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VILLANAJE ACREDITADO (Neosurrealista)
Por el grito con sabor a pupila las paredes vegetan astros sobre perros vagabundos entretejidos con musgos ¡Dolorosas burbujas!.
Pues los hombres tienden a ser más propensos, a obtener ganancias inmediatas, que a considerar pérdidas vitales a largo plazo, donde un suspiro, el cielo su esplendor azula, al huir la muerte del horizonte inasible, que cae del peñascal y suena, entibiando la mística pureza, con la flecha que al cielo hería, tarareando al blancor que relaja, la plácida cadera de los cántaros, y al néctar de los rasgos invariables, obsesionados con el mayor provecho posible, de la campana consentida.
Porqué frustrada la lluvia toma una siesta sabor a noche, a sol, de las miserias orfebre, dónde los cabellos peinan un espejo, y las violetas ocultan el rostro.
Entre las más prometedoras fronteras del acuario, donde el cuerpo recuerda, su anterior batalla gratis, en el primer golpe anónimo, de la inconsciencia libre, como el libro de recetas en el mostrador de las boticas, con las más modernas confusiones de remedios y veneno,mcon el hechizo de la perfección de un guijarro, donde hay un corazón sensible que dormita, por la sombra del amor que pesa y pasa, en el tenue cobalto, indeciso y desvanecido, al final de la orgiástica desidia, del ciprés recto y sombrío, porque al pecho abrasa el eco, de mañanas que no son.
En esos infinitivos, antiguos y desusados. A la derecha de cultismos y dialectalismos. Entre tecnicismos y neologismos. Donde los verbos recogen letras y poetas. ¡Y los adjetivos dejan de ser calificativos!.
Ahora que los malentendidos no deambulan, como siempre, en las imágenes insólitas, donde se hacen manifiestos bajo el hielo. Y el verso libre, fabrica tímidos candados, entre cadenas impetuosas, y espinas ágrafas, en función de la onomatopeya del suspiro, que se distiende en las vidrieras de los ojos, con la brevedad del siglo vendedor de globos, donde el reconocimiento viene de espaldas, y el villanaje califica letras, en el acreditado anonimato.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ÉMULOS EMPÍREOS (Neosurrealista)
De la eternidad cuelga, el primero y el último, de los relojes de los dioses, en uno solo, único y verdadero más allá, de sí mismo acompañado.
En el sueño del eucalipto, con la diversidad de los motivos del campo industrial, que basa la evidencia en bosquejos, a pesar de la tarde, y de la situación de las sombras polvorientas, de los recuerdos arrojados a la basura, de los costales de fertilizante escurriéndoles por la cara, engañosamente tranquila, y el ambiente con filtros de cloro en el patio de los patos amantes de los platos. ¡Émulos fallidos!.
Una vez aquí, la desesperanza, y falta de valor para cambiar, son de aventura y lujo por cada esquina desempleada, que puede presentarse tanto de manera leve, como punto de referencia sobre la transición de los reptiles mamiferoides y los mamíferos en sí, lo cual abarca la distancia crítica entre los rasguños, y el desenvolvimiento de los potentes estímulos de la incomprensión, que premia con una contratransferencia al suelo de la cocina, con el hambre clarificada en la pared.
Ayer, como tres siglos antes, a unos kilómetros de la noche, los gusanos exigen la rendición de las cuentas, a la nieve por ser fría y al fuego por quemar,pues de no hacerlo todo sería más confuso, incluso el mismo saqueo estaría en bancarrota, por el exceso de honestidad de los micrófonos más salvajes entre su ternura habitual. Por lo que se está convocando a rezar antes de seis años de la destrucción forestal.
Más que nunca, es desagradable el hilo de la trama que sacude las nubes, y separa más y más la misma intimidad de los papeles, en el cuerpo glandular de los renglones, con la férrea decisión de pequeñas avionetas, cuyos análisis revelan su idéntico alarde para el vuelo, en su culto a los pelícanos. Y en el subterráneo de las risas que engalanan la portada, donde los semáforos aman la rapiña a solo unas horas de que el último ladrido asuste a los pollos.
También se ha visto, particularmente con lentes obscuros, en la noche y con los ojos cerrados, el máximo éxito en corregir todos los defectos, con el gobierno más ilustre del universo, que nunca comete errores, y la culpa es siempre de todos los demás, pues el cigarrillo desencadena explosiones de violencia entre las flores refugiadas encima de los montículos de escombros y ladrillos, donde se asoman los arbustos.
Luego, el tiempo implacable acaba por detenerse, y prolongar la vida de los enfermos de poder y de riqueza, acarreando en fila cuatro motocicletas, arrepentidas de los columpios y sin pelotas.
