Poemas :  Al presente de los que comparten
Al presente de los que comparten
Al presente, si en mis manos
sostengo las gavillas
las del hortelano, de sus siembras,
en los caminos
que brindan alimentos;

Al presente, próximo a todos
cuyos rostros distingo
consciente de sus labores
en los marcos de sus esfuerzos;

Al presente, cercano a los aljibes
al agua que brinda el sustento
ese sagrado elemento que nutre
santifica y resguarda
los surcos de la tierra y su esencia,
puedo comprender
el mensaje de las manos amigas
de quienes comparten el pan
y las mesas de sus corazones,
extendiendo el vino como saludo,
celebrando el triunfo
la dura labor por la cosecha,
por la dicha de sentirse vivos
esperanzados
en el porvenir de sus sueños
en un mundo avaro y mezquino
que no puede ni podrá jamás
contra el ímpetu de las buenas almas.
Poeta

Cuentos :  Aventado... (Experimental)
Aventado...

Ha estado en todas partes. Su mirada se ha grabado
en toda superficie, demasiado en algunas, y en otras
poco. Como a veces muchas dulces y delicadas pupilas
lo saben... Con frecuencia corre hacia su muerte, huracanado,
y sin contorno, indefinibles son sus variaciones o sus derivados,
pero no es el mismo en todas partes... De repente reprende a las
tormentas con la frente fatigada del firme empeño en su visión
tenaz... Nadie sabe desde cuando está presente, y qué pueda
hablarse de las condiciones previas imposibles de llenar, y la
misma dificultad vuelve a repetirse desprovista de las más
exóticas explicaciones en la pendiente natural del momento
ignorado, acostumbrado a guardar el vaivén que detiene los
extremos del breve aliento...

Ante todo, es un servicio de limpia, benéfico o no, según la fuerza
remontando el curso de los siglos que tratan de comprender lo
qué hace su unidad al desprenderse de los espejismos transitorios
del barro... ¡Oh, si!. Ese barro alentado que arde al soñar . Ese
barro del sagrado aire insuflado que tiene una gran cantidad de
desecho. Siendo constantemente autor de la desgracia escrupulosa
de los alientos provisionales ajenos, y al arbitrio de los errores ordinarios.
Incontables veces se detuvo en un extremo del agua al fondo del fuego,
y en el herido hierro que acaricia la luna al fondo de una estrella nueva.

Desde su situación ha visto innumerables seres, construcciones, valles,
montañas, civilizaciones, aves, pastizales, selvas, ovejas, dinosaurios,
aviones, cohetes, hongos radioactivos, y el mismo sol le imita en su
corteza explosiva... Al verlo, se puede salir a abrirle la puerta o correr
asustado a ocultarse según sea el caso... Él no sabe cuando uno estuvo
ausente dando a nadie la mano en un adiós, o pasar de largo en los
intransferibles zapatos qué arañan ceremoniosos cualquier funeral
por un buen sueldo digerido en abejas tricolores de espinas purpúreas.

Nadie sabe de dónde viene ni a dónde va, y que hay infames gusanos
que dicen atraparlo con una red que cultivan su camino con la lengua
desdichada de los túneles hambrientos del poder de las monedas con
el horror del cereal por el suelo liso al darle lecciones a las ratas...
El tiempo nada le ha cambiado, y a diferencia de los infinitos dioses
ignorados u olvidados, él no tiene sombra... Ni derriba el tiempo, ni pide
plegarias, ama el plumaje de los buenos hábitos, vuela sin alas o tiene
un alba musical en los gránulos azules del cielo qué no lo apresa...

Pero.... Sólo desconoce una cosa de sí... Desde cuándo habita ahí y porqué...
Ha sido... ¿Porqué ha sido?.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Intradérmico... (Anticuento)
Intradérmico
(Anticuento)

Bajo la piel pensaba despertar. Ese día de barrancos en las caricias recorriendo las arterias con la extraña impresión de las cosas domésticas qué apartan el espíritu bebiéndose... Entre las pestañas húmedo fuego brillando. En el dolor hecho un instante de acero, bebiéndose el cristal del tiempo en una copa, mientras la historia pierde su futuro a la menor inclinación de las largas conversaciones con sus lanzas y escudos, frutos pálidos entre la multitud.

Unidad, unidad, en un racimo de sol inmenso rincón de juguete, semejante a las pirámides mojadas por la memoria que sienten calladas las pestañas en la pródiga lámpara de la intensa existencia genuina.

Bajo la piel, si, bajo la piel te digo. ¡Qué la piel sintió correr!. Aquella tarde que deseaba llorar con el rostro agitado y el viento tórrido oscureció amarillo el horizonte cubriéndole el pecho incrédulo del dolor cargado de aromas y gemas en los nidos soñados por tres noches, en los rincones del corazón sometido a juicio hablando en acertijos sin moverse y sin conocer la hora como suave seda negra cayéndole sobre la espalda.

Un poco más allá, había sido invitado a donde ardía el brasero contra el fresco invierno vencido, casi ya en la vieja nieve que mantenía seriamente su ideal de blancura por razones de disciplina, dónde cunden demasiadas preguntas y rumores que muerden las tormentas en los flancos.

