Pienso en las cosas que me atan a la ciudad imaginada: el loco que se precipita desnudo por las calles huyendo de las piedras que le gritan su demencia, el genio que por un minuto deja de serlo para asombrar al mundo al escribir sus sentencias en las paredes de los baños públicos, el músico ciego que tañe su miseria y canta su desgracia en la puerta de los bares, y la gente, y el bullicio y el calor del pavimento y todo…
Y todo me hace pensar en los trajes de pasado que vestiré cada mañana.
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Poeta
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