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UN DÍA DE MENOS
El día parecía interminable, ola tras ola, escondida la brisa en un calor doble con las palmeras en el cuadro. En la esquina la tarde reprochaba, en silencio, esa tolerancia cibernética, qué se materializó en su silla vacía, al pié de la cápsula recitada de la historia. Rumbo al pasillo, la cerradura ahora dejaba pasar un desgarrado flujo, aire espeso, cantos y murmullos metálicos, entre los blancos y lisos muros.
En el agua, estaba atrapado, el pensamiento de la sangre derramada, deformada, olvidada, sembrada a diario, entre la voz monótona acusando sólo a los pterodáctilos y los gusanos, electrónicos y plasmáticamente teletransferidos entre los tóxicos ingeridos, por los micrófonos y las pantallas.
No podía evitarlo, nada era ya insólito, las invasiones de planetas se planeaban cruelmente, la inhumanidad tejía redes asociales. Pero el pensar, eso sí, era como hecho insólito, misterioso, terrible.
La historia se repetía, ahora se eliminaban los pequeños intercambios mercantiles personales, la individualidad era sólo cosa del pasado milenio, después de la destrucción imperial, en las estrellas quedaba un ambiente triste y desolado.
Menos ese día, la nave en Neptuno, él, en aquél planeta desolado y contaminado, con mutantes rabiosos, enloquecidos y metálicos millonarios, en las pantallas extensibles, altavoces, programas holográficos, y los últimos datos de telemetría así lo indicaban.
¡Pobre madre tierra, ahora era como una viuda pobre, y la humanidad hija, la había traicionado siendo una informe filicida en toda la historia de su biología!. Y luego, el error del terror, las inmensas falsedades de armas de destrucción masiva, no lo eran tanto, pues el azul del sultán y los imperios y tiranías se habían multiplicado, el control ya no era de humanos, sino de personajes informáticos, robóticos.
Caminaba y las planillas en sus manos se mezclaban, cómo los insectos tropicales insisten en no dejar dormir en paz. Hacía varias décadas qué lo analizaba,el contacto por la red, sólo aseguraba su presencia, en realidad inundada en aislamiento, no importa el lugar, el gobierno de la galaxia asesinaba inmpunemente, así como en la Historia de aquél Nerón en los incendios de Roma, y luego los cristianos interactuando con los leones.
En algunos lugares, muy raros, aún quedaban consciencias y sitios inaccesibles, en el fondo del alma de unos seres humanos originales, plenamente encarnados, totalmente autoconscientes y con el potencial incalculable de automodificar su código genético a velocidad vertiginosa, controlando y generando antipartículas, sin embargo en la galaxia el gobierno continuaba asfixiando con impuestos, eliminando a cualquiera qué se opusiera, en fin los pterodáctilos servían para todo, y de todo se lespodría culpar.
Y repetido millones de veces, en los miles de medios de retransmisión de la información, deformada, distorsionada, sónica, satélites, microondas, discos, fibra óptica, y los medios visuales con combinaciones sensoperceptivas dejaban prácticamente inermes a todos los individuos.
La luz de ésa luna, se interpuso entre las otras, aún así, centelleaba y alumbraba la cara del tiempo desecho. ¡Seis años luz!. ¡Completamente perdidos, las imágenes gastadas, toda la energía liberada en las infinitas almas desencarnadas, el plasma mismo cambiaba de consistencia, y el mal afectó los mismos códigos genéticos, el dolor quedó incrustado por varios siglos concéntricos a la visión termogénica!.
Así lo había estado analizando, auxiliado por algunos cientos de miles de mensajes analizados por sus equipos, biomoleculares, y los instrumentos de astrofísica, en combinación con el consejo de varios sabios semimortales, y la ciencia paralela desconocida qué contenían varias cadenas neuronales heredadas. Más ahora, y a pesar de la reciente teletransportación y las últimas inyecciones de.
¿Vale la pena?. Repetía, en su intento por rediseñar radicalmente los menores detalles de la mujer del vapor a bordo en la revista. Las facciones holográficas eran tersas, palpables, incluso el olor desconcertaba, por lo inesperado, por los muslos y el apetito del aliento agitado. En la nave, para decirlo con franqueza, estaba una energía dañina, flotando en el ambiente, (tal vez antifotones del agujero negro de los seis tiempos detenidos).
Y se sentía como el más miserable, su incapacidad agudizada para la deshumanización progresiva le había fallado... Incluidos los fantasmas de en su viejo corazón terrestre, rejuvenecido por las radioactivas biomoléculas de su laboratorio personal de nanomedicina, se las autoaplicó el mes anterior.
