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ODA AL PLACER ODA AL PLACER ODA AL PLACER
De la comida en la cama desnuda moviéndose el apetito insaciable al meterse en la sombra no sé quién soy al cerrar los ojos al verte montada una cosa te pido: No te vayas dame el fruto de la tarde del manzano satisfecho a cualquier hora solo transparente el fuego ayuda donde tú eres puro manantial encendiéndose sin quemar la lluvia en los labios de la miel satisfecha la mirada vuela en los párpados de abeja algodón humedecido del deseo satisfecho cuando en el lecho se desata tibio escandalosa la piel radiante estremeciendo al decoro del vientre lleno compartiendo encaramados al amor desesperado en la cintura de la hoguera la carne pide más al pájaro que al nido al ruido que al canto al hambre que al apetito...
¡Oh, placer turquesa!. Silencio en las piernas intacta mariposa eres en la vida la muerte sin ti erizado el regocijo entreabre al aliento al polvo lácteo el momento reunidos los latidos al destino suaves, firmes, huertos del durazno disfrutando la manzana preparada con el tiempo verde maduro, dócil, reservado sobre la mesa del apetito completo satisfechos los sueños de gloria sublime de noble memoria brillante eres la joya que quiero al decir sí toda hasta el fondo del racimo las semillas de la piel humedecida palpitando respirando inquietas las nubes bajan al aliento sutilmente por el agua de la boca satisfecho por ti a tiempo simultáneos compartiendo eres luz de seda vestidos sin palabras los deseos al cumplirse eres la esperanza que se espera que se alcanza inolvidable leal, honesto, íntegro, auténtico ecuánime, armónico, sincero... ¡Subiendo a los cielos la carne de la tierra!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ENVUELTO EN SOMBRAS LA LUZ PROCLAMA. Autor: Amos Oz Israel 1939
Poeta y novelista nacido en Jerusalén. Estudió Literatura y Filosofía. Considerado como el más importante escritor hebreo contemporáneo, pertenece al partido social demócrata israelí, es miembro de la Academia del Idioma Hebreo, miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes, colabora activamente en el movimiento pacifista israelí Shalom Ajshav y ocupa la cátedra de Literatura en en la Universidad Ben-Gurión de Beer Sheba. Su vasta obra, escrita en hebreo e inglés, comprende novelas, poesía, ensayos y cuentos, galardonado, con Premio Israelí de Literatura 1988, Premio Goethe de Literatura 2005, Caballero de la Legión de Honor de Francia en 1997, y Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2007. Este es Versión de Raquel García Lozano."El mismo mar" pag. 73 Ediciones Siruela 1999
Envuelto en sombras la luz proclama
Viudo y padre. Paciente y recto Como una rama. Por las noches se avergüenza en la cama. Al otro lado duerme una mujer que ama.
El sueño se resiste. Ella está al otro lado sola y desnuda de costado, Hija mía. Esposa. Tesoro hallado.
La luz de la mesilla tiene que encender. En la foto de la cómoda, su hijo. Su mujer. Se arrastra hacia la cocina. Quiere beber.
Vuelve a su habitación. Se sienta. Bebe un vino embriagador. Se ensimisma frente a la pantalla del ordenador. Teclea: un verano agotador.
Desde el jardín oscuro un pájaro le reclama, envuelto en sombras la luz proclama. Narimi Narimi. ¿Recuerdas? Te llama.
Se levanta. Desea ir a taparla, huir de su soledad, extender sobre su sueño un ala de padre de avanzada edad. Vuelve a la cama. Domina su piedad.
Se olvida de su cuerpo. Se atormenta. Se mueve. Vuelve a dar la luz. Casi las cinco de la madrugada. Llueve. En el Tibet las cinco son ya las nueve.
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Poeta
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COMPLEJIDADES
Desenredando las palabras, danzan bajo el agua, soles sin ropa rotos, por el cielo entre los suspiros, interrogando intimidades invencibles, en la tela que talan los tálamos, instigando persistentes adustos silencios.
Complejidades que con asiduidad merodean, en la destemplanza y marejada, apoteosis indómita que redime, los enmarañados sentimientos, como el tiburón en el desierto, el camello marinero y la tortuga. ¡Inquietante al encolerizarse!.
