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Asilenciado...
Por esa ausencia habitada que observa de reojo el alma del eco acostumbrado a no hacerle demasiado caso intentando profundizar un poco en el misterio que seguramente iría suavizándose cuando tomó asiento en el automóvil... Acordándose de su aventura matinal en aquel lugar solitario dónde ni siquiera manifestó curiosidad por saber su nombre.
Se detuvo frente al árbol y siguió con la mirada la sombra de las hojas en la noche iluminada en la luna herida con una expresión de perplejidad fuera de su alcance en la copa del rumor enarbolado.
Y las imágenes de un sueño terrible vinieron a ocupar la memoria en la casa cubierta de madreselvas y de bugambilias en un alud de murmullos y telarañas que dos años antes tuvo... Empezó a retroceder transformándose entre escamas que se agigantan y cobran vida aladas en su espalda, en un túnel cada vez más húmedo del miedo puro con su cintura en las mandíbulas de lagartos y las muñecas agusanadas. Luego, desplegó sus enormes alas sin poder escapar.
Entre tanto, nunca inventó la historia de reptil que llevaba y fingiendo asombro en la fábrica de venenos, caminaba y todo su nerviosismo se esfumó al llegar al mercado, montado en un caballo...
Estuvo a punto de salir nadando, soñándose calamar pero no le importaba por el sonido de las suelas y el sabor de unas bolas de arroz sabía que debía descubrir la forma de eliminar la confrontación amistosa sin sostener un diálogo efectivo consigo mismo en las otras realidades.
Aquella fue una primavera reseca y deslumbrante seguro de tener el poder de purificar el aire escondido donde resbalaban las interrogantes inútiles por las respuestas imposibles... Imposibles y encendiendole el aliento, y cambiándole en otoño gris el cuerpo escamoso.
Representaba cuarenta y siete años aunque en realidad solo tenía sesenta y cinco en su avejentamiento de siete años en las hendiduras resanadas del grabado en la madera carcomida.
Suspendido en las leyes naturales de cuatro patas pasaba de cazador a presa hundido el rostro y de lado opuesto una ventana reflejaba baja estatura el cuello abultado en el cielo que permitía ver brillar su piel escamosa en la obscuridad del paraje.
Estos detalles son conocidos por las nítidas descripciones en una narración privada de un amigo de la infancia después de sorprenderlo trepando desde el fondo de una pequeña laguna, hasta el tronco en que flotaba... Las marcas de este retorcimiento viscoso y veloz nunca fueron bien vistas entre las correcciones satisfactoriamente realizadas en la historieta...
Cerró la revista... Ésta cayó desapareciendo en la obscuridad y sin intentar buscarla siguió la marcha... Quedando solo el recuerdo del eco al perderse en el aire...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
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Poeta
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PLANTANDO RECOVECOS
Caminé, me dices, como el rechazo que acepta el desórden establecido con los bolsillos en las manos de pié al cielo viendo las nubes duras, despacio cayendo entre las hojas del otoño gris gota a gota, camine y camine como cascarria. Porqué camino vamos, no lo sé, dices qué dije, caminando de manos, de menos, manando, porqué suelo a veces decirlo, y tienes razón al pensarlo callado entre las palabras inútiles de una mirada de miles. Es verdad, las casas salen de noche por las ventanas girando bruscamente al mar asombrado cabalgando las íntimas cobardías del espejo en las olas saludando a la puerta por dónde regresan las paredes, y los techos entrando de día a los hogares hechos islas, elegía de