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Y qué importa ahora, haber caminado separados, si al final el universo nos juntó, para darle sentido a tantas cosas, al mismo amor, a la ternura por nosotros conjugados con pasión, con dulzura… qué importa que nos llegue la fría tarde o el apacible otoño, si las recibimos juntos y enlazados, si hemos multiplicado sueños e ilusiones, si aprendimos a coincidir y complementarnos, en piel, sentimientos, en ganas… qué importa el tiempo, si pudimos arrancar de la vida, una dimensión más rica de amar, esta que no me canso de cantar…
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Poeta
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Y, cuando los deseos represados… por fin, estallan sin compasión, entonces, tu sensualidad, nosotros, avivamos aún más las ansias, para que el derroche sea total, inimaginable, irreverente, locuaz…
Los ribetes de la entrega entonces, no son, apenas la exaltación trémula, de besos, caricias, cuerpos fundidos, no, las ansias por complementarnos, galopan in crescendo, al delirio, sí… aquel alucinante, que tampoco se pierde en el paroxismo…
No deja de coronar cúspides, de desatar aún más tremores, de vencer el cansancio y volar libres, más allá de lo imaginable, más allá… de los linderos de la razón, si es que existieran, es que, el amor así apasionado, los borró, poco antes del primer nuevo beso…
Todo se renueva en ti, en nosotros, en esta mágica necesidad de sentirnos, de juntarnos, sin pretender poseernos, aunque al final eso ocurra totalmente… hasta la embestida inminente de más ansias delirantes, que recibe, y entrega, porque el universo nos da…
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Poeta
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Nívea, grácil… bella, Tu imagen levita cautivando, tu mirada extraviada y sin embargo, tus inexpresivos ojos, parecería que acariciaran, en la distancia, en la nostalgia, desde la memoria viva.
No tienes que mover nada, ni un tan solo músculo, no eres escultura, pero ojalá, que mis manos tuvieran el talento, para hacer un busto así de único… que haga justicia y eternice, este instante maravilloso… tu boca, tu exquisita boca, es siempre… la invitación sensual, que atrapa, provoca y ensueña…
Te miro y también me pierdo, en medio del silbante viento, ése, que muerde en la montaña, en las tardes, frío casi quirúrgico, que, hasta el alma, atraviesa y estremece; y entonces, se me ocurre, que debería llevarte, sobre ese Eólico manto, mis caricias y pasión, para inyectar calor y color a tu tan encantadora, belleza pálida…
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Poeta
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Te busco en mis labios… Y junto a mi memoria, en mis manos, busco tus formas, que, con ansias infinitas, recorrieron para grabarlas en mi alma…
Te busco en los “te amo”, que no hizo falta repetirlos, pero que se sintieron como gritos, en cada gemido y susurro nuestros…
Te busco entre mis brazos, que se llenan contigo, cuando ya no queda espacio entre nuestros corazones…
Te busco con esta inextinguible hambre, con la que amarnos demencialmente, no acabará de saciar nunca… esto de sentirnos, de llenarnos, de explorarnos…
Te busco, en las nuevas auroras, que huérfanas de la luz de tus ojos, poco iluminan, pero ilusionan, en el recuerdo de tus sonrisas…
Te busco, en las palabras nuevas, que hasta quisiera inventar, para intentar describir intensa y profundamente… nuestras almas acoplándose, más allá de la piel, de los besos, de la distancia y el tiempo…
Te busco… no cesaré de hacerlo… hasta encontrarme en ti: en tus pupilas; en la calidez del ansiado, nuevo fortísimo abrazo; en nuestras bocas respirándose, humedeciéndose… en esas ansias frenéticas, por tatuarnos el alma, la vida…
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Poeta
