Sentir Gris Amargo Sentir amargo Al corazón Gris ¡Qué punza! Y enardece Irisados latidos Gris ¡Esfera y esfera! Rica Entre Hilos enroscados Gris, gris, gris Esfera El aliento en la lengua.
Rica esfera En la memoria Tormenta y llanura Gris esfera gris ¡Elevando sótanos! Sembrando pináculos Obsesión, papeles entintados Vidas, pasiones, tiempos circulares ¡Triángulos y cristales! Obsesión... Gris, gris ¡Qué gira y gira! Letras del ayer Palabras del ahora ¡Renglones en blanco! Por Las Hojas, ojos, años ¡Obsesión, gris, obsesión! Círculo viviente rígido Fue eso. Es aquéllo. Esto será... ¡Más y más! Y... ¡Hasta terminar para empezar!
Me cuesta mirarte a los ojos porque tú, ya en los míos no te miras sólo danzas, y en cada giro tuyo mi dolor se hace más grande.
¿Cómo explicar que tú estás aquí?… ¡pero no estás!.. que la música vive en ti, en tu negra cabecita que otrora, con amor acaricié.
Recordando vas quizás, melodías que un día… entre risas y caricias bailáramos muy juntos, dibujando con pasos maestros corazones en la alfombra.
Con perturbado ritmo danzas soñándote ballerina, en la mano, ramo de flores muertas, el último que, por aniversario te envié.
¡Para qué quiero la cordura... si la razón, barrera infame, me separa así de ti! cada día muero, mirándote bailar feliz en libertad, mientras yo, me consumo en soledad.
¡¡¡Que hecho miserable, golpearía así tu mente… alejándote de mí…!!! ¡De éste amor que está presente... que te siente cerca, pero ausente!
¡¡Gira en tu mundo mi vida… sueña que bailas conmigo, baila!!... que esta, mi desventurada sensatez me atrape y me devore, en ésta espantosa realidad.
Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima, silencio que habla, tempestades sin viento, mar sin olas, pájaros presos, doradas fieras adormecidas, topacios impíos como la verdad, o toño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol y son pájaros todas las hojas, playa que la mañana encuentra constelada de ojos, cesta de frutos de fuego, mentira que alimenta, espejos de este mundo, puertas del más allá, pulsación tranquila del mar a mediodía, absoluto que parpadea, páramo.
Una Gota De día se ha bebido La noche Un océano De Estrellas En un día Una gota Una vida Un tierno momento De miel melodías manantial De piel páginas paternal Una Gota De noche se ha hecho El día Una laguna De Lunas En un latido Un suspiro Un aliento Una joya palpitante Cada pluma de nubes un cielo soñado Cada gota de lagos un día vivido Cuando Por nosotros Lloren otros ojos Bebido el día ¡Nuestra primera noche sin estrellas! Del instante eterno del océano una gota.
Tu cabellera es negra como el ala del misterio; tan negra como un lóbrego jamás, como un adiós, como un «¡quién sabe!» Pero hay algo más negro aún: ¡tus ojos!
Tus ojos son dos magos pensativos, dos esfinges que duermen en la sombra, dos enigmas muy bellos... Pero hay algo, pero hay algo más bello aún: tu boca.
Tu boca, ¡oh sí!; tu boca, hecha divinamente para el amor, para la cálida comunión del amor, tu boca joven; pero hay algo mejor aún: ¡tu alma!
Tu alma recogida, silenciosa, de piedades tan hondas como el piélago, de ternuras tan hondas... Pero hay algo, pero hay algo más hondo aún: ¡tu ensueño!
Por esa puerta huyo, diciendo: "¡Nunca!" Por esa puerta ha de volver un día... Al cerrar esa puerta, dejo trunca la hebra de oro de la esperanza mía. Por esa puerta ha de volver un día.
Cada vez que el impulso de la brisa, como una mano débil, indecisa, levemente sacude la vidriera palpita más aprisa, más aprisa mi corazón cobarde que la espera.
Desde mi mesa de trabajo veo la puerta con que sueñan mis antojos, y acecha agazapado mi deseo en el trémulo fondo de sus ojos.
¿Por cuanto tiempo, solitario, esquivo he de aguardar con la mirada incierta a que Dios me devuelva compasivo a la mujer que huyó por esa puerta?
¿Cuando habrán de temblar esos cristales empujados por sus manos ducales y, con su beso ha de llegarme ella cual me llega en las noches invernales el ósculo piadoso de una estrella?
¡Oh, Señor!, ya la Pálida está alerta: ¡Oh, Señor!, ¡cae la tarde ya en mi vía y se congela mi esperanza yerta! ¡Oh, Señor!, ¡has que se abra al fin la puerta y entre por ella la adorada mía! ¡Por esa puerta ha de volver un día!
Cada rosa gentil ayer nacida, cada aurora que apunta entre sonrojos, dejan mi alma en el éxtasis sumida ¡nunca se cansan de mirar mis ojos el perpetuo milagro de la vida!
Años ha que contemplo las estrellas en las diáfanas noches españolas y las encuentro cada vez mas bellas. Años ha que en el mar conmigo a solas, ¡y aún me pasma el prodigio de las olas!
Cada vez hallo la naturaleza más sobrenatural, más pura y santa, Para mí, en rededor, todo es belleza: y con la misma plenitud me encanta la boca de la madre cuando reza que la boca del niño cuando canta.
Quiero ser inmortal con sed intensa, porque es maravilloso el panorama con que nos brinda la creación inmensa; porque cada lucero me reclama, diciéndome al brillar: "Aquí se piensa, también aquí se lucha, aquí se ama."