pañuelos, epopeya de lágrimas y estatuas en el aposento inundado de ausencias con el veneno del engaño furioso que sepulta la eternidad en una chispa de espeso insomnio. Planta de platos dolientes, éxtasis de horrores plagados, son las mesas vacías pasando años fragmentados por las lúgubres campanadas y las trémulas acacias... Camine le dices al camino paralítico sin orillas ni diminutos puertos escondidos en los segundos interminables... Tal vez eso sea lo mejor en las cifras impares de los premiados caimanes, gusanos con áureo estilo, camine y camine, del fugaz pasado al rústico futuro del comino y la pimienta violeta cultivados a los lados. ¡Recovecos!. Vaya pues si no, son. Esas cosas marcaron las suelas de las sandalias de los suelos desgastadas, como suelen quedar las marcas por el tiempo. Creo, no obstante, oler un dolor más profundo que derrumba cualquier nidal y acrisola del don de nadie al embeleso avieso. ¡Sí, eso es!. Dices que así lo crees, a pesar del dorso incrédulo de sus arenas lloviendo nubes. Muchas cosas se presentaron antes como las que escapan a la memoria, jinete sombrío. Mentor de trápala, con toda su emperifollada vileza que multiplica la ignominia con el grandilocuente polvo del olvido y la impotencia. ¡Vaya afanes ciegos que espían el eco, y más por el esaborío solemne!. Puedo estar equivocado, (a lo cual también tengo derecho), pero... Desgraciadamente me sobran motivos que no sólo he imaginado, y deploro no vestirlos con el secreto prisionero de las plegarias y los perdones. Dices que digo que plantes, con un silencio desplante en el suelo frigorífico al que suelo aludir como espumoso espejismo. Bueno, te diré. Como en este cuento creo que ya lo he dicho, me dices, que así es. Aunque tales metamorfosis con frecuencia agotan el caudal de significados en la mente estrecha de un ladrillo, como un ladrido, como un ladrón que temiendo amurallarse estalla en el tapete destejido, haciendo lo imposible para descubrir el fondo como si se tratara de un tesoro. En este caso no hay tal. Las cosas de este caminar (plantando sin hacer desplantes vanos ), pulen los evidentes recovecos de las cajas hipnóticas por el delirante anhelo de las últimas miradas. Es el caminar de los caminos, de lo cominos, y pimientas cultivados a los lados, de los caimanes que son cuestiones arbitrarias y causalmente planeadas por el absurdo organizado, como se ve en las pesadillas que se recuerdan en el ambiente invariable desplazado por las escaleras. Pobres y desempleadas, sólo huecos esperanzados.
No embargante, llegado a este punto, debo terminar, me dices, con razón qué te dijeron, las espinas prudentes que hablan desde las plantas que están en las sandalias honestas sin la palidez estupefacta ni la traza extraña del encanto con la placidez sonriente de la indolencia, y te doy la razón, me dices, que ya lo he hecho sin darme cuenta, ahora que ya lo he contado. Aunque solo pueda decir que. ¡Nada puedo hacer con las huellas borradas en la desnudez intacta de la indiferencia! y sólo sean incipientes intentos de plantar viejos recovecos en el epílogo agrio solitario.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA AL SIGLO
En El Siglo tejedor nacen los años hojas calendarios en el bosque sangrando los años rotos gotas desiertas pajas invisibles que fecundan muriendo los suspiros de pobreza de latidos obscuros en su raíz sin que cambien los trozos de otoño en algún sitio de luna hirviente por la sombra que suena que vaga de nube a nube las campanas cayendo entre los ríos espinas, de carne salpicando el granito encendiendo periódicas guerras delirando monedas del camaleón en la bandera salvaje...
