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Caminando hacia abajo cerca de las estacas, toma mi mano, y mientras la música suena en mi cabeza, escucho la canción antes de irme a la cama, cuando veo las estrellas fuera de mi ventana. El verano se acerca rápidamente, la brisa del mar llega, estamos aquí juntos, a la orilla del mar. Paletas de cereza, arena en mis dedos, rodaron por las ventana, toma mi mano, abrázame. Contéstame el teléfono, quiero oír tu voz otra vez, quiero decirte estas palabras, quiero decirte te amo. El verano siegue aquí, quiero sentirte a mi lado, juntos sentir la brisa del mar, eres mi compañera, eres mi confidente, estamos juntos, a la orilla del mar. Erick R. R. Torres (Angel Negro)
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Poeta
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LA UNION LIBRE ___Andre Bretón ( Francia ) 1896-1966. Esta es versión de: Armando Rojas.
LA UNIÓN LIBRE
Mi mujer cabellera de lumbre de leño Pensamientos de relámpagos de calor Talle de reloj de arena Mi mujer talle de nutria bajo los dientes del tigre Mi mujer boca de escarapela y de ramillete de estrellas de última magnitud Dientes de huellas de ratón blanco sobre la tierra blanca Lengua de ámbar y de vidrio frotados Mi mujer lengua de hostia apuñalada Lengua de muñeca que abre y cierra los ojos Lengua de piedra increíble Mi mujer pestañas de palotes de escritura de niño Cejas de borde de nido de golondrina Mi mujer sienes de pizarra de invernadero Y de vapor en los cristales Mi mujer hombros de champaña Y de fontana con testas de delfines bajo el hielo Mi mujer muñecas de fósforos Mi mujer deds de azar y de as de corazón Dedos de heno segado Mi mujer axilas de marta y de fasces De noche de San Juan De alheña y de nido de escalares Brazos de espuma de mar y de esclusa Y de alianza de trigo y de molino Mi mujer piernas de fuegos artificiales De movimientos de relojería y de desesperación Mi mujer pantorrilas de médula de saúco Mi mujer pies de iniciales Pies de manojos de llaves pies de calafates en trance de beber Mi mujer cuello perlado de cereales Mi mujer pechos de Val d'or De citas en el lecho mismo del torrente Senos nocturnos Mi mujer senos de collado Mi mujer senos de crisol de rubíes Senos de espectro de la rosa bajo el rocío Mi mujer vientre de despliegue de abanico de los días Vientre de garra gigantesca Mi mujer dorso de pájaro que huye vertical Dorso de azogue Dorso de luz Nuca de canto rodado y de tiza mojada Y de precipitación de un vaso donde se acaba de beber Mi mujer caderas de navecilla Caderas de lámpara y de plumas de flecha Y de tallos de plumas de blanco pavorreal De balanza insensible Mi mujer nalgas de greda y de amianto Mi mujer nalgas de dorso de cisne Mi mujer nalgas de primavera Sexo de gladiolo Mi mujer sexo de yacimiento y de ornitorrinco Mi mujer sexo de alga y de bombones antiguos Mi mujer sexo de espejo Mi mujer ojos llenos de lágrimas Ojos de panoplia violeta y de agua imantada Mi mujer ojos de sabana Mi mujer ojos de agua para beber en prisión Mi mujer ojos de leño siempre bajo el hacha Ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego
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Poeta
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Me siento como el sol, me siento como la lluvia, creo que acabo de encontrar razones para vivir de nuevo, porque lo que he estado sintiendo tu amor, sé que es tu verdadero amor por mí.
Me siento como el aire, como un ave, volando a la libertad, hacia nuevos destinos.
Puedes ver mi visión, un verano tranquilo en blanco, cuando el amor es un sentimiento, que nada lo puede doblegar.
Estábamos girando la llave en el interior, para entrar en el momento, vivimos en un sueño, te veo hoy.
Siento que todos mis miedos se desvanecen, he estado esperando tanto tiempo, para que algo nuevo suceda, me siento con un deseo constante de estar contigo, y tengo un secreto, creo que debes saber, que en verdad te amo tanto mi amada.
Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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Estás de pie delante del mar, observando a los pájaros luchando contra la gravedad, te sienta a la orilla, tus lágrimas en los ojos, estás llorando. Siente la brisa del mar, consolando aquel corazón lastimado, siente las olas sobre tus pies, la arena suave que estas pisando. Escucha el viento soplar, y luego cierra los ojos, abre los brazos, siente cómo estas volando. Ahora puedes alcanzar el cielo, seca tus lagrimas, deja atrás todo el dolor que tienes en tu alma, deja que el pasado se arrastre en las olas. Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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La suave brisa, que acaricia tu piel, esa sonrisa tuya, ese dulce beso de tus labios, ese sabor que me das cuando estoy contigo.
Ese sentimiento tuyo, esa calidez, cuando estoy a tu lado, a la orilla del mar.
Cada noche que paso contigo, cada segundo que vivo, nuestros corazones laten, rápidamente y sin detenerse.
Es una experiencia hermosa, al verte amada mía, junto a las olas, que rozan tus pies, que borran nuestras huellas, que sella nuestro destino por siempre.
Erick R. R. Torres (Angel Negro)
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Poeta
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Un beso, una cancion, un romance, un corazon enamorado.
Un deseo sincero, es el de amarte, hasta la eternidad, hasta el final.
En lo mas profundo del corazon, siento esa emocion, de tenerte a mi lado, de besarte querida niña.
Un bello sentimiento, un romance bajo la luna, caminando sobre la arena del mar, quieto y hermoso, como la vida misma.
Erick R. R. Torres (Angel Negro)
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Poeta
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EN LA CRUZ VIDRIO
Había dejado toda su arena en un granito. Por las turbas degolladas, de renglones, pálidos, de mostaza en una época, de muchos, de jóvenes sacrificados con flores y al amor de goma, y gas naranja, libres protestaron. ¡Libres fueron solo de morirse como ahora!. ¿No está ya escrito?___Escuchando a veces el viejo rock, en grandes avenidas a go-go... En el vidrio, en la ventana, al frente, había una cruz atravesada por muchos olores de otros tiempos. ¡Qué a repetirse vuelven!. En el bosque, siluetas de roble, pajas de un ojo, semillas plantadas sobre asfalto y metal de plomo ardiente penetrando carne humana, por las órdenes de los cíclopes nuevos. ¡Antropoides!. Fabricando una enorme calenda. En la cruz, bonanza de lápidas, tiernas tardes. Hay, vidrio, pensaba, como un viejo plástico, antes del reciclado desbordante despeñadero. En las sombras perfumadas, frescos murmuran, las revistas, libros viejos, historias cocidas por el agua parpadeante de los puntos rojos con los pómulos hinchados, como un lagarto que se zambullía una y otra vez, en la pobreza desayu- nando hombres inmutables ya en las bibliotecas, oxidados se arremolinan las cabezas que los re- cuerdan, solamente de niños, al fondo de manos curiosas. ¡Años de colores, pelo largo y mini-falda!. No, ahora no es igual. En la red las estrellas son opacas, se protesta con un dedo, se controla el universo con un "click", que retumba en una cabeza hueca, y des-almada pródiga, que alimenta fantasías llenando los bolsillos del saldo que hace del aire al tiempo, y las memorias. ¿Qué son?. Nuevos dispositivos, más allá del disco duro, portátiles, volátiles, se compran, se venden, se llenan de virus y a veces... Por pequeñas fallas se localizan en alguno que otro cerebro humano, que es habitante virtual del espacio inexistente, con la virtud más elevada, en la soledad menos que electrónica, en esa soledad que corre más libremente frente a una pantalla, y demás espejismos de avances que sufren en segundos, y lloran por una cucaracha.
¡Vidrio!. Vaya nombre, pero esa había sido la voluntad de la abuela al registrarlo, como su hijo de 75 años.
En la Cruz, el poblado más cercano, tras la puerta del cuarto que a veces funcionaba como oficina y otras, era una cantinilla ingenua, que confusa hacía la misma perilla de esa puerta. En la mesa, en el ciberespacio fantasmagórico, un viejo ratón, la música, la presencia desnuda del monstruo del cuello blanco, asesino multiforme, plaga, enredadera en las entrañas de las paredes y los puentes al inframundo menudeaban. ¡Es obsoleto morir naturalmente!.
¡Hay qué estar actualizado, secuestrado, extorsionado, y sobre todo aterrorizado, así se logra controlar hasta el último cabello si quedara algo más allá del hueso pensante!.
