Cuentos :  En la cruz vidrio
EN LA CRUZ VIDRIO

Había dejado toda su arena en un granito.
Por las turbas degolladas, de renglones,
pálidos, de mostaza en una época, de muchos,
de jóvenes sacrificados con flores y al amor
de goma, y gas naranja, libres protestaron.
¡Libres fueron solo de morirse como ahora!.
¿No está ya escrito?___Escuchando a veces el
viejo rock, en grandes avenidas a go-go...
En el vidrio, en la ventana, al frente, había
una cruz atravesada por muchos olores de otros
tiempos. ¡Qué a repetirse vuelven!.
En el bosque, siluetas de roble, pajas de un
ojo, semillas plantadas sobre asfalto y metal
de plomo ardiente penetrando carne humana, por
las órdenes de los cíclopes nuevos. ¡Antropoides!. Fabricando una enorme calenda.

En la cruz, bonanza de lápidas, tiernas tardes.
Hay, vidrio, pensaba, como un viejo plástico, antes del reciclado desbordante despeñadero.
En las sombras perfumadas, frescos murmuran,
las revistas, libros viejos, historias cocidas
por el agua parpadeante de los puntos rojos con
los pómulos hinchados, como un lagarto que se
zambullía una y otra vez, en la pobreza desayu-
nando hombres inmutables ya en las bibliotecas,
oxidados se arremolinan las cabezas que los re-
cuerdan, solamente de niños, al fondo de manos
curiosas. ¡Años de colores, pelo largo y mini-falda!. No, ahora no es igual.
En la red las estrellas son opacas, se protesta
con un dedo, se controla el universo con un "click", que retumba en una cabeza hueca, y des-almada pródiga, que alimenta fantasías llenando los
bolsillos del saldo que hace del aire al tiempo,
y las memorias. ¿Qué son?. Nuevos dispositivos,
más allá del disco duro, portátiles, volátiles,
se compran, se venden, se llenan de virus y a
veces...
Por pequeñas fallas se localizan en alguno que otro cerebro humano, que es habitante virtual
del espacio inexistente, con la virtud más elevada, en la soledad menos que electrónica,
en esa soledad que corre más libremente frente
a una pantalla, y demás espejismos de avances que
sufren en segundos, y lloran por una cucaracha.

¡Vidrio!. Vaya nombre, pero esa había sido la voluntad de la abuela al registrarlo, como su
hijo de 75 años.

En la Cruz, el poblado más cercano, tras la puerta del cuarto que a veces funcionaba como
oficina y otras, era una cantinilla ingenua,
que confusa hacía la misma perilla de esa puerta.

En la mesa, en el ciberespacio fantasmagórico,
un viejo ratón, la música, la presencia desnuda
del monstruo del cuello blanco, asesino multiforme, plaga, enredadera en las entrañas de
las paredes y los puentes al inframundo menudeaban. ¡Es obsoleto morir naturalmente!.
¡Hay qué estar actualizado, secuestrado, extorsionado, y sobre todo aterrorizado, así se logra controlar hasta el último cabello si quedara algo más allá del hueso pensante!.

¡Cruz, cruz!. Decía vidrio, que se vaya todo el plástico y regrese la madera reciclada.

Era uno más, millonario del desastre, cientos de
veces, miles de ausencias fingiendo olvidar.

Y culpando, al pterodáctilo organizado, en rebaños, en recuas, en parvadas, organizado
en bancos, de peces, en las fauces de ballenas,
sin recato, en la cruz de mantarayas. Vidrio,
sí, él, el Vidrio, como un heliotropo infunde

esperanza. Pero... El silencio es porcelana en
camisa cargada de malos presagios, en las castidad
de los fantasmas. ¡Creyendo en las urnas que
guardan cenizas!. ¿Sirven acaso para guardar otra cosa, o dar esperanzas de otra vida cuando
ya no se tiene?. Y botan solo las pelotas en las
infancias yertas, al elegido del cementerio.
Vidrioso tiene cada ojo la paja y la viga aplastó un camello al entrar sin pedir visa en una aguja. ¡Y todo por el amor de un click!.
Casi pensaba con las rodillas, en las botas, solo
las pelotas botan, compradas, por un rato, por las más grandes ratas, aunque luego de desinflarse
las urnas de las cenizas. ¡Los pterodáctilos eran organizados culpablemente almendrados!

Y en la cruz, se calman, con unas bellas flores,
una caja brillante o una pequeña urna de barro,
bota la arena dentro de un hoyo tierno de olvido.
Y después, de las urnas, recogen sus cosas los
reptiles de los comicios, y la bondad de verdades
absolutas cubiertas de plomo hemoglobínico al que
lo dude por un pequeño pelo. ¡Vidrio, plastificado!. Parece lo que nunca ha sido.

En la cruz, vidrio, hay borregos hambrientos, lagartos, hienas dulces, sapos
blancos y langostas en los campos minados y el
dinero escasea sin mucho trabajo, solo en unos cuantos que se pudren en él, como podrida el alma y toda la piel de una sonrisa vana y ávida.

En la calle, ofrecen medicinas a los cadáveres,
pensando, quince minutos antes de iniciar la nada,
o la escuchan, pocos, en la venganza del plástico,
del vidrio en la cruz, que esperaba su madera de
los bosques arrasados, de los amos de la vida de
otros esclavos, explotados, desarmados, ignorantes
encerrados, con sus redes, aislados, más asociales
que nunca, y quién lo diría, muchos enormemente antisociales humanitarios de un dedo en un solo click...
Con toda la tristeza bajo la piel y la violencia en ágiles dedos salvando al mundo, ingenuos de nuevo cuño.

Los pterodáctilos atacarán de nuevo, en las películas, de caricaturas en la isla que piensan
los olvidados harapos. En la unión de las urnas,
¡Solo cunde la ceniza!. ¿ Qué esperaban?. Un ataúd brillante sale enormemente caro y todo lo demás... Bueno, botan las pelotas, botas raídas.
Pero, la honestidad. ¡Hay de ella, nadie la conoce!. Y nadie fue acribillado ayer.

Sin embargo, quedan muchos otros nadies. En la cruz
vidrio piensa. ¡Pero, sé que nadie duerme, y quisiera morirse en otro lugar, sano, tranquilo, tomado en cuenta, respetado por los corderos balando lobunos y coyotescos!.
Pero nadie, bota su pelotilla, aún piensa que será alguien alguna vez, el primar nadie de la historia que se fabrica clones de algo más.

¡Jamás será nuevamente engañado, imposible, en su
ancianidad ya tendrá una jubilación a los sesenta y cinco años después de fallecido desde el hijo al hermano con muchos nietos.
La cruz, vidrio lo recordará por siempre, si antes
el pterodáctilo organizado no lo secuestra, o provoca un eclipse en su misma alcoba, o teje una capa de ozono, con las manchas solares al derrotar
los virus de la influenza, y la peste pide perdón,
en fin, el pterodáctilo organizado es un fabuloso
ser que todo abarca.
¡En la cruz, vidrio se creyó plástico!. Y desde esa época vive en las tarjetas, victorioso.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

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