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------------(Igual para Conrado Augusto Sehmsdorf)
Un tango que se agita en bandoneones va desgranando una historia de lamentos y nostalgias y de suertes enlutadas que un fulano va tomando como suyas. Ese tango le ha estrujado la memoria devolviéndole una noche bullanguera y de faroles que ciertamente fue propicia a un amor de cafetines.
Puede decirse, incluso, que todo su pasado arrecia como lluvia cargada de presagios, de esperanzas que se pierden en zaguanes dejando acorraladas las suicidas intenciones.
Es por eso que el fulano aguardienta su tristeza; es por eso que el fulano compadrea su nostalgia y emborracha sus palabras y va dejando que Troilo le clave un tango malevo como si fuera un puñal que escarba con su brillo traicionero.
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Poeta
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cuando llega la noche un silencio como de ojo ciego nos hace presentir el murmullo de fantasmas que apenas ayer nos detenían para indagar sobre cosas cotidianas: la salud del hermano delincuente la presunta dirección de nuestros sueños o el qué sería de aquellos amigos que ya difícilmente recordamos después la mañana nos atraviesa con ruidos callejeros para dejarnos la desolada estatura de los rostros y un catálogo de angustias arañando las paredes
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Poeta
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Mujer o cómplice o compañera del viaje sin boletos: te hablo desde el filo de este día que brilla en los tejados, desde la orilla temblorosa del mismo pájaro sin rama.
Y digo: dame a plazo indefinido la risa y la sonrisa que te habita, extiende tu rayo de luz en dirección de mi sueño, vuelca en mí la voz y todo su torrente: sólo así logrará apaciguarse el potro cerrero que galopa en mi pecho. Porque si busco la sombra de un alero que sea recuerdo, todo se me vuelve presagio y la ausencia de tu milagro me atraviesa y la dimensión de tu lejanía me pesa y el instante de tu sombra me hunde y nada hay que me permita una ventana hacia febrero o una puerta cerrada hacia el sexto mes del asombro.
Y agrego: permíteme ser el único inquilino de tu duda, haz que yo pueda ser la desmesura o el bárbaro que estropea tu lenguaje cotidiano. No me quites el sortilegio del ojo que entristece ni la carencia de susurros que almibara a tu oído. Concédeme la libertad de llevar el artificio que amuralla mi fatiga.
No me dejes naufragar en el asombro.
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Poeta
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Alguien se levanta y religiosamente empieza el día uniformándose de ciudadano que de veras sale a enfrentársele a la vida: camisa impecablemente arrugada, pantalones de quiebres equivocados y zapatos que ya insinúan agujeros indiscretos. No es por nada, pero al verlo cada día agitando su des-espera en la parada de los autobuses, uno no puede menos que pensar que Alguien cree que aún logrará reconstruir su esperanza con un empleo de tercera, con un puesto en la trastienda, con ese ir y venir de tranquilas sumisiones que lo llevan a perderse sin remedio en una mansedumbre insoportable. Por supuesto, Alguien regresa con el cansancio de la tarde y no comprende por qué no puede darse el lujo de malgastar la economía de un paisaje de domingo o echarse acuestas todas las posibilidades del ocio; Alguien no comprende por qué no ha podido asegurar todavía el placer de empezar el día dando vuelta hacia el rincón sin molestarse en pensar –por ejemplo- que soñar bien puede costarle a uno un ojo de la cara.
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Poeta
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Me pregunta usted, Señora de todos mis días, qué es lo que hago con la soledad de todas mis noches. Y yo no sé qué responderle aunque en el fondo reconozco un reclamo sutil de gata en celo que aguarda agitada en la fiebre y oye cómo crujen mis papeles a sólo cuatro metros del deseo. Créame usted, Señora de todas las ansiedades, que su pregunta es mi pregunta y su reclamo es mi reclamo. Quizás no lo perciba, Señora de todas las suposiciones, pero hay momentos en que quisiera ser ese que usted imagina a la derecha de su espera; sin embrago, mi soledad tiene fantasmas que ya no dejan de rondarme, tiene presencias que me acorralan en la palabra y me impiden acudir a su llamado.
