miltinho

Poemas, frases y mensajes de miltinho

Selección de poemas, frases y mensajes mais populares de miltinho


Siempre árbol, aun después…

Hacha filosa, sierra veloz…
Las manos que las empuñaron
¡no saben cuánto están matando!…
los miles de días que se amasaron
a fuerza de sol y agua y viento…
los tantos centímetros logrados,
en tantas otras lunas no contadas,
esforzando nuevas ramas y hojas
para alcanzar ese globo hermoso,
para evitar el incendio voraz
de las lenguas caniculares del astro rey.

Cortes terribles rompiendo
inmisericordes esa arquitectura,
que abriga vida, que alberga vida…
es que tras tan recia contextura,
un universo inmenso convive,
se recrea, crece y vibra junto,
pero libre, como lunas, cometas…
como puño apretado pero sin cerrarse
como alas que se despliegan sin plan,
como convite siempre dispuesto…
como hogar nomás… acogedor, generoso.

Depredar a golpe de filos cortantes
y cadenas girando dementes…
parecería lo último y definitivo
para un árbol tan majestuoso
que aún mientras caía mal herido,
la vida continuaba volando, reptando,
en impotente éxodo no derrotado…
falacia esta muerte artera,
que no puede acabar fácil, como creían
los innobles que rompieron años
de crecimiento, de derroche de vida.

Es que aún en los estertores…
la vida sigue entregando jugos, savia,
fibras, calor, innúmeras simientes,
sempiterno árbol que nunca se irá…
la naturaleza no es gris, no lo será,
la vida no es tan solo imágenes,
no es sólo delirante paisaje,
es un cosmos vibrante, inmenso…
aún después de recibir feroz mutilación
nos queda toda tu esplendorosa vida,
entregada magnánima, sin límites…

Beso de chocolate

No podía imaginar más exquisito instante,
habíamos tenido un plácido día, en el que
nuestras miradas se perdieron tantas veces,
cuantas aquellas hermosas y traviesas gaviotas
rompieron el tenue azul del infinito,
con su impredecible y libre vuelo…
mientras las olas a su manera las aplaudían
y nuestros latidos se acentuaban alborozados, inquietos…

La brisa también presente, nos acariciaba y acercaba
desordenando cabellos, aromas y el silencio,
el resto, lo hizo tu contagiante alegría y tu sonrisa,
para conjugar esto de ser felices, sin más que tú y yo,
el entorno propicio y tu coqueta risa
con todo su torrente escandalizando hasta el alma…

Fue además el espacio de aquel singular galanteo,
del sol, despidiendo rutilante a su amante luna,
naciendo azucena, plena, en una bóveda límpida,
luminosa, en el exacto instante, de veras exquisito,
en que tu quisiste compartir aquel manjar de chocolate,
colocado en medio de tu frugal boca, para un beso…

Beso de chocolate, jugueteando en tus carnosos labios,
frutilla delirante cubierta de gloria, de delicias…
Beso de chocolate, carnada de cordura y más deseos
estallando en la jugosa unión del deleite presuroso,
que se va con la intensidad que provocante llega,
cópula exquisita que ensueña y más… provoca.

Beso de chocolate, uno más de tus deliciosos besos.

Luna Azul

Podemos tener dunas, olas, montañas…
abanicos de arboledas, brisas, arena…
complementando la fantasía añil
que arrebata, inspira, que emociona…
que maquilla y resalta siluetas, formas,
toque de escenas maravillosas nuestras,
eco de delirios, suspiros y deseos…

Luna azul… inquietante cómplice amiga,
te esperábamos desde aquella fría
y exquisita noche, en que hasta la nieve
derretimos con ramalazos azules tuyos,
con amalgamas derrochadas de piel,
de besos, de tantas sensaciones ricas
dinamitadas con nuestro fuego interno…

Vuelca sin misericordia esa catarata de luz,
de embeleso que quema de pasión
y refresca, ensueña y provoca fantasías
sin límite, pero con no mucho tiempo…
que cuando se vaya la noche… continúe el sueño
y en él pueda esculpir en la memoria los rastros
tuyos, que aún se agitan en el tacto y nuestras bocas…

Luna azul… te esperamos con devoción,
compañera del roce furtivo, de la caricia nueva,
testigo fiel de esta comunión demente de labios,
manjares, movimientos y sonidos…
vuelve a transitar tu estela cósmica,
mientras nos esforzamos, por intentar replicar
esta singular fiebre azul de tú halo lunar…

No sé, qué extraño más...

Si... los matices de tu cercanía
contrastando cada estación,
con frescura, calidez, alegría
y la siempre infatigable pasión…

O quizás, ese no se qué…
que desde tu sonrisa…
una noche muy especial
terminó por cautivarme sin prisa…

Tal vez ese cobijo tierno de tu mirada
y tu voz, que obsequia paz, certeza,
ese Edén soñado con devoción,
en el que despeguen incesantes
todos nuestros sueños y deseos…

Extraño, esta sensación de fantasía,
que no tiene lugar ni tiempo,
que se agiganta y multiplica
en ese mágico instante en el que…
solo importa que seamos tú y yo…

Creo que extraño más sobre todo…
reiniciar, reinventar y entregar
nuestros universos, al intentar
una vez más, poseernos,
desde un exquisito nuevo beso…

Hoy voy a intentar una caricia…

Acercarme a ti atravesando cualquier distancia,
estaría al alcance de un desdoblamiento de mi alma
y podría mirarte, cubrirte, llenarme de todo de ti,
explorarte toda, más… no sabrías cuándo ni cómo,
muy egoísta si de disfrutar juntos nuestra cercanía
es lo que busca esto de amarnos tanto… tanto…

