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VELEIDAD TACITURNA
Con la luz lenta de lunes lejano, un diamante arroja un río, cayendo estrepitosa cada espina, cual humedad traidora en cada flor, polvorienta memoria amarillenta, como la hoja en dulce arrobamiento, que discute del otoño bajo el huerto, en la vieja primavera, puerta y techo, con la noche parvada de golondrinas.
El aire, las chispas y el ruido, se quejan. Allá, el inquieto lirio, punzante cardo, teje al balcón, sillas y algodones. Porque el rostro arrastra montañas, y cabañas, y cañadas, y mañanas. Ahogándose un grito está sobrio, cuando las olas encienden los arenales, y callan la espuma, el humo herido, y en los arrecifes, el viento despierta, sones pastoriles de azules llamaradas, donde las manzanas descansan.
Asfáltica, la primera claridad se petrifica, en el momento que espera sombrío, incólume impecable, un olvido vibrante. Lejano, el instante hace llover mariposas, aún cerradas las nubes en la campiña, donde todas las puertas pueden caerse, donde piden ser aniquilados los candados, y lograrían escapar las ventanas calladas, entre las lágrimas de arena trasnochadas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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SÉQUITO DE PAÑOLETAS
Porque allá el cielo está rayendo, al rayo, que reía al desierto, cada raíz, absorto y acopado, opaco ópalo, bonanza y badajo, cuando alela y aviva y reprende, eso que decrece y perece.
Entre lo que habría raído al mismo viento, en aguas, sangres, arenas inocentes, como si rayese tejidos los sueños, con insomnios almendrados, sin vivir, ni lid justa, sólo áfono sonreír, barato ágrafo y barrancoso.
Aunque degüelle núbiles alientos, engargolando nieblas duras, rapaz atroz, cada tiempo infecto, como degollarían los huesos la muerte, yerta, más que eterna más que tierna dócil flama.
Donde riñó al reino la risa, condecorando infames, panteones, lápidas, plumas, agua, aire, incendios ceniza caminos zapatos gritos silencio amargo vinagre largo.
No es ajeno para la espalda, ni para el llanto del tejado, este amarillento intento, que atraviesa párpado y cabalgadura, ya que puede desnudar al hueco, que desayunan las ventanas, en la nieve incendiada del almidón, del cansancio al primer desfile, huracán con pingüinos y canguros, donde dolores duelen duelas, rauda rueda ruda ronda.
¡Si aquella orilla fuera timón!.
Me devolverían la ceguera los topos, con el pico de la noche, donde anidan los muslos del ojo, y acribillan los cristales.
Enjambres de manzanas, y serpientes bailan al corcho, dormido y empaquetado diluvio, de caimanes candados espinas espumas humo números pedazos incansables jardines tabernas muelles escaleras fusiles.
¡Celeste abismo y despeñadero empeñado empañado pañuelo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AVIDRIADO EL RESQUEMOR (Texto Experimental Neosurrealista)
Con las patas en las ventanas están ahogando a los desiertos con los patos y las sequías sobrepoblando los panteones...
Bien abrigados para realizar sus compras de huesos, urnas y ataúdes, frente al peligro como una típica estrategia defensiva del tamaño normal de un reflejo que puede engullir diez espejos dispuestos a reconocer la inseguridad de la vida, refugiados en su viejo cadáver casi de manera rutinaria atando su canoa al semáforo más cercano, dada la multiplicación de las divisiones.
Con la ira del gusano y la ceniza en camisa desvistiendo las respuestas en las palmas y manos de un dátil desayunando falsas mentiras engañado...
Por el bienestar de las intensas nevadas, casi sepultadas en el hogar victimado, por las ausencias que caminan lento, y trabajosamente hasta el buzón, que no imagina lo que siente el hielo, al permanecer tanto tiempo habitando la consciencia fósil, con las innovaciones más recientes, en la protección del polvo de seis metros, y tres gotas de kilómetros buscando al diminuto momento, del vidrio herido.
Dónde el silencio camina dando al recuerdo su música escondiendo todo lo ignorado volando del nunca al jamás...
Por dar la felicidad segura, que de tantos elementos es el gusto responsable, de las funestas consecuencias, que transforman las ausencias en presencias sostenidas, por lo lejano del triunfo que lucha desesperado del rumor enamorado al ser miserable sólo aborrecido por la flora en bicicleta, y la fauna de los trenes rosas, añadidos al tornado, que rugía como un mosquito en cuarentena bajo el umbral del baño vulnerable.
