Poemas :  Oficio de tinta
Con las puertas abiertas
definitivamente
al dolor al dolor al dolor,
al crepúsculo humano, a los acontecimientos
resbaladizos, grises del corazón, de los ojos
cortados, bruscamente, a la plata verde,
a la plata blanda y verde del mundo,
ahora que todo está un poco más claro,
sólo un poco más claro,
con la luna y el agua y las conversaciones,
quiero buscar otros signos, otra pólvora
que repita la sangre por los pétalos.
Si no, ¿para qué el pulso?
si no, ¿para qué el cielo?
¿Para qué los esfuerzos minerales?
¿Y el mar? ¿Y los latidos? ¿Y los labios?
¿Para qué si la tinta no salta
como una antigua bestia enfurecida,
como un eterno cíclope de sangre,
como una ola loca y fecundada?
Que salte saltando, con un corazón caliente entre las manos.
Que salte, que salpique de muertos las mesas negras de los escritores.
Que salte, que haga huir a la rana ya la rata.

Que salte.
Que hunda.
Que duela.
Que salte.

La ciudad de sueño y exactos precipicios,
que salte.
La enredadera blanca del cielo del invierno,
que salte.
La mujer que pregunta a qué edad mueren los hombres,
que salte.
El niño que reune caracolas y peces asustados y diluvios,
que salte.
Como una mano negra que necesariamente mancha,
que necesariamente explica y tiembla y tiembla
y resucita los llantos de los gatos,
como un siglo llenísimo de tortugas errantes,
como un mar imposible de barcos degollados.
Que salte.
Que salte que salte que salte.
Que salte siempre.
Que siga saltando
Con las puertas abiertas y las manos hundidas para siempre
en la tierra.

De "La soledad absoluta de la tierra"
Poeta

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