No del cielo para ellos son años inclementes años inventados sin memoria entre los hombres los muertos del alma del aroma agua desnuda nacida en la arena tejiendo meses con años mesas con hambre casas sin hogares vidriosas enlagrimadas en la tierra sin derecho sin seguro en el siglo flor del tiempo perdida la memoria con toda la voluntad año tras año que naciere ciego a la evidencia del calendario.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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POR EL SUBTERFUGIO DÚCTIL
En lo profundo de aquellas pupilas plateadas el sol estaba solo en el cielo buscando las nubes qué reflejadas flotaban bajo el lago moviendo las ramas entre las hojas. Recuerdo qué lo vi poco después, pero no había recibido aún la menor respuesta con la chispa inextinguible de tenacidad, pensaba instalarse y liberar la fantasía. Pues la calles inquietas y silencias ya no atraen tampoco a los valles donde viven los fantasmas que nada entienden de la verdad íntima lejos de los techos tan lejos de las fuentes del destino en las ráfagas salvajes. ___Dudaba quedarse en la cama qué representa la acción. Pues sólo una persona viva, viviéndolo, puede difundir un pensamiento vivo... Dudándolo por la cobardía de lo poco conocido. Esto hace suponer que nos alegra porqué creemos estar más vivos en la foto qué no importa olvidar. Pensaba escabullirse sin decir nada. Pero su duda había escogido quedarse. ¡Y expresarse a pesar de ello!.
Hacía aire con abundante arena en esa tarde transparente a medias sin compromiso para cambiar los planes inmediatamente cerrando la puerta con suavidad porqué de una ventana a otra nada se mueve atendiendo a los momentos brevemente obnubilados que son sin lugar a dudas coherentes al desnudarse, y sobre todo por la bandada de mariposas levantando la vista en el aire con el cuerpo amarillo, y los grandes ojos de noche, y no sé si se llegue a captar la importancia de todo esto, si se percibe con toda claridad, sin tratar de ocultarse en el fondo superficial y confuso de las palabras sin cualidades precisas. ___¡Soñar obscuro es fácil cuándo la luz duerme dulcemente fabricando noches con la plata de la luna, y tiene suerte dónde nadie la tendría!... Dado qué mientras subsista una sola parcela de inconsciente en actividad desordenada se proyectará una irrealidad simbólica entre las palabras creyendo estar en contacto con la dimensión paradójica de la inspiración indistinta.
En ese dilema estaba cuándo oyó los rugidos bajo el crujido de los pisos de madera gastada. Se sentó porqué empezó a contemplar las inmensas soledades más invisibles, impropias en la menor niebla, y a los lados de la chimenea deteniéndose a observar las llamas pequeñas emergiendo de un grueso tronco entibiando la miseria entre las casas qué pasaban por las calles que abandonaron el poblado hecho añicos en la fórmula más tóxica preparada por seis años dobles de miedo qué se ocultó bajo cualquier asombro deprimente entre la agitación cotidiana. En realidad eso creyó él, tratando de suavizar la paupérrima situación que nunca disfrutaba como ahora que estaba adherida a intervalos en los pequeños amaneceres deglutiendo el rencor de las afrentas sintiendo el mundo desconocido que humildemente llueve sus ausencias.
¡Vaya por este subterfugio dúctil!. He intentado sobornarme por el audífono dónde nadie quiero qué me moleste y aprecio reproducir lo que constantemente se renueva en la destrucción repetida qué no cultiva la memoria, y no esperar dificultad sin resistencia. Así pasó. Y este no es un cuento, pues al principio del jardín, a la izquierda antes del último encino, estaba la pila, redonda y gris. Y ahí continúa, por si alguien lo duda y desea comprobarlo.
Se quedó allí parado observando la escalera sin comprender como en un relámpago la armonía enciende lámparas en la tristeza estando la noria bien tapada, y porque la mejor cara se había escapado cuando estaba distraído dónde se derraman las espesas cumbres como fruslería en la estolidez de un exabrupto ahíto del aturdimiento global.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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A vida é uma festa para os olhos do poeta, que enxerga os detalhes:
Lagartixas no telhado namorando, o sol esquentando as casas...
No céu, as nuvens passeando, borboletas expondo as asas...
E o poeta dançando com a esperança, feito uma criança.
A.J. Cardiais imagem: Google
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Poeta
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ALCOTANADOS...
Por olvidarse del tiempo este dejó de pasar. Por los relojes qué morían diariamente ayer. Por las paredes colgadas del aire germinal. Por las huérfanas camas y glípticas almejas.
Es Con todo El zoquete faramero.
