Cuentos :  En la ciudad flotante
EN LA CIUDAD FLOTANTE

Nunca se sabe cuando las noches lejanas
vienen del futuro tras de ti,
tan violentamente lentas son las...
películas diminutas qué guardas en la...
memoria de la cámara refinada, digitálica,
con las rodillas en el micromotor lumínico
alrededor del pasado, pálido lamento inútil.

Salían las palabras mecánicas, sin ritmo,
ni entonación, frágilmente seductoras,
blandas, en una lágrima brillante, restaurada,
por la mejilla, metálica, de una arruga tierna,
y en las caderas transparentes, oleosas, firmes.

Así fue. En la ciudad, qué flota por los tiempos,
en los espacios de húmedos sueños dócil,
flotante, antes relegados por las cumbres,
analógicas, entre dos elementos opuestos,
en una síntesis de procesos inductivos.

Se
Veía, imaginando, los mínimos orbitales saltando
cuánticos latidos en el bajo vientre vertical, pulsando.
En el espejo cóncavo y cuadriculado del fondo, flexible,
en el borde ajustable del encarnado traje..

Seguí mirándola a medida que avanzaba,
y pensé, creo, en la irrealidad de la...
sonrisa... En una isla, solos, con la energía,
fotónica, abotonada, desnudando tres lunas,
en la fresca miel de fresas noches, entre las botellas,
añejas, del placer, libremente endodérmico, pleno,
morfinesco, en cada molécula móvil y termoestable,
acompañados de brisas juguetonas, en la piel de las
olas. Como eran espumosos, los montes de Venus,
en un elixir concentrado de "Afroditas y Mauinas",
al volverse instantáneos los universos quedaban
fundidos, en una enorme fisión, en cadena desencadenada,
y el tiempo se contraía y el espacio en expansión,
aparecía pequeño, en este momento, aparecía diciendo.

Ginecoide, casi humana.
¡En el momento qué usted lo desee!.
Solo piense en ello y suspire profundo.
Es un viejo truco, electrónico y minúsculo,
pero teletransferido. ¡Qué registro, ecográfico y micrométrico!. Y el mecanismo automático se autolubrica. Usted sabe.

Durante el breve viaje apenas intercambiaron palabras
y algunas frases convencionales.
Las relaciones biomecánicas, humanoides juveniles y
las termogénicas androides, no eran tan rápidamente
ensamblables. A pesar de sentirme impulsado a ser
tierno con ella___Pensaba, bueno, creo, qué pensaba,
ó sentía el aceite multigrado en un tono enrojecido, cercano.
Y especialmente para que en sus profundos circuitos de recubierta endorfínica auténticamente humana en su origen, no se sintiera desamparada.

Entonces fue cuando escribió él.
El último renglón..

En un telón del teatro nebuloso, le temblaban las manos,
el aliento ardía, en el vientre bajo un volcán submarino,
polar y estrellado, fijo en los puntos del cosmos conocido...
Y dejó, respetable la colección de...
"Astroerótica ficción androide".

¡Yo no creo en Venus, ni en Eros!.
¡Solo soy un ingenuo Cupido cibernético!.
Con todo lo flotante de esta Ciudad, sin nombre,
perdida entre microscópicos teleféricos dementes.

Y creo, voy a contarles, tal vez lo entiendan.
¡Creo recordar, ó localizar el archivo en la llamada perdida!.
Éstas. Pulsátiles. Líneas. Versátiles. Datilescas.
En ese microcósmico y orgasmático instante.
Lo escrito.

"Los universos quedan reducidos a fuego.
Volcánico
Al instante derramando
Se esculpe
La eternidad anhelada
Cuando
La sonrisa nieva insaciable
Y en el fuego helado el vapor renace
En
La belleza bajo una flor madura
En
Lo agudo.
¡Queda invisible reposando!.
El amor inmaterial.
Dónde...
¡Las transparencias, destilando, arden"

Y cibernéticamente el Nuevo Cupido,
regresó a la pantalla.
¡Nunca se sabe, en la ciudad
flotante, las noches lejanas...
Vienen del futuro tras de ti.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  En la dimensión catatímica
EN LA DIMENSIÓN CATATÍMICA

Solo el aire suprimía la discordancia de los
tiempos, lógicas contradictorias de infancias
añejas pero válidas en su espacio, y las fluctuantes, periódicamente, al ritmo de las
tendencias existenciales, en la investigación empírica, en la soledad más teórica qué pura.
Cruzó a ésa dimensión.

Entre la ficción helicoidal el corpúsculo giraba,
grácil, auténtico, sin periodicidad, tan alegre
como infructuoso, dónde los dígitos irregulares
dejaron de verse, en la trayectoria del lápiz...