Pero... Ni los ruidos eran consoladores, los reflejos multicolores deltablero alado, las noches de placer, los amigos en los otros sistemas novicios, cómo rebaños de pastores, le temían en la profundidad amistosa de tantos años...
El se decía, en voz baja, a solas... ¡No, el universo es más amplio, su expansión es reversible, hay un fuelle universal, y dentro de la antimateria las posibilidades son infinitas... Bien lo sabía, sólo se percibe en lo profundo de la mente, en la misma raíz del no-pensamiento, (en el shamadi, en el satori, después de aniquiliar todo ego e ilusión, con el dharma en las mismas arterias neoformadas)
Y sin embargo... Se preguntaba, ¿O quizá, sin darse cuenta, compartía la incapacidad de tolerar mutuamente, la muerte injusta y la vida involuntaria?. Hacía ejercicio, con ayuda del equipo y la vibración grabada entre sus genes, en la relatividad de la historia humana los huecos son inmensos.
Antes del colapso, los Sistemas económicos ahogaron la más mínima ética, y el exterminio fue atroz, tan veloz cómo el terror, y tan paralizante como el miedo qué asaltaba en cualquier noche. Los mismos terrestres erandesterrados, los humanoides se habían apoderado de los puestos importantes, y muchos eran rechazados, otros, arrastraban los instintos de poder y de riqueza, pero lo más peligroso, era.
La consciencia distorsionada, el lenguaje absurdo de cambiar las palabras y creer cambiar con ello los sucesos, los hechos mismos. ¡Vaya!. Más primitivos qué las últimas generaciones de antropoides del hiperespacio del centro de un agujero negro. Pues bien se sabía, desde varios siglos atrás, esto conducía al vacío, es más, lo generaba expontáneamente, conducía al espacio increado, sin dimensiones, al absurdo de las almas enfermas, y hacían qué el mal fuera contagioso.
El engendro, al amor increíble al dinero, a costa de cualquier cosa, la vida sin valor, nadie sabía qué era el honor, y toda esa fanaticada de perdones eternos a culpabilidades transitorias, temporales.
En fin, es muy largo de contar, tal vez en otra ocasión, pues el gobierno de la galaxia bien podría mandar eliminarme, y los pterodáctilos eran efectivos, y hay una energía espesa en el aire, ajena y arrogante, con características de una negación alucinante de los propios errores astronómicos... Y microscópicos bajo la piel de esas bestias informáticas recubiertas de piel humana.
Y ahí, bajo el agua, estaba el candado enorme, la mecánica del programa psíquico maestro, los códigos y métodos detallados de la gran cadena qué ata el pensamiento mismo, qué reduce la voluntad progresivamente, y con sus programas campimétricos, y qué finalmente reducen toda libertad hasta extinguirla, con el desconcertante resultado de que casi es imposible darse cuenta de ello.
Por eso estaba su pensamiento atrapado, bajo el agua, su mirada, clavada en el sangriento candado cibernético, impenetrable. Entró. Entró lentamente en el teletransportador, de nuevo, y regresó a la nave que lo esperaba en Neptuno. Y así terminó ese día.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ÉXODO ESPECTRAL
En un trozo de agua hecho de vestidos largas medallas al relampagueo de la plazuela, al rumor perforante de mil setecientos caballos, de cabellos somnolientos dejan de perfil al codo, un brazo realzando desconchados muros desaparecen, de par en par una caverna, la estrechez a la sombra del pirul, luciente, vago y magro, mago meridiano, catastrófico el cortejo, el conejo, murmurante.
Arrastrando calles, huertos, en la red de los canales largos, carretones fugitivos y opulentos, esplendor melodramático, agolpando callejones, empedernidos seis años, de míticos sobresaltos, manojos pálidos, confines esparcidos semidesnudos.
La boca de los retratos infecundos, aún después en los recuerdos petrificados, los insípidos escalofríos, en los oídos prometían hermanarse al replegar los techos, trechos, batas blancas, marcadas en la franja de los dolores coloridos, las rodillas duelen a las ánimas. ¡Al partir!. Ya... Vuelve la cantera emigrando, en el anís, del vaso dramático y profundo, al viajar del verso al puente, áspero, al centro del punto hexagonal, con el marco de la segunda mitad. En las emociones impresas.
Ya... Espectrales las sombras brillan. En las románticas herramientas. En las cajas del sastre. Desastre. ¡Dónde despegan veintisiete leguas!. En la lírica distante. ¡Flautas, tomate y cebollas!.
Con El Movimiento de las ollas Los frijoles. Los tambores. ¡Encantados doblando!. La belleza pura estrangulando, la sencillez, indistinta, deshidratada, la risa encuadernando, efímera.