Anhelando salir del precipicio con la leña sin envidia verde brujuleado y sin el mapa ¡Porqué nada es como dicen...!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ANEGADIZO PAPIROTAZO
¡Cuánto me duelen doliendo a las ventanas su rotura su claridad opacando al cristalino desmedro con el esmero natural de tanto nuevo otoño tan viejo en su juventud!.
Con la punta amarilla___Secando al verdor Allá le fuera a encontrar___La misma nieve Al cabo de enfriarse_______El viejo año Por los meses espinas______Nuevo algodón Todos toman la mano_____Otros no tienen.
¿Qué más mentiras deseamos?. ¿Qué incertidumbres nos alumbran?. ¿Qué consuelo al dolor mata?. ¿Qué planta al pié un vergel?.
Abriendo a la puerta sin brazos, en las brasas, apagando al hielo, y en la hiel la miel sin piel… ¡Sólo el arado seco humedece!. En la ira nebulosa al rosal espina, al clavel la mariposa insiste tan dura en amargo adiós.
Un alma en flor la tumba deja, cruzando al mundo impaciente, tanto en solo, un instante, eterno…
¡Cuánta noche cabe en una vela!. ¡Cuánto milagro sin fin es primero!. ¡Cuánta belleza sin serlo siempre!. ¡Cuánto infunde al polvo el aliento!.
La gentileza fresca escasea al mundo de buena espera la paciencia agota… Gota a gota. Si bien se usa… Claro que no. No nace la firmeza sin oficio porque no hay hierbas en la luna. Venus no muere en un amor solo.
¡Si lo sabrá láctea la vía cuando hay!. ¡Ay, ay, en la juventud quema!. Hay, hay menos con el tiempo. En el mundo de los hombres abatidos. ¡Sin remedio tan duros!. Tan abundante, la inconsciencia… ¡Es ahora más y más con menos!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CÁNDIDO Y TRAVIESO (Anticuento)
Llovía. Todo había pasado tan rápido. Las alas brotaron de repente, la puerta empalideció, la nube de humo buscaba una salida. No hay escapatoria posible; la noche reclama a grandes voces un plato de silencio sin los pe- ligros de la luna, asegurando que no va a dormir. Leyó un viejo libro, empezaba a tener insomnio, los ruidos de la calle eran extraños.
__ ¿Pero cómo es posible?.
No podía entender nada, estaba debajo de la puerta, con la pluma en la mano, pero necesitaba de la ins- piración para volar a la ventana. Sin importar que haya aprendido a sondear entre los archivos, y deleitarse en descifrar documentos relamidos. Ahora estaba bajo la influencia del olvido y de la incomprensión a su nueva visión a distancia.
__ ¿Podría acaso escribirse de esa forma?.
Al volver del campo unos cuervos se negaron a escuchar el rebuznar de los asnos inquietos. Después del desayuno frugal la sombra de aquel árbol saltaba entre las hojas, las mesas, y el escritorio, haciendo ruidos extraños, y repro- duciendo el último incendio del panteón cercano. La campana suena a lo lejos, tal vez vaya a misa.
__ ¡Qué absurdo!; Son las once de la noche, y todo se habrá olvidado en una hora.
Una oleada de recuerdos le trae el aroma salado de la playa miserable atrás de aquel volcán. Limpio de adiciones y restauraciones, sin mandarlo remendar por la censura, ni falsificar de acuerdo a intereses perversos.
Dicen que el agua fría está escribiendo cartas al polo, con el anhelo de la nieve enamorada del hielo. Su autoridad deriva de ciertas desviaciones deliberadas que se divierten amenazando ingenuos.
Lo grotesco no es lo incongruente, debe de hecho evitarse en el momento que lo estético se este transformando en estático. Y claramente se este expresando la pared interna de la belleza exterior, invisible por si misma en una sola lectura.
___ Volví a dormir, según me recuerda el techo contrario a la lluvia, acusando a la sequía de estupidez. De hábitos vagabundos y mediocres.
El camino sobre el agua cayó al suelo creando una especie de escenario iluminado en el centro de aquel bosque... Los peces felices pescaban insectos en filas. Éstos últimos no ocultaban su ira, y su repugnancia por el vidrio ; algunos ni siquiera quisieron mirar ni una sola vez al espejo; otros se reunieron en círculos de luz y se dividieron entre las luciérnagas.
