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Llega el otoño mientras tu amor emigra. Las hojas del parral caen y danzan en torno mío bajo el cielo gris, aprovechando los suaves espirales que sopla mi tristeza.
El portal, el patio, la casa, surcada su mejilla por una lágrima caracol, están serios como dolientes después de un entierro y mi gato, como tu amor, duerme desentendido entre las hojas.
Y yo, solo de tu apoteosis, me siento manso a contemplarme en las manos los años perdidos y el código ya inútil de haberle enriquecido entre ambos el idioma a la pasión.
Solo, hasta éste poema mira hacia donde te fuiste. Y me pregunto dónde iré sin tu verano amable, sin la túnica de pájaros conque me arropabas cada vez. Solo, ya que éste poema no ama más que a ti.
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Poeta
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Las hojas caen, el otoño se acaba, la oscuridad se acerca, el frío acecha.
Los árboles se secan, la noche del invierno, está llegando, sin decir nada.
Bello infierno blanco, belleza mortal congelante, frente a frente, la princesa de la muerte fría, está por llegar.
Belleza blanca, oscuridad interna, cuerpo de ángel. alma demoníaca.
Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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N.I.C.T.A.L.O.P.I.A.
Entre los sueños que parpadean las noches, más allá de las pupilas de un espejo roto, con las alas breves de un latido prolongado, en el aroma que esconde su rostro cardinal, que hace de las plumas plenos vuelos.
Van las noches que ven las estrellas estériles. asesinas en la práctica del teatro del tesoro. del color intenso a pulpo con la destrucción. compasiva de la pulpa tetramorfa de su culpa. entre los cobres ingentes, más acá fervientes. del emblemático pasado, y de la caridad de una madera. entre los incendios que acuosa marca los descuentos a la razón en crisis gris, devorando las monedas, en manadas y mentira, en el culto a los perdones crueles del sabor.
Nocturno y visual el tapiz taciturno del tabaco es, porqué a la brisa sumisa estremece frágil el aliento que a la playa consuela contemplando la vibración de las miradas jugosas incisivas ya cuando la niebla se esfuma brillando evaporada.
Ver la noche con el sable del orbe insalubre solo ubicada a tres horas de la pubertad congelada. ¡Sí, sí!... Congelada angelada alojada alquilada, siendo escaso el fuego en el miedo del colágeno, de los órganos erectos, en veinticinco pisos lisos, a la altura de los ojos de medusas cariñosas caras y urticantes como besos retorciéndose rebeldes, tan ultrasónicos, tan en trance, tan torpemente, entre los cilíndricos centímetros tramas trágicas, que penetran fantaseando un lacustre lecho.
Por el peso que pasa un verso sonoro. Por el silencio encarcelado de un ojo. Una pestaña en la sombra saneada. Siembra los sueños en grato secreto. Cultivando al destino en dasatinos.
Solar un camino que empaña la mirada. Solar un adiós que engaña al denso velo. Del espejo desesperado por cada reflejo. ¡Verano en declive, primavera ingenua!. ¡Otoño inquieto, invierno impermeable!.
Himnos en gotas, que hacen olas, con tormentas, con suspiros. ¡Viendo solo noches!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Fue un Poema... (Anticuento)
Cuentan los que dicen que cuentan cuentos, de uno en uno, muchas veces cambiando el mismo día esa tarde antes de tres noches, ya seguidas sin sol, al fuego jugando unas flamas entre palabra y sentido, relato seguido ligero, con la musicalidad corriendo sorpresas en la risa entrecortada de una lágrima furtiva de la muerte honda de los ángeles apenas la brasa vencida en la fina resonancia sin trayectoria, como esa vez después de cenar un plato de nuevas letras delgadas, y esquivas, con versos alegres escondidos en la rima perdida, porque se arrimó al rincón erecto bajándose las letras después de las cortinas sigilosas suspirando, al amor encontrado, en unos minutos olvidados, en ese poema. ¡Sí, ése que fue!. El poema que nadie había leído con calma, y cuidado, y por eso sufría atrapado entre las hojas del otoño lector, que a su vez era amigo de nadie, y creía según había imaginado al palacio emocionado, más allá de la botella ocupada, por la mítica ciudad enamorada, en la creación del mundo bajo el ombligo, abertura vaporosa, lluvia de cantos ligados en el transcurso que se fundó sobre la esperanza, donde el tiempo puede ser abolido lentamente, y de nuevo instaurado al fondo de otro sueño en él...
¡Sí, el poema dicho que inmaculado no es absolutamente necesario por ahora!... Así dijeron con ronco acento en la banda enardecida de amor, muerte, dolor, anhelos del espejismo al descubierto como una mágica bebida de papel entintado con esmero, pintando al pecho su vuelo, cada vez que las cosechas están comprometidas, consumido el pasado con desigual relieve, como prueba la primavera cada verano, la suerte que condenan los otoños al pensar con los inviernos, el trance peregrino, de la fiel memoria que fragante humea tanto los grises como verdes y azulados.