Esto no tiene nada que ver con la gordura de los más altos valores morales, ni de la dieta de billetes y monedas sin merecerlas, cuando ya están en la microcirculación con un aumento de la producción de los radicales libres, que lo llevan en el bolso como un polvo compacto, en el interior de las pestañas.
Curiosamente, la falta de expectativas en cualquier tipo de trabajo, está causando insatisfacción a siete felinos, cinco cebras, y dos hipopótamos, pero... ¡A ningún primate, ni segundón, entre el cielo salvaje que serpentea tejido de lianas como si fueran moscas!.
Por eso es necesario hacer las copias menos falsas, y las reproducciones más originales del arte más verdadero.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AVENENCIA DE FORASTERO
Por allá donde el tren fue corrido, perturbando al calentamiento excesivo, del pronóstico nefasto un centímetro, donde el aire casi muere bajo el mar, y la distancia muere peregrina.
Ahí dónde se humedece la lluvia, aunque las erupciones huyan, y al sol le iluminen sin esfuerzo, con el trigo que al molino mueve.
Por la raíz donde la esperanza sangra, y la sombra esculpe al mármol, con la huellas del último verano, desentrañando telúrico al destino.
Por allá el mismo proceso atiza el fuego, que más que humano, angélico perece, y mece desenterrando una estridente voz, en la ruindad de pretéritos abrojos rojos, caminan las pupilas en la opresión impía.
En la conmovedora sencillez insigne. De la montaña más profunda. En la periferia de una estrella. Por el sueño de cada nube.
¡Qué la paz desesperada suda!. ¡Qué la vejez trina cuando nace!. En el color más joven desempleándose. ¡Avenencia más vieja qué pasmada es abismada!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Incrédulo Escuché... (Cuento Neosurrealista)
Cuando llegó el cofre debieron mantenerlo alejado inmediatamente del jardín de escaso valor real al secarse entre las espinas como un objeto extraño y floreado tallado a mano sin darse cuenta como el clima se marchitaba dentro de la esponja humedecida erróneamente con el polvo del viento.
No era posible, desde la baja colina, distinguir la mano trémula acariciando la neblina del atardecer en los bordes de aluminio por el pulular magnánimo del hormiguero luminoso en la noche estremecida con empeño.
Eran tres sombras que se hablaban en secreto. Pensaban que nadie las vería. Me alejé un poco, y ellas se quedaron allí, petrificadas, en las inscripciones de la madera. Serían las ocho, pero en la calle el sol marcaría las seis, comparando la arena y la sombra en los relojes al llover nuevamente cambiando el orden en la playa vacía por el rumor de huracán.
Aunque de esto no estoy muy seguro, pues sólo traigo unos recuerdos para reconstruir aquel día. Al final del jardín, justo a la derecha, delante del rosal amarillo estaba en la madera el reflejo de la tarde poco asoleada y un tanto desolada. Del cofre salieron con inquietud fantasmagórica, y con un trozo de cielo propio cada una de ellas, sombras tibias y cobrizas simulando sueños que la razón espera entender algún día.
En el cofre quedó un eco gris de sombra: ¿Cómo habremos venido a parar aquí?. Incrédulo el viento se tragaba, hecho jirones, simulando indiferencia adornado con flores deshojadas que no viven medio secas en la naturaleza muerta de aquel cuadro por donde el eco se perdía.
Pero solo quiero referirme a lo que sucedía noche a noche, al salir las sombras, aunque nadie supiera en realidad nada de ellas, incluso ellas mismas eran invadidas de vez en cuando por el eco, al encontrarlo. Fue hace muchos años, yo era un anciano y aún no entendía nada de la muerte, saberlo a esa edad sería exagerar la débil memoria que poco crece en el pasto seco atrapado entre la madera de una extraña cajita cuando solo una vez se cruza la vida, menos al estar acompañado por tres sombras ajenas a mí, que las reflejo.
Esa vez no había ninguna gente al rededor. El jardín estaba medio seco, la playa solitaria. ¡Y del huracán no me acuerdo!. Solo se que lo vi. Se detuvo bajo una gran lámpara y me llamó. Acudí a su lado. El cielo desapareció entre un inmenso sol que hace huir las sombras que reflejo y mis pupilas dejan de pensar en la noche en los incontenibles ayeres que se despojan de los presentes, como en las epopeyas futuras de una campana doliente.
Ese día...¡Oh, ese día de honda palpitación sin corazón ni razón!. Alguien dijo: ¡Sí, estoy seguro, ya no lo dudo!. Dijo que solo soy el eco del silencio que sale por la sombra de una noche de un cofre en un jardín creyendo que son tres. Incrédulo escuché... Incrédulo escuché... Incrédulo escuché.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA A UN DESLAVE
En la cadena clava la espina gotas del pasado resbalando, con firmeza trozos rotos del olvido andando como piedras del dormir al despertar abundante tejedor de las campanas palpando el polvo al agua el cabello verde mordiendo la espuma como dura un minuto de silencio... ¡Deslave, clave!.
