Una vez mas, aquí estamos, en las noches de silencio, en las noches mas profundas, arrullas mi alma perturbada.
Una noche a tu lado, una noche fugitiva, que a la vez se vuelve amanecer, cuando el sol vuelve a salir, y la luna se duerme.
Un beso de buenas noches me das, un beso de despedida recibo, es la hora de dormir, es la noche perfecta, para seguir enamorado de tu belleza.
Estamos aquí, solo en este mar de estrellas, juntos vemos el firmamento, donde la luna nos da las buenas noches, donde el amanecer vuelve a presentarse.
Aquel día que cruzáramos miradas El corazón se nos salió del pecho Y fue un sentimiento noble Tratando de alcanzar el cielo.
Sin siquiera haber sentido La pulcra seda de tus manos Floreció este amor desenfrenado Clavándose en mi pecho y en tus senos.
Y nos quedamos en silencio Dándole tiempo al tiempo por ver lo que pasaba Te alejaste de mis ojos, vida Y ahora que te encuentro, ya estás comprometida.
Yo guardé mi voz anochecida de espera Tú mirabas en silencio, dices, mi sonrisa en las estrellas Yo esperaba que volvieras al claror de la mañana Callada tú, enterrabas mi recuerdo y mi mirada.
AH, TUS LARGAS PESTAÑAS. ___Georg Heym ( Alemania ) 1887-1912.
Estudió Leyes, y fué poeta de la naciente escuela Expresionista. En vida publicó: Ël dios de la ciudad¨ y ¨El día eterno¨. Esta es versión de: Ernst Edmund Keil.
Ah, tus largas pestañas...
Ah, tus largas pestañas, el agua oscura de tus ojos. Déjame hundirme en ellos, descender hasta el fondo.
Como baja el minero a la profundidad y oscila una lámpara muy tenue sobre la puerta de la mina, en la umbría pared,
así voy yo bajando para olvidar sobre tu seno cuanto arriba retumba, día, tormento, resplandor.
Crece unido en los campos, donde el viento reside, con embriaguez de mieses, el alto espino delicado Contra el celeste azul.
Dame tu mano, y deja que creciendo nos unamos, presa de todo viento, vuelo de aves solitarias.
que en verano escuchemos el órgano apagado de las tempestades, que nos bañemos en la luz de otoño sobre la orilla de los días azules.
Alguna vez iremos a asomarnos al borde de un oscuro pozo, miraremos el fondo del silencio y buscaremos nuestro amor.
O bien saldremos de la sombra de los bosques de oro para entrar, grandes, en algún crepúsculo que roce tu frente con suavidad.
Divina tristeza, ala de eterno amor, alza tu cántaro y bebe de este sueño.
Una vez alcancemos el final adonde el mar de manchas amarillas calladamente invade la bahía de setiembre,
reposaremos en la casa donde las flores escasean, en tanto entre las rocas tiembla un viento al cantar.
Pero del blanco álamo que hacia el azul se eleva cae una hoja ennegrecida a descansar sobre tu nuca.