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El sonido… no importa más, es tiempo de bocas, de manos, de roce de pieles, de suspiros… de candentes expresiones que nacen y terminan en un gemido, de susurros inaudibles, que repican y se expanden con total intensidad… Ahora el ceremonial de besos, se acompaña de cuerpos, deslizándose sin misericordia, degustando más besos, en una batalla amatoria total, en la que bocas, manos, piel, se confabulan e implican, para compartir las sensaciones, que revientan al sentir, cada palmo de esas pieles y los nuevos poros a explorar, los espasmos trepidando, todos los sabores… que se conjugan infinitamente, entre la calma tensa de suaves besos y la erupción holística, de nuestros universos colisionando, con toda su furia, en total esplendor y exquisitez… Esta liturgia, no tiene, no puede tener amarras ni formas, tan solo más devoción y alegría, por seguir sintiéndonos felices, en medio de un maremoto de besos…
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Poeta
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¿Más silencio?... No, no importa… Nada puede interrumpir dos bocas, locas bocas, sedientas de besos, no hay siquiera que mirar… son ahora labios, lengua y dientes, quienes exploran, deleitan, sienten, al ritmo que prefieran y se acomoden… Allí, entre bocas, el ceremonial, se recrea, se extiende, se enciende… labios sellando ilusiones, dientes ratificando delicias, lenguas como látigos dulzones, lamiendo las ansias de más besos… Allí, entre bocas que se atrapan, el ceremonial no puede concluir, la liturgia apenas arranca, ha estallado la infinita aurora, de tangibles posibilidades, de nuevos campos a irrigar, con besos, sí, más besos, que estremezcan, inquieten, provoquen mucho más… que, entre bocas, siga explosionando… ilusionando, desafiando, ese oasis exuberante de pasión, que crece y reinventa entre más besos…
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Poeta
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Más silencio… por favor… El espacio entre la abstracción y lo tangible, podría ser: distancia o tiempo… mirar, soñar y ansiar besar, vibra y late también sin presencia… más, en algún instante, la visión estará a milímetros o décimas de segundo… Su boca, plena, totalmente dispuesta, a colisionar en toda su exquisitez, con otra hambrienta y loca de sed de besos… entonces, tan solo… que, los ojos, esos que tanto desearon, que se cierren ahora, no pueden interrumpir… el concierto de bocas desatadas, por descargar sin compasión, todos los besos contenidos, para permitir en el ansiado contacto, que el éxtasis inunde dos cuerpos y enlazados en sus locas bocas, se fusionen en uno solo…
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Poeta
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Silencio… por supuesto… Mis miradas ignoran el universo y se pierden explorando aquel tercio de su rostro, que lleva ese preciado cofre de delirios y delicias… Imposible pestañear, podría perder continuidad, ese esencial beso, ejecutándose, en los extasiados ojos… que escrutan: estructura, textura, carnosidad, cercanía, movimiento… en los desorbitados ojos… que se trastornan al descifrar o intentar hacerlo: la dulzura de aquellos labios, que… se mueven, se entreabren y dejan que brillen encegueciendo, un conjunto de perfectos dientes y una lengua perfecta… que invita, en los enamorados ojos… que se pierden casi deleitando, ese beso irreverente, que, sin pedir permiso, hizo suya, esa boca toda… tantas veces, en tan pocos segundos…
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Poeta
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Desde un sueño de cristal, donde todo era de cristal, sucedió algo que fue rompiendo la rigidez y opacidad de ese ambiente. Fue como si dentro del sueño, la intensidad de ese sueño, había conseguido que algo mágico de pronto inyectara vida allí, desde distintos espacios de ese vidrioso mundo … Así fue como los pliegues rugosos de la falda de Rebeca, parecieron mecerse como olas, como hojas al viento, cambiando incluso la tonalidad azul, en cada movimiento con el cobijo de la luz solar que avanzaba en cada palmo del paisaje, trocando cristales en vida, en movimiento, en colores, aromas y sabores. Sergio también por su parte, rompió la quietud en alegría que saltaba a la vista y no paraba en expresarse con total dinamismo. Rebeca y Sergio no daban un paso sin dar muestras de un profundo amor, que los colisionaba en cada mirada, en cada rose y paso que daban… así, la casita que los albergaba, también fue llenándose de detalles curiosos, que atrapaban la atención y encantaban, una