Complejidades del escarnio al improperio, que en la luna teje perlas, a la timidez del tigre, a la cariñosa cobra, del escorpión tierno, del cordero enardecido, por la venganza del espejo. ¡Altivo!.
Complejidades al descorazonarse el aliento, donde una silla descansa sentada, en la cama de rodillas, una almohada tiene insomnio, por la túnica de nubes, bajo el biombo enamorado, del anillo que no usa dedos. ¡Al desenojarse!.
Complejidades, erectas en la sonrisa, encendida, que alumbra un salmón, un salto suave dentro. ¡Tan profundo como alto, en el llanto en el canto!. Como en el desencanto cuenta, curvas cruentas, las palabras de una letra, lenificando leñas, lesivas, de mil sentimientos saponáceos, satinados en el llanto de una lágrima, sazonada satisfecha.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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METÁSTASIS
Padece y se detiene la tarde. Es pálida, como la piel del otoño en las hojas, y duele al verde del verano: Duele en los huesos, en el cuello, en la memoria, en todo el aire y todo el suelo.
De repente, entre las ventanas opacas-- de un vidrio en otros tiempos invisible, inmóvil por años en la mirada y lento en los latidos-- salta por la piel y destruye todo; Cuando se podía amar el pasado, cuando se podía respirar al oído. Es un cielo sangrante, sangrante como una catarata, como si todas las puertas se hubiesen cerrado, con espinas y con cuchillos hambrientos sobre la cama y las sillas.
Es el ayer, lo que ha pasado, lo que se repite abriendo heridas más profundas. Por más que cambie el presente, por más ropajes fabricados, eso persiste en las paredes, entre los techos, bajo el suelo.
Se puede ver, se puede escuchar el humo con párpados y manos encontrando el abismo sobre el asfalto, entre las grietas: Se pueden sacar grutas bajo la piel húmeda, encontrando la sangre coagulada, seca, negra, amarillenta que es, y sigue tan completa al cerrar las cortinas, está tan fría, solo entre cada uno y ningún otro, que el recuerdo mismo es una aguja y duele toda la vida.
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Tenía miedo a morir, este cuerpo, esta voz. ¿Serían los mismos que habían soñado, qué habían jugado con la lluvia, con la esperanza en las pestañas?.
El callaba la boca seca. Una lágrima y un sollozo eran lagos congelados y turbios, tan concretos, que rememoraban crueles toda la angustia y el estruendo que puede reptar sobre la tierra. Aquella mujer tenía gracia. Caminaba lenta y tierna, sus caderas no eran violentas, tenían solidez cálida, hechas de comprensión, de ágiles curvaturas y suaves movimientos.
Su mirada tenía voz, hablaba con sus pupilas y tejía sus palabras en crípticos diálogos a veces, no era lo común en tiempos espesos como en las esquinas y las casas. Pero ahora, ¡Qué desgarradora era la música, entre el tétrico silencio y el deseo de no haber nacido!. No obstante, estaba ahí, fragmentada, confusa y ahogada en el interior de cada vena. Pálida, sudorosa y muda, atrapada bajo la piel de vidrios y tinieblas, como si apareciese disgregada en un pozo sin final. Encadenada ahí, inmóvil en la obscuridad absoluta.
¿Qué atrocidad piadosa se desprendía de las angelicales alas caídas y anudaba sus pesadillas?. Estaba disuelta en cada lágrima, vacía dentro del peor abandono, indefensa, desarmada en la soledad más dolorosa. Sus vínculos con el cielo y la esperanza estaban rotos, limados, eliminados de raíz.
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Había perdido el aliento, había bebido el sufrimiento más amargo, el tiempo y el espacio perdieron su sentido, cualquier luz era más obscura, más allá del frío; El simple caminar era una desgracia. Ella dejó de ser, de existir bajo la ropa, dentro de cada hueso, gris inerte, sentada en el piso la mirada sin brillo, mientras él, allá lastimero, se ocupaba en tratar de entender lo imposible, lo incomprensible, el infinito de la noche del alma, la eternidad simple. La sinrazón de todo lo pasado.