Además mi memoria guarda fiel y con todos los detalles,
cada instante, con los matices mágicos vividos…
Mis sentidos atesoran todos los rastros
tatuados por ti en mi cuerpo, en mis ilusiones,
en mi voluntad de vivir aun en los destierros,
suspirando y sonriendo, porque siempre vuelvo…

Así que hoy voy a intentar una caricia, que al leerla,
tenga nuestros escenarios, la cálida atmósfera cómplice
de los rincones nuestros, lleve en cada letra toda mi fuerza
y mis ansias todas…para estremecerte, porque tus
ojos lindos se tornen mustios, que tu cuello me brinde
todos los ángulos y tu piel sus planicies todas…

Permite entonces que te bañe muy lentamente…
como la hojarasca arrastrada por la suave brisa
o jugueteando en tus pies, como las marejadas
en aquel estero maravilloso que aun espera
por una noche plateada de luna y fría arena
recorriendo nuestra unión inquietante…

No quiero explorar tu memoria, ¡No!
Quiero seguir explorando tu sensualidad,
que no deje de asombrarte la intensidad
de esta exquisita manera de amarte, quiero
que me sientas y me extrañes más…
que sonrías también y sueñes que ahora mismo,
que conseguí entreabras tu labios, el recuerdo
de nuestros besos acaricie también tu boca toda…

Me falta tiempo...

Sin ninguna duda, ésta es mi más grande deuda,
es que me falta tiempo desde cuanto puedo recordar,
ahora mismo me urge tener más tiempo, más espacio,
para construir puentes, para amar, para ayudar…
seguramente me faltará vida,
para tener todo el tiempo que tanto quisiera.

Tiempo para poder entender, valorar
en su real estatura todo lo que de veras importa,
para compartir aquellas simples cosas,
que siendo posibles, no fueron, no llegaron
a completar ese espacio, que de seguro
cambiaría la vida sin arrepentimientos ni cambios…

Ese tiempo que faltó para conseguir por ejemplo
completar aquella sonrisa truncada y vuelta mueca,
por no tener tiempo para la pausa, para entender…
o la caricia reprimida que se negó a recibir,
el exquisito espasmo de tu piel… cálida, cómplice,
que guardaba muchos más delirios y sueños…

Resiento esta falta de tiempo que impasible,
tantas veces se negó a compartir sublimes instantes,
como el atardecer de los ángeles horneando pan,
en esa bóveda esplendorosa e infinita
de tonalidades cobrizas encendidas,
que no podía esperar a disfrutarlo juntos, muy juntos…

Me falta ese tiempo que debe compartirse con pasión,
para degustar todo cuanto sensibiliza y tantas veces
rompe sin compasión los húmedos cristales
de los ventanales del alma…
quisiera estar ahí y que tú también estés,
para juntar los enternecidos corazones y todos los suspiros.

Cuánto más tiempo quiero, para empezar a tratar
de atrapar tu púber sonrisa y llenarla de color,
de luz, de detalles que contagien sonreír así;
que al hacerlo mis ojos se llenen de tu resplandor,
la mente de ese alivio exquisito de felicidad, de paz,
y mis alas de fantásticos y profundos cielos…

Me duele el tiempo perdido en mi exilio emigrante,
duelen los espacios nunca compartidos, irrepetibles,
lacera el alma no tener ese tiempo diluido
en universos distintos, distantes, con remotos eclipses,
con ramalazos de esperanza que nunca marchitaron
ni siquiera en las terminales ilusiones…

Y aunque me falte mucho tiempo, voy a seguir
derramando con devoción, cada instante del milagro
de esta vida, para ser muy feliz a la sombra de tu sonrisa,
mientras comparto desde muy dentro del corazón
y las vísceras todas, este torrente desbocado de emociones,
sueños, ilusiones, amores, pesares, lágrimas, silencios…

Me va a faltar tiempo para encontrar en la solitud,
el paréntesis mágico para crecer a pesar de todo,
para pasar raudo de un corazón duro y necio
a otro muy tierno y sin memoria…
para poder amar más, para madurar
y volver a intentar ser mejor, ser bueno…

En el instante que me necesites... allí estaré

Que quisiera cubrir todos tus espacios con devoción,
con pasión, podría decir que casi con religiosidad
y saber muy pronto si algo te acechara y amenazara,
si algo pudiera cubrir de angustia o dolor tu existencia,
que quisiera compartir cada respiro y todos los perfiles
de tu sonrisa y tus ojos lindos… pero no puedo.

Aun cuando velo tu sueño y mi alma se extasía de ti
de tu descanso, de tu aura que sigue bruñendo mi vida,
también tu sueño me atrapa y me pierdo en tu lasitud
buscando que mi sueño te alcance, te encuentre
y aun en sueños compartir fantasías y más vida…
aun en sueños poder estar pendiente de ti mi reina…

Y por sobre lo que no está a mi alcance, voy a intentar,
voy a esforzarme y de cualquier manera estaré allí,
en el instante en que aflore tu necesidad de tenerme,
de contar conmigo, de sentir que me importas todo…
que si desdoblarme pudiera mi alma no se alejaría de ti,
de tu paisaje, de tu aliento, del alcance de tu mirada…

Pero ese instante lo sabré y empezaré a regresar
si estoy lejos… o a tomarte la mano si junto a ti estoy,
siempre tendré en la voz y en mis roncos versos
un puente de pausa mientras vuelo, corro, llego…
para que la esperanza crezca y tu sonrisa florezca,
para que nos juntemos mientras tanto en los recuerdos…

En otro beso quedito en tu cuello y en más caricias
nuevas, en la profundidad de la noche con o sin luna,
en esa sensación exquisita de apretarnos más
mientras afuera llueve o en la aurora que llega nívea
a hacernos dormir después de amarnos tanto…
o tan solo nos confundimos en un mismo suspiro.