¡El espacio se doblaba, la luz perdía velocidad,
y una obscuridad brillaba bajo la cama!.
Y tanto, más especulativo qué espectacular, la tarde cobijaba el solo arrullo del parque cercano,
por el aire, mientras reflexionaba, ondulando los
ruidos de las hojas secas.


Se decía, y algunos despistados lo llegaron a creer,
la iniciativa audiovisual logró editar virtualmente, el interior de aquélla época, imaginaria de un desequilibrio ligero de acordeones,

en los últimos años luz, según la teoría de las
cuerdas de la nueva guitarra, con una regularidad notable, y sobre todo, por el efecto ámbar, y la sirena incontenible atrás de la ventana.

¡El ánimo cambia, el pensamiento brilla y nubla, el sentimiento deja de ser hielo y vuela!.


Pensaba en el efecto, ámbar del techo al piso,
vibrando en la catatimia transparente, en la
dimensión a la vuelta de la esquina, redondeando los agudos planes de plenas planicies en escarpados bosques matemáticos y un sabor a geometrías nuevas...


Leía en pausas la nueva revista y la pantalla penetraba su ser imaginando, en papel y lápiz...
Ahí...
Sentía cansados los párpados en las ondas frías de la playa, últimamente descrita en Urano, de la que se había enterado en su viejo trabajo.
¡Sí, ahora estaba seguro!...

Era una especie de curioso efecto, qué a mayor velocidad le restaba energía... (Sonreía al pensar en una tableta azul de rara forma).
Y en unos momentos, volvía seriamente a pensarlo.
Tal vez sería la taquicardia última fantasía del corazón biomagnético colocado en su hombro derecho en aquel microchip subdérmico...

___Se decía, tranquilizándose.


No así, en la profundidad encefálicamente noble.
Dónde parecía ser tan débil la señal del axoplasma, movido con una voluntad suave y tenaz.
¡Debía controlar, bueno, más bien regular
razonablemente los taquiones, y éstos a su vez,
uno que otro latido, extemporáneo se salía del
oscilómetro!.
Sin bien, la cabeza dolía con frecuencia y el mar
mecía olas entre sus cejas como un barco sin velas, le velaba la visión cegando lunas y estrellas fijas, al limpiar el telescopio cercano.

Pero, he aquí, lo de importancia suprema.
¡Ya no era el mismo, dentro de sí mismo, en esa dimensión, espiral, pulsátil, agridulce, ácida!
Sin embargo...

En el fondo, al reposar, la energía de su vacío no era mínima, y podía fabricar, y lo hacía...
Un nuevo espacio-tiempo, propio, individual, compartible a voluntad... En distantes y
paralizados campos, con un pequeño impulso sin causar su decadencia... Luego, ¡zaz! y el campo energético relucía de sueño a sueño en realidades materializadas...


___De pequeño, dejó de creer en espectros, pero
ahora, en el espacio electromagnético, en las geometrías No-Euclidianas, en el interior adolorido y enfermo de su vieja alma enferma.
¡No había logrado gran cosa!.
¡Le quedaban aún otros recursos, lápiz, papel, plumas, y treinta toneladas deseosas de cambiar la realidad adversa!.


Cerró lo ojos, y la condensación de los taquiones por fín había logrado.
Y después, todo fue tan diferente.
Entraba y salía, en la dimensión catatímica, a voluntad, regulada, autoconsciente, como lo hacía con las realidades fragmentarias qué chocaban a su alrededor en las personas que lo conocieron.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  En la cruz vidrio
EN LA CRUZ VIDRIO

Había dejado toda su arena en un granito.
Por las turbas degolladas, de renglones,
pálidos, de mostaza en una época, de muchos,
de jóvenes sacrificados con flores y al amor
de goma, y gas naranja, libres protestaron.
¡Libres fueron solo de morirse como ahora!.
¿No está ya escrito?___Escuchando a veces el
viejo rock, en grandes avenidas a go-go...
En el vidrio, en la ventana, al frente, había
una cruz atravesada por muchos olores de otros
tiempos. ¡Qué a repetirse vuelven!.
En el bosque, siluetas de roble, pajas de un
ojo, semillas plantadas sobre asfalto y metal
de plomo ardiente penetrando carne humana, por
las órdenes de los cíclopes nuevos. ¡Antropoides!. Fabricando una enorme calenda.