Con solo cerrar los ojos aparecía sonriendo, y su voz mecía el sabor del aire, del aroma en la cocina, en la recámara y el patio sus pasos escuchaba. Ahora el silencio helaba, ¿A dónde lleva la fe perdida,lo celeste desconocido, lo sagrado yerto, ingrato y perforado?... ¿Qué fuerzas tenebrosas y que laberintos se tejen bajo la cabellera de la existencia?.
¡Todo aquéllo había estallado, un mundo amable, un suelo más firme, más fértil, un sueño posible, respirable, armonioso!. Con la paz en los zapatos y el pecho. Inesperado, intempestivo. El aire era fresco, la brisa clara. Las sonrisas puras y el palpitar alegre.
¿Cuándo dejó de ser, y cómo?. Aunque... ¿Quién se puede atrever a decirlo, a expresar el profundo desconsuelo, y que en algún sitio la esperanza esté viva, segura, sin mancha, más allá de la soledad, del otro lado del llanto.
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El hielo comienza a elevarse, el humo es pesado y espeso, los techos arden, las ventanas son puertas al abismo, y usted se ahoga, oye los disparos, tiembla, el vacío se apodera del vientre. La cabeza da vueltas, duele. Paredes, sillas, mesa, vasos, platos, ropa, juguetes, todo huele a muerte, la calle es un inmenso túnel, todo obscurece.
Usted es un manojo de nervios, se enreda, tropieza, no sabe que hacer. Luego el asco la cubre las ideas, los cuerpos deshechos, la sangre gotea, corre, se seca, huele a olvido impotente, sus manos perdieron el aplomo, está desarmado. Pasan los meses y los recuerdos son inevitables, el olvido se compra, se fuerza, se le ignora en mil formas distintas, pero de cualquier modo, no produce mayores cambios en la intimidad genuina, verdaderamente consciente, con la sensibilidad en el alma y la memoria.
Los vestigios de un mundo aniquilado flotan en el tiempo, en el aire, en el agua de cada lágrima seca, en las sonrisas perdidas. Inopinadamente surgen las ausencias sin nombre, y los huecos petrifican el aliento, las imágenes sangran de nuevo. La represión se disimula aberrante, se insiste en las apariencias de fiesta, de espectáculos distractores, de negar el desastre. ¡La consciencia podrida!. Es la metástasis.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA AL DOLOR
Fuera de ti la soledad camina, dentro de ellos aquéllos recordando. La flama es temblorosa, no vuela su sueño, se detiene, desgarrando, el fondo del aliento, desenreda como la nieve pesada en la memoria.
Y junto a la cama arden las pestañas una huella, un olor de un alfiler, lejano, un lago, una fuente, secos ascendiendo en el duelo ahogado. Sube el día las cortinas a las sombras, pero en la calle es más lento el tiempo el fuego que sufre viviendo la madreselva perdida.
Es inefable como lo sentimos como lo decimos como lo vivimos. Cada día como un viejo relámpago insistente. El aire falta la cabeza duele en el pecho.
Piedra En la planta del pié aguja en el ojo ardor en el lecho vacío, frío, distante, pétalo, huesos, ceniza, sin resplandor transparente. Perforando, desgajando, desangrando. Cada noche regresa en llamas de lunas gastadas de estrellas frías de cielos mojados que el tiempo espina o los desgrana en racimos de manantiales que punzan que oprimen que hieren.
¡Oh, dolor!. Inmóvil germinas en las hojas secas un rumor bajo la tierra de la memoria su compañía alegre remota de apariencia a veces como rayo desfilas bajo la piel de los huesos penetrando de los huecos al alma que perforas.
¡Oh, dolor!. ¿Qué sería de ti?. Sin nosotros. ¿Qué sería?. Entre los otros. Si no fueras, lo que eres.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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COSECHANDO CAMÁNDULA
He sacado ese sueño de la cama, con la espada del bosquejo, del bostezar del almohadón, que prepara la sombra al sombrero, y los botones al bote del lago, y las botas a los brotes más largos, que protegen al sol del agujero, del alfiler del almidón del alfil, con la espuma del boceto, he soñado sacar esa cama dormida...