Las distancias y los tiempos tienen la duración
que nuestras ansias y todo nuestro amor quieran,
entonces no desesperes, simula que estás soñando
que llego raudo y que te despertaré a besos, muchos…
me importas vida de mi vida y espero ser sombra
para estar ahí esperando, cuando me necesites…

Las pesadillas también son sueños

Tanto soñar y soñar… y de pronto…
una noche… sin calcular ni pensarlo,
se deforman las imágenes,
se trastocan los colores y las formas
se agigantan las distancias y los tiempos
transcurren perversamente lentos,
a pesar de esa ansiedad infinita para
que ya no siga más, para detener
las pesadillas... que también son sueños.

Las despedidas, los trenes y las lágrimas
nunca las pude aceptar y mi pesadilla,
tenía maletas en un tren en medio de
una espesa neblina y un frío tenaz…
miradas perdidas, desolación, más frío…
ojos hundidos, secos, inexpresivos…
lenguas ásperas recorriendo espaldas,
susurros y lamentos que aterrorizan,
que recuerdan miedos y desconsuelos...

Cuánta desesperación por interrumpir
esta tortura siniestra que hunde puñales
sin misericordia, que hace inacabable
aquella caída repetitiva en tétrico abismo,
mojado de sustancias inenarrables,
que estalla con innúmeros chillidos
que llegan de la nada y de todo lugar,
para violenta y súbitamente reempezar
en un nuevo paraje abandonado y solo...

Que el espíritu se debe forjar y templar,
bienvenido, pero ¿a media conciencia?...
¿entre nubarrones y más temores?, ¡vaya reto!,
pero... sin intentar adivinar ni leer nada,
acaso no es la vida una sucesión de utopías,
de sueños difíciles, lejanos... que, ¿cuántas
veces pretendimos abandonar o ignorar?...
¡Vamos!, como la tormenta, la pesadilla acaba,
el despertar nos brindará nuevas fortalezas...

Las personas no alimentan pesadillas, buscamos
sueños; pero esos instantes terribles, odiados,
estas pesadillas son pruebas que no tomaríamos,
son espacios que desnudan nuestras flaquezas
y somos vulnerables, indefensos, mínimos...
Qué buen ejercicio para la arrogancia y el ego
fatuo, que se solazan cuando todo se ve fácil...
qué bueno enfrentarnos a una condición humilde
que no nos guarda nada más que nuestro espíritu...

Pero hay que soñar, siempre soñar y volar,
para ampliar espacios y extender imaginación,
alas, más sueños y hasta pesadillas nuevas...
los espíritus nobles no se entregan acabados,
se construyen con cada tramo de vida y marea,
con aquel abismo y todos los demonios...
con más despedidas y más soledades, contigo
y sin ser animado alguno... ¿cómo valorar sino
lo que crees tener y no has aprendido a amar?...

Volver a los 17...

