Al escribir estas líneas, una lágrima brotó espontánea con pesar, gran lástima, por más que intenté no la pude contener, élla fue el triste producto de mi padecer.
Amor, tú eres el principal de mis motivos, sin ti, . . . corazón ya no tiene latidos, ahora sé lo que es quedarse solo, a la deriva, como un náufrago sin retorno, sin partida.
Penosamente, me perdiste la confianza, mis propios errores me dejan sin esperanza, te he suplicado vida, por Dios, que me perdones, que reconozcas, linda, que también tengo dones.
Mas, es en vano, no das positiva respuesta, así, con esta pesada cruz subiré la cuesta, pensaba que tu querer no se acabaría jamás y, hoy, que pena, sin esfuerzo lo dejas sin más.
Siento algo muy raro atorado en el pecho, mi ser para siempre ha quedado desecho, una vida así carece de todo sentido, para mi desgracia . . . ¡ha muerto cupido!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda México, D. F., . . . el día en que, por mi culpa, la perdí. Reg. SEP Indautor No. 03-2011-0909133538000-14
A ratos te lloro, te anhelo, te sueño, Tan solo pensando en que no volverás. Y son tus recuerdos como amargos besos, Fríos, de los labios de mi soledad.
A veces te siento, ¿Cómo no sentirte? Si en mi vida toda eres tú la sal. Labios caramelo, ambrosía tus besos, Tu boca divina es para mí el maná.
De tanto quererte no quiero más nada, Ni aire ni agua, aunque sea mortal Igual moriría si al rayar el día Mis ojos los tuyos no pueden mirar.
Tal es mi quebranto que anoche la Luna, Al verme llorando bajó a mi balcón. Todas las estrellas parpadean al verme, Y de padecerme se apagó hasta el sol.
Las guitarras y arpas Rechinan sus cuerdas, Lúgubres canciones se oyen entonar, Las de un alma triste, que aferrada insiste Que sin tus latidos no va a palpitar.
Severo se cierne, Sobre mi existencia, Cual negra sentencia un próximo final, Y a Dios le he rogado que me torne alado Ángel que te cuide por la eternidad.
La tristeza, es como un rio rojo de sangre Donde navegan en él, barcos cargados de sombras Donde soplan vientos de lejanos recuerdos Recuerdos de lejanos días, cuando el sol brillaba Cuando la luna salía alumbrando tus sueños Sueños que quedaron truncos, en un tiempo muerto Muerto te sientes ahora, cuando ya no tienes tiempo Cuando miras atrás y solo vez un camino vacio Lleno de la nada, entonces dices “pucha que solo estoy” Tu mano seca tu frente, te encojes y comienzas a llorar.
nombre femenino 1. eufemismo Prostituta. 2. Interjección AMÉRICAcoloquial (¡pucha!) Se emplea para expresar enfado, contrariedad o sorpresa. "¡pucha que son largas las noches de invierno!"
TAMBIÉN SE ALEJA MI COMPAÑÍA Autor: Salvatore Quasimodo. Italia 1901-1968.
Poeta y ensayista. En Roma empezó a interesarse por la literatura y el estudio del griego y el latín. Su primer éxito (1932) la publicación de "Oboe sumergido". En Milán asumió la Cátedra de Literatura Italiana en el Conservatorio Giuseppe Verdi. "La dulce colina", "Las horas", "Toma y da", "Discursos sobre la poesía", "Las cartas de amor" y "El poeta y el político", son algunos títulos importantes de su obra. Además tradujo, entre otros, a Catulo, Virgilio, Neruda y Molière. Obtuvo el título Honoris Causa por las Universidades de Messina y Harvard, y el Premio Nobel de Literatura en 1959. Esta es versión de: Carlo Fabretti.
También se aleja mi compañía
También se aleja mi compañía, mujeres de ghetto, juglares de taberna, entre los que pasé tanto tiempo, y está muerta la joven de ardiente rostro perenne untado de aceite de la masa ácima y oscura carne de hebrea.
Tal vez haya cambiado también mi tristeza, como si yo fuese no mío, por mí mismo olvidado.
Deja, mujer, que lleguen las tormentas y que el agua se obsequie a los zapatos, llena tus párpados con sus relatos, que te disuelvan soledades. Lentas, vayan ellas lavándote retratos
impresos en tu piel, ya que te ausentas. Llora y permite que el redil opaco de un corazón sin sol (mi pecho flaco) se consuma en tus lluvias. Las afrentas se esfumen, junto al humo del tabaco.
Que despedacen todo mi color, las gotas, derritiéndole mi cara a tu centro, un pozo de agua clara, sumidero del último dolor.
Una mujer fumando mientras observa la lluvia, mirada tal vez melancólica, y la combinación del humo y el agua en blanco y negro; la vieja analogía lluvia-llanto, evaporando un recuerdo, no sin esfuerzo emocional. Este poema está basado en eso, que es lo que precisamente imaginé al ver esta foto. La estructura del jajen la he descrito recientemente (http://www.mundopoesia.com/foros/temas/el-jajen-jajen.633311/).