Ante el trueno enmudecido entre las cosas sudorosa piel del sol telarañas de sal inquieta en las olas negras del otoño en el plumaje. ¡Sílabas pálidas!... ¡Llave, suave!.
¡Deslave árido!. Pintando azul al cielo bajo el bosque que aplana el fuego que desde entonces cambió la vida que desprendió de los rincones las escaleras abandonadas. ¡Alas libres!. Donde se cosechan relámpagos en racimos en cenizas en anhelos... ¡Suave, llave, clave!.
¡Deslave, oh, árido deslave!. Roja semilla sin saberlo la neblina que recuerda el vaivén del callejón solitario donde danzan los suspiros en el pecho que llueven tantas plumas. ¡Aves tintas vuelos bajos!...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ATEMPORALIZADO...
Mucho se ha detenido el reloj, por contar minutos nuevos, entre campanadas de arena y sol, que nos dirá como fuimos. ¡De luna a luna de piel a piel!. Soñados sembrados de otoño, ondulantes, de madera y ceniza y mar y algodón soñados. Las nubes emergen, los suspiros descansan. Miradas, fuegos serenos, ídolos genuinos. ¡Del saciar la sed después del apetito!.
¿Qué más contará?. Si mueren los minutos por inventarse, los recuerdos que no han nacido, nítidos, perlados, opacos, tibios, duros, lejanos, dorados, fríos, extraños, ligeros. ¡En la gloria engañosa vencidos sin pasado! Porque las puertas cierran cualquier ventana, entre las paredes perdidas por el piso, de segundos horarios diarios. ¡Por el tiempo sepultado y sin memoria!.
Una vez. Tal vez. De muchas. Manecillas rotas borradas abandonadas. ¡Por el reloj sin tiempo que murió ignorado!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Oda al olvido incoloro
De mañana por el sol petrificado derribando las murallas del recuerdo impermeable por el agua perdida en cuanto gota seca hialina en diagonal en cuanto laguna oblicua entre zoquete en cuanto mar altisonante y barroco en el subsuelo.
Perdido entre palidez sin sombrero ni paraguas con chaleco de guerrero diminuto nave desdentada por ennoblecerse abribonado en la ígnea extensión del tedio encerado nácar de primavera.
En la nimiedad un churumbel fortuito remoto de pronto esfumada la tintura vibración por la niebla saturándose de huecos sobre tiempos secos años dentro del camino sin cifras por el vidrio plano entre charcas y lagunas, No sé ¿Quién? Está cribando al cedazo. ¿Cuándo?... El suelo tortuoso empezó a gritar era o no así repitiendo hasta el cansancio el relámpago.
¿Gris memoria extraviada?. Por las campanas que lloran la muerte insepulta palpitando en las hojas de los ecos impacientes por el mar golpeado ennumerando las burbujas del polvo triturado y sin aliento, soñoliento y sin amartelarse, truhán en la fimbria de franqueza por el suelo oprimido en la sed sucesiva de la sangre descabellada de la telaraña de la frente sin saberlo el hueso en el letargo abejas inmóviles hormigas sin negocio bebiendo indiferencia por las calles y los campos hechos añicos del grano obscuro, germen intemperante inexorable caída de nuevo ... No sé, soy invidente al horrísono ambiente de orfandad incólume vetusto retorcimiento, rumboso el tiempo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ESCRIBIR CON SANGRE
Es Cri Bir Al fuego del silencio, caído de los párpados. Con La noche que sueña vientos. ¡Sangre!. El ayer desnudo de los relojes Es Cri Bir En las gotas de la música inclinada Con ¡Sangre sólo! Las campanas inmóviles recuerdan..
Es El museo de sombras Cribir, cribir, Los pálidos clarines de las corbatas ¡Con sangre!
Al suspiro, qué en el humo huye Es Cri Bir Bañando los enrojecidos azulejos. Con los espejos que se pierden reflejados.
Es__Cribir__De las jaulas sin espejos. Por los techos, lechos, pechos, hechos. Entre Las letras, desarmadas, agotadas, Entre Las danzas y los huecos. Por. Las risas que cierran puertas. En La imposible biblioteca. ¡Sin historia, sin la sangre, sin ausencias!. Es Cribir Es Cribir Con la sangre, sólo abismos, por el tiempo.
Con la sangre, compasiva de los papeles. Con la paja, que al grano teje seco. Por La luz que envejeció en la encrucijada. Y dejó. ¡Al sol sin día!. Entre. La luna que busca en vano.
¡La sangre del desierto! Es Crito...¡Sinarena!. So Lo... ¡Solo polvo en letras solo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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