Poemas surrealistas :  REGRESIONES
Quedo… entumecido,
cuando ella lo canta,
ese extraño entumecimiento,
y me hace ponerme de rodillas en la tierra.

Algo no anda bien,
este destino,
no era lo que esperaba,
si estas ahí,
escucha mis gritos.

Tu también… entumecida,
cuando lo cantas,
ese extraño entumecimiento,
que podría traer de regreso la paz a la tierra.

Este equilibrio,
traerá lo que se llevó con el tiempo,
volver al principio,
volver al pasado,
para corregir nuestros errores.

Erick R. R. Torres
(Ángel Negro)
Poeta

Poemas surrealistas :  DEJA TODO EL RESTO
Soñé que yo faltaba,
tu estabas tan asustada,
pero nadie escuchaba,
por que nadie mas estaba asustado.

Después de mi sueño,
desperté con ese miedo,
¿que estoy yo dejando cuando yo estoy acabo aqui?
¿que dejé en mis sueños?

Deja todo atras,
nadie mas sabe de este sueño,
solo yo,
que no logro superar,
no logro acabar con esta pesadilla.

Cuando mi tiempo viene,
olvidar lo malo que yo hice,
ayúdame a dejar atras algunas razones,
para estar faltando,
y no te resientas por mi,
cuando tu te sientes vacía,
sigueme en tu memoria,
y deja todo el resto.

Deja todo en el pasado,
no te preocupes por mi,
estaré ahí contigo,
para remediar lo que hice mal,
lo que causó tu dolor,
deja todo el resto,
para que lo remedie por mi cuenta.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta

Poemas surrealistas :  UNIVERSO INFINITO
Estoy en medio de los mundos de sueños y vigilias,
parece tan lejos de donde he estado entre lo real y lo falso,
sin miedo a perderme en el abismo,
repleto de luz y oscuridad.

La imaginación viene y barre las costas de mi mente,
dejar que esas visiones pasen,
y surgen las emociones,
más allá están las puertas que nunca he visto,
abriendo una por una.

Escucho esa voz,
que me llama y me despierta,
pero no puedo,
estoy en coma.

Descubrir una galaxia de planetas y las estrellas,
dentro de mí se escucha cada una de ellas,
cantando la melodía silenciosa,
la canción del silencio,
la voz de las sirenas me atraen.

Escucho esa voz,
que me vuelve a llamar,
pero no logro despertar,
aún no abro los ojos.

Entre dos universos,
vagando en ellos estoy,
comparando lo real de lo falso,
entre dos dimensiones,
donde no puedo despertar.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta

Poemas de amor :  RESISTIENDO
El cielo se cae,
se vuelve mas oscuro,
cada noche,
la luna llega.

Todas las noches,
aun sigo pensando en ti,
resistiendo esta soledad,
de la cual intento escapar.

Sujeta mi cara,
mira mis ojos,
todos los pensamientos,
de mi mente estan contigo.

Dime que es la hora,
que es el momento,
de estar contigo,
de sentir tu encanto y belleza.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta

Poemas :  ESPACIO INFINITO
Universo abstracto,
repleto de estrellas,
un manto galactico,
una realidad alterna.

Me muevo sobre las aguas quietas,
sobre la galaxia de la mente creativa,
explorando estoy en este vacío espacial,
vacio infinito de un poeta solitario.

Cada segundo se va,
cuando navego en este universo,
que esta repleto de silencio,
quietud y soledad.

Soy un angel enamorado,
un poeta inspirado,
el universo es mi respuesta,
a todas las inquietudes,
que habitan en mi mente.

Una galaxia repleta de estrellas,
un mundo infinito,
del cual yo estoy ahi,
para recorrer su camino.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta

Poemas :  NO ESTAS SOLA
En cierto modo,
todo es cuestión de tiempo,
no me preocuparé por ti,
estarás bien,
lleva mis pensamientos contigo,
y cuando mires atrás,
seguramente veras una cara que reconoces.

Sabes que estaré a tu lado,
como tu guia y sombra,
estaré contigo siempre,
desde arriba.

No estas sola,
esperaré hasta el fin del mundo,
abre tu mente,
sin duda salta a la vista no estás sola,
seguramente es tiempo de estar conmigo.

Eres mi única alma,
a quien yo debo cuidar,
a quien yo tendré contigo,
para cuidarte de todo mal.