___ ¡Asamblea!... ¡Qué se presenten los hombres!.
Los pantalones arrugados contemplaron con gran disgusto aquellas disposiciones, pero no se atrevieron a despertar ni a los zapatos ni a las camisas; pues habrían tenido que ver a los fantasmas de nuevo. La noche se había aclarado un poco. Abrió de nuevo el viejo libro, y leyó torpemente, algunas palabras le recordaban su origen ; sin embargo seguía sin entender... ¡Sí, sí, sin entender, y le molestó!.
___ ¿Serían sandeces o una realidad paralela?.
Creía escuchar con el rabillo del ojo ese olor dulce del pasado alegre. Una perplejidad como esta no hubiera sido imaginable fácilmente si el estilo nada indicara. Observó sus plumas que se empeñaban en volar escribiendo al aire, con la misma imposibilidad del ser. No era, en efecto, demasiado agradable, sobre todo después de haberse sentido humano... ¡Sí, sí, humano!.
___ ¡Sé lo que quieres decirme!... Dijo a la pared colgado del óleo en ese cuadro. En ese espacio policromo de ultramar y bermellón, entre la obediencia inmaterial de los relieves dispersos.
___ ¡Qué no hace falta contarle a nadie lo que nos hemos confesado hoy!... ¡Qué ninguna representación visual permite percibir el molde, el diseño o el estilo de este tipo de relatos, incluso el edificio desconocido de cualquier anticuento que provoque el derrumbe de la realidad que más convenga a la pobreza prolongada!.
Si bien ahora, yo aquí hago lo contrario ; pensó un tanto indiferente, no queriendo permanecer pasivo por completo, ni dejando de ser receptivo o evitar responder.
__ ¿Qué sería de mi si muero después de cinco días?.
___ ¡Así fue el año pasado, y nadie se encargó de revivirme!... Entre tanta hoja y polvo, árbol y mesa, escritorio y camas... No obstante, aquel librero frío es buen amigo, a veces me comprende al sostener tanta enciclopedia y tratado, como también libretas y revistas orgullosas, periódicos horrorizados y demás.
___ ¿Qué eres tú, extraña cosa depositada sobre la imaginación de lectores distraídos o superficiales, y que solo esperan encontrarse a sí mismos en ti?...
__ ¡Déjenme en paz!. Historietas y chismes, noticias deformes, informes distorsionados a precio bajo, letras vanas amantes del engaño, discursos manipuladores, inútiles y serviles...
Durante dos días tuvo la dicha de ser leído, de ser re-elaborado y revivido, de conversar con las pre- guntas y reflexiones, de descansar sus piernas en la fantasía algodonosa de algunos lectores agudos, sensibles, creativos y de especial inteligencia...
Intentó tranquilizarse, el camión se puso en marcha, y la pesada caja fue sacudida; la calle estaba llena de baches, y los encargados de su mantenimiento los tenían bien decorados para las próximas elecciones.
Bajo una luz fantasmagórica las letras se escurrían de las frases, destruían las rimas, los poemas saltaban asustados, la censura aterrorizaba la creatividad más débil, los cuentos volaban por los aires, y las novelas estaban mudas, al salir del nido ya eran fósiles.
A lo lejos, en el camino de la fantasía se oían unas carcajadas burlonas...
___ ¡Nadie te entenderá!. Y nadie, está ocupado en otras cosas. Todo mundo espera leer sin esfuerzo. ¡Comprender por ósmosis!.
Entre lo pueril y lo bárbaro.
Si no es así... ___ ¿Desde cuándo un anticuento tiene vida fuera del texto?.
Y cuantas veces el texto es ininteligible, y corregido de acuerdo a los gustos de las épocas sucesivas, por más decadentes y regresivas que sean, dentro de los avances en otras áreas infames...
___Y ser cándido y travieso es lo que menos importa...
Llovía y llovía. Todo había pasado tan rápido. Las alas brotaron, la puerta empalideció, la nube de humo buscaba una salida... Y la encontró, cuando él murió en el olvido.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ALAMBICADO INTRÍNGULIS
Sobre un lago de sueños largos, anidan blandas las ventanas, los pasmados pasillos, el turbulento entusiasmo, deglutiendo malabaristas malmandados, allá donde los párpados resucitan fábulas, e instantes de plata, e inquisidores encantos. * ** ¡Ni lo pienses!. El fuego ocioso muere solo, y las ausencias permanecen, y el horizonte desaparece, como esplendente portento, como vínculo insondable. ¡Facsímil al culebrear, al lisonjear, al desagraviar, escabroso pululando!. ** *** ¡Oh, lámpara peregrina!. Hierve al destino gris. Desnuda la llama tierna y adversa. Sin encubrir lo intrincado. Sin dispersar demorando, al inusitado insolente, friático, atosigante, viscoso desfiladero, en la ingente ingenuidad del incauto. *** **** Como los relámpagos que lentos huyen, abriendo relojes donde mueren sueños. En las mañanas de seda, de cera, de lodo, en la fuente de los pantanos. ¡Ni lo pienses!. Hielo e hilo es lágrima al desvanecerse. ¡Como ola pensativa!. Como consuelo en las rodillas. ¡Sin futuro!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ENVILECIMIENTO DESMESURADO
Azulada sombra asombra al temor vano, porque al aire arranca su misterio, que de tenebrosa tinta la luz sale, del esplendor conservando las huellas. ¡Entre las plantas que duelen al cielo!.