En la cruz, bonanza de lápidas, tiernas tardes.
Hay, vidrio, pensaba, como un viejo plástico, antes del reciclado desbordante despeñadero.
En las sombras perfumadas, frescos murmuran,
las revistas, libros viejos, historias cocidas
por el agua parpadeante de los puntos rojos con
los pómulos hinchados, como un lagarto que se
zambullía una y otra vez, en la pobreza desayu-
nando hombres inmutables ya en las bibliotecas,
oxidados se arremolinan las cabezas que los re-
cuerdan, solamente de niños, al fondo de manos
curiosas. ¡Años de colores, pelo largo y mini-falda!. No, ahora no es igual.
En la red las estrellas son opacas, se protesta
con un dedo, se controla el universo con un "click", que retumba en una cabeza hueca, y des-almada pródiga, que alimenta fantasías llenando los
bolsillos del saldo que hace del aire al tiempo,
y las memorias. ¿Qué son?. Nuevos dispositivos,
más allá del disco duro, portátiles, volátiles,
se compran, se venden, se llenan de virus y a
veces...
Por pequeñas fallas se localizan en alguno que otro cerebro humano, que es habitante virtual
del espacio inexistente, con la virtud más elevada, en la soledad menos que electrónica,
en esa soledad que corre más libremente frente
a una pantalla, y demás espejismos de avances que
sufren en segundos, y lloran por una cucaracha.

¡Vidrio!. Vaya nombre, pero esa había sido la voluntad de la abuela al registrarlo, como su
hijo de 75 años.

En la Cruz, el poblado más cercano, tras la puerta del cuarto que a veces funcionaba como
oficina y otras, era una cantinilla ingenua,
que confusa hacía la misma perilla de esa puerta.

En la mesa, en el ciberespacio fantasmagórico,
un viejo ratón, la música, la presencia desnuda
del monstruo del cuello blanco, asesino multiforme, plaga, enredadera en las entrañas de
las paredes y los puentes al inframundo menudeaban. ¡Es obsoleto morir naturalmente!.
¡Hay qué estar actualizado, secuestrado, extorsionado, y sobre todo aterrorizado, así se logra controlar hasta el último cabello si quedara algo más allá del hueso pensante!.

¡Cruz, cruz!. Decía vidrio, que se vaya todo el plástico y regrese la madera reciclada.

Era uno más, millonario del desastre, cientos de
veces, miles de ausencias fingiendo olvidar.

Y culpando, al pterodáctilo organizado, en rebaños, en recuas, en parvadas, organizado
en bancos, de peces, en las fauces de ballenas,
sin recato, en la cruz de mantarayas. Vidrio,
sí, él, el Vidrio, como un heliotropo infunde

esperanza. Pero... El silencio es porcelana en
camisa cargada de malos presagios, en las castidad
de los fantasmas. ¡Creyendo en las urnas que
guardan cenizas!. ¿Sirven acaso para guardar otra cosa, o dar esperanzas de otra vida cuando
ya no se tiene?. Y botan solo las pelotas en las
infancias yertas, al elegido del cementerio.
Vidrioso tiene cada ojo la paja y la viga aplastó un camello al entrar sin pedir visa en una aguja. ¡Y todo por el amor de un click!.
Casi pensaba con las rodillas, en las botas, solo
las pelotas botan, compradas, por un rato, por las más grandes ratas, aunque luego de desinflarse
las urnas de las cenizas. ¡Los pterodáctilos eran organizados culpablemente almendrados!

Y en la cruz, se calman, con unas bellas flores,
una caja brillante o una pequeña urna de barro,
bota la arena dentro de un hoyo tierno de olvido.
Y después, de las urnas, recogen sus cosas los
reptiles de los comicios, y la bondad de verdades
absolutas cubiertas de plomo hemoglobínico al que
lo dude por un pequeño pelo. ¡Vidrio, plastificado!. Parece lo que nunca ha sido.

En la cruz, vidrio, hay borregos hambrientos, lagartos, hienas dulces, sapos
blancos y langostas en los campos minados y el
dinero escasea sin mucho trabajo, solo en unos cuantos que se pudren en él, como podrida el alma y toda la piel de una sonrisa vana y ávida.

En la calle, ofrecen medicinas a los cadáveres,
pensando, quince minutos antes de iniciar la nada,
o la escuchan, pocos, en la venganza del plástico,
del vidrio en la cruz, que esperaba su madera de
los bosques arrasados, de los amos de la vida de
otros esclavos, explotados, desarmados, ignorantes
encerrados, con sus redes, aislados, más asociales
que nunca, y quién lo diría, muchos enormemente antisociales humanitarios de un dedo en un solo click...
Con toda la tristeza bajo la piel y la violencia en ágiles dedos salvando al mundo, ingenuos de nuevo cuño.