Vuelven, vuelven, los perros volando, al pantano centenario vuelan ya,
auténticos, anillos y pistones. ¡En pocas semanas una copia!. Sexuales y cromáticas las posiciones, en el castillo del círculo excesivo.
Ya, la inestabilidad marchando, absurdas y declaradas noches, sobreviviendo ritos enigmáticos. ¡Paralelos, nocturnos y primigenios!.
¡Espectrales!. Cuando lo instantáneo transfigura, al éxodo celeste del subsuelo, del inframundo, con la vitalidad, al punto, repentino, lo panorámico primario, heredera, obra rara, al poblado intensamente. Opaco Lo más cercano Eterno ¡Al estilo adoctrinado!. ¡Trina y trina!.
Allá Donde Fingen los quiméricos recortes. ¡Un selecto y verbal silencio!.
Emblemático y flemático. ¡Automático!. Objeto al visual secreto, tradición capaz estrecha, la mirada, serena, del viaje pleno. Por el éxodo. Del campanear correspondiente. Receptor directo. Del mismo palabrear elegido. ¡Un fracaso fresco!.
__¡Será!__ Un Iniciático precursor de los ratones, las menudas agujas de las retinas, los salvadores alfileres, despuntando, hilo, única probeta. ¡Con el buque vano!. Al pintor del margen, mudanza encima.
Espectral. Nunca copia de otros, sucesos, iguales. El éxodo. ¡Al seso seco, la reseña convocando!. Del vecino a su manera. Entre. ¡Las insanas esperanzas del colapso!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CORAZON DE FLOR
Lo conoció, no era el mismo ya, y mucho menos, ningún otro, el color de clorofila, entre los latidos. Pétalos de tiempo, olor, olvidos en espirales, ahí. Tan cerca del círculo, pálido y triangular de lejos. Leía entre las pupilas, lilas, las lunas, los meses, meciendo, a veces, suaves terciopelos puntiagudos. Y muchos soles, corrían bajo su suelo. Esa vez. Al colgar del techo las estrellas que soñaba. La noche, corriendo las cortinas lentamente, adornadas, entre una montaña doblada. Florecía, marchito del alto fondo. Palpitando. Pero no era el mismo, y lo sabía el reflejo al salir del agua, seco. Más, ahora, que estaba, ausente. Solo, como una vieja sombra, fantasma, tan dulcemente ácido filtraba el color castaño. ¡Quién lo dijera!. Tras el cristal...
Esa vez. Paladeaba la tristeza, su piel, empapelada, vegetal, plástica y vieja tinta de una memoria, que salta en la ventana de tiempos idos, de tiempos que regresan, unos cuantos. Recuerdos, de relojes olvidados en el tiempo amarillento, de las tardes, anudadas en aquéllos años. Tal vez, se soñaba jardinero, en el fondo solo clavel, admiraba, sintiendo palpitar, en las faldas nocturnas de las almohadas, una afilada sonrisa. No obstante, al margen, la depresión teñía, sus hojas y las ramas escribían, los recuerdos, del tallo, del polen, día tras día... Pero, ahora... ¡No era lo mismo!. ¡Claro que no!... En el cuarto, en una esquina arrugada, donde la vieja plancha, detuvo la marcha, del calor, evaporado, al cortar las humedades, las sequías del día. Su corazón. ¡De flor!. Redondo y superficial, el horizonte nada tenía. El jardín de instantes era solo, ese momento, un descanso bajo la puerta, un trabajo sobre la ventana y nada más. De nuevo, el espacio se cerraba, deteniendo al tiempo, al abrigo venidero de la calle. Y él, corazón de flor, cultivó jardines en los desiertos. Y tormentas en una gota. Esa vez, con el eco en cada pétalo, un latido un día, tal vez perdido, cuando el tiempo lo detuvo. Y lo dejó, cristalizado. Siendo lo que era, flor del desierto. ¡Petrificada al sol!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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La prueba, oh mi fuerte Orinoco, te filtró toda el agua. Tú mismo, desordenado, pródigo, invasor, subversivo, venezolano, tú mismo llevaste las dragas que te roen el fondo, como tu propio pico de pelícano.
Te profundizaste, escupiste el freno de las barras, te recogiste en tu designio definitivo.
Un día te echaste al hombro tus caimanes y abandonaste lentamente las sabanas.
Tú mismo te empinaste hacia abajo, esotérico, con un hondo respeto de la tierra y diste a tus mil brazos aptitud atlética para recibir la crianza del trasatlántico, para prenderte a las orillas grandes ciudades que te caen como tributarios de vida, para ser el zaguán del mar, traficado por los gritos de la tierra que se echa a las calles del mundo.