Me pregunta usted, Señora de todas mis vigilas, qué es lo que hago con mis embriagueces de ahora. Y nada puedo responderle aunque existen mil pretextos y otras tantas alusiones, pues mis embriagueces son mis embriagueces y no las suyas. No hay nada que decir. Usted lo sabe.
Me pregunta usted, Señora de la única sospecha, qué es lo que hago con los espacios del amor que por derecho le corresponden. Y tengo que contestarle, aunque toda la historia de su vida y de mi vida se torne en fábula sin moraleja, que sus espacios son muy amplios pero los míos no tienen límite (o son muy limitados, si así usted lo prefiere), que hay un todo y una nada irremediablemente compartida -a pesar de las sombras que puedes ver en tu camino- y que hay, Al final de estas razones, Una palabra que siendo de todos es muy nuestra: NOSOTROS.
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Poeta
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Cómo me gustaría dejar de andar a tientas, abandonar el bastón de ciego que no me evita tropezar con la torpeza.
Cuando el ruido de una puerta anuncia la certeza de una luz que no percibo, no puedo dejar de imaginar que con sólo extender el brazo lograré espantar la pesadilla de las noches permanentes, que con sólo arañar las tinieblas alcanzaré la orilla de una realidad que apenas sí intuyo.
Cuando un eco de pasos se aproxima a mis límites y una voz que creo conocida me pronuncia, no puedo evitar el dolor de imaginar el rostro de quien tal vez llegue cargado de noticias, de rumores sobre cierta rebelión de atardeceres y cierto brillo sospechoso al otro lado de la montaña.
Cómo me gustaría dejar de andar a tientas.[/font]
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Poeta
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Hoy es un un día insignificante de un año cualquiera. simple como antier que hubo bondad dentro de mí o como ayer, cuando las mujeres de mi pueblo rezaron con sus vestidos negros para después pecar con sus vestidos de colores y luego sonreir al saludo del que pasó descubriendo su cabeza o del que sólo tocó levemente el ala del sombrero sin decir nada, fingiendo indiferencia, tal como paso en este día insignificante a pesar de las palabras, a pesar de mi trino clandestino, a pesar del canto esforzado de mi guitarra cancelada a plazos.
Hoy quisiera que este hoy fuera diferente, sentirlo diferente, poder decir que es diferente porque extravié la dirección de los odios al encontrar ternura en el gesto mínimo de mi adversario, o porque al despertar con la madrugada hice caso omiso a la sirena que llamaba a los obreros, a mí que soy obrero y marco tarjeta de asistencia y vivo con programas previamente elaborados y dono doce horas de existencia proletaria y doy claras muestras de supervivencia y sueño los mismos sueños de antier de ayer, de hoy que es un día insignificante a pesar de todo.
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Poeta
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CRONICA INCONCLUSA
Noche de balcón y tejadillo hacia el oriente.
Arriba estaba la lluvia Amagando con desgranarse sobre los párpados.
Abajo estaba la ciudad En un perfecto desconcierto de paisajes Y un desorden como de incendio en las bombillas Que fingían teñir de rojo el pavimento.
Y sobre balcón y tejadillo Estaban las voces de los amantes Abrazados en el beso ligeramente almizclado, Susurrando como las plumas del pájaro abatido, Dialogando en el pubis y en los ojos Mientras la noche se iba rindiendo a la madrugada.
Más allá de las esquinas El vigilante del sueño sonaba su pito para anunciar que existía.
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Poeta
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Poeta
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En este preciso momento escucho una canción que tal vez sea la tuya. Viene de la otra orilla del recuerdo cargando un eco de palabras que me hablan de penumbras y de no sé qué rincones que ocultaron una dejadez de cómplices. Desde donde estoy veo pasar -raudos como cascabeles- los doscientos mil taxis que quieren alcanzarte llevando en alto sus banderolas de LIBRE; pero ninguno me es propicio para llegar a tu sitio, pues me anuncian que sólo responderás a mi presencia cuando sea bien entrada la noche.
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Poeta
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