Los pterodáctilos atacarán de nuevo, en las películas, de caricaturas en la isla que piensan
los olvidados harapos. En la unión de las urnas,
¡Solo cunde la ceniza!. ¿ Qué esperaban?. Un ataúd brillante sale enormemente caro y todo lo demás... Bueno, botan las pelotas, botas raídas.
Pero, la honestidad. ¡Hay de ella, nadie la conoce!. Y nadie fue acribillado ayer.

Sin embargo, quedan muchos otros nadies. En la cruz
vidrio piensa. ¡Pero, sé que nadie duerme, y quisiera morirse en otro lugar, sano, tranquilo, tomado en cuenta, respetado por los corderos balando lobunos y coyotescos!.
Pero nadie, bota su pelotilla, aún piensa que será alguien alguna vez, el primar nadie de la historia que se fabrica clones de algo más.

¡Jamás será nuevamente engañado, imposible, en su
ancianidad ya tendrá una jubilación a los sesenta y cinco años después de fallecido desde el hijo al hermano con muchos nietos.
La cruz, vidrio lo recordará por siempre, si antes
el pterodáctilo organizado no lo secuestra, o provoca un eclipse en su misma alcoba, o teje una capa de ozono, con las manchas solares al derrotar
los virus de la influenza, y la peste pide perdón,
en fin, el pterodáctilo organizado es un fabuloso
ser que todo abarca.
¡En la cruz, vidrio se creyó plástico!. Y desde esa época vive en las tarjetas, victorioso.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Corazón transgénico... (Anticuento Fantaciencia)
CORAZON TRANSGENICO

Discutían en aquella astroconferencia
varias confederaciones de fotones
y directivos multipotenciales plasmas
marginales de las primeras nebulosas,
latiéndose microscópicamente incómodos.

Para el común de los retrofuturos era cada vez
más abstracto y difícil vivir de recuerdos
congelados en el humo cósmico. En el mismo
tórax del metaloide gaseoso de las aurículas
eran en realidad un obstáculo cada vez más
lento de pasar por el oxígeno radioactivo.

Pues en los colalveolos los cristales se adherían
a cada enzima de restricción, deformándola a
su vez, y alteraban los radicales apasionados
marcándolo todo con infrarrojos deseos inter-
mitentes, lo señalaban como lluvia de estrellas
rodeando un agujero negro.
El flujo de energía hacía y deshacía tejidos
funcionales convirtiéndolos en celuloides fan-
tasmagóricos... Al penetrar pupilas y dejar
su marca indeleble en las retinas desmontables.

¡Oh!___Este nuevo corazón transgénico me ha
traicionado. ¡Me ha traicionado, me ha trai-cionado, el alma me duele el amor de ha ido!
¡Oh!___Este nuevo corazón transgénico de mí
y de ti se ha olvidado, se ha olvidado.

Resonabaaún, en los rincones apartados de planetas nuevos y viejos sistemas solares, pantallas telemétricas y programas teledirigidos, era una ancestral canción cibernética muy popular en su tiempo reverso, de transformación, semiespacial, con tintes de sentimentalismos.

En el corazón transgénico, tardaron mucho en aceptarlo. La regeneración espontánea y las
hojas embrioplásticas helicoidales no tenían
ys significado, la masa de datos qué se manejaban
en la circulación periférica es amorfa y fortuita.

En un campo de fuerza danzaban las notas, unas
palabras transmembranales y la luz vibrante de
un corazón original en su silencio absorto.

Pensaban con estricto apego a una lógica matemá-
tica, y en la interpretación ontológico-estética
de un suspiro...¡Era la misma confederación de
la ignorancia más radicalmente artificial en los
sillones flexibles e invisibles bajo el trasero!.

El resto del cuerpo no estaba más sensibilizado,
y ella.. ¡Oh!__Qué bella con sus extensos valles,
es como siempre la memoria, que solo quedaba en
la piel grabada unos milenios instantáneos.
En cada constelación, los millones de cálculos
inteligibles a los iniciados solo confundían más.

En el corazón transgénico, así lo mostraron cientos de veces las pruebas teletransferidas
en más de diez mil galaxias, los anhelos se en-
roscaban, los enamoramientos eran un amasijo
molecular sin sabor, en los claroscuros espiri-
tualmente amorales y transtemporales. Quedaban
prácticamente como literaturas de archiveros
líquidos en nanoradicales subatómicos de emocio-
nes volátiles amargas, líquidos ycataratas en
cientos de miles de siglos luz a la redonda.