Cosechando, oye, oye. ¡Oye lo que no ha pasado!. Sembrando, palpa, palpa. ¡Palpa lo que sí ha pasado! Cosechando. Cosechando. Camándula tras camándula...
Ve lo que nadie ve... ¡Sonriendo!. Ni aplaude sin sueldo rastrero. Ni espera que le pase lo mismo. Cuando la tarde se fue quedando, como la cuchara come la sopa, y sopla cuando enciende el hambre, al agua del alma ahogada, en los versos. En la duda preparada, de las respuestas sin remedio del jardín, ladrón de las abejas y de miel de bala, de bolas de bastos de biombos de plomos, en las orejas de fusiles acostados acosados, en los minutejos ortejos de relojes yertos.
Por elegir pensar con la lengua. Por respirar alto con el pelo. Por caminar bajo con el pecho.
La cama del sueño me ha sacado, cosechando fabulosas pesadillas, cosechando rugosas hendiduras, al desenfrenarse la calma ardiente, al desempolvarse la muerte sonriente, camándula, camándula, camándula.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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POR LA HÉLICE HIPNODRAMÁTICA ( Neosurrealista)
Ellos los sueños soñadores despiertan las noches en cada cama cobijando al frío de fuera en la tibia almohada.
Con los filamentos, visibles aquí como mantarrayas inquietas, con las protoplumas que emergen de sus caderas, regalo de unas tierras barbechadas a las once de la noche, cada vez que miraba en derredor, como un problema ingobernable, de tapete alborotado. Entre una eternidad de trece minutos, y un instante de cinco metros, que inundan el aire engañando al sueño.
Pero ¿Quién nos sueña?. Un colchón en una silla vacía de hambre llena la sopa sin camisa la soledad, con estrellas y desiertos en cualquier momento con dedos largos garras, picos, gritos.
¡Qué protegen a los muertos de eventuales daños de los vivos!. Cuando las aves, que no quieren ser gusanos, son buscadas y veneradas, por los venados agrarios de las plantas maduras, en contacto con el zapato, cuya fuerza ejemplar se ejerce de manera cuidadosa, al guardar las montañas en el bolsillo, que apaga el sol según la costumbre, estrangulando a las espinas con el ayuno de una tina. Por ir nadando ciegos los velos caen como los frutos maduran durmiendo sin luz deshojando desnudando la noche apagando las pisadas del ayer en los caminos del agua evaporada. ¡Oh, drama giratorio de los sueños!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Sueños de un zapato
Caminos gastados por el tiempo Infancia dormida en los cabellos de plata Otoños amarillos... Hojas verdes de noche Un sueño. Una sonrisa. Una lágrima. ¡Niños de esperanza!... Sueños rosas. Un zapato... Sueños nuevos... ¡A veces!.
¡Un día como un siglo de sueños!.¡Sueños del suelo y del cielo!. Noches dormidas bajo la cama. Días de piedras y polvos. A veces. Una dulce bota... Grasa y tinta. Húmedas grietas por la vida... ¡Olor a talco... Otras veces!.
¡Un día como un año de dolores! Algodones dormidos en el suelo. Las noches prolongadas. Días rápidos. Frescos perfumes de flores. Brillantes pieles... Serenos pies... Lentos. Un camino plano. Cielos en cada suela. Un niño feliz. Hombre. Trabajo. Descanso.
Un zapato. Como un hombre libre... (Absoluta fantasía) Sueña caminos ¡Vive gastando tiempos! Una vez si, si, sííí... Otras muy poco, poco muy poco. Vive un pequeño mes, un enorme momento. Un día pesado, perdido, perdurable... ¡Periférico perífono! Un año eterno... ¡Mil muertes diarias, ocultadas, provocadas! ¡Sueños dulces y extraños!... Del olvido increíble. De los labios Por el camino del zapato... ¡Que ahora camina solo! La consciencia del cuerpo que lo habitaba se ha esfumado... ¡Cómo sus sueños!... Como sus... Como... Co... C...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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INVESTIDOS TRES
Aparecen desnudando la noche, bajo la cama, saltan, profundamente quietos, invisibles, en la soledad tras la puerta.