Hubo un tiempo en que entre los amigos, solo era ponerse de acuerdo y organizar algo, esa ocasión ese algo fue irnos de caza y pesca, el año de clases había terminado y había una suerte de comezón por hacer algo diferente.
Excursionar hacia La Bonita, era una aventura que se presentaba excitante, la existencia en la montaña entre otros de: osos de anteojos, venados, conejos, dantas y muchas truchas en el río El Carmelo, nos hizo soñar colectivamente, sobre muchas escenas hasta entonces únicamente vividas en la lectura de libros, anécdotas de los viejos y en alguna película ambientada en condiciones similares.
No teníamos que salir siquiera, para empezar a quemar adrenalina, así que dimos trámite a la salida sin más ni más; embarcarnos fue cosa de un día para el otro; contactamos al otro Milton, pues su familia trabajaba en armería artesanal y era el candidato perfecto para proveernos de alguna que otra arma de caza.
Cuando el otro Milton llegó a encontrarse con nosotros al Terminal de buses, traía en un envoltorio de cueros y trapos, una destartalada escopeta que parecía un trabajo manual; Arturo llevaba el machete pequeño de la abuela, el Lucho llevó su guitarra, ¿cómo iba a faltar semejante compañía?, los demás todo el ánimo para compartir ese paseo -cuasi safari-, con cuotas de víveres que al momento de embarcar no llegaron, ni aparecieron, varios salieron con la ropa puesta y la confianza de que los demás llevarían provisiones.
Nuestros padres aprobaron y accedieron a este viaje de dos días, el lugar estaba relativamente cerca y no presentaba potencialmente peligros importantes. Salimos a Julio Andrade un pueblito que estaba a 20 minutos de nuestro Tulcán, allí recogeríamos a Patricio que vivía con su madre y por una vía secundaria avanzaríamos a un refugio en la montaña cerca del pequeño poblado de La Bonita.
Estábamos completos, el otro Milton y su tremenda arma, Arturo y el machete de la abuela, Bladi que sabía de artes marciales, el Chito que no sabía de artes marciales, el Lucho y su guitarra, Patricio y yo - el Milton-.
Esta travesía que ya iniciaba con cambios en las expectativas iniciales, tendría otros olvidos desafortunados, que más tarde ¡vaya que pesarían!, es que tras comer algo en Julio Andrade en casa de Patricio, caminamos largamente hacia La Bonita; varias horas que no las sentimos por la variada y amena charla, por la ansiedad ¡de llegar ya! a la montaña y verificar por nosotros mismos, todo lo que nos habían contado; cantamos también a capela una y tantas otras canciones, que por variadas y emotivas, animaron intensamente nuestra caminata, el objetivo era llegar al refugio antes que obscurezca.
Cuando por fin alcanzamos La Bonita, la tarde moría y el cielo amenazaba con obscurecer pronto, de modo que decidimos pasar de largo internándonos en la montaña, sin saludar en el pueblo ni preguntar nada, ¡típica actitud de novatos! Tomamos el camino o trocha a la montaña y continuamos la tarde estaba nubosa y la oscuridad inundó la serranía más pronto de lo que imaginábamos, además el cielo amenazaba con lluvia y si no encontrábamos el refugio había que armar una carpa para protegernos.
Los que se creían cazadores expertos e iban adelante no encontraron el refugio, así que tuvimos que armar la carpa con la lluvia mojándonos y dificultando la tarea, escogimos un claro en la ladera de la montaña y nos apuramos en completar nuestra tienda de acampar; así como en recolectar ramas secas y algunos maderos, para avivar una hoguera que nos proteja del frío y de los insectos.
Una vez más la inexperiencia hacía presa de nuestras decisiones, la carpa fue armada con una de sus alas hacia la ladera de la montaña, lo cual sin tener una cuneta alrededor de ella, ocasionaría más tarde que toda el agua que escurría de la montaña se acumule en este lado de la carpa.
Como si esto fuera poco, los errores logísticos empezaban a notarse con todas sus secuelas, varios no llevaron víveres, pensando que otros llevarían; en Julio Andrade, Patricio olvidó un costal con una olla, papas y otros alimentos que nos había preparado su madre; hubo un encargado de llevar licor, que también se olvidó un garrafón de “puntas” (licor artesanal de caña), en algún lado de su casa, así que tuvimos un paseo -0 alcohol-, aunque no teníamos ningún hábito dependiente a ese consumo.
Nos salvó unos atunes que había llevado el otro Milton y una buena ración de pan que mi madre insistió en que lleve, así como una funda de caramelos, de modo que tuvimos pan y atún como nuestro alimento principal y caramelos para acompañar de postre; cigarrillos hubo suficiente al menos para ese primer día y noche.
La lluvia cayó moderada, pero continua mojándonos a todos y acompañándonos hasta más allá de la medianoche; su caída sobre los árboles, matorrales y demás vegetación hizo imposible escuchar algún ruido extraño; sólo cuando escampó y nos concentramos en tratar de distinguir los ruidos de la montaña, pudimos escuchar los rugidos de algún oso, bastante distante de donde estábamos; sin embargo aumentó nuestra tensión y la quema de más adrenalina, que a esa hora ya tenía una buena dosis provocada por las historias que uno y otro conocíamos de otros cazadores de verdad.
A alguna hora de la mañana me tocó el turno de dormir y la lluvia volvía moderada y continua, mojado, cansado y con mucho sueño, apenas encontré uno de los extremos de la carpa libre, me acomodé a descansar, sin percatarme que se trataba del ala de la carpa que daba a la pendiente de la montaña y que seguramente tenía sobre sí, una buena cantidad de agua, que con el paso del tiempo se convertiría en más peso y más frío, esto sobre una de mis rodillas, consiguió que me ocasionara una suerte de calambre con mucho dolor.
Después del susto –pues me desperté quejándome del dolor-, todos festejarían la anécdota, hasta una fotografía tomó el Luís, con todos tocando mi rodilla; pero como cada nueva anécdota, tuvo su corta duración hasta la siguiente historia, así que el ¡Ayayay mi rodillita! se perdió al amanecer.
Es que con la luz del nuevo día, los exploradores frustrados del día anterior, descubrirían que habíamos mal acampado a apenas unos 200 metros del refugio, que era una casita de montaña amplia con una chimenea y una cocina de leña.
Tampoco era momento para lamentarnos, las escasas provisiones se terminaron con el ilusorio desayuno, entonces había que bajar al pueblo a pedir ayuda, pedir qué comer para ser más exacto.
Allí en el pueblo nos esperaba la más curiosa de las anécdotas del viaje: unos niños que jugaban fútbol en la plaza del pueblo cuando nosotros pasamos de largo, nos habían observado pasar, primero con extraña apariencia, luego muy apurados y por nuestra edad seguramente parecíamos estudiantes o algo parecido.
A alguno de estos niños se le ocurrió decir que parecíamos de la Misión Geodésica y que tal vez habíamos ido a medir el cuadrante del meridiano; esta ocurrencia horas más tarde había corrido como pólvora por cada casa del pueblito, a la mañana siguiente, todos observaban con curiosidad galopante que apareciéramos, pues además esa mañana habían escuchado varios disparos, lo que seguramente aumentó la incertidumbre de los desconcertados parroquianos, que en algún momento hasta pensaron en salir en nuestra búsqueda.
Es que como de cualquier manera había que dejar la montaña y no volveríamos (sin provisiones ni pensarlo), entonces al menos había que acabar con las municiones de aquella singular escopeta de fabricación casera, intentamos cazar algún conejo al menos, que si alguien lo vio, se espantaron con el primer disparo y el resto fue disparar al aire o a la maleza pretendiendo haber visto algún animalito del monte.
Frustrados por no haber acertado como exploradores, como cazadores, como organizadores de este safari de hambre; mal dormidos, muertos del hambre, finalmente aparecimos regresando de la montaña.
Nuestro arribo al pueblito de La Bonita, se da en un ambiente de simpatía, pues la primera impresión, para aquellos que se habían quedado con la duda de la ocurrencia del niño con mucha fantasía en su charla, fue: “… pero si han sido muy jovencitos para ser de la Misión Geodésica…” Nuestro aspecto de hambrientos y mal dormidos, debió ser también muy notorio, que consiguió generar en los adultos del pueblo un sentimiento de solidaridad.
Tras las aclaraciones de rigor, las risas y burlas por nuestras peripecias y novatadas, ¡nos invitaron a comer!, algunas de las familias del poblado, habían organizado una comidita para esos jóvenes que ¿qué mismo serán?
Seguramente todos recordaremos esa comida por lo sencilla, caliente y abundante; nos brindaron sopa de pan con queso, papas cocinadas, habas tiernas, mellocos y más queso, ¡ah! y limonada, mucha limonada. El almuerzo fue acompañado de canciones a los acordes de la guitarra del Lucho, que finalmente pudo tocarla, pues con la lluvia de la noche anterior ni pensarlo; fue nuestra manera de retribuir tanta gentileza y generosidad, cantando nuestro mejor repertorio.
Bladi y el Chito, para completar nuestras demostraciones de inexpertos, osaron ir a sentarse a la rivera del río que cruzaba por el pueblo, ¡a pescar!, ¿pueden imaginarse eso?, pero sí, convencidos de que podían pescar al menos una trucha, pasaron algún buen arto, lanzando y relanzando los anzuelos, sin conseguir izar siquiera un zapato viejo.
Con esta nueva anécdota y desencanto, llegó la voz de prepararse, el camino a desandar hasta Julio Andrade estaba entero y la tarde se mostraba corta, así que agradecidos inmensamente de La Bonita, ese pueblito acogedor, generoso, de gentes amabilísimas, salimos con renovadas fuerzas de vuelta a casa.
Esta vez las canciones sonaban más claras, los cigarrillos se habían acabado en la larga noche anterior y ya nadie hacía pausas para fumar; los regresos siempre son más rápidos y a pesar de que fue la misma distancia que recorrimos a pie, alcanzamos pronto Julio Andrade, cuando la noche caía ya.
Preferimos no molestar más en casa de Patricio y buscamos el primer bus que nos lleve de regreso a Tulcán; Patricio se quedó con su madre y nosotros buscamos urgente un asiento, para descansar de la caminata, del viaje, de tantas peripecias; ya vendrían nuevas incursiones, tal vez las hagamos en minga y soñemos otra vez colectivamente o simplemente las enfrentemos solos como Quijote a sus molinos de viento.
En la vera del camino donde nos embarcamos quedaba olvidado el machete pequeño de la abuela de Arturo, especial porque era corto y tenía un mango tallado en bajo relieve, clavado en el suelo, protagonista de la última anécdota de este viaje, que seguramente le trajo un nuevo dueño y hogar y seguramente también nuevas anécdotas…