Lento el suspiro, las ventanas adoran, donde la eternidad palpita y se agiganta, en el ángulo del silicato doble. ¡Tan lindo espejo en su ardor!. ¡Por el llanto que consterna a un búho!.
Las aves de la huerta se fatigan. ¡Ya no cabe más blancura!. Ni hay huevos. El corazón desayuna el olvido. Y calla. Con la manzana del gusano bendita. ¡Y los manantiales se quejan solos!.
Amarga es la limosna de sonrisas, por las humanas carrozas del estiércol. Se difunde grata y se desata. ¡Hábil!. Y ningún desenfreno es igual a otro. ¡El sordo golpe camina de espaldas!.
Los retos solo lanzan los retratos, donde el foso se agiganta jugando, en la noche de férreas lámparas, al venturoso vuelo del martirio. ¡La piedad y la injusticia vomitan juntas!.
El suelo malhumorado mal muere, reclamando la imprudencia al agua, con la voz del vegetal desgreñado. ¡Un cordero se afana!. Y ríe un pescado. Las velas ofrendan al barco. En la arena.
El sueño duerme sin sombrero. En la luna. Un breve instante corre. De cabeza. Y la luz herida olvidó la sombra, el himno encarnado en la tristeza. ¡En una legión de nudos ágiles!.
La bruma abruma el pecho abierto, y la cuchara devora el hambre. ¡Injusta!. Por el rostro melancólico del Tic-Tac. ¡Las piedras preciosas no son dulces!. Y las ausencias buscan donde instalarse.
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Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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NUDO DE ESPEJOS Autor: André Bretón Francia 1896-1966.
Estudió medicina y trabajó en hospitales psiquiátricos durante la Iª Guerra mundial. Desde muy joven trabó amistad con importantes figuras intelectuales de Francia convirtiéndose en el gran impulsor del surrealismo y el dadaísmo. A raíz de la IIª Guerra mundial, se radicó en EE.UU. donde fundó en compañía de Marcel Duchamp, Marx Ernst, y David Hare, la revista "VVV". En 1941 publicó el Tercer manifiesto surrealista. Regresó a Paris en 1946, dedicándose a mantener vivo el movimiento surrealista.En 1921 publicó su primera obra surrealista, "Los campos magnéticos", en la que exploró las posibilidades de la hipnosis. Colaboró con Paul Éluard, Louis Aragon y Philippe Soupault en la fundación de la revista Littérature. Esta obra es Versión de Manuel Álvarez Ortega.
Referencias interesantes... https://www.youtube.com/watch?v=fdKOoUAdta0 https://www.youtube.com/watch?v=G3HfutP4jds https://www.youtube.com/watch?v=zeTcx0adoM8 https://www.youtube.com/watch?v=T4lGPHYz4Sg
Nudo de espejos
Las bellas ventanas abiertas y cerradas Suspendidas de los labios del día Las bellas ventanas en camisa Las bellas ventanas de cabellos de fuego en la noche negra Las bellas ventanas de gritos de alarma y de besos Encima de mí debajo de mí detrás de mí están menos que en mí En donde sólo forman un único cristal azul como los trigos Un diamante divisible en tantos diamantes como se necesitarían para bañar a todos los bengalíes Y las estaciones que no son cuatro sino quince o dieciséis En mí entre las cuales está aquella en donde el metal florece Aquella cuya sonrisa es tenue como un encaje Aquella cuyo rocío al atardecer une las mujeres y las piedras Las estaciones luminosas como el interior de una manzana de la que se hubiera desprendido un trozo O como un barrio excéntrico habitado por seres que están en combinación con el viento O como el viento del espíritu que de noche hierra de pájaros sin límites a los caballos con ollares de álgebra O como la fórmula
Tintura de pasionaria {aa 50 cent. cúbicos Tintura de majuelo {aa 50 cent. cúbicos
Tintura de muérdago 5 cent. cúbicos Tintura de escila 3 cent. cúbicos
que combate el ruido del galope
Las estaciones rehacen malla a malla su red que resplandece con el agua viva de mis ojos Y en esa red todo lo que he visto es la espiral de una fabulosa caracola Que me recuerda la ejecución en recinto cerrado del emperador Maximiliano Y todo lo que he amado es la rama más alta del árbol de coral que será fulminado Es la estilográfica del reloj de sol a las doce en punto de la noche Lo que conozco bien lo que conozco tan poco que préstame tus garras viejo delirio Para alzarme con mi corazón a lo largo de la catarata Los aeronautas hablan de la eflorescencia del aire en invierno
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Poeta
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Ventas con yerros
Muchos querían un hijo mejor. Uno tienen respirando. Muchos se pierden por el desierto ahora. Del lunes nublado años ignorando.