Desaparecen vistiéndose de mañana, sobre la cumbre, enterrada, inmóvil, en el tumulto boquiabierto.
No estarán presentes, tal vez, como ayer.
Dicen, palparon su ausencia, en el aire silencio y lejano. Dicen, que cada día es diferente. Y parecen no ser los mismos. ¡Nadie, ya lo duda seguramente!.
Aunque alguien verde lo siente, tocando el enigma del cuaderno, tocando la sed de sus raíces, tocando el perfume del olvido.
En la honesta moneda, que perdió el valor, al volar confiada por el brillo oculto, del mayor abandono en cualquier sitio.
Porqué, porque, por... ¡Qué!.
Tres veces dos vestidos caminaban, sin ser vistos. Tres eran solo ahora dos, sin ser iguales. Ni antes de conocerlos. Ni después de ser olvidados. Completamente.
¡Fragmento a fragmento!. Desnudos dos veces desvestidos. Inmersos en el exterior frío. Expulsados en el interior calcinado. ¡Fueron sin serlo rápidamente borrados!.
Tres veces dos acaso, solo una, voz que lo haya callado, voz que nada dijo, voz que nadie escuchó.
Cuando el silencio creció, cuando el silencio fue excesivo, cuando el silencio fue escuchado, cuando el silencio creció.
__¡Al bajar el cielo a la tierra, ___donde nadie estuvo atento!. Siendo así, investidos tres veces, ignorados uno a uno.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Deletérea Jactancia (Neosurrealista)
Ahí debajo, donde el pasado nos crece, por el tiempo que obstinado envejece, en la cama de los latidos. ¡Qué se estiran!. En el vertedero del aliento, golpeando con la obscuridad, las cuevas cotidianas de los planes.
¡Oh, vanidad del ángulo, poliedro convexo, perverso!. Quejidos entre las dos dimensiones de un rectángulo, con las cifras decimales del minuendo en las piernas, por la impiedad que el orbe ostenta, de ambiciones , de románticos sauces grises, con el perfil de la lisonja, que se apoya en la cadera, que se inclina, mansa, y allá donde descansa el giroscopio bajo el vientre.
¡Sí, porqué mullo masticando al pasado, me dicen!. Donde solo cabré cuando sea polvo, pienso, siento.
¡Con las lámparas flechas desnudas!. Por inhalar unas pocas palabras. ¡Un minuto de silencio!. Por... Miles de ausencias olvidadas. Por el espíritu espeso. ¡Qué al mismo viento coagula!. ¡Qué asedia los techos y rincones!.
¡Sin saber, qué mullirían las nubes callando!. Y no sé si quepa ahora, o cupiere olvidado en algún cielo.
Pues la realidad, es que los fonemas distintivos del contorno, solo tejen el rubor en los talones, desde el primer acento hasta la inflexión final, en los enunciados exclamativos antes de ser huesos, donde las sílabas terminan en vocal, y la vibración de éstas, puede repetirse con las urnas agudas o palatales, entre la grafía, que no corresponde a ningún sonido de la lengua, como el hueso hueco, y el hipocampo corre en la hierba de hierro.
Por ese eco que al silencio asombra. ¡Caminando por las paredes!. Viviendo herido el suelo yerto. ¡Callando al espejo péndulo!.
Por la extensión monótona de la planicie muerta, el silencio seca, lo que aniquila y consume, cambiando al punto de vista anterior, que dará sus frutos al cabo de varios siglos, con el empleo del más infinitivo de los recursos sintácticos, y en el desarrollo sistemático de las proposiciones participativas en los panteones más cercanos. Por tener el alma aromada de amor y tristeza, con el designio de la perenne memoria, y las ficciones que hacen dulce al llanto.
¡Aún, y así, mullésemos al camino andando!. O qué mulleran los sueños almohadas perdidas.
Y así es, esta deletérea jactancia, de cetro y sonrisa.
Por tener el alma podrida, en la consciencia vacía, y en la memoria, lexema y morfema, antifaz y barniz, miles de sustantivos acabados, con el ímpetu canesú, miles de relaciones sintagmáticas sepultadas, a cal y sal, jactancia que no admite división, deletérea y paradigmática.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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