No estas sola,
sabes que estoy contigo,
en las bunas y en las malas,
abre los ojos,
seguro me veras en algun lado,
tarde o temprano.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta

Poemas :  NO ESTA BIEN
Me tomaré mi tiempo,
tengo todo el tiempo del mundo,
para hacerte mía,
está escrito en las estrellas.

Me tomaré un dia o mas,
para escribir cada soneto en las noches,
para seguir pensando en ti,
mi bienamada niña.

No digas que me quieres,
no digas que me quieres,
no digas que me amas,
se sobreentiende.

Se lo que sientes,
se lo que piensas,
se que no eres feliz sin mi,
porque no esta bien.

Solo haz lo que tu alma quiera,
solo dime si en verdad me seras fiel,
para hacer un pacto,
entre tu y yo.

Estaré esperando pacientemente,
estaré esperando por ti,
mi noble amante de la luna,
mi fiel y dulce guía,
mi cómplice en las noches de silencio.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta

Cuentos :  Y Comodur miente...
Y COMODUR MIENTE...

En la penumbra un pasadizo subterráneo, el túnel, había pasado, sobre las vías, el pasajero.
Comodur, el diario, arrugado, bajo la nuca, el hueco, tirando pedazos de tiempo, desocupado,
escondiéndose, también bajo las vías. Comodur. Un párpado abriendo y otro cerrando, en las
pestañas, años de tren en tren. ¡Y pensaba, en pensar sin mentirse!.

De pronto, ese día, en la madera tratada, árboles en otros tiempos, verdes... Verdes de otros,
tiempos, ramas de meses, raíces de noches, bosques nublados, aceites semanales, afeites
diarios. Y de pronto. ¡De pronto!. Sin mentirse.
La tarde saltó la barda bajo la mirada de aquel árbol, entre las piedras, cargado de rayos. Ante
Comodur. Un salto alto, atigrado, por nubarrones como cerrojos, parpadeantes, después de
llover, lagos, escuálidos, los relámpagos en la superficie, al fondo del callejón. Desierto.

Cierto, cierto. ¡Tal vez demasiado desierto!. Lo dijo. ¡De verdad!.
En un grano de arena. El reloj tenía el tiempo. -Un humilde y sencillo grano-. Así pensó Comodur.
De cierto día, al caer, lento el sol, areneándose. ¡Saltando como tigre nubes arboladas!. Sin nada.
Al fondo desierto de la noche, acercándose, relampagueando viejas callejas felinas, amarilleando.

Esa tarde arenosa, vio todo un desierto. ¡En un humilde grano!. Al reloj, al sol saltando lagos con
sus rayos en la mirada, en él. Árbol de otro tiempo.
Pero ahora... ¿Quién podría creerle?.
Tal vez, sólo él, sin mentirse.
Pues. ¡Quién estaba también durmiendo!. Y vaya que si lo hacía. pensaba, lo imaginaba, despierto.
Porqué. Bueno, porque solo soñaba, desde varias horas atrás, porque, recostado, soñaba.
Y él bien lo sabía. Y además. Y quién y porqué. ¡Eran sordos!. Ambos, mudos, y ahora dormidos.
Y a él, Comodur, lo dejó el tren.
Bajo la vía.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas :  LAS UVAS DEL TIEMPO
Madre: esta noche se nos muere un año.
En esta ciudad grande, todos están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!;
claro, como todos tienen su madre cerca...
¡Yo estoy tan solo, madre,
tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera;
estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año
pasado que se queda.
Si vieras, si escucharas esta alboroto: hay hombres
vestidos de locura, con cacerolas viejas,
tambores de sartenes,
cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujers ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo,
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.

Esta es la noche en que todos se ponen
en los ojos la venda,
para olvidar que hay alguien cerrando un libro,
para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una perdida.

Aquí es de la tradición que en esta noche,
cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega,
todos los hombres coman, al compas de las horas,
las doce uvas de la Noche Vieja.
Pero aquí no se abrazan ni gritan: ¡FELIZ AÑO!,
como en los pueblos de mi tierra;
en este gozo hay menos caridad; la alegría
de cada cual va sola, y la tristeza
del que está al margen del tumulto acusa
lo inevitable de la casa ajena.