¡Cruz, cruz!. Decía vidrio, que se vaya todo el plástico y regrese la madera reciclada. Era uno más, millonario del desastre, cientos de veces, miles de ausencias fingiendo olvidar.
Y culpando, al pterodáctilo organizado, en rebaños, en recuas, en parvadas, organizado en bancos, de peces, en las fauces de ballenas, sin recato, en la cruz de mantarayas. Vidrio, sí, él, el Vidrio, como un heliotropo infunde
esperanza. Pero... El silencio es porcelana en camisa cargada de malos presagios, en las castidad de los fantasmas. ¡Creyendo en las urnas que guardan cenizas!. ¿Sirven acaso para guardar otra cosa, o dar esperanzas de otra vida cuando ya no se tiene?. Y botan solo las pelotas en las infancias yertas, al elegido del cementerio.
Vidrioso tiene cada ojo la paja y la viga aplastó un camello al entrar sin pedir visa en una aguja. ¡Y todo por el amor de un click!. Casi pensaba con las rodillas, en las botas, solo las pelotas botan, compradas, por un rato, por las más grandes ratas, aunque luego de desinflarse las urnas de las cenizas. ¡Los pterodáctilos eran organizados culpablemente almendrados! Y en la cruz, se calman, con unas bellas flores, una caja brillante o una pequeña urna de barro, bota la arena dentro de un hoyo tierno de olvido. Y después, de las urnas, recogen sus cosas los reptiles de los comicios, y la bondad de verdades absolutas cubiertas de plomo hemoglobínico al que
lo dude por un pequeño pelo. ¡Vidrio, plastificado!. Parece lo que nunca ha sido.
En la cruz, vidrio, hay borregos hambrientos, lagartos, hienas dulces, sapos blancos y langostas en los campos minados y el dinero escasea sin mucho trabajo, solo en unos cuantos que se pudren en él, como podrida el alma y toda la piel de una sonrisa vana y ávida. En la calle, ofrecen medicinas a los cadáveres, pensando, quince minutos antes de iniciar la nada, o la escuchan, pocos, en la venganza del plástico, del vidrio en la cruz, que esperaba su madera de los bosques arrasados, de los amos de la vida de otros esclavos, explotados, desarmados, ignorantes encerrados, con sus redes, aislados, más asociales que nunca, y quién lo diría, muchos enormemente antisociales humanitarios de un dedo en un solo click... Con toda la tristeza bajo la piel y la violencia en ágiles dedos salvando al mundo, ingenuos de nuevo cuño.
Los pterodáctilos atacarán de nuevo, en las películas, de caricaturas en la isla que piensan los olvidados harapos. En la unión de las urnas, ¡Solo cunde la ceniza!. ¿ Qué esperaban?. Un ataúd brillante sale enormemente caro y todo lo demás... Bueno, botan las pelotas, botas raídas. Pero, la honestidad. ¡Hay de ella, nadie la conoce!. Y nadie fue acribillado ayer. Sin embargo, quedan muchos otros nadies. En la cruz vidrio piensa. ¡Pero, sé que nadie duerme, y quisiera morirse en otro lugar, sano, tranquilo, tomado en cuenta, respetado por los corderos balando lobunos y coyotescos!.
Pero nadie, bota su pelotilla, aún piensa que será alguien alguna vez, el primar nadie de la historia que se fabrica clones de algo más. ¡Jamás será nuevamente engañado, imposible, en su ancianidad ya tendrá una jubilación a los sesenta y cinco años después de fallecido desde el hijo al hermano con muchos nietos. La cruz, vidrio lo recordará por siempre, si antes el pterodáctilo organizado no lo secuestra, o provoca un eclipse en su misma alcoba, o teje una capa de ozono, con las manchas solares al derrotar los virus de la influenza, y la peste pide perdón, en fin, el pterodáctilo organizado es un fabuloso ser que todo abarca. ¡En la cruz, vidrio se creyó plástico!. Y desde esa época vive en las tarjetas, victorioso.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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(Para José I. Bandera)
Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla? Albergué una virtud, ¿por qué se ha ido? Fui templado, ¿do está mi recia malla? ¿En qué campo sangriento de batalla me dejaron así, triste y vencido?
