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Pensieri dadaisti vestono di bianco.
Molto è stato sin oggi scritto e detto circa l’effetto protettivo é associato a caratteristiche positive e congruenti con la propria identità e l´abbandono del problema o del sintomo supporrebbe, d’accordo all’associazione di significati del dilema…
Che hanno sperimentato o testimoniato la tortura, la violenza, lo stupro e la morte…hanno permesso di dimostrare come il trauma collettivo possa diventare trauma storico e trasmettersi di generazione in generazione.
Risulta estremamente attuale: un leader, analogamente, l'essere umano, deve basare il proprio potere sulla gestione della tensione, sulla creazione del consenso ed adottare uno stile di leadership adatto alle risorse che guida, le sue stravaganze e le sue inquietudini emergono chiaramente nelle sue opere, dove si nota anche un continuo cambiamento dell’uso del colore, che riflette il modificarsi delle sue esperienze emotive. Tutti noi tendiamo a dare un supporto più entusiasta a idee e cambiamenti dei quali ci sentiamo partecipi. Tutti noi non siamo di principio contrari al cambiamento, siamo contrari al sentirci il cambiamento imposto, senza che sia richiesta una nostra attiva partecipazione.
Nella vita ordinaria il sogno, i lapsus, gli atti mancati, sono il prodotto e correlato di questo duplice processo.
Vita e morte, eros e thanatos sono impastate, accostate, inscindibili e rendono l’esperienza del solo esistere grottesca, farsesca Egli ricostruisce lo sviluppo dei vari concetti –il sé, l’animus, l’anima, l’ombra, l’inconscio collettivo, la sincronicità- nel labirinto dei vari testi, districandosi tra le varie versioni disponibili, operazione resa ancor più laboriosa…
Una mia cara amica fa questo lavoro. Impiega mesi solo per costruire un minimo di fiducia con le persone con cui entra in contatto. Il suo tormento interiore, aumentato da conoscenze forse incredibili, è per noi ancora un enigma di difficile soluzione.
In ogni caso, chi non tenga conto dell’esistenza di una progettualità di insieme così complessa e tentacolare rischia continuamente di confondere, nelle varie opere, ciò che appartiene alle intenzioni… Sta lì presente, con umiltà, con curiosità e con tanta pazienza.
In questo senso l’arte non è tanto una velleità narcisistica o esercizio di talento tecnico ma, piuttosto, una necessità individuale di elaborare ed esperire materiale altrimenti collusivo l’Io nel suo tentativo di reggere l’opera defensiva. Tuttavia, fin da subito il più giovane fisico si dimostra tutt’altro che passivo di fronte alle interpretazioni del proprio universo onírico…
Tuttavia, ad oggi nessun lavoro ha studiato la relazione tra l’integrità della sostanza bianca ed il controllo affettivo in individui con e senza una storia di traumi precoci…
Todos los derechos de „Pensieri dadaisti vestono di bianco.“ pertenecen a su autor (Joel Fortunato Reyes Pérez). Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Joel Fortunato Reyes Pérez Publicado en e-Stories.org el 30.06.2016.
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Poeta
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PARADIGMA CONVEXO
Las pasiones de luto desayunan decadente decencia decididas con polvo quieto en la lengua pródigo producto y proeza crucificada escoba en la sombra rumor rústico rol ronca rutina del aliento en la penumbra ralo.
Sólo la penumbra sabe del pelambre habitual habla del hambre alambre del hombre mudo cada vez menos labranza lacónica largura lastimosa en cuerpos de aire, negrura y harapo del día carne menos pensado hoyo en la eternidad sin dentadura dura.
Perfil del decoro en secreto alfil balanza bálsamo barrote bendito en la piel siniestra sedienta gota cercana ceremonia cereza cierta entre los sudores perfumados hoy elegantes embotellamientos éticos con la fuerza cálida del hilo y hielo.
Aplaudiendo con corbata en la mesa hundiendo tenedores y detenidos por la torturada tortuga volátil hoja de las flautas puras del tambor mudo al vuelo del roble anhelado fascinar a la última justicia de la tumba feroz con la soledad que ruge raudo lector.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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RECRUCIFIXIÓN FINAL (Cuento)
__________ I __________
La noche no era la misma, rugía con sus estrellas al fondo, las nubes caían como ríos. Algún relám- pago, tímido, seguido de un trueno, iluminaba aquella choza. Permanecía inmóvil, sentado en el suelo, la mirada dentro del pasado sin hacer caso del entorno, como no lo hacen las rocas escarpadas de las olas en la costa. Aquella mañana había tenido la primera experiencia, aquella mañana también tuvo la primera confusión; el agujero de gusano estaba ahí, en lo profundo de su mente, en un sueño lúcido guardado por años, y cuando el sol acabó de ocultarse en las montañas se vio obligado a pasarlo. Inclinaba el rostro con inquietud en ambas manos y sentía en el pecho un enorme lago de amargura. Cuando pudo darse cuenta de su impotencia, estaba a solas con su vergüenza y con sus recuerdos. Miles de hogares deshechos, miles de huérfanos, opresión, injusticia, robos y engaños descarados. Tuvo un vér- tigo de pudor y lloró, lloró con cada hueso y cada día vivido, hasta el corazón de fuego transformado en hielo, al momento de morir y nacer simultáneo, tem- blando porque representaba su consciencia. Entraba y salía del fondo del abismo, y escuchaba los lamentos de las conchas y carcajadas de cangrejos en los transeúntes de oficinas, señalándose con el dedo jurando que eran buenos, que no sabían como habían podido actuar mejor que callarse, esconderse y fingir que todo sería olvidado, después de ocultado.