¡Oh nuestras plazas, donde van las gentes,
sin conocerse, con la buena nueva!
Las manos que se buscan con la efusión unánime
de ser hormigas de la misma cueva;
y al hombre que está solo, bajo un árbol,
le dicen cosas de honda fortaleza:
«¡Venid compadre, que las horas pasan;
pero aprendamos a pasar con ellas!»
Y el cañonazo en la Planicie,
y el himno nacional desde la iglesia,
y el amigo que viene a saludarnos:
«feliz año, señores», y los criados que llegan
a recibir en nuestros brazos
el amor de la casa buena.

Y el beso familiar a medianoche:
«La bendición, mi madre»
«Que el Señor la proteja...»
Y después, en el claro comedor, la familia
congregada para la cena,
con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado,
y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa.
¡Madre, cómo son ácidas
las uvas de la ausencia!

¡Mi casona oriental! Aquella casa
con claustros coloniales, portón y enredaderas,
el molino de viento y los granados,
los grandes libros de la biblioteca
—mis libros preferidos: tres tomos con imágenes
que hablaban de los reinos de la Naturaleza—.
Al lado, el gran corral, donde parece
que hay dinero enterrado desde la Independencia;
el corral con guayabos y almendros,
el corral con peonías y cerezas
y el gran parral que daba todo el año
uvas más dulces que la miel de las abejas.

Bajo el parral hay un estanque;
un baño en ese estanque sabe a Grecia;
del verde artesonado, las uvas en racimos,
tan bajas, que del agua se podría cogerlas,
y mientras en los labios se desangra la uva,
los pies hacen saltar el agua fresca.

Cuando llegaba la sazón tenía
cada racimo un capuchón de tela,
para salvarlo de la gula
de las avispas negras,
y tenían entonces
una gracia invernal las uvas nuestras,
arrebujadas en sus talas blancas,
sordas a la canción de las abejas...

Y ahora, madre, que tan sólo tengo
las doce uvas de la Noche Vieja,
hoy que exprimo las uvas de los meses
sobre el recuerdo de la viña seca,
siento que toda la acidez del mundo
se está metiendo en ella,
porque tienen el ácido de lo que fue dulzura
las uvas de la ausencia.

Y ahora me pregunto:
¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo
más que tu amor, que me llevaba
a la dulce aninomia de tu puerta?
¡Oh miserable vara que nos mides!
¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña!
¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
cómo olvidé la Gloria que me dejaba en ella!

Y esta es la lucha ante los hombres malos
y ante las almas buenas;
yo soy un hombre a solas en busca de un camino.
¿Dónde hallaré camino mejor que la vereda
que a ti me lleva, madre; la verdad que corta
por los campos frutales, pintada de hojas secas,
siempre recién llovida,
con pájaros del trópico, con muchachas de la aldea,
hombres que dicen: «Buenos días, niño»,
y el queso que me guardas siempre para merienda?
Esa es la Gloria, madre, para un hombre
que se llamó fray Luis y era poeta.

¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede
mi poesía andar como una reina!
¿Qué sabes tú de formas y doctrinas,
de metros y de escuela?
Tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti, soy grande; cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas...
¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando,
y el momento de irnos está cerca,
y no pensamos que se pierde todo!
¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva libo la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza,
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en tus ojeras,
y manos pulcras, y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva;
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la Gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja!...

Uvas del Tiempo que mi ser escancia
en el recuerdo de la viña seca,
¡cómo me pierdo, madre, en los caminos
hacia la devoción de tu vereda!
Y en esta algarabía de la ciudad borracha,
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses,
yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta.
Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.

Madre, esta noche se nos muere un año;
todos estos señores tienen su madre cerca,
y al lado mío mi tristeza muda
tiene el dolor de una muchacha muerta...
Y vino toda la acidez del mundo
a destilar sus doce gotas trémulas,
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la Noche Vieja.
Poeta

Poemas :  TIEMPO QUE PERDER
Hay alguien abajo,
te sopla un beso,
miro desde mi ventana,
como todas las armas que entran a todos lados,
y todos los ojos se fijan en la muerte de mañana.

Tienes todo lo que necesitas,
para tener una vida completa,
para fijarte en la realidad,
para perder tiempo.

Tiempo que perder,
para pensar en lo que has hecho,
para pensar en todo lo que decidas hacer,
para que todo se haga realidad.

Solo dime una caso,
que peinsas hacer,
y que decision tomaste,
para seguir con tu vida.

Erick R. R. Torres
(Angel Negro)
Poeta