MI PUEBLO
MI PUEBLO
Mi pueblo es muy pequeño,
un poco más que nada,
perdido en la llanura
del oeste, dormido,
sobre sábanas verdes,
en otoño amarillas.
Arrullado por vientos,
por lluvias bendecido
no lo adornan montañas,
ni lo surcan los ríos.
Horizonte lejano que no tiene camino,
de atardeceres rojos, donde las nubes pintan
oníricos paisajes, efímeros, cambiantes,
cuando todas las aves regresan a sus nidos
y anticipa la noche un concierto de trinos.
Mi pueblo es casi nada,
pero mi pueblo es todo,
se agranda en la memoria
de tiempos muy lejanos,
cuando yo era del pueblo
y ese pueblo era mío.
Cuando todo era grande en mis ojos de niño,
mi familia, mi perro, los juegos, los amigos,
los primeros deseos y el pecado escondido.
Solamente recuerdos,
nostálgicas historias,
que nunca han sucedido, ´
que vuelco en unos cuentos
para seguir pensando
que no soy forastero,
que aún hay alguien que sabe
mi nombre, mi apellido,
que comparte mi abrazo
y se llama mi amigo.
Neco Perata
INVENTARIO
Teníamos una casa común
junto a los prostíbulos del pueblo.
Teníamos un caballo llamado Zepelín
y una perra casi ciega.
Teníamos un violín cedido en préstamo
y un par de muletas que fueron del abuelo.
Teníamos un retrato del abuelo.
Teníamos un baúl de madera
y una bola de billar escondida en el recuerdo.
Teníamos un frasco de agua bendita.
Teníamos un azadón y dos peinillas
y mil caminos diarios a los surcos.
Teníamos un anillo de cobre en el meñique.
Teníamos un encendedor de yesca
y un almanaque de Bristol.
Teníamos una mata de sábila
para ahuyentar la mala suerte.
Teníamos una mentira a flor de labios
para engañar la miseria.
Teníamos una miseria
que difícilmente se dejaba engañar.
TE AMO ABUELO
Es cierto que hoy ángeles en el cielo te rodean,
También es cierto que junto a Dios me esperas,
Pero lo que también es cierto, es que en esta bella tierra,
Tienes una nieta que te ama y siempre te recuerda,
Es que mientras estuvisteis aquí me amaste de mil maneras,
Y mientras yo siga aquí, me acordare de ti, siempre y donde sea,
Fuiste mi amigo, un padre, un amor, eso fuiste tú mi abuelo,
No tengo porque escribir todo lo bueno que hiciste por mí,
Aunque lo intente sé que no terminaría, porque no hay palabras,
Que describan y expresen todo el amor que diste por mí,
Pero en mi vida presente, en el futuro y mi muerte, si diré siempre,
Lo mucho que te amo, día a día, noche tras noche, en la vida o la muerte,
En la tierra o en cielo, siempre vivirás en mí, mi amor no tiene medidas,
Es infinito e incalculable porque eso aprendí de ti mi abuelito querido,
Hoy con el corazón delante de Dios te digo te extraño,
Por medio de este verso delante de Dios te digo te amo,
Ay querido abuelo solo se decir que te amo, te amo, te amo abuelo.
Este poema es una dedicatoria al memorial del abuelo de una amiga, la misma me pidió tal detalle, pero antes de dárselo quiero que me den sus comentarios, esa vez desde 507 el Oso necesita del amor y expresión de ustedes.
Sentencia
Ya no quiero volver hacer lo que hice antes,
he repetido el mismo error tantas veces
que la soledad se niega acompañarme
en la angustia que a mi corazón adolece;
duele en el alma la ausencia agonizante,
ese vacío errátil colmado de escaseces,
falto de sombras que vengan a devorarme
el sentimiento de un inmenso amor sufrido.
¡Y no quiero seguir en este cerco de olvido
sin derramar lo que me quema por dentro!
Llorar oculto eso deseo y no encuentro
alianza en la soledad vaciando la sentencia
que me tuerce la vida y no quiere liberarme
de un pasado maniatado a la inconsciencia.
Julio Medina
24 de noviembre de 2012
ROMANCE DE LA NIÑA NEGRA
Toda vestida de blanco,
almidonada y compuesta,
en la puerta de su casa
estaba la niña negra.
Un erguido moño blanco
decoraba su cabeza;
collares de cuentas rojas
al cuello le daban vueltas.
Las otras niñas del barrio
jugaban en la vereda;
las otras niñas del barrio
nunca jugaban con ella.
Toda vestida de blanco,
almidonada y compuesta,
en un silencio sin lágrimas,
lloraba la niña negra.
Toda vestida de blanco,
almidonada y compuesta,
en un féretro de pino
reposa la niña negra.
A la presencia de Dios
un ángel blanco la lleva;
la niña negra no sabe
si ha de estar triste o contenta.
Dios la mira dulcemente,
le acaricia la cabeza
y un par de alas blancas
a sus espaldas sujeta.
Los dientes de mazamorra
brillan en la niña negra.
Dios llama a todos los ángeles
y dice: "Jugad, jugad con ella".
Luis Cané
Arrojada ensoñación... (Experimental)
ARROJADA ENSOÑACION
Del soñar me dices vengo.