En la barbilla prematura del instinto. En la calle casas enflaqueciendo. En el huesudo suelo deslucido. En el susurro calcetín vano.
Es. Con todo. Solapado anzuelo artero.
Horrorizado el pantalón vio la camisa. Virginal contorsionismo de la penumbra. Crepuscular comediar de los misterios. Las estridentes humillaciones del piso.
Siendo. Inmensamente. Aradura del tugurio.
La que inolvidable amargura testimonia. La que es plenitud expresiva luctuosa. Las máquinas embalsamando peldaños. Las escaleras parabólicos fracasos.
Siendo. Inmensamente. Panegírico del desamparo.
Al sombrero sospechoso del equilibrio. Las cataratas recorriendo disparejas. Las trágicas cadencias interminables. Al patíbulo seguro buzo del edificio.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Lluviosa brevedad
Y La Lluvia Encontró Vacía, el jardín.
Tejiendo Flores En Las Casas Un pañuelo al viento Un anhelo gris Sombrilla Fresca y saludable la tarde.
La Lluvia Milenaria. ¡Del patio bajo vientre al atrio!.
Como A Lo Mejor Son Las Cosas En su brevedad, en la lúcida abulia superpuesta. ¡De cuatro libros angustiados!. Después de flotar húmeda, la ronca voz de la distancia. El delgado mar sacudido, En la horfandad enervante. ¡Edredón!. Enredado al carmesí insinuante.
Alfombra Pobre Al Dueño. ¡Acostumbrado al desembarco!. ¡Arrastrando al fondo!. Tímido y agrietado, el jardín lloviendo casas. ¡Pañuelos saludables de la tarde!. Un. Anhelo. Bajo. ¡Lúcida brevedad, vacío asombrado!. Lluviosa al desesperanzarse. Lluviosa, a ser, momentánea. ¡Parte!... Parte de la vida. ¡Enlutado atuendo, diario, de años!. ¡Breve y terreno!. Pasajera porción somos, y seremos, transitorio lote, lo que a veces se puede destorcer, lo que no se menosprecia, lo que desgarra enmarañado... ¡Breve y terreno!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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DESHABITUADAS
Las casas estaban dormidas. En lágrimas de sombras. En cielos de lejanías. Pensaban...
¡Cómo los rincones las paredes!. Siluetas errabundas. A punto de partir. ¡Cómo los ríos las vestiduras!.
Deshabituadas.
Las casas... ¡Duermen, duermen!. Ya vienen de dos después. Alegres tardes. De lo que no en vano queda. De castillo en choza. A lo largo de la impaciencia. Fértil. A lo ancho de la destreza. Frágil. ¡Las cosas estaban despiertas!. Frescas. Donde___Las velas vuelan balsas. Y el sol en las arenas. Donde___Los hilos huelen hules. Y la luna en las lagunas. Duerme.
Deshabituadas.
Porqué no valen ya lo que valían. Una a una... La carroza pedregosa. Uno a uno... El adobe recordado. Por los escudos. Del tiempo limpio. Por las espadas. Del aire turbio.
Las casas. Estaban. Dormidas y el techo en ruinas. Estaban... Las paredes recordando. Despiertas___Deshabituadas__Despiertas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Inconsciente década
Se han envejecido las lámparas. Provocando, la desgranada luz, escarchas. La cabellera, que vibra. ¡Lastimera!. Disolución de primavera mustia. De bronce lomo. La fingida tardanza. Entidad sin disimulo, por la paja.
Inconsciente. Década. De cada. De cada.
Se hace honor a la desdicha. Produce plumas el invierno. Un espejo, cejas arqueadas. ¡Cambio las copas, marchitas las noches!. ¡Y agrio, el vino fluye!. En la palabra más difícil, consecuencia de la cansada tinta.
Inconsciente, inconsciente. De cada. ¡Década!.
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De Esta Década. Se queda la garganta angosta. Presente, la langosta de agosto. ¡En un pueblo de lagartos!. Un foco de lámparas fundido. Uno. Estado del candil fresco. ¡De los sueños muertos!. Cambio de alfiler entre semillas.