Y contaron según dicen, los que oyeron la hoja, hablando en las nubes del polvo que lo cubrieron, un océano de poetas ilusionados en leerse sus espejos, latiendo sus penas curadas, sus sueños hilando al viento, que les respira los días bajo los zapatos que desandan los caminos equivocados, y reparan puentes rotos, labios tiernos dulces jugos en la miel de mariposas rosadas por la tinta que las hace apasionadas, estrofas inquietas esperando ser.
Amadas en aquel momento que lucha por expresar la flor que arranca el suelo, y siembra nubes en los pétalos de carne espigando de una manera natural. Y permanente en el espacio sagrado de los versos que no necesitan ser escritos, por ser más que una vida inaccesible en la existencia laberíntica del año, de los innúmeros meses del desconsuelo sepultado de las campanas del emblema fecundo de los recuerdos.
Matiz de sangre y de oro centellea plegarias de lenguas, ignotas, eclipsadas al prestar su lumbre, de vivos ojos, y de tersa frente como la veleidad del viento narra. Los recuerdos que cuentan uno a uno, los que dicen haberlo oído, al olvidadizo nadie, ese nadie aventurero, que bien puede estar en cualquier parte, y que se sabe bien que sí lo vio, y cuidadosamente leyó, junto al otoño su amigo, y que también dijo que fue un poema que palpita infinitos poetas, que derrama palabras miles, y desconocidas veces inesperadas, pero sobre todo en cada una de sus letras por escribirse, como cataratas de poetas y nubes poetisas, amores, dolores, cantos, llantos, zarandeando infinitas veces al olvido por donde se fue poema a poema en su esencia inmortal.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Albura y Alborozo
Amanecí en la gota del sueño del violín que teje con vidrios una mariposa dejando caer una nube una luz una noche con cada aire que hilvana lleno de gardenias entre corderos azulados tres claveles entre aceites rosados una orquídea entre deleites morados.
Alborozo Y Albura. ¡Simultáneos, prolongados!.
A lo lejos el río de porqués calla, en la sonrisa del lago despierto, con la flecha tierna y dulce. Y el viento libre de huecos. Y el aliento bañado de vida, en la ventana de arena de rojo, del muslo del fruto del mango.
¡Simultánea albura!. Y ¡Prolongado alborozo!.
En el subterráneo del otoño verdeando, bajándose la falda el volcán se derrite, petrificándose ardoroso el sol cercano, penetrando la luna lábil luna dulce dulce, miel al borde del eco del tiempo inmóvil, del añejo suspiro goteando fértil vórtice, por el fuego en su lecho lácteo y benévolo.
Y ¡Simultáneo alborozo!. ¡Prolongada albura!.
Desde la fragua del tronco a las ramas. Ondulantes las nubes tejen pestañas. ¡Dónde el brillo vuelve a sus pupilas!. Perentorio edén renacido oportuno. Por volver a las retinas sus colores, a sus sabores mieles palpitantes. ¡En esa tierna mañana que me hizo la colmena!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ALBURA Y ALBOROZO
Amanecí en la gota del sueño del violín, que teje con vidrios una mariposa, dejando caer una nube una luz una noche, con cada aire que hilvana lleno, de gardenias entre corderos azulados, tres claveles entre aceites rosados, una orquídea entre deleites morados.
Alborozo Y Albura. ¡Simultáneos, prolongados!.
A lo lejos el río de porqués calla, en la sonrisa del lago despierto, con la flecha tierna y dulce. Y el viento libre de huecos. Y el aliento bañado de vida, en la ventana de arena de rojo, del muslo del fruto del mango.
¡Simultánea albura!. Y ¡Prolongado alborozo!.
En el subterráneo del otoño verdeando, bajándose la falda el volcán se derrite, petrificándose ardoroso el sol cercano, penetrando la luna lábil luna dulce dulce, miel al borde del eco del tiempo inmóvil, del añejo suspiro goteando fértil vórtice, por el fuego en su lecho lácteo y benévolo.
Y ¡Simultáneo alborozo!. ¡Prolongada albura!.
Desde la fragua del tronco a las ramas. Ondulantes las nubes tejen pestañas. ¡Dónde el brillo vuelve a sus pupilas!. Perentorio edén renacido oportuno. Por volver a las retinas sus colores, a sus sabores mieles palpitantes. ¡En esa tierna mañana que me hizo la colmena!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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C.A.L.I.G.I.N.O.S.O.
Si ves al gris una vez. Sin voz baja el viento. Del sol hasta el helecho. ¡No hay problema, todo es verde!. Con la tierra que al agua irrumpe. ¿Piensa acaso la hoja?. En los otoños, que le dejan su cariño pétreo.