Denso, populoso, te caen y se te ahogan duras palabras engranadas en todos los idiomas del planeta.
Pero, todavía, fuerte Orinoco, todavía eres el Río Indio, inconfundible, en el salto, en la bandada, en la garza en un pie, que casi vuela y en tu último caimán en cuyo bostezo se refugió toda tu tradición con silenciosa desembocadura.
Oh mi fuerte Orinoco, vieja calle bolivariana, por donde pasó sin rumor el hombre que te empujó con el remo que lo empujaba!
Oh mi fuerte Orinoco, erizado de flotas!
La prueba que te filtró las aguas y del lado de ayer dejó el residuo de sangre y de fiebre con eficacia final de abono, la prueba que te llevó a tu máxima estatura interior, Orinoco, gran Río Útil, primer ciudadano de Venezuela, tu prueba nos pasó por tu mismo filtro.
Yo mismo me vi colar entre mi conciencia y me sentí dragado hasta la raíz de mi carne verdadera.
Aquí estoy, mi río sereno, como lago que anda, mi viejo río de las siete estrellas, aquí estoy.
Mi poema de hace setenta años, mi viejo poema, frondoso como tus selvas, desbordado como tú, fue talado en la prueba, filtrado, dragado, y regresa a ti en la pureza de una palabra que cabe en una mano con holgura de sorbo y que te cae con el sentido caudaloso de una gota tributaria, voz de la lengua que trabaja, canta, el salado sudor de los trabajadores, ya desde los raudales, te hace marina el agua!
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Poeta
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Vamos a embarcar, amigos, para el viaje de la gota de agua. Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.
Para nosotros no es sino un punto, una semilla de luz, una semilla da agua, la mitad de lágrima de una sonrisa, pero le cabe el cielo y sería el naufragio de una hormiga.
Vamos a seguir, amigos, la órbita de la gota de agua: De la cresta de un ola salta, con el vapor de la mañana; sube a la costa de una nube insular en el cielo, blanca, como una playa; viaja hacia el Occidente, llueve en el pico de una montaña, abrillanta las hojas, esmalta los retoños, rueda en una quebrada, se sazona en el jugo de las frutas caídas, brinca en las cataratas, desemboca en el Río, va corriendo hacia el Este, corta en dos la sabana, hace piruetas en los remolinos y en los anchos remansos se dilata como la pupila de un gato, sigue hacia el Este en la marea baja, llega al mar, a la cresta de su ola y hemos llegado, amigos... Volveremos mañana
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Poeta
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(Laudatu si, mi Signore, per sor acqua... San Francisco de Asís.)
A quien va a leer
Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba; que canta a mi soledad y en ella me acompaña; un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! Y, sin embargo, estas gotas incesantes y sonoras me han enseñado más que los libros.
El alma del Agua me ha hablado en la sombra –el alma santa del Agua- y yo la he oído, con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser dócil, ser cristalino; esta es la ley y los profetas; y tales páginas han formado un poema.
Yo sé que quien lo lea sentirá el suave placer que yo he sentido al escucharlo de los labios de Sor Acqua; y este será mi galardón en la prueba, hasta que mis huesos se regocijen en la gracia de Dios.
1. El agua que corre bajo la lluvia
Yo canto al cielo porque mis linfas ignoradas hacen que fructifiquen las savias; las llanadas, los sotos y las lomas por mí tienen frescura. Nadie me mira, nadie; más mi corriente obscura se regocija luego que viene primavera, porque si dentro hay sombras, hay muchos tallos fuera.
Los gérmenes conocen mi beso cuando anidan Bajo la tierra, y luego que son flores me olvidan. Lejos de sus raíces las corolas felices no se acuerdan del agua que regó sus raíces . . .. ¡Qué importa! Yo alabanzas digo a Dios con voz suave. La flor no sabe nada, ¡pero el Señor sí sabe!
Y canto a Dios corriendo por mi ignoto sendero, dichosa de antemano; porqué seré venero ante la vara mágica de Moisés; porque un día vendrán las caravanas hacia la linfa mía; porque mis aguas dulces, mientras que la sed matan, el rostro beatífico del sediento retratan sobre el fondo del cielo que los cristales yerra; porque copiando el cielo lo traslado a la tierra, y así el creyente triste, que el él su dicha fragua, bebe, al beberme, el cielo que palpita en mi agua, y como en ese cielo brillan estrellas bellas, el hombre que me bebe comulga con estrellas.