_______ II______
Mirándose al espejo, respondía: Tú no entiendes de casos de consciencia; y sería inútil explicarlo en forma extensa a quién no lo ha vivido ni siquiera en la sensibilidad más burda o en la imaginación que prefiere evitar ver todo el sufrimiento ajeno. Parecía que eramos amigos desde hacía doce años; poco a poco fui acercándome a la fe tendida en el suelo, yerta, la mirada seca y fría, muda hasta en los últimos rincones. Me quedé abatido, y por primera vez también comprendí lo que era ver un mundo hecho añicos, muerto para siempre, como un espan- toso desierto que crece en derredor del alma, aho- gando el espíritu ante la pérdida de la más mínima seguridad. Me había perdido a mi mismo, el alma paralítica y sin aliento para un futuro incierto; el tiempo se detuvo, los árboles no tenían vida, la noche era sólo ceniza, el sol perdió su brillo, la aldea entera era sólo un fantasma. ¡Una víctima más!. ___¿Cómo decirlo?. ___ ¡Oh!, exclamó después de algunos instantes de aquel silencio interior. Soy mi propio engaño, mise- rable sentido del deber, ingenuamente genuino, sin escape, desarmado. Ya no soy lo que creí, lo que estaba acostumbrado a creer. La verdad cae por su propio peso__ ¡Sí, sí!. La verdad era su propio abismo... ¿Quién ere ?. ¿Quién eres?. ___Un mal sueño, una fantasía proscrita. ___¿Y tú nombre?. ___La verdad; ya lo sabes. ¡No existo, nadie me conoce, todos me añoran!.
_______ III _______
Se miraba caminando de prisa, con la mirada perdida, ese cielo ya no era su cielo, ese que había visto desde su más tierna infancia. Su luz comenzó a desaparecer de la tierra, esa que recordaba como suya, salió a pa- sear su cansancio, su asco, su esperanza nauseabunda vista la realidad del presente. ¡Del dios muerto!. Con la cabeza dándole vueltas metida en la cachucha, las manos en los bolsillos, y los pasos indiferentes, distraídos y sin rumbo, por calles desiertas, sombras indicando fastidio, ocio, enfermedad del espíritu. En una esquina, bajo una luz mortecina, parpadeante, cruzóse con una mujer enlutada y delgada, más bien pálida, sollozando, sangraba del alma; inerme, impo- tente, toda su vida había sido destruida. En sus pupilas negras se adivinaban miles de dolores, en cada pestaña una lágrima inmensa; era la cara de infinita gente, niños, jóvenes, ancianos. __¡No nacimos juntos, estoy seguro!. Se decía en el lenguaje de la carne, en el polvo terrible del ayer, de los años de la contemplación perpleja, impregnada del espesor de las ausencias diarias. Así permanezco inmóvil, respirando rítmicamente, (según creo), intentando imitar la paz de un místico cruel empeñado en salvarse, en la cumbre del absoluto egoísmo. Pero es falso. ¡Es falso, es falso!. Yo no soy mi sueño, ni la pesadilla colectiva de nadie, tampoco la imagen de un reflejo de un espejo quebrado. A mi no me han aniquilado aún la consciencia, ni toda la consciencia posible en la desgracia.
_______ IV _______
___ ¡Oh!, Paz, dignidad, honestidad y justicia, todos ahora son simples cadáveres. Aquellas dulces vibraciones perdidas por la vaga extensión del tiempo viejo, y que parecían salir incluso de las sombras, de los árboles, de las paredes y los techos, alumbrados débilmente por los últimos reflejos de una fe genuina, crepuscular con la es- peranza segura, sumergieron sus ideas en uno de esos éxtasis que transportan en alas de la fantasía hasta esos espacios de mundos íntegros, protectores, verídicos y honrados. Ahí dónde el mismo honor era venerado.
Su rostro perdió las facciones y tomó un aspecto terrible; sus ojos fijos, metálicos, más allá del hielo, enrojecidos, parecían haber perdido el movimiento; no obstante, una lágrima de lástima brotó lastimando el silencio, rodó por el aire, y su mejilla la evaporó, como un suspiro reprimido todas sus palabras morían en sus labios. La desdicha se anudaba en la garganta y su corazón ya no latía, era como olas de un mar muerto y seco. La razón le temblaba, ya no respiraba ni se movía; miles de hombres derramaron su sangre secando todas las consciencias, seres malditos eternamente, malvados entre sillas, oficinas y aplausos. Aplausos ladrones, infames, destructores y mal olientes, putrefactos productos del poder.
La luz en la choza fue un túnel pulsátil instantáneo, breve y corto en un pozo plateado, y un agujero de gusano se cerró a sus espaldas. ¡Su nombre permanece en el misterio!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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