Con Qué Voquibles (rescate de verbos desocupados)
Quedé medio interfecto por tu pesquis
y me tornó tu frontispicio más estólido.
Me puso almagre, sagita, tu requiebre
y voluntario ilota me encadené al cipo
de tu prosopopeya, ya sin más caletre.
¡Y qué mirífica tú! ¡Y qué retruécano!
¡Y qué protervo y cruel tu gatuperio!
¡Chasqueado fui, cual núbil o seráfico!
¡Qué alacridad y qué magín tramposo,
maldita hurí que resultaste un grajo!
Helminto triste, te diviso de mi bálago
con tu preterición, y ufano truchimán,
(súcubo y zángano de interés estíptico
que a sádico cilicio y a rústico dicterio,
tu apóstata instinto deleita sicalíptico)
y afirmo laso y con intrínseca filípica,
que relapso yo, por ti obraré nefando
si a lúbrica praxis tratas mi quisicosa,
si abres tu busilis a mi vigor cernícalo
y a taumatúrgica gnosis, lo aleccionas.
Pero parvo en el sexo y en mi plectro,
y por tu evicción, en absoluta inopia,
(hasta berilos de mi abuela me sisaste)
marfuz, quedo aquejado con tu efugio
y sin alfaqueque que mitigue mi alifafe.
Si te da grima mi pingorotuda epístola,
¿con qué voquibles de sencilla coba,
o zarandajas, no te abrumo en retahíla?
¡Ah, porque acémila insistiré a tute
hasta que farragoso, te me rindas tifa!
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Pero como quizá, mi insólita verborrea
castellana, no entendiste, quieras o no,
me habrás de interpretar, pues clarifico:
CON QUÉ PALABRAS
Quedé medio muerto por tu ingenio
y me tornó tu rostro más borrico.
Me puso marca, saeta, tu requiebre
y voluntario esclavo me encadené al poste
de tu figura, ya sin más cerebro.
¡Y qué admirable tú! ¡Y qué agudeza!
¡Y qué perversa y cruel tu farsa!
¡Chasqueado fui, cual púber o inocente!
¡Qué rapidez y qué interior tramposo,
maldita beldad que resultaste un cuervo!
Gusano triste, te diviso de mi tallo
con tu desprecio, y ufano rufián,
(invertido y zángano de interés avaro,
que a sádico suplicio y a rústico agravio,
tu desleal instinto deleita inmoral)
y admito deprimido y con íntima bronca,
que reincidente yo, por ti obraré perverso
si a lúbrica práctica tratas mi problema,
si abres tu incógnita a mi vigor bruto
y a prodigiosa sabiduría, lo aleccionas.
Pero corto en el sexo y en mi inspiración,
y por tu despojo en absoluta miseria,
(hasta gemas de mi abuela me robaste)
desdeñado, quedo aquejado con tu evasiva
y sin redentor que mitigue mi desazón.
Si te da enojo mi elevada epístola,
¿con qué palabras de sencilla lisonja,
o bagatelas, no te abrumo en letanía?
¡Ah,porque, mulo, insistiré a trajín
hasta que, tedioso, te me rindas harta!