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ARDOR PARALELO (Dadaismo)
Va entre los zapatos caminando con hambre, aquel sol de azúcar marina, la escarcha rala escucha el sanitario pasando de la puerta, al rodar el plato de la pared enamorado, por decirlo de alguna manera entendible, al cabello que aparta el reflejo del agua goteando las sonrisas, de prisa por el techo, donde el abanico dejó al calor pensativo.
Y ni que decir del patio que nada sabe, ni explica de donde salió la montaña riendo, porque el árbol, ya no quiere preguntarle.
Pues la sombra teme del ratón al queso verde. Ayunando al día siguiente con frío descalzo. Porque vende al último hielo tibio y triste, nada más que tan caro, que ya no cenarán la mayor de las carpetas olvidadas al salir con las notas de las frutas del tigre rosa, azulado por todos los rincones, corriendo bajo la sal arrepentida del rojo que dejó.
Ardor... Bueno, no tanto, ni en la escalera ha quedado la campana leyendo al destino las cartas que la manzana ha secado lejos de la cocina desempleando tenedores, por el escritorio que esconde en una caja de los más raros, al estar barriendo rápido con la sábana del mantel agrio del óleo, de los amores recortados de la última novela que llora al plátano, con su leche de miel, entre las piernas de la cama arrodillada, en la decencia de los papeles del bote con basura nueva, y la claridad legal del huevo.
Paralelo, es quien recogía la pesada peluca con la importancia capital de las provincias, extendiendo sus alas sobre él, tan lejano entre las profundas especulaciones, en el rango de la lengua, con la catarata de los vocablos en la cocina, fecundante, de la fusión relegada al culto funerario clandestino, del círculo, con la divinidad abajo, evidentemente pobre al entrar erecta la palabra por el cuello, y el dolor en la cabeza del panteón primordial, en el sarcófago tardío de la lujuria ligera, con la fe de una leona salvaje, vendiendo cuchillos al pantano de los cocodrilos mentirosos, que vendieron el placer de las tortugas purificado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ENTRE LA TIERRA
Se escribió la letra, con el vuelo de la pluma, con el duelo de la letra, en el suelo se escribió.
Largas palabras de estrofas, olvidadas al otro lado, del rostro del espejo, del rastro del reflejo.
Que no hable el mar, del azúcar de la miel, no, que no hable, no, entre la sal azul ahora.
Por la copa que al árbol bebe. Por la ropa que al hilo viste. Por la cerca que al humo calla. Por la nieve que al fuego ama.
Sí, sí... Por los rumores de aceite, en el tiempo amarillo del viento, en el rojo rugido del canto, en el ojo ordinario del llanto.
Una vez caballo entre peces, otra vez cabello entre rocas, tal vez cabeza entre huecos, tal vez cabaña entre cuevas.
Se escribió con el polvo, en el agua en el aire, con la sangre en el cielo, con la voz en el zapato.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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SIN SOMBRERO
Como cuando de hule un caballo, se procede a herrar ruidosa pluma, en el papiro de roca navegando, sobre un volcán que rueda, entre las hojas del humo, en una esquina abandonada.
¡Sin sombrero!.
Ahí donde el sol se levanta, por la noche escondida, en el fondo donde duermen, las almohadas los insomnios, por la tarde que corre, antes de llegar la madrugada.
¡Sin sombrero!.
En la formidable desvergüenza, que sonríe ante la tierna muerte, con lustrosos zapatos y el vientre, de tristes y pobres diamantes, orgullosamente venerables y fatuos, por el frío del hielo de humo fácil.
¡Sin sombrero!.
Al arribar bajo la lluvia, de túneles y sótanos, de laureles y aplausos. ¡Por mudar de pelo el huevo!. ¡Por temer de honor la altura, del temblar genuino descubierto!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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POR LA INANIDAD INCALIFICABLE (Neosurrealista)
Un camino corría con sus zapatos enlodados y el bosque reía a lo lejos en un escenario de cuentos, pasando una neblina sobre sus pasos. Su nombre era un adiós al futuro, un paisaje idílico de praderas floridas que entraron en la prisión del río a lomos de un salmón, en el transcurso de la cacería del humo que alado corría incluso la distancia más pequeña, y en su mano destellaba un peine de plata deseoso de encender el fuego, compuesto de cuatro trenzas que brillaban bajo la luz de una luna apagada por el verde sedoso del nuevo lago.