Todo el amor,y su múltiples fases, procesos, clases y divisiones, eran un asco en la reflexión
deformada de la raquítica consciencia, y sus
diversos elementos se mezclaban con viscosos
apetitos del vientre lácteo y volátil impreg
nándolo todo un sabor nostálgico de gluones,
si, de gluones, copias de la fructuosa ancestral,
del nivel molecular en su versión subatómica cor-
puscular. !En eyecciones retrógradas y vesicales!.

Es el gran dilema... ¡Un misterio, sin dejarse
autocomplacer, dijo un retrofuturo al final!.

"Aquí está toda la transgenicidad teleológica
y la especulación de aquéllos abyectos seres
qué distorsionaron la evolución bioeléctrica
en el macrocosmos, en aquél planeta, hoy desco-
nocido en los anales interestelares, más fan-
tásticos, tejidos con las infinitas falsedades
y datos qué dejaron como rastro escrito"

De unos ojos celestes caía la brisa
en una infinita lágrima
como un océano sin
comienzo detrás
de un mármol.
¡Secreto!.
En el secreto descubierto del alma noble en los
momentos más sublimes... Del alma humana, alguna
vez en su tránsito por el espacio.
Ahí estaba, en la pasión sublime de la ceniza
de los humanos recuerdos, en la frente de una
diadema, flotando en aguas y vientos, se decía,
con un ritmo melodioso al oído atento, y qué
al mismo destello estremece con el canto.

Con el canto del espacio
Espacio en la mirada
¡Qué al olvido, cautivo, cautivó, cultivándolo!
En la mirada qué inventa sueños
Y veda con frecuencia realidades.

En... El... Corazón.
Transgénico inútilmente , el ritmo la misma
noche duerme, la mirada, solo teje retinas áridas,
el aliento, concreto, realmente materializado,
seca cualquier fruta aún la prohibida y la permi-
tida involuntariamente. Y el tacto es rugoso en
la hermosura ausente de una isla abandonada.En conclusión, se dijeron:
"Nada puede hacerse en el umbral de la muerte.
La consciencia yace. Y hace telarañas¨.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  La primera regla
LA PRIMERA REGLA

Centelleaba antes de materializarse
en aquel gigantesco museo de...
anillos gravitatorios.
Estaba,
encriptada con cadenas de aminoácidos,
y al fondo molecular del pasillo en él,
párpado del humanoide
que acaso
ignoraba el significado primordial
por diez milisegundos, legiones de
historias tenía acumuladas en
la macromemoria de hilos frágiles,
en la consciencia biomecánica
al momento de penetrar la
telaraña
del tiempo y tener la oportunidad.
¡De ver la primera regla!.

¿De piedra, hueso, madera, barro recocido?

¡Vaya!___Estaba empeñado en
admirarla, hacía tanto que
se olvidó de sí mismo, entre
las guerras impulsadas por
los instintos colectivos

de civilizaciones colocadas
ahora en los tableros tridimensionales

de las vitrinas holográficas...

Finalmente se sintió robot de nuevo,
y un estremecimiento recorrió cada
fibra óptica de sus latidos rítmicos.

Bajo la superficie deambulaban
asteroides peligrosos y manipulaban,
casi toda la comunicación en los
depósitos del cuaternario volumen
apergaminado con unos extraños,
caracteres. Al menos dos
cientos de veces había
intentado
comprender las figuras humaniformes
parlantes. que explicaban de
medidas, en metros y millas, de
metales plásticos y rectangulares
artefactos.

Movió al silencio con cautela,
en el océano de sus dudas,
como puntos luminosos y exploradores,
y navegaba su visión transdérmica
sobre unas palabras.

La primera regla. ¡No era material!.
Era una idea, que había estallado
en un millón de pedazos en...
Mil mundos y de ella
quedaba
una estela tenue que tal vez
pudiera ser útil.


Leyó y una sonrisa atónita
iluminó ese instante...

"La primera regla es no dañar"


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  El pobresor digital
EL POBRESOR DIGITAL

Los primeros siglos de la noche se han ido,
y aún faltan tres segundos más, primero,
para llegar al cementerio de los planes
y planetas deshabitados por cada si, pero no,
le había dicho el día anterior un sillón cobarde,
entre lentes fugitivos y con el crédito por el suelo.

No obstante, meteórico y eufórico, estaba adelante
del milenio de esfuerzo camaleónico, donde ha
dejado de ser un topo equilibrista y astrónomo
de cátedra derretida...


El espacio ya no es como lo recuerda,
curvo y azul-negro, ir viendo añejos centenarios buhos
lo dejó paralizado en un soplo bajo la puerta invisible.