Yo alabo al Señor bueno porque, con la infinita pedrería que encuentro de fuegos policromos, forjó en las misteriosas grutas la estalactita, pórtico del alcázar de ensueño de los gnomos; porque en oculto seno de la caverna umbría doy de beber al monstruo que tiene miedo al día. ¡Qué importa que mi vida bajo la tierra acabe! Los hombres no lo saben, pero Dios si lo sabe.
Así me dijo el Agua que discurre por los antros, y yo: -¡Agua hermana, bendigamos a Dios!
2. El agua que corre sobre la tierra
Yo alabo al cielo porque me brindó en sus amores, para mi fondo gemas, para mi margen flores; porque cuando la roca me muerde y me maltrata hay en mi sangre (espuma) filigrana de palta; porque cuando al abismo ruedo en un cataclismo, adorno de arco-iris triunfales el abismo, y el rocío que salta de mis espumas blancas riega las florecitas que esmaltan las barrancas; porque a través del cauce llevando mi caudal, soy un camino que anda, como dijo Pascal; porque en mi gran llanura donde la brisa vuela; deslízanse los élitros nevados de la vela; porque en mi azul espalda que la quilla acuchilla mezo, aduermo y soporto la audacia de la quilla, mientras que no conturba mis ondas el Dios fuerte, a fin de que originen catástrofes de muerte, y la onda que arrulla sea la onda que hiere . . . ¡Quién sabe los designios de Dios que así lo quiere!
Yo alabo al cielo porque en mi vida errabunda Soy Niágara que truena, soy Nilo que fecunda, maelstrom de remolino fatal, o golfo amigo; porque, mar di la vida, y, diluvio, el castigo.
Docilidad inmensa tengo para mi dueño: El me dice: “Anda”, y ando; “Despéñate”, y despeño mis aguas en la sima de roca que da espanto; y canto cuando corro, y al despeñarme canto, y cantando, mi linfa tormentas o iris fragua, fiel al Señor... ¡Loemos a Dios, hermana Agua!
3.La nieve
Yo soy la movediza perenne; nunca dura en mi una forma; pronto mi ser se transfigura, y ya entre guijas de ónix cantando peregrino, ya en témpanos helados detengo mi camino, ya vuelo por los aires trocándome en vapores, ya soy iris en polvo de todos los colores, o rocío que asciende, o aguacero que llueve . . . Mas Dios también me ha dado la albura de la nieve, la albura de la nieve enigmática y fría que cae de los cielos como una eucaristía, que por los puntiagudos techos resbala leda y que cuando la pisan cruje como la seda.
Cayendo silenciosa, de blanco al mundo arropo. Subí, vapor, a lo alto, desciendo al suelo, copo; subí gris de los lagos que la quietud estanca, y bajo blanca al mundo . . . ¡Oh qué bello es ser blanca!
¿Por qué soy blanca? En premio al sacrificio mío, porque tirito para que nadie tenga frío, porque mi lino todos los fríos almacena ¡y dios me torna blanca por haber sido buena! ¿Verdad que es llevadera la palma del martirio así? Yo caigo como los pétalos de un lirio de lo alto, y no pudiendo cantar mi canción pura con murmurios de linfa, la canto con blancura.
La blancura es el himno más hermoso y más santo; ser blanca es orar; siendo yo, pues, blanca, oro y canto. Ser luminosa es otro de los cantos mejores: ¿No ves que las estrellas salmodian con fulgores? Por eso el rey poeta dijo en himno de amor: “El firmamento narra la gloria del Señor”.
Se tú como la Nieve que inmaculada llueve
Y yo clamé: -¡Alabemos a Dios, hermana Nieve!
4. El hielo
Para cubrir los peces del fondo, que agonizan de frío, mis piadosas ondas se cristalizan, y yo, la inquietuela, cuyo perenne móvil es variar, enmudezco, me aduermo, quedo inmóvil. ¡Ah! Tú no sabes como padezco nostalgia de sol bajo esa sábana siempre fría. Tú no sabes la angustia de la ola que inmola Sus ritmos ondulantes de mujer –su sonrisa- al frío, y que se vuelve –mujer de Loth- banquisa: ser banquisa es ser como la estatua de la ola.
Tú ignoras esa angustia: mas yo no me rebelo, y ansiosa de que todo en mi Dios sea loado, desprendo radiaciones al bloque de mi hielo, y en vez de azul oleaje soy témpano azulado.
Mis crestas en la noche del polo con fanales, reflejo el rosa de las auroras boreales, la luz convaleciente del sol, y con deleites de Seraphita, yergo mi cristalina roca por donde trepan lentas las morsas y la foca, seguidas de lapones hambrientos de su aceite . . .