¡No hay problema, todo pasa!. Nada por la orilla de esa mirada. Y en el granero guarda el jarro. Con la voz del gris que ves. Tal vez en el tiempo cada eternidad vuele. Y sueñes como nadie ha dormido. Al rojo verde al azul rosado.
Caliginoso y caliginoso coinciden. En un café plateado. En una nube dorada. ¡Porque nada importa de la amargura al agua!. Y todo cae del olvido implacable. Por el renacer de la memoria. Donde si ves al gris una vez.
¡Gris será y sólo gris!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Amblar Ambliope
Del papel cegador la razón tiene la noche atrapada en gélidos encantos de las hojas del viento.
Hablando el otoño al fondo de las piedras pardas despertando a la izquierda del amoroso reptil. Por la soledad que respira viajera en el veneno musical del aroma cansado en la desnudez.
Del escritorio clamando fiebre con las aves ligeras en los párpados del ritual que ladra curioso. Donde las horas pasan los minutos petrificados con el humo frenético del año que olvidó ser.
¡No, no, no, las cadenas están en calma crudas!.
Por el armario que prefiere ser ojo sin precio cerrado, en los dedos caminantes, y la risa rebelde agria. Leyendo al cuerpo las figuras inevitables hiedras ante las tardes de la ingenuidad monótona.
Entre los pétalos sedientos del rostro tibio excelso de la mirada que quema, y escribe de viva carne. Porque la cama duerme bajo el tapete despierto que persigue un alfabeto suculento inocente.
Y gritan los harapos no cantes a esa luna cabal que en las noches intercambia las estrellas.
¡No, no, no, dibuja ni la lluvia repartida ni letrada!.
Por El Amblar Ambliope Donde Solo Los Pájaros Cuelgan Los Picos Escarpados.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ANDAMIO AL ÁPICE
Por esa ventana sin alas ni miedo, cae la nieve amando al tiempo, por el otoño sin demorar la sed, en la palabra fervorosa de la entrega. ¡Sólo natura que cura!... Sin piruetas. En los trenes erizados por el eléctrico drama. ¡Por la brisa maternal de una sonrisa!. En las íntimas dulzuras de un geranio. Una tibia acogida, madrugadora, complaciente. Bordando un laurel en calma.
¡Andamio al ápice de castalia fuente!.
Encarnada amena con presteza ágil. ¡Encarnada en travesía halagüeña!. Por ser virtud que inspira leal. Y estremece a los lamentos sepulcrales. Al cuidado inhabitual de las ovejas. ¡Oh, luz que ayuna del pudor falsificado!. ¡Cuanta sensatez hay en el amor maduro!. Con lo adusto, cauto y recatado. Con la materialidad espiritualizada. ¡Cierta claridad cierto compartirse!.
¡Andamio al ápice del caudaloso río!.
En la esplendidez de un espasmo perenne. Pletórico dar y recibir al cenit cediendo. Al pináculo copiosidad almendrada miel. Sin traficarse especulando. ¡Sólo!. Sin apropiarse nimio hábil. ¡Nada!. Sin alas, sin miedo, sin sueño. ¡Todo!. Con afán, con raíz, con alma. ¡Cada parte!. Dócil asequible cómodo satisfecho... ¡Cada poro!. Con lo más humano de la falibilidad insurrecta, dando y dando. ¡Serenata al sol y la luna!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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HÍBRIDA HEREDAD
Voy a fabricar una idea con tantos otoños como he visto despertar en las hojas en el amarillo de los ecos olvidados por las ventanas amontonadas del espejo de mitológicos recuerdos y sabor desigual en la homogeneidad de la envidia en las casas que levitan desmejoradas pero también en el árbol arrodillado con los sueños de un pámpano de la quietud con pantomima de la hojarasca con donaire y viceversa.
¡Por esa hibridez, desamparada hendidura!. En las respuestas al imposible, en los dioses adictos a las alabanzas, y hambrientos, de culto y privilegio sobre otros, fanatismos indignantes desentonando, las mínimas razones, erróneas dudosas duplicadas decorosas, por el látigo laudable legible legión, entre pedales pecadores pecuniarios, con el rendimiento reprimido resorte, más allá del instinto instruido infame, menos que elaborado elástico embrutecido, y viceversa.
Voy a fabricar simetrías paradojales, en el último futuro olvidado, en el pasado que vendrá sin restricciones, anudando enemistad y desarmonía, por el barrizal farolero y acalorado, con aquéllo desgarbado y elegíaco, en la oquedad de la argamasa, por la ignominia baladronada y fatua, de aquel escarolado escarpado, amante de la infusión de la matraca, desenfrenado enjugascarse. Del Sillón Escaso De Sesera Desalmado Cándido Fanático Descarriado Entre tanta... ¡Híbrida heredad!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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