Bajo la piel, seguía y seguía siendo igual. A lo lejos, los sonidos eran imborrables tripulantes de vientos y paredes con la puntual plasticidad esperada, bajo la piel. ¡Claro, bajo la piel, me dices qué no lo olvidarás!.

No obstante, bajo la piel la barranca tiene dos puertas, como alusiones en la forma de un delicioso platillo, casi siempre enrojecido, aunque otras veces, con un rosado verdoso en azulados suspiros sobre los poros sudorosos.

No esta vez. Bajo la piel, sin duda podría preguntarse desde dentro, pues de lo contrario, aquellos primitivos artilugios dejarían de crecer por el hambre de la gestación, qué complica la duración de las noches antes de germinar la luna nueva en el punto de gelatina incandescente.

Sí, claro y sencillo, no es, ya bien se sabe qué los absurdos solo se explican rara vez ignorándolos. Y en lo particular, en estos acontecimientos es qué se parecen a troncos y ramas semejantes a figuras de peras y duraznos en la fantasía de lúbricos colores. ¡Ah, esos colores intermedios de recuerdos indelebles!.

Preguntándose en medio de la soledad intransitable, bajo otra piel... ¿Se sentiría y pensaría de manera semejante?... Sobre todo, dónde brotan lentos los días tibios sin hacer alarde de fábricas de azúcar en los jardines corpulentos con la virtud respetable de la malévola ignorancia a lo lejos, en la espesura de una suerte de antipatía entre privada y rural.

Y bajo la piel, permitiendo actuar a los prejuicios
ante una taza de café caliente, en la primavera de una carretera polvorienta, precisamente a diez pasos del fondo del pecho, donde se desploman los palacios impunes y los rencores de las chozas, con las piernas cruzadas y la lengua de flechas curvadas, con la taza de café ya calentada bajo la piel.


Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
Poeta

Cuentos :  Hermano de Neptuno
HERMANO DE NEPTUNO

Vivía el gesto elástico y venerable anciano.
El tiempo doblado y esférico. Pitágoras programable.
Vibración en unidad y disco duro reblandecido
Una constancia razonable por las
arañas y sus redes.

Ese venerable anciano era un gran fluir de sueño.
Que domaba los torbellinos y corregía el curso de los días.
Y con solo transmutar una
calma y obediencia al tiempo.
Y respirando armonía y sosiego avispado.

Su pensamiento vigoroso de Titán, sin hundirse como el mágico,
transatlántico de vacíos ricos y retorcidos carbones.
A través de las escotillas y los senos sagrados enormes.
Lagos subterráneos de las vírgenes,
sacrificadas y acuosas.

Ese anciano se volvía joven a voluntad. de espejo y reflejo.
Y a cada nuevo espejo introvertido interrogaba.
Floreciendo...Recapacitando.
..Meditando.
¡La pestilencia y podredumbre, del humano codicioso absurdo!.

No esperaba más, y simplemente contemplaba,
y contemplaba.
Hipócritas. Arrogantes. Retorcidos e Improvisados directivos vanos.
Y seguí y seguí al venerable
anciano.
Y en cada tiempo enfermizo, pensaba osado.

Como un sano oso, como una luz que carece de sombra.
Y su venerable cordura invitaba a todas las cautelas.
Vivía tolerando las orillas, los caos y anarquías.
Y simplemente se tornaba trans
parente.

Agua de nube. Arena de playa y fuego.
Leyenda y coyuntura escala
fluyendo.
Regios misterios ostentosos, carne de ignorantes.
Mundos subatómicos, en espacios indeterminados.

Y con la energía de su masa salían los fotones.
Y con la antimateria se bañó sonriendo.
Animando las entrañas de su esencia.

Silencia elocuencia emergía maravillosa.

Con cada gesto, elástico y como liga cada templo.
Plegaria auténtica de la nobleza, templanza y honor.
¡Sin exhibición!, Siempre un esplendoroso arrojo sin cerrojo.
Ojo celeste ciego al dolor
humano desalmado solitario.

Un infinito frío de caverna y un amén perpetuo y sanguinario.
El venerable fue anciano, joven contemplación verdadera y atractiva.
Un día con acierto se tornó invisible.

Y ahora. ¡Oh, esté ahora su presencia sin ausencia permanente!.

Sé que vivía en cada gota en las lluvias del océano.
Y que era el venerable hermano eterno con el
agua.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas de amor :  Caligrafía de Amor IV
Rondaba con un incisivo recuerdo
por tus ojos tristes
y fui, como intruso guijarro de risa,
a hurtar una lágrima escondida,
estremecida allá por tus pestañas.

Mientras me contabas riendo
que los fantasmas partían
que en tus labios mil bromas
suspendían el trazo de la pena.

Mientras tú me hablabas,
segura o temblorosa,
yo iba, así, escarbando
tus fibras valerosas.

Ahora no estás cerca
Tan sólo es mi buscarte
asomado a las nieves,
encandilado de amores,
el que así te prodiga
unas uvas de viento.

Para sacar esa lágrima
fugitiva en su patio
y tirarla muy lejos,
como siembra sus huertos
nuestro Dios verdadero.
Poeta