¿Ya ves como se acata la voluntad del cielo? Y yo recé: -¡Loemos a Dios, hermano hielo!
5. El granizo
¡Tin, tin, tin, tin! Yo caigo del cielo, en insensato redoble, al campo y todos los céspedes maltrato. ¡Tin, tin! ¡Muy buenas tardes, mi hermana la pradera! Poeta, buenas tardes, ¡ábreme tu vidriera! Soy diáfano y geométrico, tengo esmalte y blancura tan finos y suaves como una dentadura, y en un derroche de ópalos blancos me multiplico. ¡La linfa canta, el copo cruje, yo . . . yo repico! Tin, tin, tin, tin, mi torre es la nube ideal: ¡oye mis campanitas de límpido cristal! La nieve es triste, el agua turbulenta; yo sin Ventura, soy un loco de atar, ¡tin, tin, tin, tin! ...¿Cenduras? No por cierto, no merezco censuras; las tardes calurosas por mí tienen frescuras, yo lucho con el hálito del verano yo soy bello... - ¡Loemos a Dios, Granizo hermano!
6. El vapor
El vapor es el alma del agua, hermano mío, así como sonrisa del agua es el rocío, y el lago sus miradas y su pensar la fuente; sus lágrimas la lluvia; su impaciencia el torrente, y los ríos sus brazos; su cuerpo, la llanada sin coto de los mares, y las olas, sus senos; su frente, las neveras de los montes serenos, y sus cabellos de oro líquido, la cascada.
Yo soy alma del agua, y el agua siempre sube: las transfiguraciones de esa alma son la nube, su Tabor es la tarde real que la empurpura: como el agua fue buena, su Dios la transfigura . . . Y ya es el albo copo que el azul riela, ya la zona de fuego, que parece una estela, ya el divino castillo de nácar, ya el plumaje de un pavo hecho de piedras preciosas, ya el encaje de un abanico inmenso, ya el cráter que fulgura . . . Como el agua fue buena, su Dios la transfigura . . .
-¡Dios! Dios siempre en tus labios está como en un templo. Dios, siempre Dios . . . ¡en cambio, yo nunca le contemplo! ¿Por qué si dios existe no deja ver sus huellas por qué taimadamente se esconde a nuestro anhelo, por qué no se halla escrito su nombre con estrellas en medio del esmalte magnífico del cielo?
-Poeta, es que lo buscas con la ensoberbecida ciencia, que exige pruebas y cifras al Abismo . . . Asómate a las fuentes oscuras de tu vida, y allí verás su rostro: tu dios está en ti mismo. Busca el silencio y ora: tu Dios execra el grito; busca la sombra y oye: tu Dios habla en lo arcano; depón tu gran penacho de orgullo y de delito . . . -Ya está -¿Qué ves ahora? -La faz del infinito. -¿Y eres feliz? -¡Loemos a Dios, Vapor hermano!
7. La bruma
La bruma es el ensueño del agua, que se esfuma en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la Bruma! La Bruma es el ensueño del agua, y en su empeño De inmaterializarse lo vuelve todo ensueño. A través de su velo mirífico, parece como que la materia brutal se desvanece: la torre es un fantasma de vaguedad que pasma, todo, en su blonda envuelto, se convierte en fantasma, y el mismo hombre que cruza por su zona quieta se convierte en fantasma, es decir, en silueta. La Bruma es el ensueño del agua, que se esfuma en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la Bruma, de la Bruma que sueña con la aurora lejana! Y yo dije: -¡Ensalcemos a Dios, oh Bruma hermana!
8. Las voces del agua
-Mi gota busca entrañas de roca y las perfora. -En mi flota el aceite que en los santuarios vela. -Por mi raya el milagro de la locomotora la pauta de los rieles. –Yo pinto la acuarela. -Mi bruma y tus recuerdos son por extraño modo gemelos; ¿no ves como lo divinizan todo? -Yo presto vibraciones de flautas prodigiosas al cristal de los vasos. –Soy triaca y enfermera en las modernas clínicas. –Y yo, sobre las rosas turiferario santo del alba en primavera. -Soy pródiga de fuerza motriz en mi caída. -Yo escarcho los ramajes. –Yo en tiempos muy remotos dí un canto a las sirenas. –Yo, cuando estoy dormida, sueño sueños azules, y esos sueños son lotos. -Poeta, que por gracia del cielo nos conoces, ¿no cantas con nosotras? -¡Sí canto, hermanas voces!