Visible, la frenética cadera. La calle, de pañal, de terciopelo. Armonía, del violín, amor. ¡Amordazado!. El mundo, interior, de las batallas. Equilibrio de hojalata, hondo palpitar. ¡La verdad qué no se dice!. Integración de espuela, montura, látigo. Inconsciente. De ésta, década, de cada. Cada. +++++ Se provoca la disolución. De la entidad de fúnebres corceles. De lo deforme. De lo que sin razón cultiva.
¡Miles de fantasmas!. ¡Lámparas inquietantes!. Después. Entre. ¡Cielos, cielos. Cielos perforados!. ¡Sinuosos mástiles de monstruos!. Los decrépitos flagelos. Lámparas de fingido bronce.
Una vez. Una, una, una, vez, vez. ¡Soñado cambio!. En el deseo visible, entre invisibles. ¡Vaya visible armonía!. En El Equilibrio. ¡Aún en el desequilibrio estable!. ¡La integración!.
1.2.3.4.5.6.7.8.9... 10.10.10. ¡Años perdidos!.
Familias del humo. Cobres pobres. ¡Los alientos, débiles infantes!. Siguen... ¡Esperanzados!. ¡Sin remedio, cada imposible!. Día, semana, mes... Año tras año. Año de más años... ¡Solo la integración!. De cada. Década inconsciente. ¡Ausencia, esencia de múltiples, ausencias!. Década, década.. De. Cada. Cada. De cada imposible nacido siglo. ¡Imposible!. Detenerlo de inconsciente seguir. ¡Nada queda. Sí. La disolución qué provoca!
Éste, empobrecido, milenio, con... Esta década... ¡Inconsciente!.
Ha ¡Quedado sólo, entre las soledades solas!. Un charco inmenso. ¡Inmerso, inverso!. De lámparas, apagadas, secas y ecos. Desdichados. Los huecos, de las paredes. Los hierros, de cada tijera y plomo. Los innúmeros y arenosos, ojos de los polvos. Casas Familias Cunas. ¡Ciego, ciego, el cielo observa!. En Las Almohadas, las alfombras, los aceites. Y nada. Nada, solo entre las albercas, y tal vez, despierte, sólo, entre cada. Cada. De. Infinitas décadas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ORDENANDO AL CIELO
Dormía el grillo en la gota de un sombrero, por la extraña intimidad de las lombrices, y el apéndice helecho de un delfín. ¡Nada la voz!. Desérticos los vientres. Las madrugadas callan los colmillos. Nada el oído piensa. ¡Ni da frutos!. Los huevos desayunan cáscaras de jugo, de la noble tierra humedecida...
¡Con sangre, con sangre, ordenando al cielo!.
El corazón es una burla de latidos, y los hoyos acechan cada vocablo, con el establo de sus sables impunes. La brisa con las piedras danza, y la pobreza frenética se extiende. ¡Arriba de las cejas, abajo del ombligo!. Con el amor y las pirámides heladas.
¡Con sangre, con sangre, ordenando al cielo!.
En cualquier parte la médula bala, el algodón, y las casas de patitas en la calle, almendran las navajas de los techos, con el maíz apolillado en cada mano, en la esquina. La pezuña del acuario. ¡Ante las sirenas que eran rojas olas!.
¡Con sangre, con sangre, ordenando al cielo!.
En los mares y las algas, en las columnas solitarias, en las noches largas. ¡Húmedo soñar!.
¡Con sangre, con sangre, ordenando al cielo!.
Dentro del yeso, hilo de una rana. En la rama tierna, la laguna, la leche, en el grano con las lluvias.
¡Con sangre, con sangre, ordenando al cielo!.
En el sombrero solo hay paja. ¡Y en la consciencia no hay cabeza!. El sol es una vieja historia. Pero ¿Dónde?. ¡Tan cerca qué pocos la huelen!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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