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Cómo revolotean las moscas sobre la comida, tan sinceras en sus apetitos, no admiten los estorbos de la urbanidad. Qué sería de nosotros sin las moscas, no comeríamos sus larvas en las carnes descompuestas ni beberíamos los efluvios de sus lenguas cuando nos acompañan a tomar la sopa. Somos parecidos a las moscas, cenamos a la misma hora, comemos en el mismo plato, nos gustan las mismas viandas. Son bonitas las moscas, siempre vestidas de negro, me recuerdan los matrimonios elegantes, las ceremonias fúnebres.
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Poeta
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Poesía
Eres mi maga de Oz mi druida y mi enseñanza, descubres con la vara mágica los caminos y el azar. Maga del ritmo de la noche universal, he venido aprendiendo de tus enseñanzas hace mil vidas pasadas, y hoy, en este ahora, descubro que tienes mirada de miel y fragmentos cotidianos.
Mi maga de Oz, aquí yacen tus pétalos del caballero de la noche y una magia que no me has descifrado hace muchas reencarnaciones.
A veces me repito que no sé recordar el firmamento, los secretos ocultos de la hechicería y el conocimiento que me inculcabas con las líneas del Zohar.
A veces te nombro hada dicha, hada fortuna, Chamana de mi alegría solitaria, pero ya no te hallo, siempre rondas otros mundos paralelos.
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Poeta
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Poesía
Arde porque es de agua y se frita entre las hojas y las ramas. Anda a tumbos por las voces y pasa de grito en grito hasta los confines, hasta los más confusos lugares. Arde como el cielo que chispea mientras danza en los labios el refugio de la muerte. Se caldea, se crepita; su canto labra en lava las letras de fuego, las palabras sobre las que se mece el universo. Arde porque es de viento y sabe a nube, a paso, a piso, a las cosas leves que se llevan los cometas, al verano que tararea la canción de los insectos. Arde en frutos de libros encendidos y nombra, y te nombra mientras el poeta duerme en su regazo.
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Poeta
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Hallazgo
En cinco minutos monté una grúa con cuatro poetas y una sonrisa en el aire; una nube vino a mojar los ríos de fuego que cantaban bajo mi almohada.
En cinco minutos un mullah me abraza con cantos de arena y pasos dormidos; el puente que salta se tiende a mi ruta a susurrar caminos de viento.
En cinco minutos la vida que apaga enciende el murmullo, se inventa al niño que juega; la luna baja de una montaña que canta.
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Poeta
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Adivina
Ahora que tienes en tus manos la nobleza del viento y la aguja del sol, zurce con tus versos la historia final de tus días.
Que nada te quede a la deriva, aúna risa, mar y aroma, pues todo cabe en el poema que te habita. Reúne las cosas y dale música a tus días con tus versos florecidos.
Acábese o no el mundo, la fuerza que mana, la fuerza que genera y da vida, hacen de ti un ave encantada, un ave de emocionados ritmos.
Toma el vuelo que yace a tu lado cuando ríes y no mires atrás al emprender el viaje hacia tu centro, que tu poema te llena de astros.
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Poeta
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Adivina
Ahora que tienes en tus manos la nobleza del viento y la aguja del sol, zurce con tus versos la historia final de tus días.
Que nada te quede a la deriva, aúna risa, mar y aroma, pues todo cabe en el poema que te habita. Reúne las cosas y dale música a tus días con tus versos florecidos.
Acábese o no el mundo, la fuerza que mana, la fuerza que genera y da vida, hacen de ti un ave encantada, un ave de emocionados ritmos.
Toma el vuelo que yace a tu lado cuando ríes y no mires atrás al emprender el viaje hacia tu centro, que tu poema te llena de astros.
Jaime Londoño
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Poeta
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