9. El agua multiforme
“El agua toma siempre la forma de los vasos que la contienen”, dicen las ciencias que mis pasos atisban y pretenden analizarme en vano; yo soy la resignada por excelencia, hermano. ¿No ves que a cada instante mi forma se aniquila? Hoy soy torrente inquieto y ayer fui agua tranquila; hoy soy, en vaso esférico, redonda; ayer, apenas, me mostraba cilíndrica en las ánforas plenas, y así pitagorizo mi ser, hora tras hora; hielo, corriente, niebla, vapor que el día dora, todo lo soy, y a todo me pliego en cuanto cabe. ¡Los hombres no lo saben, pero Dios si lo sabe!
¿Por qué tú te rebelas? ¿Por qué tú ánimo agitas? ¡Tonto! ¡Si comprendieras las dichas infinitas de plegarse a los fines del Señor que nos rige! ¿Qué quieres? ¿Por qué sufres? ¿Qué sueñas? ¿Qué te aflige? ¡Imaginaciones que se extinguen en cuanto aparecen . . .! ¡En cambio, yo canto, canto, canto! Canto, mientras tu penas, la voluntad ignota; canto cuando soy chorro, canto cuando soy gota, y al ir, Proteo extraño, de mi destino en pos, murmuro: -¡Que se cumpla la santa ley de Dios!
¿Por qué tantos anhelos sin rumbo tu alma fragua? ¿Pretendes ser dichoso? Pues bien: sé como el agua; sé como el agua, llena de oblación y heroísmo, sangre en el cáliz, gracia de Dios en el bautismo; sé como el agua, dócil a la ley infinita, que reza en las iglesias en donde está bendita, y en el estanque arrulla meciendo la piragua. ¿Pretendes ser dichoso? Pues bien: sé como el agua; lleva cantando el traje de que el Señor te viste, y no estés triste nunca, que es pecado estar triste. Deja que en ti se cumplan los fines de la vida: sé declive, no roca; transfórmate y anida donde al Señor le plazca, y al ir del fin en pos, murmura: ¡Que se cumpla la santa ley de Dios!
Lograrás, si lo hicieres así, magno tesoro de bienes: si eres bruma, serás bruma de oro; si eres nube, la tarde te dará su arrebol; si eres fuente, en tu seno verás temblando al sol; tendrán filetes de ámbar tus ondas, si laguna eres, y si océano, te plateará la luna. Si eres torrente, espuma tendrás tornasolada, y una crencha de arco-iris en flor, si eres cascada.
Así me dijo el Agua con místico reproche, Y yo, rendido al santo consejo de la Maga, Sabiendo que es el Padre quien habla entre la noche, Clamé con el Apóstol: -Señor, ¿qué quieres que haga?
(1901)
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Poeta
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INSOSLAYABLE
Alado desvelo al barco velado. ¡Qué naufragó!. ¡Con la raíz de cera!. ¿Será?. Y se subió, cambiando argumentos. ¡Mínimos momentos de general absurdo!. Con la sabiduría del zapato. Y la profundidad de picos redondos. ¡Encañonados alfabetos!. Disecados, búhos y bufones. ¡Con la muchedumbre de cada tema!. Un vocabulario plano. Pleno de planes emplomados. En Carnando Los Derrumbes.
Sacrificio de Consciencia.
El velo un volar de olas. En la casta luna. ¡Blancura algodonosa, carne del cielo!. Alado el barco vuela. A otro mar. ¡Mar, paraíso de otros barcos!. Náufragos a los ojos. De nubes. Ciegas olas mudas. ¡Hierro de flores auroras!. En los velos, velas y vuelos. En los desvelos de cera. ¡Entre velas apagadas!. Linternas perdidas y agua tibia. Con El Hilo Negro.¡Descubierto!.
Esqueléticas Consciencias.
Collar encadenado de recuerdos yertos. La muerte destrozada por la lengua. ¡En montones de basuras insignes!. Las tardes, enmudecen, envejecen. ¡Los pañuelos ahogados en pañales!. En esqueletos, de sordos elefantes. La muerte perpetua, transita cada hora. Collar, azulado de garfios, sangrientos. Alado azulado, gris, seco. Eco, eco, eco. El Yeso ¡Con ecos en la espalda!.
¡Mártires del polvo!.
Mucho pasa que se calla sepultado. Por las manos de cinturas y de nieves. En la consciencia de laureles turbiedades. En el establo de tinieblas renacidas. Por los dedos, sin rostro y falsas torres. Mucho se ha perdido, por el solemne miedo. ¡Qué sufraga su este y oeste!.
Del barco un muelle desembarco. Del arco un fuelle. ¡Qué sufraga de aire al fuego!. Marinos sueños angostos. Los agostos de langostas. ¡Alado náufrago de hundido barco!!. In SOS La Yable. ¡Imposible no saberlo, ni dónde!.