¡Oh, Progreso, eres luz! ¿Por qué no llena tu fulgor mi conciencia? Tengo miedo a la duda terrible que envenena, y que miras rodar sobre la arena ¡y, cual hosca vestal, bajas el dedo!
¡Oh, siglo decadente, que te jactas de poseer la verdad!, tú que haces gala de que con Dios, y con la muerte pactas, devuélveme mi fe, yo soy un Chactas que acaricia el cadáver de su Atala...
Amaba y me decías: <analiza>, y murió mi pasión; luchaba fiero con Jesús por coraza, triza a triza, el filo penetrante de tu acero.
¡Tengo sed de saber y no me enseñas; tengo sed de avanzar y no me ayudas; tengo sed de creer y me despeñas en el mar de teorías en que sueñas hallar las soluciones de tus dudas!
Y caigo, bien lo ves, y ya no puedo batallar sin amor, sin fe serena que ilumine mi ruta, y tengo miedo... ¡Acógeme, por Dios! Levanta el dedo, vestal, ¡que no me maten en la arena!
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Poeta
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VENADO MENSAJERO
El mensaje del aroma escuchar de las flores me dice, creo, me dice, incluyéndonos, de la presencia de cada latido, que fue tu corazón con el mío, un mal, sin remedio, un mal, cuando se olvida el sufrir ajeno. sueño gris ausencia que sabremos. Nos olvida de todos los sinsabores.
Y volverán del ayer, mañana, tus caricias por el campo, todo el sabor de cualquier verde, de la miel dorada plata negra, la suavidad solo aspereza, de tu piel sin su recuerdo, tu sonrisa vaporosa, con malicia pendular.
Tu querer en hormigueros con travesura y aventura la tersura risa, una sonrisa liszsa abrizsza, un mar nuevo, de tu pelo nublado, en fuentes, los labios, secan las pestañas solo, de terciopelo los panales, tan bella con arena desierta, despierta, fruta madura, del manzano durazneándose.
Mensajeros los venados Venado alado Mensa Jero.
Tu ternura, paladea placentera, y el descanso cambia núbil, recompensa, condecorando humilde, tan deseada, tan sencilla, tan amable, en tu memoria quedan los besos, de la boca enamorada, recalientan los mismos fuegos, los besos, venados, mansos.
El mensaje del amor venado. Angélico Palpitar Del Ser. ¡Amado!. El mensaje supremo del vivirse siempre.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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TOCANDO ESPERO
Tu alma con mis dedos, mis labios, mis retinas. Adorada plata cristalina y diamantina. Vives en mis latidos. Y tocando, tocando te espero. Las puertas en los cielos. En los ojos las estrellas. En las arenas de playa.
Amor sin ocasión, amor perpetuo. Tocando los pétalos invisibles. La sangre de cada canto alegre. Alegre y dulce como tu piel y miel. En la vida, de esta vida, de este tiempo.
En la sinfonía inmortal. En el sonido del aire por las hojas. En el calor del fuego por los brazos. Espero y espero, en un siempre presente.
La melodía sagrada, donde el hombre sea cada nota. La música inmortal de la felicidad entre dioses. Todos, el que sea, con todos, o sin uno solo.
Solo la verdad serena del amor humano, el que se ve y se siente cada día. Sin egoísmo, el del polvo de hombre. Éste de carne, de sangre, frágil y desamparado. Que debe arrodillarse, humillarse, cargar las culpas en otro. Que confía alegre y fanático, la muerte, la injusticia, el dolor ajeno. Y pide. ¡Sí, solo!.
Pide al cielo que perdone, que lo haga todo, y se queda. En su culpa irresponsable, esperando y esperando. Tocando los sueños, pesadillas y temores. En un paralítico hoy, hoy de cada día del hace mucho.
Así toco, toco mis silencios, mis ausencias, mis dolores. Soy el cobarde que nunca conocí, soy la basura del templo. Iglesia y vergüenza juntas, entre sangre y miseria. Entre mi esperanza yerta, y los ideales vacíos.
Espero dejar de tocar las nubes y los desiertos. Y tocar las almas, los ángeles y demonios, o a todos los dioses juntos. Pedir que regresen. Si ya están muertos. Les buscaré. Y sí no hay. Haré con mis dolores esperanzas. Aunque mi polvo pierda, y el aliento que respiro se vaya. !Nada importa, cuando veo el sufrimiento, y nada. Pero nada puedo hacer.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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