Alborear quizá anocheceremos.
Porqué sé, creo, nacerá en alguna vez.
¡El otro corazón del tiempo!.
En esa claridad que se refleja, lejos latido.
Con la mística substancia acústica.
En los textos.
Demasiado imposibles, al espejo,
que se limpia en la sangre muy tarde,
denegándonos haber partido.
¡Entre panorámicos pórticos incólumes!.
Me dices. ¡Vengo!
Como si hubiere llegado el invierno, cubre al fuego del espejo al que se limpia.
En el viento paralelo donde florece.
¡Una llama repentina herida habiendo sido!.
Una y otra vez.
Al final del futuro que se ha ido.
¡Encordando al deshelar las escépticas posturas!.
Aquéllo donde yazgan las horas perdidas.
En la ruta del reloj interminable.
Torneando el aliento del alfarero.
De arcilla la desdicha amasando.
¡Al pasado fallecido que ha teñido!.
Nacerá de alguna vez.
El corazón en un latido, ido, inventado.
El momento de túnicas vistiendo.
¡Al vapor enredado al soñar arrojado!.
Rojo rojo, ensoñación arrojada, enrojecida siendo.
Porqué, creo, tal vez.
Del significado repentino escapar.
Del mismo tiempo al que retorno.
Por haber habido un vivir aliquebrado.
En un soñarme, demasiado. Dices:
Estuve crucificando noches.
En la fragancia peculiar del arcoiris.
En la marcha de la tarde abrupta.
Porqué, sé, creo, tal vez.
Cultivar del viento el aroma.
Volando después los años.
¡Antes de tejer al tiempo!.
Los pasados, amasando, el camino.
¡Aliento del reloj, arcilla humana!.
En la paz que refleja el reposo.
Una ausencia presente en el espejo.
¡En los himnos sin palabras!.
Sabores, sombras, colores, dolores.
¡Qué se hayan en ésto!.
Y en aquéllo.
En el sendero abundante de la ignorancia.
Del soñar me dices: ¡Vengo!.
Del soñarme con tu sueño, vengo despertando.
Porqué, sé, creo, tal vez.
¡Qué neutral es cualquier nunca!.
Creo, tal vez.
¡Qué parcial es ningún siquiera!.
Tal vez.
¡Porqué vengo del soñarme, con tu sueño!.
Vengo rojo, rojo, con ensoñación arrojada, enrojecida. La noche que dices me sueña, despertando al día.
Porque vengo del soñarme con tu sueño.
Y al sueño, sueño y dejo, durmiéndome.
Al cerrojo arrojado al sonrojo.
Ensoñación.
Enrojeciendo del alma la sangre.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Alborada
Cayó una sombra de la penumbra
posándose
sobre el destello de una estrella,
pero una ráfaga de luz intensa
le dominaba
y la estrella continuaba siendo bella…
Como el cáliz de hermosas rosas
su candidez suntuosa alumbra
y arrullándose junto a la aurora
ahora descansa,
mientras la sombra avergonzada
se disipaba
ante el fulgor de la alborada.
Julio Medina
1 de diciembre del 2012
PADRE
[img width=640]http://anibal-manuel.16mb.com/wp-content/uploads/2013/04/Padre-540.png[/img]
Cayéndose al abismo
De espalda a la pared
me dejo caer en la inmensidad de la vida,
un abismo complejo de incertidumbre
me espera al final de la caída.
Es un terreno baldío de barreras
en donde todo parece extraño,
tropiezo constantemente con el pedregal filoso,
apenas avanzan mis pasos cortados.
Respiro el fuego del aire envenenado
abrasando las entrañas,
voy enlodado escupiendo cenizas hartas
sobre las grietas de un condenado.
Acuosas larvas ¡tan largas!
Llegan hasta la última entrada
de un mundo inundado por la mediocridad
de los mutantes malvados.
Ellos dominan, controlan, son numerosos,
mientras los incautos continúan creyéndoles,
tomándose las sobras brotadas de sus gargantas,
inmundo pedazo babeado de fariseísmo.
Inocentes no son… ¡Nada hacen
para combatir al perverso!
Ya nadie camina de frente, van cayéndose
al abismo, así de espaldas, sin lumbre.
Julio Medina
5 de febrero del 2014
Mírame
Porque en tus hermosos ojos
encuentro siempre mis faros guía,
ese cobijo inquietante que hipnotiza,
enciende, provoca, atrapa…
porque en la profundidad delirante
de los matices cafés de tus pupilas,
mi alma tiene todo el espacio soñado
para navegar y explorar libre,
sin límites, sin miedos, sin tiempo…
Entonces mírame, cautívame más…
estremece con tu encanto todo mi ser,
mírame y renueva con tu luz
los espacios que crecen como marea,
como vuelo de gaviotas en fuga…
mírame y desnuda los trazos de amor
que delatan tu corazón…
mírame y deja reflejar esta cara feliz,
de este hombre que te ama y es feliz…
Mírame nada más, mírame…
deja que ame cada nueva sonrisa
que inicia en ese haz de embrujo,
mírame y no dejes de hacerlo,
para no utilizar palabras, es que
nuestras bocas estarán ocupadas
y ahora que cerremos los ojos,
mírame también… feliz siempre y
con un nuevo te amo, en mi mirada…