Los vi decir, al final de la escalera, deshojando al hielo sus ojos. No, ya no, por favor el pez se seca. Con la paz y las carretas muerta. Muchos querían a los gusanos. Muchos al oro adoran. Muchos, muchos, alfileres retuercen.
Subí al bajar el sol asombrado. Y vi velas sin barcos en caballos. Desgajando al olvido flores de piedra. Girasoles abogados, y rostros en grietas. Id, buscad, los caimanes saben el camino. Ellos al morir, saben recoger cenizas.
Saben que no saben, de viernes con hambre. En los ataúdes, hojalatas destejen camareros, del camarón arrastrando cada corriente. Nadie debe huir, con la carne del eclipse en las ventanas, llenando una copa cada lágrima.
Espero, pues, al diminuto crimen sin traje. En el mar con los témpanos. En las ortigas, y en las cicutas. En los desfiladeros y buitres Rendijas decoren máscaras. Que sin sueño ensillen las moscas . Que los sapos sepan de cepas nocturnas.
¡Qué el fango desclave faroles!. ¡Qué los helados queden sin guano!. ¡Qué haya pezuñas acribillando espadas!. ¡Qué no sobrevivan huevos en la garganta.
Así, la corbata puede ser falda. En el volcán al vestir su corcho. Con enjambres donde algodonan huesos. Aunque cada tambor cruce muslos magro. Y una tortuga vuele bajo la puerta. Por descuido de la manzana mojada delante. ¡Ay de todos!, ¡ay de silencios! ¡Ay de miles!. Aquí, allá, más con menos, todos sufren. Nadie, nadie sangra. Del alma prostituyendo al aliento.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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FANTASÍA DE UN CANTO NUEVO
Los tristes desayunos, alfombraron las jorobas, del sol por la montaña que vino, ebria del añejo desierto bajo el zapato, que aprieta la pálida faz estrellada, que aprieta el azul terrestre augusto, del trilobito indefenso en licuadora, con el aderezo del dolor del taladro, con el humus del vítor del cedro, y los alaridos terribles del monitor, ancestro seguro de los apantallados, sin cayos ni julios ni diciembres, yertos por el pasado olvidado, del barril en el carril servil del aplauso.
¡Oh, días que asesinan!. Que asesinan, que asesinan, que asesinan. Semanas, meses, años, lustros. En un siglo de corderos en la cocina. Y en la ventana palomas. Y en el suelo serpientes. Y en el techo patos.
¡Créanlo, créanlo, créanlo, créanlo, créanlo!. Mil millones de ojos y orejas y pieles y pelos, de la materia gris se han olvidado. por los hoyos negros celestiales. de la láctea vía fuera del vaso. del jarrón de la vitrina y letrina.
Bien lo saben la luna y tanta estrella, en la noche de los insomnios verdosos, en la tarde de los ecos amarillos, en la mañana de los ojos rojos.
¡Porque cantan, cantan y cantan!. Ranas y camaleones. Al buitre y la hiena.
Llena, llena, la luna llega, con un zapato caliente, con un zapato caliente.
Enseñando una calavera, enseñando una calavera, danzando brujuleada danzando.
Llega, llega, como un cordero de arena. lleno, lleno, como un alfiler polvoriento. Llena, llena, la luna llega.
Y en cada mano le hierve un eco, enseñando una clavera, enseñando una clavera.
Con el viento disecado en el vientre. Danzando brujuleado danzando. Con el talento alojado en el diente.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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