salita acogedora, un comedor que invitaba a sentarse a disfrutar de lo que sea en un espacio exacto y lindo… A muy pocos pasos, una cocina en una superficie que iba a provocar que la pareja tenga que tener contacto para moverse juntos y compartir el calorcito de preparar sus alimentos, también con el calor humano… Unas cuantas gradas a un costado de la entrada, daban paso a tres habitaciones, una de ellas convertida en estudio de estos jóvenes, que tenían sus carreras profesionales, el siguiente su encantador dormitorio y una pieza extra, que esperaba por alguien y que hasta tanto, podía acoger invitados. Amantes de las mascotas, rescataron un par de perritos que atrapaban parte de su atención, cariño y cuidados; con el amor de retorno desde sus mascotas, el conjunto de este amoroso hogar, sin embargo, no había conseguido mostrarse completo, en cuanto a cubrir este sueño creciendo desde los cristales, hacia un oasis de encanto que cada vez descubría más facetas y detalles de este precioso mundo en movimiento… Podría decirse que este cambiante sueño, se alimentaba y crecía desde más sueños que brotaban de Rebeca y Sergio; los eclipses y estrellas fugaces colaboraron también, con toques de fantasía y encanto, estos espacios ensoñadores que cobraban vida y fascinación, sin embargo, faltaba un toque más, que no acababa de germinar y trocar los espacios cristalinos que aún se mantenían en el ambiente… Y aunque no fue el vientre de Rebeca quien acunó, esa angelical criatura pequeña, que también estuvo presente en los sueños de la pareja y en los espacios que construyeron para su hogar, sí, como un presente ansiado por años, irrumpió su pequeño Emilio, con una carga inmensa de sorpresas, sensaciones, sentimientos nuevos, mucha más alegría por supuesto y la colosal oportunidad, para descargar en el toda la ternura y amor maternal y paternal que Rebeca y Sergio habían acumulado… Solo entonces, los cristales que aún quedaban terminaron por desaparecer, en medio de un paisaje esplendoroso que copaba hasta el último rincón de vida, entusiasmo, ansias por recorrer, por descubrir más de aquellos confines a los que el horizonte invita y que están apenas a la vuelta de otro sueño o de cumplir cada reto que nos impongamos… No importa que tan cierto sea aquello de que la vida es un sueño, lo de veras esencial, creo que es que los sueños, permiten disfrutar mucho más la vida…
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Poeta
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El viejo zaguán tiene más de medio siglo… Sus recias puertas de madera, son las mismas, que siguen dando la bienvenida, al pequeño patio interno, en el que también la luna es invitada, para ayudar con su luz, la tenue iluminación de la entrada… perfecto ensamble, para tus ojos, tus hermosos ojos resplandeciendo, iluminando hasta mi alma, abriendo en el corredor de entrada, casi como alamedas, luces trazadoras… para la magia y el encanto…
El viejo zaguán marcó entonces, cimientos, bases, raíces de ternura, cuando tras reaccionar a los destellos… de tan exquisita luminosidad, ahora era… tu boca, que tanto deseé, desde… aquella tarde que a mi vida llegaste, no sé cómo se perdieron los espacios y finalmente, tu boca… ¡Dios mío!, tu boca era una hoguera, en la que tan solo quería inmolarme…
El viejo zaguán, también fue el marco, en el que mis brazos encontraron, las alucinantes curvas de tu figura, estrechar tu talle, atesorar tu cara bonita, sentir con las púberes ansias… que era un ser afortunado, que pretendía atesorar el cielo todo, marco imposible para atesorar tanto… pero así lo siento, con sus espacios, tanto tiempo después, dejando siempre, que leviten mis ensueños y contigo, en mis recuerdos, cierre los ojos, para un nuevo beso que consiga fugar, ¡sí!, fugar de lo racional y simplemente, amarte en silencio, con tu silencio, como cuando las palabras eran inútiles, porque solo importaba, como ahora, nuestros besos…
Viejo zaguán… refugio bendito de este amor, que solamente se fue a crecer, a encontrar más ternura y pasión, para derrochar como entonces, sin importar, si el mismo infinito acabase…
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Poeta
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