No podría calificarlo, pues estas pruebas son el botín de las contiendas del torrente caliente con las laderas de las montañas, donde la niebla se refugia, e interpreta a su modo el estilo rojo del año que vuela con la noche que lleva dentro.
Del mismo modo, se baña la hipocresía como al sanitario de los elefantes que predican a las hormigas de su pequeñez, en la intimidad de las cuevas con sal fina y nuez moscada.
En este caso, se debe escurrir inmediatamente el agua, y retirarla una vez cocida, pero puede agregarse una pizca de azúcar para el olvido. Luego, se debe pensar en la nueva estrategia cuando las dos partes rivales, acumulan polvo y demasiada espuma.
En otras palabras, para pescar gatos hay que pensar como ratones, con las luces verdes del puerto parpadeando en la estela del bote, con cinco langostas conservadoras de las nubes en las comunidades rurales, con la fotosíntesis intensificada del ganado asustado, y moviendo los acontecimientos sísmicos con un corte en zigzag con respecto al faro de los primeros exploradores, influidos por las condiciones atmosféricas de la última década.
Por otra parte, distintos ensayistas, han tocado el tema de los tres cuerpos, presumiendo que no son auténticos como entidades separadas de su ambiente, y a pesar del antagonismo de los conceptos metafísicos al abrir el tórax, y medir la estatura de las pesadillas azules.
Sin embargo, por la piedra que conversa con su edad enrojecida, guardando el frío junto al violín de noche, y con el otoño que ríe, y es- tremece al viento que cae de la última ilusión hecha polvo, que nieva por las mañanas como el racimo de uvas ligeras entusiasmadas con los lagartos, y llevando los caballitos de madera en un puñado de tierra, hechos con imanes de cristal líquido casi mil veces más escaso que el oro del toro, y del pico que piensa tener una vieja oruga tan suficientemente grande como para poder extraerlo sin complicaciones.
¡Vaya inanidad!. La estatura cambia con los grandes disparates de esplendorosa envergadura que se desprende fácilmente, con el ritmo de la innovación tecnológica en las plantas mutadas que no estallan al madurar, en pequeñas pandillas errantes de recolectores, en las excavaciones que no han desenterrado la virtud que brinca en los bolsillos, y toman fotografías incontables en lo alto de la colina considerada impetuosa... Pues bien, sabemos que muchos tienen un lado verde, y por eso se debe cuidar el medio ambiente, y regresarlo con todas las latas en el entramado de ríos conscientes de su responsabilidad, y en la distribución de fuerza de frenado, con bocinas y aire acondicionado automático.
Así que, los benefactores deben conocer sus límites, y pensar tan lento como sea posible, evitando la protección contra los rayos del vidrio ultravioleta, en los magnetos de samario que pueden soportar el calor intenso que sirve para protestar por la toma de tierras, según la mayoría de los cálculos de los consumidores de cupones para teléfonos celulares gratuitos, y en el curso de la revolución neolítica, según lo muestra a luz solar en la obscuridad, que evita a los usuarios pensar con lámparas de plástico y queroseno, en la nueva industria de las hienas donde se promueve este tipo de colorante.
En fin, el secreto de las serpientes no es fácil de encontrar, aún con las moléculas mortales en la punta de la nariz, donde las grandes victorias enmarcan una columna decorada con un zorro alargado, justo después de la minera del hielo, generalmente inofensivo cuando no se piensa en ello, y mucho menos en cambiarlo. Como bien lo demuestra este escrito de ocho carriles con poco tráfico, pero mucho humo para entenderlo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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EXORCIZACIÓN ARDIENTE
En el balcón de cada instante vagan, los sueños de los relojes imposibles, cuando de las tardes van cayendo, los perfumes abrumados invisibles, por las mejillas ignoradas, secándose lágrimas estériles.
Porqué Se alejaron las montañas de la nieve, los fríos zapatos de noche. Se alejaron las sonrisas temblorosas, y los caminos levantados por el sueño.
Siendo informados los gorriones, de la nube rosada escasa, del arbusto asustado, y el último zorro.