Pues había vivido al final del Pleistoceno, oh, los huesos
del Mamut recuerda, con unos treinta mil apuntes,
la nieve, el hielo, y los recibos por pagar de la renta.
Nada decían papiros, pergaminos, tablillas de arcilla
recocida con el refrigerador a medio llenar,
tal vez,
se decía, eran códices e inscripciones por descifrar,
en las pupilas desgastadas, en la memoria de los dedos,
no tan ágiles como hace dos mil siglos, en los cuentos
de ciencia ficción qué escribía...


Meditaba frente a la pantalla.
Entre somnolientos lápices y grafíticos renglones
antiquísimos... ¡Sí, es cierto, y muy serio se veía
frente al viejo espejo colgado en el rincón de su
cuarto!... Religiosamente se decía: En la explosión
del Cámbrico la historia de la vida carga en su
maleta quinientos treinta millones de años.

Por su ventana había un pequeño dinosaurio,
sonriente, y él, era el último sobreviviente con dos
toneladas de fantasía organizando una defensa
galáctica contra todo cuadriculado razonamiento,
montado en su caballo de madera, con cabeza
de mamut. !A veces, sin embargo, se transformaba
en la escoba tirada en un viejo bote de basura!.


El, pobresor digital. ¡Nadie lo creería!.
Ahora estaba desempleado y la noche anterior
había soñado una gran fila de puntos rosados,
palpitando adolescente entre unos biberones
y se decía: ¡Claro, son unos amables y sagrados
cenotes del antiguo Yucatán!. Pero... Y si el
volcán tiene faldas nevadas y se derriten. ¡Claro,
el bosque de Venus aparecerá enrojecido y el
calor me despertará de nuevo!.

Mi almohada. ¿Dónde está?.
¡Se ha perdido!. No la encuentro.
Buscó bajo la cama, y ahí estaba,
su viejo balero, empezó a jugar,
de nuevo. Y luego. ¡Salió de éste cuento!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Leyenda mineral... (Anticuento)
LEYENDA MINERAL

Era mi primer nacimiento, dijo, la
sombra relampaguendo a lo lejos,
en la vela del barco por inventarse,
siglos después de esa edad de pie
dra, nueva noche antes de la luna
bajo el roble hospitalario.
¡En la forma tubo, de ensayos miles,
de aquél ralo nitrógeno fosforescente!.
De los progenitores las preguntas
vestían su piel delgada y sintética.
¡Estratégica pipeta micrométrica!.
Seguramente flexible a las retinas
del viejo lasser, verdoso, en las capas
embrionarias veredas fijas en la mi-
rada calculadora del espacio.
¡Estrecho de un segundo luz!.

En las letras químicas eran las
emociones grabadas de renacimientos
en un cajón vacío lleno de polvo,
ya sin aliento, saltando, enmanzanado,
con el olor prohibido sabor placer,
repleto de cortinas incandescentes,
centelleantes las insinuaciones,
de culpas ignoradas, volúmenes,
sin escribirse de atentas solicitudes,
y súplicas de optimismo en blanco.

La última muerte, sofocada, débil, inaudible.
¡Semejaba la palidez sin nombre!.
Era la nueva leyenda descubierta,
al fondo del diamante caído.
Entre el inmenso meteorito
palpado con el pensamiento inquieto
del curioso paleógrafo holográfico
del tamaño de un androide clonificado.
¡El plan maestro de la muerte circular,
fallaba, más allá de los dados!.

Dijo, gesticulando ante la dudosa pantalla. ¡Aquí puede leerse, sin
duda, sí, puede leerse y decodificar
íntegramente la corazonada matemática,
del conjunto arquetípico del primer reino!.
Seguido después de la vegetal razón.
¡Qué añejaron civilizaciones, extintas,
ancestrales y más aún las actualizadas,
empalizadas y espadosas, todas al final
previsto, se autodestruyeron!.

Entre las partículas inestables,
brotaban en caracteres crípticos,
unas palabras de la leyenda.
De la mineral leyenda.

"Y el carbono amó al oxígeno.
Y el hidrógeno al nitrógeno.
Y el diamante se hizo.
¡Puro al final!.
En el corazón del cielo en la tierra".
Y...La humanidad genuina, unida es sueño...
En esta mineral leyenda.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Reconstructor de mundos.(Anticuento Fantaciencia)
Reconstructor de mundos
(Anticuento Fantaciencia)

El último millón de mariposas enterradas
en la bruma del museo de cera abejeada,
desfilaban frente al digitalizado recuerdo
del planeta dos mil años atrás.
Esta vez, la solución encaneció una tumba
verde, acarreando la tierra en frascos,
herméticas cápsulas, por la carretera
del tiempo líquido amablemente empaquetado.
Había copiado gen a gen, vertiginosamente
una oruga de muestra completa
desorbitado por el asombro contó.
¡Noventa segundos del espacio primero
luego, indefensa parecía serpentear por
el viento tibio, de la brisa diseñada
virtualmente en la cumbre de una
margarita, entre nubes rosas y amapolas.

