|
Será mejor detenerse a un lado del camino ya que esta tormenta no nos deja ver bien. Apaga el motor y desacelera toda esa furia, un poco de aire y silencio tal vez nos calme.
No te acerques forzando viejas frases hechas ni contando la gloria oxidada de tu pasado. Si me callo, es sólo porque estoy midiendo las millas que hay entre tu asiento y el mío.
Ahora descubres otra lástima que agregar al lastimario grueso de nuestras diferencias. Y mientras filtres emociones con tu razón, yo escribiré canciones que no escucharás.
Sigo intentando ser quien quieres que sea, a riesgo de no encontrarme en el espejo. Sigo sin rankear en tu refinado top ten, qué rol tan lineal me ha tocado en tu obra.
Será mejor poner un manto fino de sueños entre hoy y mañana, porque mañana llegará. Y aunque te necesito más de lo que piensas, un poco de soledad no me vendría nada mal.
|
Poeta
|
|
No sé si recuerdas cuando yo no creía y tú me enseñaste a creer. Cuando vivía sin ataduras y fuiste tierra fértil donde pudiese echar raíces y pertenecer, por fin, a un lugar.
Y ahora que respiro por tus manos, cierras las ventanas de esta casa. Le niegas la respuesta a esta pregunta y me abandonas bajo una montaña de amargos interrogantes.
Demasiado castigo para mí o desmedida comprensión para él. Y a mi mundo que giraba sobre tu dedo, has decidido detenerlo sin preguntarme si yo deseaba tan sólo una vuelta más.
Dónde se guardan tantos recuerdos, cómo se hacen las maletas del olvido. Quién se atreverá a colgarle a nuestra historia un cartel de derribo. A dónde puedo huir con tus raíces tan profundas en mis sentidos.
Es difícil aceptar el fin de lo que nunca terminaría. Más difícil cuando no hay rencores ni culpas que poner sobre tus hombros. Supongo que todos somos aves de paso en las vidas de tantos otros.
Yo que soy alérgico a los puntos finales, le agrego al tuyo dos puntos suspensivos. Y aunque no sea original plagiando esto, tal vez tus cartas me cambien el destino.
|
Poeta
|
|
Puedo entender que no lo entiendas, pero no es tan difícil si lo miras como yo. Si espiara a través de un ojo de vidrio, tus mentiras serían casi perfectas.
Hay un amanecer despabilándose torpe y lento más allá del horizonte. Aún nos queda un poco de vida que lastimar con la filosa madrugada.
Tendré que esconderte de todos, alguien lleva mi nombre tatuado. El arma que tengo en mi bolsillo no es precisamente para defenderte.
Nadie me vio cruzar la calle, porque la calle aún no existía. Al otro lado de tu ventana dos siluetas planeaban un engaño.
Ya hace mucho tiempo que escribí los cuentos que ahora me cuentas tú. Le sobra un ángulo a este triángulo, me desquicia esta calma aparente.
No sé cómo llegó su sangre a manchar de celos mis manos. Te debo las disculpas de mi exceso, y el tacto sin tacto de mis dedos.
Algún ansiolítico o tal vez un vino que apague mi desbordada valentía. No necesitamos leyes ni abogados, si el río no vomita sus cuerpos.
Aún puedo entender que no lo entiendas, pero la muerte no tiene vuelta atrás. Descansemos hasta que llegue el día y despertemos de esta pesadilla en paz.
|
Poeta
|
|
Has vertido una tristeza en el tintero amargo de mi inspiración, donde mojo esta pluma y te describo el sabor agrio de esta nueva pena.
Y ahora que la habitación se ha plagado de lobos hambrientos, habrá que ocultarse bajo las sábanas y esperar a que disipe esta neblina.
He vuelto al lugar de donde nunca debería haber escapado. Una sonrisa o mil promesas pueden volverte un fugitivo.
Te doy las gracias, porque todavía me queda tu nombre para llamarte si me pierdo. Todavía queda sangre para cortarse las venas y que algo tenga sentido.
Hace falta un dios para volverse ateo, para tener con quien pelear por este destino descosido, que viste con harapos, que huele a perfume barato, a empleado de oficina.
Pobre de mí, que creía en una justicia para dos. Es imposible enfrentarte cuando oficias de juez y parte.
|
Poeta
|
|
Caminos sin destinos, el destino es cada parada en el camino. Una pequeña historia, un retazo de alegría entre mis brazos. La mala educación despertando nostalgias de un niño abandonado.
Tantas preguntas y el tiempo que nunca llega a contestar. El tumor de los años ha llegado para crecer en mis sienes. Tal vez, algún día, sea lo que hoy sólo sueño ser.