Allá no estarán los caballos ni los cobres, tan cercanos al candado envidioso. Allá no estarán aguardando los gatos, tan dulces como la arena grises.
En ese instante vacilante van, los claveles recién nacidos, en la miel volando, ancianas ovejas.
¡Por el porqué de los parques parcos!. No sepultes las ventanas, donde el cielo las puertas cierra, y la tierra expulsa los volcanes.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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Voluble vulcanización
VO LU BLE VUL CA NI ZA CIÓN
Entre la ligereza la cresta, se encrespa y encasta, anudando desnudos pasos, al camino limando limas, como plantas platas plantando, uvas higos olivos dátiles, ladrando ladrones vencidos, rodando rudos rondando.
¡Oh, luz tu voz, tus pasos, tus caminos!. Inciertos puentes enmudecen. Los zapatos en las piedras. Saliendo del agua, y perdiendo el aire. Donde el fuego no calienta. Donde el azul no es cielo. Donde la tierra no sepulta. Donde la niebla no confunde.
Silente en el parque a solas. Tan hondo con fijeza el cielo. El viento desazona inexpresivo. Al soplo de la mano de la brisa. Al devanecerse del abismo el espejismo. Absortos y turbados, álamos frondosos. Del desamparo el venero de la fuente. ¡Voluble vulcanización de los hálitos morbosos!
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA AL SUEÑO
De muchas almohadas piedras agujas curiosas intrusas por los asfaltos ilusos idólatras tórtolos construyendo nubes con abanicos, alambicados furtivos de noches enlunadas vencedoras olor a fruta del tumulto de futuros ápice y cuartel egregio juglar porque va cargando mundos con hilos de infancia impregnados en la ropa de semillas en la mina de infinitos en la mano del relámpago ¡Sueño, exordio, flagrante y reluciente! qué amedrenta las cáscaras del tiempo...
Oniromante enmascarado me dices denegando y denegoso caruz herbaje y amuleto encarnadas campanas como vientre aprendiz de impacientes primaveras.
En la vigilia esponjosa de sicalíptico onirismo un fragmento de párpados durmiendo pupilas del mundo endurecido azotando piedrecitas al zapato en la cabeza, ojeras malmandadas, baladí, ¡oh, sí!, especioso. del suburbio qué salen las esquinas por los surcos profundos placeres... Sobre la tierra incoherencia malversada preparada en la cama a veces muchas verduras silencias de palpitar y diatriba qué hierve y canta qué aprieta y muerde el fondo tejido en el drama enmarañado.
Sílabas de trino en las espumas de las máscaras inasequibles y encrespadas desatadas enlutando la serpiente del racimo de plumas redondas concentradas en flor sin palabra sin laurel súbito, profano vaticinio prohibitivo de la noche leche ¡Abeja baja lija! dónde dormimos los días complicados cuándo el profundo ¡Ruido respira rudo! amasando techos lechos, hormiguero, hornacina, por la homónima hondonada y las paredes pardas vigilantes del descanso descomunal y desacompasado a veces exánime y desmadejado al despertar por el centro del hueso del... corazón...¡Del alma!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA A LA BIBLIOTECA (I)
Ella en el tiempo hojas del silencio pergamino, papiro, madera, palpitante lejana arcilla cuneiforme se mueve entre retinas navegando con velas y manantiales meciendo de las cunas alas, leyendas, sueños, verdades, seres invisibles gotas de campanas por las palabras muertas tintas sin leerse derribando siglos de peligros idos por el polvo húmedo del fuego en la profundidad máquinas del tiempo desatando frescuras márgenes turbulentos ensueños en vasijas que dejan sus ropas que cultivan la luz que las sombras decoran que ennoblece al vacío si sangra tejiendo al frágil humo alambres juveniles espadas al zapato encuadernado a veces encuerado gastado, deshojado, dañado, por los párpados de nieve latidos enredados cuando amanece la mina.