¡Adoración Inútil!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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En la sombra debajo de tierra, donde nunca llegó la mirada, se deslizan en curso infinito silenciosas corrientes de agua. Las primeras, al fin, sorprendidas, por el hierro que rocas taladra, en inmenso penacho de espumas hervorosas y límpidas saltan. Mas las otras, en densa tiniebla, retorciéndose siempre resbalan, sin hallar la salida que buscan, a perpetuo correr condenadas.
A la mar se encaminan los ríos, y en su espejo movible de plata, van copiando los astros del cielo o los pálidos tintes del alba: ellos tienen cendales de flores, en su seno las ninfas se bañan, fecundizan los fértiles valles, y sus ondas son de agua que canta.
En la fuente de mármoles níveos, juguetona y traviesa es el agua, como niña que en regio palacio sus collares de perlas desgrana; ya cual flecha bruñida se eleva, ya en abierto abanico se alza, de diamantes salpica las hojas o se duerme cantando en voz baja.
En el mar soberano las olas los peñascos abruptos asaltan; al moverse, la tierra conmueven y en tumulto los cielos escalan. Allí es vida y es fuerza invencible, allí es reina colérica el agua, como igual con los cielos combate y con dioses y monstruos batalla.
¡Cuán distinta la negra corriente a perpetua prisión condenada, la que vive debajo de tierra do ni yertos cadáveres bajan! ¡La que nunca la luz ha sentido, la que nunca solloza ni canta, esa muda que nadie conoce, esa ciega que tienen esclava!
Como ella, de nadie sabidas, como ella, de sombras cercadas, sois vosotras también, las oscuras silenciosas corrientes de mi alma. ¿Quién jamás conoció vuestro curso? ¡Nadie a veros benévolo baja! ¡Y muy hondo, muy hondo se extienden vuestras olas cautivas que callan!
!Y si paso os abrieran, saldríais, como chorro bullente de agua, que en columna rabiosa de espuma sobre pinos y cedros se alza! Pero nunca jamás, prisioneras, sentiréis de la luz la mirada: ¡seguid siempre rodando en la sombra, silenciosas corrientes del alma!
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Poeta
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HUMEDAD SILENCIA
La calle calla caída. Salida del callejón de la manga, que asombra indolente al mismo panteón, todo aquéllo incapaz, de la ceniza siquiera. ¡Ausencia, inofensiva, irrefutable!.
Húmedo, feucht, úmido, humide, moist.
¡Paso a paso, plena plana!. Húmedo el suelo, y el cielo sanguíneo. La humedad silencia. ¡Ha sido diariamente!. Sin las rápidas polémicas frustrantes. (falsas) ¡Se_pul_ta_do____Asfalto!.
Feucht, úmido, humide, moist.
Deliciosamente miserable, Así han dejado (todo esto), lagarteramente, ¡Lágrimas venerables de la cerámica!. En la médula del aire. Los nombres que fueron. ¡Así__Len__Ciados!.
Silencieux, still, silenzioso... (úmido, feucht)
Humedad de los fantasmas. Ahogando lágrimas. Humedad de los mañanas. ¡Secos verdores!. ¡Humedad, humedad, humedad!. Feucht silenzioso, úmido still, humide silencieux
Si fueran solo.
Imaginados______(H) Los recuerdos______(U) Embalsamados________(M) Navegando lo intolerable__(E) Campos del adiós___________(D) Impulsos calcinados________(A) Al costado, gris, del agua___(D)S.I.L.E.N.C.I.A.Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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B.E.S.Á.N.D.O.S.E.
El amor se enamoró de la seda fina, hilando, hilando... El agua de un lago. ¡Al besar la voz del viento!. En un recuerdo... Al mirarlo.
___Escribió suspirando___
Al áureo fruto...En la sonrisa. Del Tiempo ¡Blanca nieve!. En La lluvia de los sueños, nubes rosas. En Los cabellos, polen de las pupilas. El Amor se enamoró, de un lago de viento.
El Amor, estremecido. Transparente. En la quietud... ¡Fácil mudanza!. Encendiendo una manzana. Al fuego de la más leve centella.
En la humedad, desnuda, luego. ¡Frente al tiempo, del reloj, frágil!. Al verdor, mortal, de la miseria. Es El amor, guardado. En el capullo. De la seda. ¡Al secarse!.
El Amor... Del tiempo. Hilando lágrimas. Al vapor de los recuerdos. Hielos, lagos olvidados, alguna vez renacen.
Donde Está ¡El amor durmiendo, al áureo fruto de una sonrisa!. Y Luego La voz del viento besa, al regresar.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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