¡Reconstructor!... Reconstructor lo llamaron
del centro rector, esperando la peculiaridad
del sentido del equilibrio en la luz "artyfy",
claramente artificial, del sistema hiperneurónico,
y la sensatez del vacío a cero absoluto.
¡Si, en los análisis variables, en cálculo infini-
tesimal, y desde los niveles subatómico al astro-
nómico, cuántico abstracto!. En el interior sen-
sible del macrocerebro autoprogramable.
¡Reconstructor, una esperanza remota actualizada!.
Fue como decidir un tipo de inversión, reconstruir
aquel mundo agónico, pensando en la forma de...
Asegurar humanamente los fragmentados futuros,
dispersos en el tiempo complejo, un poco abajo
de la octava dimensión, aún en exploración la no-
vena, arterialmente lejana e hipotética ahora.

Pedían con frecuencia reconstrucciones
imposibles sobre datos falsos, distorsionados,
la mayoría mal definidos, y con expectativas
egoístas que beneficiarían sólo a unos cuantos.
Eran tan imposibles, como programar valores
antitéticos, asesinar inocentes, y sin culpabilidad
hacer el honor, controlado solo a los pavorreales,
cálculos helicoidales de agresividad de una espe-
cie de gallos, y transregularlos al genoma humano,
sin que fuera detectado por microondas, y para
mayor exactitud, los depósitos legítimos del cuello blanco de buitres, hienas y gusanos, bajo la apariencia de cuerpos humanos regulares.

Pedían y pedían al reconstructor mundos mejores,
perfectos, del pasado y del presente, con uno
seguro más allá de miles de muertes cúbicas,
al grado de permitirles administrar miligramos de
confianza, balanceada en capa entérica, y más
aún en ambientes hostiles y deformados.
¡Ah!___Y con sucursales en varias nebulosas,
pero en cobertura intracelular.
Estaba débil en aquélla probeta utópica,
combinaba gotas de sueños, planes dorados,
perdones en alta concentración uniformes,
programas fluidos de fidelidad y cariño dulce,
con ámpulas de bondad, y varias tabletas de
buenas intenciones. Mezclados en un corazón
esterilizado convenientemente, y centrifugado.

¡Basta!___Se dijo, absorto en sí.
Nada puedo aligerar del peso (concreto y simbólico) de radical importancia en la memoria,
sin destruir la realidad del mañana, que ya ha
sido y comprobado miriadas de veces.
¿Cómo caminar en el piso de la nada?.
Casi un pebetero seco y teórico, sobre las bases
deformadas de omisión y descaro, poder sin razón,
del grande sobre pequeños, enriquecidos uranios
con humildes barros y pajas... ¡Son indistingui-
bles en cualquier sistema idolátrico electrónico,
aún en los microsistemas de campos analógicos, ya
estepas en el fondo ondulante de los desalmados
metales, y carbonos sulfúricos celestiales!.

¡Reconstruir acaso mundos!.
-¡Que nunca fueron !-
" Edificar la gran verdad, de las infinitas mentiras".
___Se vio... Inmundo, y se desintegró,
desolado, en las alas de su propio inframundo,
y desapareció por siempre.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Viaje al corazón... (Experimental)
VIAJE AL CORAZÓN

La circulación fogosa se cierne sobre
los brillantes hematíes de breve vida
algunos meses nada más de primaveras
microscópicas, e inviernos tristes en el
bazo, lejano de los umbrales.
El oxígeno aburbujado se adhiere y se
fusiona, ¡Oh!, divino aliento del principio.
Los cabellos en la cumbre de la razón
humilde, se anudan y encadenan en las
nieves, amarillas azulando en las emo-
ciones de la montaña compleja.
La mirada quedó fija en un latido enamorado,
un éxtasis multicolor, rítmico y suspirando
de piel a piel. ¡Lo recordaba!.
Con asombro veía cómo los sentimientos
entre arterias se medían con hechos y no
con años, estrechos y puntiagudos, a veces,
plenos y oníricos otras.

El problema, me decían... ¡Está allá!.
En los fragmentos qué obstruyen el flujo de
la vida en torno, orbitales, orgánicos, amigos
imprevisibles, enemigos visibles, evidentes
y sigilosos otros.
A lo lejos. Los residuos dolorosos penetraban
y salían auriculares melodías y sinfonías.