Libro tras libro en la isla fiel compañera inquebrantable cruzando lingotes de renglones, relatores, libreros amigos en eso que talla y labra el sombrero plateando los caballos que gozan sus viajes dorados por las ventanas al pasado de muchos mañanas hojeadas en la copa del inmenso árbol en la minúscula copa que se bebe solitaria la pupila del espíritu cautivo en la inocencia perdida en la espuma gris de sangre sandalia que dice si el pecho repite si al mar seca por aquietarse el frío convencido entre las pastas doblado el año en un minuto siglos, épocas, mundos, dioses, amores, libertades extraviadas, imperios perversos de sal y ruinas libros libres y quemados, por sus semillas de viento eterno hierro como nadie puede hacerlo como tú en la vida que me lee escribiéndola y que guardas encarnizada. Más allá del tiempo librero.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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S.I.B.I.L.I.N.O.S.
Amasan la tarde en la noche grano de tierra de pronto ya no hay tiempo en la cintura para las nubes las gotas de plomo quieren sollozos en los panteones las urnas luchan con el olvido amasando recuerdos entrañas del violín terciopelo eterno del océano aquí vive muriendo días que no se apagan que son noches largas de los pobres del incansable polvo por la sombra que no encaja en las alturas. ¡Alerta!. Por los zapatos de vidrio derribando obscuridades impermeables con sus escamas la tarde conmovida amasada en la noche de tierra de tiempo del nadie eres. Si hablas hay muchos sordos enterrando la música bajando heladas escaleras transparentes de la espada en la hoguera con los dientes entre tantas cosas sin sentido. Más allá no lo saben las aves marinas matinales por las calles ríos sombríos lodo hoy boca mañana en la piedad de los verdugos del bolsillo. ¡Ignoto recoleto!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Vertedero de vesania
En ese bello paisaje Del plumaje abundante desconcierto Recuerdo, recuerdas, cuando olvidamos sus calles En las blandas almendras de voces agudas y perfumes En la esencia de memorias perdidas, en la húmeda y dura Penumbra... ¡Un vertedero de Vesania!... En ese lugar qué dice: Es morena la consciencia del zapato Es rubia el alma del pantano Es pelirroja la tumba del tesoro ¡Vesania de besos ilusos!
¡Vertedero! Por la desesperación qué llueve Sin despedirse del momento, de vesania un vertedero, Del tesoro perdido, ya no lo recuerda el exilio Entre... Las estatuas asustadas. Entre. Los calmos cuentos Piensan, sienten, escuchan y dicen: Es el cortejo del último río ¡Pesadilla de golondrinas!... Aventuras qué marchan harapientas De la herida compasión victoriosa Del enjambre de puños cortantes ¡Centenas de calmas minúsculas!
¡Oh, vertedero de vesania! En el vientre argento del corcho En la intimidad qué devora la carne ¡Del llanto un faro enloquecido! En la cama de almanaques interrogantes ¡Carreteras de puertas cerradas! En las duras calles de las gaviotas ¡Por el amarillo qué al otoño tiñe! Con el traje suspendido de la tarde En el suelo sorprendido del zapato.
Vertedero de vesania. Dónde arenga el caracol prudente La vesania besando... Sentado al violín extraño incipiente Porque camina el crepúsculo rápido en la noche desnudo ¡Entre las rebeldes pupilas qué esmeraldas afligen las teclas! Y las pianolas al doblegarse perfuman las redes que atrapan el aire de las angustias de ayer... ¡Cómo las carnes en flor! Porque...¡Yerto está el piso, yermo el mismo viento, yerno del techo!. Con la suela que doler suele En la duela qué moler sabe En la muela qué oler debe...
Vertedero en el ambiente cuando, la memoria de la penumbra regresa lloviendo del recuerdo... ¡La esencia perdida!... El desierto del plumaje ¡Acuoso por el camino qué teje al aire nubes!. En la espalda de la realidad qué el tiempo deja al absurdo pesimismo sin la burla, del agobio constante una promesa cotidiana... En la sorpresa paradójica emergiendo. Con la subjetividad catártica, en la palabra inútil, en el sentir fugaz, en la lírica parcial de los olores. ¡Un perfume fuera de texto!... En el discurso Sin inicio, por los últimos suspiros inéditos. Recuerdo recuerdas cuando olvidamos ¡Más allá del cocodrilo y las consignas!. ¡Más acá del sapo y las denuncias! ¡Más o menos del artefacto al manifiesto!. Lloran, lloran, cuándo ya de nada vale...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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