Tanto intento trunco, siempre por tu culpa, tu grandísima culpa. De chico he aprendido tus oraciones para hoy sentirme sobreactuado al rezar.
Cielo gris, domingo sin almuerzo, el descanso quemando sus naves. A escribir cien veces y con buena letra todo aquello que no debo y aún sigo pagando.
|
Poeta
|
|
Él nunca había pensado que pensaría en lo que pensó, y el día se hizo noche tan deprisa, que se durmió soñando que despertaba.
Vaya artilugios tan groseros, que volteaste tú misma los fusiles volviendo mi suerte tan esquiva al ser yo fusilado en su fusilamiento.
En mi balcón dejaste la nieve que el invierno aún no trajo. Y es difícil hacerse de un abrigo cuando estás tan desamparado.
Tan cerca y tan lejos... Te dejo un te quiero arrugado como una necesidad, como un pobre sentimiento.
|
Poeta
|
|
Qué harás lejos de éste que te extraña, que te encuentra al final de cada olvido. El que intenta recobrarte con palabras, atándote al trazo de mi pluma sin sentido.
Qué harás en las tardes de lunes desteñidos, cuando nombrándote me arrugan la sonrisa. Cuando queriéndome jugar esta boca fría, ningún don nadie enciende mis fantasías.
En la provincia grande y lejana de la nada, no hay mapitas que conduzcan mi destino. Como el prometido que vuelve de la guerra, te busco con menos una cuarta de sentido.
Destrozado por un tranvía llamado Deseo, ciego en el cruce de cuatro esquinas rotas, alienado como un pájaro envuelto en llamas, aún guardo tu infiernito que me desborda.
Cantando las canciones que te hice anoche, olvidando el piano al querer subir tu cuesta. Improviso una serenata estúpida y sincera a tu balcón, oído sordo, que no interpreta.
Ahora que casi abandono estas estrofas, por remar a cuatro meses del naufragio, aunque pienses que fui sólo otro fulano, te pediría que me remiendes el pasado.
|
Poeta
|
|
Caminos sin destinos, el destino es cada parada en el camino. Una pequeña historia, un retazo de alegría entre mis brazos. La mala educación despertando nostalgias de un niño abandonado.
Tantas preguntas y el tiempo que nunca llega a contestar. El tumor de los años ha llegado para crecer en mis sienes. Tal vez, algún día, sea lo que hoy sólo sueño ser.
Tanto intento trunco, siempre por tu culpa, tu grandísima culpa. De chico he aprendido tus oraciones para hoy sentirme sobreactuado al rezar.
Cielo gris, domingo sin almuerzo, el descanso quemando sus naves. A escribir cien veces y con buena letra todo aquello que no debo y aún sigo pagando.
|
Poeta
|
|
Oriné sobre las tumbas de los poetas mayores. Quebré las alas de Cupido, rompí sus flechas sagradas.
Desprometí mis promesas, escupí sobre tus labios, me reí frente al altar, maldije besando tus pies.
Te robé la corona, hundí tus clavos, me envolví en tu manto, imité tus dones.
Reinventé el abecedario, mutilé los verbos, sujeté a mis sujetos, prediqué sin predicados.
Pude hacerlo todo, fui rey por un momento. Supe de tus reverencias y traiciones al amanecer.
Ahora que los bufones parodian mi crimen, dormiré bajos los puentes al abrigo de esta lluvia.
Si te hice daño, cariño, tómalo a cuenta de alegrías que vendrán a entibiar tus tardes sepias de otoño.
Y que nadie maldiga besando mi frente fría en la última función macabra de “ser y estar”.
|
Poeta
|
|
Cuando la luz del día golpeó en mis ojos, entendí que al fin no había muerto ayer. Los titulares amarillos de diarios y TV no decían nada de un hombre sin alma.
Aún muerto y enterrado, me puse de pie, desafié al espejo con mi mejor sonrisa. Las horas frías resbalaban por mi espalda, y rompí mi promesa de no volver a escribir.
Siempre prometo cosas, y hago lo contrario, me enamoro de todos, pero aún te extraño. Aún soy yo, pero no sé estar en ningún lado, elijo esta soledad que ni yo mismo soporto.
Cómo cambió la vida desde que pusiste sobredosis de silencio detrás de tus risas. Dime a quién amabas cuando me querías, a quién besaba tu alma cuando yo la besaba.
A un mes de la tragedia, no entiendo nada, aún quedan tus restos esparcidos por la casa. Falta poco para salir a escena y ser ese otro que vive en el lado opuesto de esta vida.
|
Poeta
|
|