Dale viento a las hojas dormidas,
a puertas y ventanas,
a la lluvia de siempre,
a las esperanzas caídas,
dale a la vieja mañana,
dale viento a mi Vida.
Dale viento al azul del cielo,
a las nubes blancas,
a las piedras inmóviles,
como pájaros sin alas.
Dale a la tierra marchita,
a las horas vividas,
a la juventud ya ida.
Dale viento a las flores que duermen,
a la oscuridad de siempre.
Dale viento,
machaca, al dolor.
Dale viento
recoge las hojas sin árbol,
los sueños perdidos de antaño.
Dale que dale viento,
viejo martillo,
en tú vespertino recorrido,
hasta que despierte,
mi corazón dormido.
©Rafael Pérez
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