidades tan importantes para mí, que me untaría con ellas a ver si me preservan como muestra de que un frustrado logra subsistir igual o más tiempo que un realizado.
Y no habría mejor prueba que yo mismo, de que la idiotez, ni en su tarda iluminación, siente algún remordimiento al advertir su límite definitivo; más bien lo exalta y agasaja con un escrito. A más, redimido de la plácida conducta que elegí; pues no maté, todas mis demás faltas y auto-faltas, al Diablo no le interesan. Así que, (si lo hay): ¡a vagabundear exonerado por todo el edén!
A eso vine a esta vida: a tomarme el jugo que quieren exprimirme. Y donde se hagan los pesados: a vivir tranquilo en un calabozo a expensas de la sociedad, o a morir en mi ley; que es lo dicho. Como sea, a los aprovechados de siempre, me les eché a dormir.
|
Poeta
|
|
A ti, alma de cristal, que cantas al más leve son de una alegría o enmudeces angustiada por la brizna de un pesar.
Alma pura que el acero reviste ante ofensa o deslealtad a tu índole gentil, cuenca vehemente donde arde la virtud como el coñac.
Alma cándida que sustentas la flor de una atención más allá de su deceso y aun desbordando inteligencia, ríes de lo más trivial.
Alma justiciera, no estás errada ni loca ni eres culpable de la burda incomprensión ajena ni debes pedir perdón a quien te procuró trizar.
Alma especial, virtud terrena, alma necesaria al alma mía, no te quiebres nunca, ¡nunca!; porque con tus añicos espera enjoyarse la ruindad.
Alma melodiosa, quise ser y soy rústica nota tentando conmoverte con ésta mi razón de alma de hacerte vibrar.
|
Poeta
|
|
Aquí, que resuenan tempraneros los pasos del trabajo y bronce tañe, los domingos, el corazón del aire con aéreo latido de campanas,
aquí, que se escurre en la maraña, el tren avergonzado por vetusto y las calas, mantienen cual trabucos, manos en alto los aljibes placidos,
aquí, que chico, repique y piano, hilan cuerda de tres tamborileros, con fanáticos teñidos de morenos y morenos como noche con sonrisa,
aquí, que a marrón de sol vacila como toro la sombra y se derrumba, y se alza pertinaz hasta que triunfa su sangre en los rosales por bermeja,
aquí, que la paz zumba en la siesta enronquecida de mañana clamorosa por hacer trío con Alfredo Zitarrosa y el mate amargo fiel, y simbolista.
aquí, que les florece amable silla a los patios, las veredas y boliches para disfrute cardinal de copetines o la tertulia de muchachas y vecinos,
aquí, que nos enseñan desde chicos, que la vida, vale ajena como propia; donde pocos mancillan ese dogma, que los más, izamos como enseña,
aquí, me volví, iluso, y la tristeza de ir divisando lo dicho trastocado, me hizo escribir igual, desalentado, lo tan *ilustre que pintó ser Oriental.
*"Sean lo orientales tan ilustrados como valientes" José G. Artigas (prócer nacional)
|
Poeta
|
|
Cuando la vida es linda. Cuando vemos el sol aunque truene. Cuando alegría y oportunidades no se cansan de golpearnos la puerta. Cuando un pañuelo nos viste. Cuando el teléfono suena con enfático interés sin apatía. Cuando nuestros padres aún se miran y sonríen. Cuando la posibilidad de que nos amen, nos dice ¡sí! hasta reventar. Cuando el amor es más que sexo y "para siempre", y su despertar es "tabú" y fijación. Cuando en inexorable desvirgue sentimental, el primer desaire nos arruina un ‘algo’. Cuando la muerte es exclusivamente de los demás. Cuando los amigos son "hermanos" y los hermanos, "enemigos". Cuando el primer cigarro nos ahoga con humo y remordimiento. Cuando el primer trago de alcohol es vómito premonitorio de lo adverso. Cuando cualquier lugar del mapamundi contiene la señal en cruz, del tesoro que, ‘seguro, un día hemos de hallar’. Cuando por lo vivido (concreto e inconcreto debido a su inconstancia natural) finalmente admito que la vida es linda, en entrañable triunfo íntimo, le escribo yo estos versos que le adeudo desde que vivo, porque hoy es cuando.
|
Poeta
|
|
Injusto ha sido, es y será, el tormento sufrido por la humanidad, según su creencia, por designio de su destino; más que indulgente, de pocas pulgas.
Por ejemplo: injusto es nacer enfermo a una vida “única e irreemplazable” o injusto es nacer uno sano y rozagante, y ya creyéndose invulnerable y hasta eterno, un día sangrar por la nariz.
Por tanto, en afán de emular tal impuesto destino, algunos se han esmerado en fabricarnos otro; pero más afinado, más adecuado a nuestro injusto proceder humano. Y la mayoría de nosotros, como posesión en parte ‘dominable’, lo aceptamos encantados.
¡Qué destino ni destino celestial! Nosotros hacemos nuestro destino y mejor: ¡avaro, materialista, feroz, brutal, criminal, irracional!
Injusto destino de actos perversos; como golpear a la vejez en cuerpo, derecho y dignidad, violar niños en mitad de su alegría, corromper la virtuosa decencia de los únicos seres que nos puedan auxiliar, (ángeles incluidos) y que por suerte son mayoría. Gente de bien, pero demasiado escrupulosa y sin la maléfica disposición de los cultores del injusto destino.
Tan injusto destino nos hemos procurado, que yo, a riesgo de ser discriminado por subversivo social, (cosa que no soy, pero igual, la injusticia no perdona) siento ganas de gritar: ‘¡Basta! ¡Paremos por favor! Sin creer en dios, leamos la Biblia, al menos como manual de prevención de nuestra segura hecatombe’.
Pero, ¿qué podemos esperar de quienes inventaron y los que consentimos la injusta crucifixión? Sólo nos queda seguir defraudando las buenas intenciones del amor y dejarnos de llorar infortunios.
¡Injusto, injusto y merecido destino! ¡Bien hecho!
|
Poeta
|
|
Astutos explotadores estrategas con su táctica de ‘fortuna fácil’ o ‘gloria segura’, idean señuelos como el de la zanahoria delante del burro para que éste ande su explotado y tortuoso destino en pos de una elevadísima dádiva que muy pocos alcanzan, a no ser, vueltos ‘astutos explotadores’.
Por suerte, aunque igual de difícil, para gran parte de la humanidad, la zanahoria delante del burro es el sueño de corregir la vida, el tramo de tiempo que palpitan, la tierra que habitan y veneran y la paz, sobre todas las cosas.
Favorables indicios todavía, pero, amén la infalible intervención de los regentes de la discordia, lo que más me preocupa, es la culpa de los únicos culpables: mis iguales disidentes; esos, que con su desidia, espiando desde la maraña social, sin involucrar tiempo, voluntad ni sentimiento, sin mover un meñique o pelo, esperan la felicidad “de arriba”.
Esos zánganos humanos, son peores que la usura, y a no ser el 'indulgente' señuelo político, que por votos asegura su ración de baratijas y su pereza existencial, (realidad actual de mi país) no hay zanahoria que los tiente. En todo caso una granada (fruta).
Burro sí, pero mínimo: “Platero”.
|
Poeta
|
|