Luna mojada

Teníamos ya la cortina de lluvia tendida,
Cuando, como un enorme faro
nuestro firmamento cubriste mullida,
fondo lunar… con arpegio de pequeñas gotas
qué espectacular ambiente para dos,
dos que se aman, dos que se urgen…

No podía imaginar un paraguas inmenso
para protegerte, así que, abrimos ventanas
para recibir tu luz y brindarte nuestro calor,
que aunque en hilillos evaporados,
te contagien de calidez, de ambiciosa
caricia, de manos ávidas y muy lentas…

La fuente y las películas de agua en el piso,
multiplican tu presencia y el encanto,
¡qué ambiente más acogedor y sugerente!,
para acurrucarnos sin más cobijo, que el radiante
halo irisante que brota como cascada
de tu luz y del velo inmenso de gotas de lluvia…

No te vayas aun cómplice querida… la lluvia
no va a cesar y nuestra pasión tampoco,
más... creo que tu magia fue generosa,
otros palmos del mundo te esperan y…
seguramente otras amantes parejas,
lleva contigo, este manto de gotas
y hazles también soñar…
con una noche de luna mojada…

Tan solo tú y yo...

"... la vida de alguna, de cualquier manera,
nos encuentra con seres muy especiales
que serán fundamentales en nuestra existencia,
para alcanzar el pleno disfrute de este viaje
que hace de la felicidad la mejor compañía,
esto es lo que ocurre entre tú y yo..."

...Entonces, hablar de tú y yo en el amor
es intentar describir y ponerle colores, aromas
a nuestro sueño… sí, nuestro sueño
que se amalgamó desde el primer abrazo...
estrechito y largo como la previa espera…
que juntó más que músculos, curvas y brazos…
voluntades, intensiones, ansias de compartir,
esta sensación que se reedita hermosa,
de mágico encanto, de eléctrica explosión,
de ansiar desnudar el alma para entregárnosla…

Tú y yo, ¡vaya encuentro!... ¡indescriptible!...
por la catarata de ternura y el atropello
frenético de ideas, que sin embargo...
las entendíamos… de más que nerviosas caricias,
de choques, que intentaban ser quedos…
era el amor enfrentando la playa añorada
y que por acariciarla… casi la asustaba,
por la impetuosa fuerza de su oleaje,
es que el ensueño de saberte tan bella,
en ese instante profundo, fue recibirte así…

Sueño intenso y mágico, con toques de locura
por la mezcla incesante de candor, anhelos
y el desenfreno apasionado de saberte mía,
de ser como mi mujer: mi solaz, mi bastión...
panal de ternura, amasijo de calidez y consuelo.
Nunca tuvimos fronteras... no podíamos,
¿cómo marcar límites a un sueño?,
la vida juntó nuestros universos y esa,
bendita conjunción todavía revienta chispas
de tanta vida, de tantas ilusiones por compartir...

Sueño que nunca respetó día o noche,
nos asalta a cualquier hora, como aquel
súbito instante en que tu hermosa boca pequeña,
cerraba la mía, en un arrollador beso,
¿cómo recordar siquiera a qué sabía?...
si se me juntaron estrellas, lunas y margaritas,
desbaratando cualquier expectativa y muralla,
y sumirme absorto en el portentoso
ciclón de delicias y ensueños... que mi boca
aun no atina a descifrar, a repetir, a evocar...

Este mismo sueño que se hace tangible a ramalazos
y crece aun más con tus anhelos y mis ilusiones todas…
con más sueños, que entretejes mientras te miro
apacible en mis brazos, escapar rendida a explorar
más vida, detalles ensoñadores… más pasión,
bajo un infinito celeste que vibra y motiva...
creo que la luna y tu sonrisa se parecen
por la sensación exquisita de placidez,
ternura, abrigo cómplice… de esa belleza única
que enamora, afirma y siempre cautiva...

Y aunque a veces no podamos juntos continuar forjando
más sueños… estos también se multiplican en la lejanía,
cuando debemos soportar exilios breves
donde perdido recorro paisajes vacios de ti,
porque mi corazón se queda contigo
y mi alegría también, enredada en las comisuras
de tu sonrisa y de los besos que me harán falta;
pero que se juntarán luego, en los regresos
ansiosos por abreviar distancias y tiempo
y retomar con pasión esto de reinventar… amarnos más.

Atesorar al máximo cada instante es otro sueño,
que vence cálculos y cualquier imaginación
amasada en la nostalgia, en la espera, donde sea...
con la conciencia plena de que no soñamos,
para sumirnos despiertos en una fantástica espiral
in crescendo por lo que tenemos para explorar
y por compartir, de este viaje feliz que nos junta
lo cotidiano y las utopías que nos amplían
el horizonte y ese amanecer destellante
que se rompe luminoso en tus cafés pupilas...

Juntar universos parecería apocalíptico, terrible…
pero con nosotros no es así, no fue así, no lo será…
los espacios compartidos nos dejan más sueños
que tampoco pueden ser predecibles, no lo son…
por sobre los nuevos amaneceres a recibir y lo que puedan
nuestros cerebros intentar explicar, hay en nuestra piel,
en nuestras sensaciones, en nuestras vísceras y reacciones
una mezcla compleja que no interesa encapsular,
esta forma de vivir que nos enciende e ilusiona…
que nos junta más y rompe esquemas… es el amor.

Este amor que sigue conjugándose en el simple,
contundente, lapidario y definitivo: tú y yo…
que despliega nuevas raíces, vuelos y más auroras
en el tangible y cierto: aquí y ahora…
y en el intangible e incierto: aquí y pronto…
este amor que nos hace dueños del espacio
ínfimo, fundamental en que interpretamos
esta sinfonía inconclusa que en nosotros siempre
va a tener nuevos acordes, exquisitas pausas y
muchos, muchos tu y yo in crescendo…

Mírame

Porque en tus hermosos ojos
encuentro siempre mis faros guía,
ese cobijo inquietante que hipnotiza,
enciende, provoca, atrapa…
porque en la profundidad delirante
de los matices cafés de tus pupilas,
mi alma tiene todo el espacio soñado
para navegar y explorar libre,
sin límites, sin miedos, sin tiempo…

Entonces mírame, cautívame más…
estremece con tu encanto todo mi ser,
mírame y renueva con tu luz
los espacios que crecen como marea,
como vuelo de gaviotas en fuga…
mírame y desnuda los trazos de amor
que delatan tu corazón…
mírame y deja reflejar esta cara feliz,
de este hombre que te ama y es feliz…

Mírame nada más, mírame…
deja que ame cada nueva sonrisa
que inicia en ese haz de embrujo,
mírame y no dejes de hacerlo,
para no utilizar palabras, es que
nuestras bocas estarán ocupadas
y ahora que cerremos los ojos,
mírame también… feliz siempre y
con un nuevo te amo, en mi mirada…

Ahora... eres mía

Y ahora, a explorar muy de cerca cada segundo…
¿Qué importa el volcán y los tsunamis?...
Que se troquen todos los eclipses juntos,
que explosione la primavera y el otoño ahora mismo…
tu sonrisa, tu piel, tus labios, tus profundos ojos
es todo lo que importa... amada mía...

Recibir el cobijo de tu risa y tus sonrisas,
la mansedumbre de tus profundos ojos,
ese no se qué, que qué se yo… que subyuga,
que atrapa, me eleva y siempre cautiva,
entre la torreola de tu mirar que tanto inquieta
y el remanso de manjares en tus labios que esperan…

Percibir ese retazo de tu aura que viaja
sin recorrer espacio alguno, sin tiempo…
entre tus pestañas vigilantes en fuga
y el océano pardo de tus pupilas,
para dejar que su luz etérea me cubra
e inunde mi alma de tu candor y sueños…

Ahora... eres mía y nada más importa…

Mientras duermes...

Solo necesito un haz lunático,
nuestras respiraciones quedas
y el tiempo que nos quede
hasta que el amanecer llegue
y podré repasar y repasar
las rasgos de tu rostro hermoso,
con mis yemas y mis ansias…
ya colmadas, pero vivas aun…
y con mis labios que te adoran,
que quieren comulgar en tu piel…

Descansa amada mía, duerme,
despliega tus sueños,
que voy a velarlos mientras
intento descifrar tu belleza
que desliza mi insomnio
y lo vuelve aventura exquisita,
que tiende lazos contigo,
cuando asientes grácil y bella,
las veces que te pregunto si me amas
y me reprimo para no estallar feliz…

Qué bueno que pueda estrecharte
y recibir los espasmos tuyos
de lasitud y satisfacción plena,
que pueda ayudar a distender
tus rutinas hasta en los sueños,
para que cuando el alba acuda
tú mi reina… estés radiante y bella,
lista para nuevas campañas,
para sonreír con y como el sol
para darme más vida con un beso más…

Cómo no besarte más, mucho más...

Cómo no besarte más, mucho más…

Sin límites, sin tiempo, con la siempre galopante ansiedad
por intentar poseer tu boca plena, ávida, dispuesta,
para conjugarla con la mía, con esta loca sedienta
de tus delicias y manjares… que se vuelcan cual vorágine
de sensaciones y sueños, de atracción y más deseos…

Cómo no perderme en ese conjunto exquisito de tus labios,
dientes y tu inquietante e infatigable lengua traviesa,
que cada vez, termina con lo que me resta de cordura,
en esta siempre nueva y fantástica explosión de amarte más,
de desbordar pasión y delirios en muchos nuevos besos…

Es que besándote, se me une el cielo con la tierra…
Te siento mía, te recibo muy cerca, te deseo más…
Cómo aplacar esta sed de besos, si tu inquieta boca…
mi golosina, ricura indescriptible que cautiva y no da tregua.
Cómo no besarte más, si besándote hacemos nuestro el universo,
desaparece el ineluctable tiempo y no quedan distancias
y podemos seguir pretendiendo fundirnos en uno…

Fuego y ternura

Fuego y ternura

No sé, si empieza en el furtivo roce
de tus suspiros y mis ganas de ti…
o en el explosivo choque
de tu mirada que desnuda y mis
manos ansiosas por hacerlo…
No sé si avanza con esta sed loca
de tus besos, tu piel y ternura…
de esa obsesión tuya de sentirme
más dentro de ti… no lo sé…

Solo sé que voy a romper con el recato
y cualquier asomo de censura,
porque voy a revolcar tu piel toda
en mis labios y en mi delirante tacto,
para que revienten y se apaguen sin más
en mi boca, todos tus gemidos, todos…
que se aquieten en mi pecho,
mi galopante locura y tu sensualidad…

Solo sé de la cascada de magia y encanto
que en cada nuevo amanecer se vuelca
abriéndose grácil entre tus pestañas
para irrumpir luminoso en tus cafés pupilas…
solo sé de tu dulzura y este embeleso
que tantas veces lo reinventamos y
que se acrecienta en estas yemas
que no cesan de intentar esculpirte…

Solo sé que el manto exquisito de tu ternura
que redime y sosiega mi espíritu,
es también el inicio de más fuego y pasión
que nos junta más, que nos llena más…

No me mordí los labios...

No fueron necesarios muchos espacios ni tiempo,
tampoco descubrir historias ni las consabidas
formalidades para tener un boceto, que al final
es apenas una hipócrita máscara con la que
casi siempre nos presentamos y sonreímos…
bastaron algunas palabras, mirarnos dos, tres,
seis veces y saber, sentir, que nos hallamos…
a destiempo o no, ¿qué importa?... sucedió.

¡Oh realidad!, y con ella los terceros inocentes
y con ella, el dilema angustioso de reñir y pelear
entre la razón, cordura, costumbre, respeto…
y toda esa carga vertiginosa de ese encuentro,
con apenas unas cuantas palabras y otras miradas
y la certeza que habría explosiones inciertas
tras romper o ignorar esa camisa de fuerza de
lo razonable, de los centímetros de distancia…

Qué ansias de hurgar tu alma con cada sentido,
de explorar con manos y todo lo que brinde
el tacto, el gusto, los sonidos, las bellas formas,
nuestros silencios que eran gritos represados,
debatiéndose con el frío cerebro, casi siempre
impasible, lleno de memorias y de compromisos
con el futuro, con otros sueños y realidades,
terminando por quedarse sujetando la riata…

Despedirnos fue esa tortura breve y angustiosa
que mordió y remordió intenciones, locas ganas
por romper todo raciocinio y nada más alcanzar
tus labios, tus ojos con los míos y todo lo demás…
no me mordí los labios, no habría podido hacerlo,
habría sido evidente y no podía demostrar
cuán vulnerable y pequeñito me dejas…
o más bien me quedo, soñando… en lo que no fue.

Un solo beso

Fue imposible conservar espacios diferentes y de pronto
sin enterarnos, ni prestar la menor atención…
la cercanía fue mínima, inevitable, definitiva… y
sin embargo hubo tiempo, para mirar que nuestros ojos se
desconectaban para encontrarse otra vez, aunque cerrados,
en ese otro espacio ineludible que se desembocaba entre bocas…

Colisión exquisita, casi en cámara lenta por todo lo degustado
y gravado como en piedra, por las deliciosas imágenes
de tus labios entreabriéndose acogedores, para copiar los míos
que finalmente se estrellaron amoldándose completos,
en un rito de sabores que explosionaba con tu lengua de fuego
y sin embargo trémula, casi levitando en una caverna de delirios…

Con la ambrosía compartida tenían que fluir también en galope
nuestras ansias y todas las ganas de juntar más que besos…
no recuerdo cuánto, cómo y qué no más alcanzaron tus manos
y las mías, solo sé que ayudaron a no separarnos por nada,
mientras comulgaban nuestras almas unidas en ese beso…
beso único, sin promesas, sin historia, sin expectativas…

Un solo beso sin pisos ni nubes de ilusiones, beso con luna
y todo el universo de testigo… tremor de emociones,
que se siguen volcando como nuestras bocas enrededor
explorando y marcando espacios insondables, más allá
del tiempo, de la ansiedad y de las evasiones vanas…
un solo beso que redime y hace soñar que no será el único…

Una oración por Daniela

A la memoria de Daniela Nicole, un precioso ser que inundó de vida a quienes la conocimos, su existencia trasciende en el amor que contagió su determinación por vivir, esta poesía se escribió durante su vida, que no ha dejado de fluir a través de su presencia intensa e inmensa en nuestra memoria.

Una oración por Daniela...

Pequeña muñequita
hija de la esperanza,
donde se anidaron
el tesón y la ternura,
te trajo la primavera
queriendo florecer aún más
el horizonte y el consuelo,
de ella debes haber recibido
tanta sed de vida,
volátil polen,
luz que aclaras el día,
inflamas corazones
e inyectas ternura
con cada respiro.

Me llega la suave caricia
de tu mirada
y siento que me redimes,
me llega como bálsamo
el aleteo travieso
de tus pequeñas manos
y siento en mi piel
como bandada de nubes,
brota tu sonrisa
como manantial celestial
y la recibo como bendición,
retumba en mi corazón
tus suaves balbuceos
y mi alma se quiebra.

La vida te recibió
con el renacimiento y las flores,
tú también eres una de ellas,
botón de aromas y de lluvia,
te besan las mariposas
y del rocío recibes
tu corona de perlas húmedas;
hasta el sol se inclina
para recibir la luz
de tus ojos profundos
como galaxias en fuga,
y en el filo de tus pestañas,
la luna sonríe contigo
pues ya no está sola.

Cada estrella y lucero
te buscaron ese día,
curiosos y alegres,
de algún lugar llegaron también
los pajaritos fisgones,
a invitarte a volar
y a traerte su canto
para que los imites,
luciérnagas y libélulas
esperaron inquietas,
para llevarte a jugar
con el marco del crepúsculo
en la orilla del bosque,
con su corte de hadas y ninfas.

Vamos pequeña acompáñame,
dame tus sueños y con los míos
visitemos las osas en el infinito,
el buen amigo Silvio
nos prestará su unicornio,
podrás jugar con él
y hará el viaje más grato,
ponte tu boina y una bufanda
el viento frío querrá ir contigo,
cuando regresemos será tarde
y la noche tendrá bordado
con su manto el firmamento,
más, no importará,
todos los astros nos guiarán.

Conocerte fue suficiente
para elevar una oración,
por el milagro de la vida
fluyendo en ti y a través de ti,
pero cómo hacer una oración
si tú misma eres una oración,
eres nuestras voces juntas
susurrando una canción,
eres nuestras miradas
abrigando tu compañía,
eres nuestras manos unidas
implorando una alabanza,
eres nuestro corazón
abrazando la esperanza.

………………………..

¡Sigues siendo presente,
Sempiterna esperanza!,
tu presencia sigue erupcionando
en nuestros pechos,
en las miradas extraviadas,
en las caricias aún frescas
de las manos que te atesoraron,
en cada rincón de este planeta,
que te albergó y se recreó
con tu risa y la luz de tus ojos,
en cada sueño pequeño
y en todos los imposibles,
que el ímpetu de tu vida
nos hizo buscar con pasión.

Eres sobre la ausencia y el dolor,
incesante consuelo,
fortaleza que abriga,
eres la llama viva y cierta
del milagro de vivir y crecer,
tu estatura inconmensurable
es un reto que aumenta
y que refulgura en nuestras almas,
eres como cielo y eres parte de él,
hasta tu aura es índigo,
ya no necesitas viajar para jugar,
la vía Láctea es tu jardín
y desde allí nos trasciende
tu sed y devoción de amar.

¡Descansa preciosa,
juega, vuela, sueña,
vive, sigue viviendo,
sigue siendo nuestra alegría,
ángel y cobijo de ensueño,
caricia que bendice!

Mi corazón queda contigo

Mi corazón queda contigo

Lo quiero habitando junto al tuyo
en la calidez exquisita de tu pecho,
que se nutra de su compás,
del oxígeno que tú le brindes,
que confundan sueños, deseos
y cada girón de esperanza.

Queda en inequívoco refugio,
vengan entonces los caminos,
las noches en lontananza y sus lunas,
vengan las estaciones si es preciso,
mi alma siempre sabrá regresar
a su corazón, a tú corazón.

Y nos encontrará en ese exacto instante,
en el que se pierden la lejanía
y la angustia por el lento transcurrir
de las manecillas y la arena,
importa allí simplemente
la conjugación de ser tú y yo.

Mi corazón queda contigo,
para que mis suspiros sean aliento
dentro de ti, a través de ti,
para que mis anhelos te arrullen,
para que los tuyos me inspiren
y orienten el retorno a nosotros.

Mi corazón queda contigo,
para que la vida que quiero,
se cumpla en el palpitar único,
acompasado de nuestros necios
corazones que como tú y yo
también quieren ser solo uno.

Desde donde esté, en el lenguaje encontraré la herramienta posible, para hacerte saber que estoy contigo, que me importas y que voy a moldear con él, un amasijo de buenas nuevas que te acaricien y hagan sonreír...