Y transcurrían los años de fiestas a funerales.
Diastólicas las penas se mezclaban con alegrías,
en los espacios de sombras luminosas cercanas,
para luego ser ´perfume por el aliento.
Hubiera querido recorrer los otros sistemas,
y cruceros interestelares, desde los huesos,
a las cataratas de las hermosas nefronas.

¡Otra vez será!. Tal vez una mañana, derrita
el hielo de un viejo sueño y la campana teja,
Por ahora. El transporte consume gran parte
de mi magro ingreso, y ser un explorador de
plumas y papeles, digitálicos dejan los párpados,
con un impalpable color agridulce.
Les decía, el trabajo no es empezar, sino terminar bien, y el proceso consume altos niveles de emociones, arrítmicos a veces, aleteos auriculares, y uno que otro imprudente infarto.
El amor se mezcla, enardece al mismo rojo,
al que inunda oxigenando.
Pero. ¡Cómo decía!.

Ser un microcosmonauta, cuesta varios barriles de energía interneuronal y joyas líquidas del almacén espiritual. ¡Oh, sí!__Y sin olvidar los retortijones que hay de cuando en vez en las retinas.

Y en éstos tiempos, en éstos tiempos, donde los
neurotransmisores asustados elevaron su precio.
El próximo viaje, es un proyecto, la misma piel de
la memoria, el palpitar del tiempo que recorre
con frecuencia las mejillas, seca los labios y
arruga el alma. ¡El corazón del corazón mismo!.
Aunque, en estos momentos, ésta molécula que
me transporta, ha aprendido de aquél anticuerpo
como defenderse, entre gammas y graciosas glo-
bulinas. Y el como defenderse y navegar contra-
corriente, imagínelo nada más, desde un antiguo
soplo, vientecillo ingenuo, a huracanadas taqui-
cardias enamoradas, excitadas las aortas de muchos
entre una calurosa cava el placer dulce.
¡Imagine usted!___Me dices, y cuando estoy en la misma cabalgadura del sistólico estremecimiento,

y nadie hasta ahora, sabía del gusto de ser un
atrevido microcosmonauta solitario. Como ahora,
ya lo sabe, incrédulo, atónito tal vez, o
divertido, el lector que ésto lee, del que ésto escribe. ¡Ajajá!.

¿Qué pasará allá en lo alto, bajo el cuero cabelludo de la esferoide caja ósea, en la misma sombra del sombrero, en las pupilas inocentemente honestas?.
Ya veremos.
Lentamente bajé del extraño vehículo biomecánico,
con el tablero de ópticos ensueños, y me dispuse
a redimensionar un nuevo día.


Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
Poeta

Cuentos :  Cronos viejo
CRONOS VIEJO

Estaba en la mismísima punta de la onda,
no se sabía si era un corpúsculo o algo
semejante. Había hecho, cuando joven,
un collar, celeidoscópico,
que parecía vigorizarlo, y centellear entre múltiples
relojes, arena, soles, mecánicos y elec-
trónicos impulsos, que flexibles corrían
y detenían eones, millares de infinitos
en una gota del océano cósmico.

Creía pensar en él, humo del presente que
lo tenía atrapado, pleno y curvo, el es-
pacio se expandía, con el pretexto del
eterno retorno, embriagado licor de estrellas.
Ahí, donde nada tenía que hacer, el vacío
bebía su memoria y el eco crecía entre sus
grietas, enorme masa de ruidos, vibraciones,
líneas geométricas, pulsátiles y desiguales.

Era en fin, un objeto, tallado en la piedra,
muy grande, hablándose con dureza, en aquélla
alucinación taciturna del escultor, de esa
primera edad, evolución circular, de avance
y retroceso, reinos mineral al vegetal, y el
animal racional era al final su desastre.
Con un pensamiento claro, agudo y enérgico,
el anciano, logró ubicarse en la pantalla
panorámica y dar vuelta al exoplasma del
espejo tridimensional de la gorgona invisible,
y la estatua de Cronos inició su diálogo.

Fue un monólogo petrificado, como él ahora
estaba en esa estatua representado, Zeus era
sólo una idea, atrás estaba el padre Caos,
sonriendo, bien pintados en el pergamino en-
capsulado y hermético.
[center]El anciano, sordo ya, comprendió el mensaje
grabado en sus minerales latidos esculpidos,
hacía milenios, infinitos y desconocidos muchos.
Comprendió solo aquéllo, que más o menos,
puede ser transcrito en éstas palabras.
¡Aquí estoy, principio y fin, encadenado a la
eternidad, mi madre!.
Gota que envejece a diario, y rejuvenece sin
remedio, en el océano cósmico, en el fondo de
la materia, en la esencia de la forma, en la
forma primordial, vacío y todo simultáneos.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta