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ESE ES SU SITIO
Sobre las chimeneas, en medio de la sala, en cualquier rincón, bajo un taburete, o detrás de la puerta.
Allí lo puedes encontrar si, allí, abandonada a su suerte, o a sus anchas entre escaparates y ropa con olor a moho.
Allí, al estilo de Serrát “acechándonos como un ladrón...”
En medio las flores, las que quedaron sin cortar, entre los comentarios deslenguados de una camarera traicionada, bajo el poste sin luz de la esquina siguiente, donde el astado regatea la medida de su infamia a lo Cortéz.
En el Ello y en el Súper Yo, en el reino de las contemplaciones. En la tierra de las sonrisas de Lehar, y hasta en un “Roquete” dirigido hasta el tálamo de la Súper Nova. En el cuerpo de una carta a Santaclaus
En la frase que pude haber dicho, en la respuesta tardía y sin remedio. En la traslúcida mirada de aquella colegiala hoy abuela. En la peripecia de un niño de la calle rutina de su día a día. Antesala a la noticia amarillenta y trágica, consecuencia de mi esperma irresponsable.
En las cruces del cementerio interno de la muchacha experta en vidas abortadas. En la mentira intencional cuando me preguntaron por las cosas que conducían al exilio del éxito.
Hasta en la sangre del perro vagabundo que arrollé aquél día, abrupta aparición de mi valiente madurez social mayordomía estéril sitibunda madre de mi abigarrada melancolía.
De quién quién crees es el sitio?
Si, de la CULPA
Francisco A. Barreto
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Poeta
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Canción de Amor al Abandono anunciado
Luzmary es blanca y esbelta de espalda larga y cuerpo de Diosa, de piernas carnosas y torneadas caderas. Su rostro de cuna describe al sol y su cabellera de azabache ensortijado enmarca un par de pupilas de agua, centinelas de sus ojos veleidosos Sus manos cual pétalos de seda entretejen la ternura de sus cálidos brazos, y su ombligo esculpido sobre la pampa de su vientre mojado recuerda las fuentes de agua de las plazas antiguas con sus corrientes abiertas, cristalinas y libres ¡Ah vastedad de blancura infinita la de su piel! Sus besos blandos son como el aliento de cada amanecer. Y los hilos de agua con que sus ojos tejen sus lagrimas de alegría Se desvanecen en goterones de miel que exuda su cuerpo de Cibél. Una línea difusa demarca sus labios de cera. Y mientras su alma desenfadada le asoma feliz la ilusión renovada de cada día una sonrisa hilarante y cantarina esconde un mundo infinito de misterios y melancolía. Luzmary era sólo una niña ayer con uniforme de falda y medias largas y sus pechos llegaron de pronto como llega el amanecer. juntos sus senos y sus manos inauguraron sus deseos de apretar, y un poco mas tarde las vidas de fuego que adentro llevaba le enseñaron el difícil arte de seducir sin amar. La inmensa pasión que día a día agigantaba sus pasos en los corredores cerrados de su vida interior, junto al despertar de su epidermis ardiente crearon una mezcla rara de niña angelical con pliegues de mujer sensual, de ángel y diablo, de inocencia párvula y osadía casquivana; de tímida MARIA y seductora MANON LESCAUT. Vivo trasunto de sus apoteósicos sueños y esperanzas urgentes, cargando sólo en su agravio, el reflejo de una atracción envolvente, hacia una adrede inconsciencia y hacia una rebeldía insensata pero exquisita. Y por cuanto fueran igualmente dulces las mieles de la contrariedad y lo desconocido su espíritu debilitaba por lo enrevesado y por lo irracional, por el sentimiento que se disputa en el triángulo amoroso y que jamás se llega a exhibir; lo que hizo que sus relaciones tempranas contaran con mucha pasión y verdadero entusiasmo pero carentes de implícita veracidad y amorosa entrega; costumbre que en sus relaciones con otros en la edad madura le negarían los dividendos de felicidad que producían esas relaciones. Y así se lanzó a la caza de las emociones que le dieran la bienvenida al nuevo día de sus sentidos recién amanecidos. Y para cuando se hubo estrenado en amores su vientre fecundo cambió de lugar, bajo la pretensión inocente, de enamorarse por el vientre y parir por el corazón; pero en vez de preñeces apetecidas solo recibiste pinceladas de pueblos grises y callecitas largas de aquél amante de tu primera primavera y tu primera desilusión. Ya con el alma apretada por los profundos anhelos pariste por fin a tus hijos ansiados envueltos y dormidos en la placenta de tu corazón; pero, debido a la reticencia de tu alma veleidosa permanecía ausente tu otro vientre, el vientre que engendran los amantes del camino con solo regalar una flor; aquellos a quienes la suerte de vez en cuando los besa en la boca y le pegan duro al premio gordo cuando se consiguen en su vía un panal de miel con cabellera de mujer; inspirados sibilinos que dan vida a las fantasías más encantadoras, cuya exaltación de la mujer constituye su más fino y regio desempeño, (dentro de los cuales hube de contarme yo); Trovador de sobre tiempo. Amador irreductible. Peregrino invencible en busca de la eterna sonrisa perdida y la pupila aguada. Inquisidor calibrado de la piel que rojea y se estremece al contacto de unos dedos ávidos en ligera avenida, antesala del placer. Así, anhelante, me aparecí en tu vida y tú, la de los ojos grandes y las pupilas mojadas, la del corazón por vientre y el vientre para el amor no pudiste, ni que hubieses querido, desatender la llamada a esta desconocida clase de pasión. Luzmary prohibida, coqueta y sombría esposa del tedio hija de un crepúsculo y una luna de otros cielos remilgada novia mía con nombre de velero. Camuflada para el éxtasis con la mortaja de sus sueños La confianza desabrigada depositada a tus pies y mi verdad absoluta enarbolando tus sienes fue mi primer tributo pagado a tu sensualidad rodeada de mujer. Mi amor te cercó como un cinturón de garfios y mis sueños buscaron en ti el eco que convierte la voz escotera en pensamiento plural. Mis besos embriagados de ilusión humedecieron tu cuello de cisne y te dejaste llevar, te dejaste llevar como se lleva al cometa un viento solano por fuerte y avezado, por deslumbrante y sugestivo; y cediste a mis encantos, entregándote plena a engalanar mi red, y me enseñaste a leer en el libro de tus besos antes de entregarme tu jardín sin jardinero y me dieses a morder tu fruta de mangle madura. Entonces me bebí de a sorbos lentos todas las aguas de tus flores y todos los afluentes de tu río y cuando arrancaba de tu rosal sus dos últimos botones tu te confundías con mi savia y con mi flema sobre el muro acorazado y protector de mi pecho hirsuto, enlazando decidida tus miedos y reservas en la dureza de mi asta bandera; y en el útero fértil de tus ausencias colocaba esperanzado mi semilla de siglos. ¡Pero ya era tarde! habías vuelto a tu vida de crisálida prisionera ¡Nunca quisiste ser Mariposa! y tu vieja amiga la Mentira rasó su vuelo y excretó sus queresas contaminantes sobre la cara risueña y blanca de la desabrigada y crédula confianza, ¡Decepción angustiosa de la conciencia ignorante! ¡Remordimiento del carbonero por lo que nunca pudo saber! y con menos vergüenza que asco, como si no me diera por enterado, me hice a la mar confiando con tu escapulario de ofertas apetecibles igual como cuando eras muchacha y el sexo prohibido pasó en procesión frente a tu casa ofreciendo dos besos por el precio de uno. Y empezó el hastío y la cruel incertidumbre a tejer sus tapices sombríos. La cruenta parálisis del análisis sus cabos a atar y a sacar sus conclusiones frías. Y las preguntas absurdas obtuvieron respuestas cabales. Imaginé que venías conmigo porque confundí tu aliento con el cálido viento que besaba mi espalda. Pensé que te asías al deseo y me convertí en la máxima expresión externa y real de tu deseo. Creí que te embriagabas y me troqué en espirituoso elíxir. Ansiabas del fuego sus llamas y puse raudo la resina y también la flama. Dijiste que te arrullaban mis poemas y el empalago de mi voz y te dediqué millones de cuartillas bajo el muelle de tu almohada, y bajo el estribo de tu oído coloqué el eco rumoroso de los cuentos del Alma y las historias del Corazón. Para descubrir en el primer rompevelas que me parías hijos de sal y agua que se desvanecían sobre la arena fina del mar. Sueños de humo. Futuro de nubes. Fantasmas vengadores de un viejo tiempo de amores, como si fueras tú el túnel hambriento que todo se lo traga, verdugo sediento de mis lagrimas que todo lo creían Te coroné princesa para obligarme a servirte te hice especial para que me hincaras las sienes con tus caprichos y dislates, y aún así no me era agravio, si con eso te tenía. Tu sabías que tus senos conmigo tristes jamás estarían, y que cuando sacudía el viento ya mi amor te procuraba una enramada. ¡Que importaba si después te ibas! Tú eras el diseño de mi último desamor. Ya mi corazón había madurado tu recuerdo y había hecho los arreglos para mi última melancolía. Y fue tal como sucedió: Una tarde solitaria de un día Domingo, bajo las frondas de una Acacia colorida, me devolvió su corona de Princesa junto a los “te quiero”aburridos que permanecían colgados en su escaparate de lisonjas y cumplidos. Ni la soledad, ni el remordimiento, ni la nostalgia acudieron en mi nombre para estorbarla en su nefasto afán. ¡El abandono estaba consumado! Sólo alcancé a escribir para el final, a manera de epitafio, la elegía que oportuna me ofrecía el gran NERUDA a este amor de una sola vida y de un solo día: “Era esto el abandono y lo sabías era la guerra oscura del corazón y todo era la queja rota de angustias conmovidas y la ebriedad y el deseo, el dejarse ir y era eso mi vida, era eso que el agua de tus ojos llevaba era eso que en el hueco de tus manos cabía” Luzmary ya no es tan bella y esbelta como cuando era muchacha. Su rostro ya no describe al sol es heraldo de la noche. Lleva en su cara huellas de surcos detenidos como campos silvestres sin frutos ni siega. Sus brazos ya no son cálidos, sino fríos y enjutos. Sus carnes firmes, otrora bocado exquisito ya no acompañan a sus muslos redondos y duros. Y sus senos ya no sostienen al tiempo son como las hojas de los árboles en el otoño. Su cuerpo claro se oscurece por las sombras que arroja su irrecuperable tiempo perdido. Sus ojos ya no son grandes, ni veleidosos, ni fijos son rasgados y dormidos y se observan lejanos como los pasos de sus amantes prohibidos, vaivén repetido de las olas que regresan a la triste calma del mar aburrido después del tifón.. Luzmary Eterna Cómo no seguir amándote... FRANCISCO A. BARRETO Bahía de Byscaine, Florida el 28 de Enero del 2004
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Poeta
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ALEGORÍA PRECIOSISTA
De las generaciones de las rosas que en el fondo del tiempo se han perdido quiero que una se salve del olvido, una sin marca o signo entre las cosas… Borges (1)
Lejos, muy lejos de la sombra donde el sol baja y besa la tierra yerma y el polvo de esa tierra presta sus caricias para agravar la tristeza de la hora y como instrumentos de un alma penitente pincelan el ambiente agreste impregnando sus huellas a la vegetación enmudecida inmóvil e inflamada, como caricias ardientes, como besos cenicientos, y penas que avanzan sobre los terraplenes súbditos del sol. Y en el ardiente sopor árboles que enfrentan al viento sin importarles la curva que les imputará el tiempo imploran mas sol, mas besos calientes y desafiando las cúpulas amarillas enfrentan la furia del estío que se empeña en deshacer las huellas de cualquier caminante. Un sopor amarillo hinca las piedras con infame pasión hiriente mientras reflejos de bronce se mueven a la distancia como tornillos clavando en el cielo un pálido tapiz. Solo reverdecen los cujíes a la par de los cardones y tunas que engrosan su tronco por sus reservas mezquinas de agua creándose un silencio airado en medio del reposo verde de hojas calladas cifra de la resistencia vegetal que no implora de la lluvia su abanico. Como en una alegoría de Jiménez (2) El cielo plateado engendra una nube plomiza para que desde la mas libre altura y en su ancha plenitud una nube de agua pura vierta sus verdines y el sol dore el río mientras las hojas secas se van. Y donde no hay rosas ni azucenas pueda al fin inclinada una tarde triste y cansada de seguir muriendo convertirse en arco y flecha para bajar de la noche un lucero en forma de Rosa blanca.
PETALO 1 (… como nace una rosa)
No muy lejos de la monotonía del paisaje, del callado ambiente seco, después de un amago de río y teniendo como fondo los pálidos cuerpos de la hondonada árida, cruzando las estrechas trochas se levanta un pueblecito de callecitas de almendrón y casitas de barro prestado donde no hay cercas para no intimidar a la libertad y donde el amigo común es solo el abrazo azul del cielo, cada vez mas alto y lejano, y algunas veces manchado por el aletear descuadrado y capitoso de algunas Mirlas migratorias. En el dorado suelo de esta tierra exhausta algunos cardones se alzan como lanzas de fuego que otean una humilde casita donde un 6 de Octubre cuando es rebozo de primavera en Argentina aquí era el comienzo de la tregua de un invierno que hace dos días en un latigazo destemplado por el cordón de San Francisco, (3) y como muestra de un extraño y efímero amor obsequió el mas furioso beso frío a esta caliente monotonía. Dentro de esa casita de solares confundidos por el adiós de las cigarras resentidas de la temporada, y por la rara ternura de la sequía está por ocurrir un acontecimiento de espuma y germen de ancestros que servirá de colofón a esta melancolía agreste y rural Será el fruto de una manzana dormida tan ingenua como un CUNDEAMOR silvestre que flechada por lanzas de urgencias avenidas de un labrador que llevaba brasas ardientes en sus labios y en el hueco de sus manos guardaba con esmero una semilla de batallas, le pintó en la frente relámpagos del mediterráneo y en el desveno de sus escote colocó fumarolas de buques y navíos con su carga de huellas que el mar plasmó en arrugas, brasas que se diseminaron entre los gametos ansiosos de esta manzana mitad cundeamor mitad carne trémula y en el buril del orfebre de altares impregnados, en medio de esta maravillosa fabrica del mundo una mazorca desgranada en millones de granos dorados: Resultó en una beatitud mitad flor mitad mujer. Era un capullo primoroso de fragancias rosales. La mas pura esencia floral estaba contenida dentro de este mítico capullo y en su cuna de nácar y azahares empezó a crecer viendo a los “dioses vegetales” rondando la liviandad de su ser. Un nuevo aroma llenaba la tierra y en la “patena” del labrador hubo ahora otra inscripción: “ROSA CANDELARIA” El cielo amarró sus arreboles y en un haz de añiles e índigos le otorgó su mas hermoso y regio AZUL tan azul como un canto de Neruda,(4) tan inédita como un milagro de alquimia vegetal de la pluma de Machado. (5) Y en sus pétalos de cabellos de ángel se fueron creando laberintos de frescura y fragancia como en las “ROSAS” de Borges y de inmediato le fueron ofrecidas ofrendas de territoriales existencias. desde un RODODENDRO de Formosa con su delicado polen de dioses hasta la mas ingenua florecita escarlata de un MASTRANTO común de la llanura, le brindaron: el primero, sus blancos puros y la segunda, el apresto vanidoso del criollo carmesí; hasta que a manera de convite y en zalamera celebración el vasto Imperio floral del universo terrenal hizo su aparición con su aljaba pletórica de dones y en medio de una apoteosis de marcada iluminación GLADIOLAS y AZUCENAS; DALIAS y GERANIOS MILENRAMAS Y PENSAMIENTOS y hasta un trasnochado TULIPAN encabezaron el cortejo de exaltación; Una MAGNOLIA y una BELLA A LAS ONCE junto a una delicada DAMA DE NOCHE y un imponderable CRISANTEMO rubio; el anaranjado sensual de un BUCARE CEIBO, así como las eternas celestinas CAMOMILAS y CALENDULAS y la Superba del Orinoco la CATTLEYA LABIATA (ORQUIDEA DE MAYO) trajeron primero sus frescos aires y humildes aromas de esta tierra grave que cierra todas las noches su balcón a través de un crepúsculo arrogante que funge de heraldo jubiloso de un cielo hoy mas estrellado y en sus vanas aportaciones a manera de ofertorio una pureza candida y esplendida se derrochaba por doquier. Una cascada de profunda sencillez, tan simple como las dos vocales del primer nombre de la pequeña ROSA, le fue otorgada como túnica vistosa. Un lar repleto de TURQUESAS le obsequió los hilos de oro que anudaron las primeras trenzas de su cabellera brillante y amasando la luna viejas pedrerías con la leche ávida de un ALAMO enternecido puso alineadas perlas por blanquitos dientes en un tímido arrebol que llevaba por boca, y de inmediato se amplió el ambiente como una sábana que abría sus puntas y le ofrecía galante un ánfora de azahares y finas mieles a esta estrellita de trigales por cabellos, de ojos melifluos y dientecitos de perlas. Luego vinieron las otras, las arrogantes: una VIOLETA “IRISH MOLLY” junto a una VERONICA “EVELINE” trajeron sus abultados pétalos, una MALVA “DULCES DIEZ Y SEIS” encargó su mas caro púrpura y una PRIMULA POLYANTHUS sus decorativos ojos dorado y negro Una TRADESCANTIA “SWEET KATE” y una ESCABIOSA “NIEBLA ROSADA” ofrendaron sus sentimentales tonalidades pasteles; hasta su relativa superior la ROSA HIBRIDA DEL TE con su inconfundible terciopelo negruzco se avino emocionada, mientras una HIBISCUS FANTASIA a la par de la imperial HEMEROCALLIS “OJO DE DRAGON” diseñaron su fresco calendario. Una EQUINACEA “ATARDECER” junto a una CAMPANULA “ELIZABETH” dulcemente ataviadas trajeron sus trémulos pétalos azules labiados y sus espatas como azadones cruzados para con sus enredaderas aletargadas crearle un arrogante Alcázar de seguridad. Y hasta la mas imperial de las imperiales, la IRIS ENSATA “AZUMAKAGAMI” se inclinó ante esta prístina y primorosa cosita que acababa de nacer luego un celoso NARCISUS apuraba su mas intenso amarillo para adornar el ambiente que hoy alegraba los terraplenes de esta comarca recién bañados por el beso fresco de la lluvia de Octubre.
PETALO 2 (….se abre el capullo )
Todo era vuelo y arco iris la sabana exhibía sus colores de primavera y por ende ofrecía sus interminables hilos eróticos y sus aceites virginales que urdían la temporada apasionada de la época. cuando empezó a mojarla el rocío de la sangre de los hombres que buscaban ablandar sus eras para el surco y junto al clamor de vida que hace de los intentos germinales la razón de la existencia y la continuidad, como una Aurora que desciende hasta las tinieblas en cansado ocaso después de ingeniar a la fabrica del mundo, atizó la brasa virgen que empuja las soledades y apura las calenturas Así se encumbró su adusto porvenir. Y te paraste erguida con tu pecho de paloma exhibiendo tu alborecente par de botones primaverales colinas cada vez mas duras y mas cárdenas cada vez mas bocado provocativo, menos tímidas y mas bulbos Y vi cuando te inaugurabas en tus sangres y el aroma de tus oquedades se volvía almendrado y el claro de tus ojos se tornaba subyugante. sentí cuando comenzaron tus feromonas a pulular para invitarte a la siembra del mundo era este el momento cuando tu sueño ya rondaba mi cintura y se unía a mis riberas y en extraña ingeniería diseñaba el abrazo que siempre te buscaría por todas las regiones invisibles, el que comenzaría a trazar el dibujo de un beso que enseñaría a tu boca a pronunciar mi nombre. El despejo natural de su terso cutis que como una avalancha de nieve colgaba entre mis ojos y su carne; la hermosura de su esencia; sus deleites mas delicados, los mas sutiles y etéreos, fueron percibidos mas por su espíritu que por su condición material y eso producía dentro de mí un amor de odio, una inspiración al rechazo de lo que no estuviera a la altura de su diáfana subordinación convirtiéndome en celoso guardián de su entorno vaticinando cualquier instinto cercano como bajeza aunque representase encomio, miseria; aunque decorase el mas púdico bien, y destemplado infortunio; aunque su nombre dijera felicidad…
PETALO 3 ( … la rosa se entrega)
Pero la representación idílica cargada de aromas campesinos, el silbo apacible del aire fresco, y del reposado silencio de la noche; el canto verde de las hojas representado en cada soplo de brisa ya había cargado en su agravio la primera extraña recompensa: Por haber rechazado de su primer ropaje las espinas de la túnica que le otorgaron el arcano y las vegetaciones aquél día feliz de Octubre; y por cuanto dijo que le parecían punzantes y dolorosas esas espinas y se alejarían sus amantes: cuando los hombres malos vinieron tras su suavidad y aromas dulces y bañaron de saliva agria sus suaves ramas, no hubo espinas para defenderla y mientras hincaban sus uñas negras hacia arriba y hacia abajo llenándola de sueño y greda, no la protegió la lluvia así cuando vinieron los adioses y las despedidas, las pupilas aguadas y el aire blanco de los pañuelos agitados solo sirvieron para conformar su soledad obligad. Sus pétalos se llenaron de sangre represada por los besos bruscos. Sus labios se tiñeron de hiel amarga en los umbrales de la medianoche por las libaciones ocultas de elixires que no pasaron de mosto a vino. Pero me alegré de que eso no impidiera que siguieras tu camino siempre de cara al sol como una SIEMPREVIVA como los ondulantes GIRASOLES que miran de frente y hacia arriba como implorando conocer los talamos donde descansa en su cuna el sol Y me alegré que siguieras volando humilde con tu pecho rosado de alondra herida y además porque tampoco le diste entrada al luto a ninguno de tus pétalos que seguían brillantes…
Una tarde fresca entre las ráfagas de aire puro de la montaña en medio del verdor exuberante, te vi, primorosa y disponible aún. Eras todavía el milagro de belleza que premiaron los dioses vegetales aquella mañana recién besada por la lluvia. Una escarpada verde te rodeaba era como una inmensa alfombra muelle y aterciopelada que con la presencia de TRINITARIAS LILAS a lo lejos le daban al tapiz del paisaje una sensación de topografía inquieta y colorida. Una lengua de tierra poblada de HORTENSIAS y CAMELIAS y una calzada de hibridas BEGONIAS junto al aire fresco de la cima le dieron al ambiente aquella tarde un deliquio bucólico que destacaría aún mas el impacto de conocerte
“Mi nombre es ROSA”__ dijiste anodina y parca y de inmediato se prendó de mi interés con fuerza y fuego, el mas encumbrado de los afanes por llevarte a la gloria excelsa
__Es un nombre común__te dije; pero, es el nombre de los nombres ¿Qué poema no contiene tu nombre? ni cae un solo verso al fondo del alma que no sea escoltado por la suave aspereza de tus pétalos cruzados. Las filigranas tienen su esencia en colecciones interminables de Rosas puestas y superpuestas símbolo de la perfección creativa de la mano humana. ¿Qué ovulo no tiene su primigenia figura en una Rosa abierta y redonda? Acaso la creación no existía en la mente del arcano en forma de una Rosa inmensa que Él deshojó pétalo por pétalo? ¿No es acaso esta figura inicial la que cuando los átomos se desintegren por la consabida explosión se levantará como una inmensa Rosa del suelo al cielo? ¿O no es acaso una Rosa en forma de corona la que se deriva de la caída de una gota cualquiera sobre un elemento líquido? ¿No comienza el impacto externo de un agente extraño al cuerpo humano como una Rosa colorida sobre el músculo frágil? No es una Rosa jadeante la que nos asoma una herida? ¿No se entra al interior del túnel de cada mujer pasando por una entrada en forma de Rosa púrpura fragante y abierta? ¿No se observan las células indivisibles como millones de Rosas con movimiento multiforme y coordinado? ¿A qué nos referimos cuando advertimos que alguien esta rozagante? Y que decir del señorial crepúsculo de Septiembre que arropa al cielo con su manto colorado por el incendio de las horas extenuadas del día que se convierten en estuario del horizonte infinito por la unión de los pétalos de fuego de una inmensa Rosa que arde en llamas. Sería por esto que el gran Borges se inspiró para decir “De las generaciones de las Rosas que en el fondo del tiempo se han perdido?”…
Y fue entonces cuando los candores vegetales, el elemento telúrico y las inmarcesibles manifestaciones verdosas de la naturaleza me encaminaron de manera celestina a buscar los favores de tu savia restauradora y para en menos tiempo del que pensé me sorprendías de manera afectuosamente inmejorable; obsequiándome en significativo lenguaje floral el siguiente recado:
“Eres brisa mañanera que refresca mi alma. Río de aguas cristalinas que purifica mi ser, que calma mis angustias en un nuevo amanecer. Encanto de mil aromas que me invita a renacer, despertando en mi pasiones del arte del mil saber, en vientos de esperanza que me lleva a florecer, y entregar a ti a esa ROSA que tan celosamente guarde.” (6)
Fragancia exquisita y emoliente de pasiones que despertaban del letargo a mi vida sentimental que permanecía en asueto, y de inmediato mis manos empezaron a formar avenidas y a concentrarse en tu remirada anatomía tus aromas florales y tus brillantes oleos fueron para mi el bálsamo que ablandaba la sequedad de mi territorio excluido; árido y rugoso por el cansancio de insistir querer agarrar por el talle a la vida y continuar bailando el tango que moría en la noche de los amores brujos. Y comencé a rediseñar tus pétalos primorosos y con mis efluvios apasionados abrillanté tus ramas y tronco y de regreso de tus delicadas raicillas, coloqué a tu lado un “esqueje” (7) de mi corazón que te acompañaría desde el alba hasta el inminente ocaso; el mismo te cubriría en tiempo de frío y si la lluvia te anegaba, traería sobre ti mi alma abierta como paraguas. Tu cuerpo fue admirado por mis centellantes ojos viudos y exclamé como el poeta:
“…haciendo lengua los ojos Solamente le ofrecía A cada cabello un alma, A cada paso una vida…” (8)
Tu ombligo era una alberca que recogía los llantos de tu piel donde enjugaban los ángeles sus ojos cuando celaban tu arrogante Monte de Venus. mazorca cobriza que apuntala al túnel de tus aromas almendrados. el que desemboca en tu ecuador,(autor del arco iris de tu frente) el que mantiene las inmensas olas de tu mar de leva, que alimenta tus cascadas subterráneas y preserva la exudante lluvia perenne que te proveen mis manos, cada vez mas inquietas cada vez mas cómplices de mi boca. Y cuando me coronaste con tus favores bajo una luna de sangre que azulaba tus cabellos de grana, mientras los extendías sobre mi pecho hirsuto, se irradiaba el mas exuberante reino de fantasía, envidia de cualquier mortal….. Fue cuando me dispuse a dejarme morir por ti, y a descoser el crepúsculo negro que ya se enredaba en tus ojos grandes y aguados…
PETALO 4 (…la rosa se aleja)
Una tarde que ofrecía sus ráfagas de aire tibio mecían descarnadamente a un lote de MALABARES que se acicalaba en el espejo de la tarde azulada; una ribera de CAYENAS exfoliaba los sedimentos de polen de sus anteras inutilizadas, que se quedaron en estambre perdido sin embargo un fresco soplo de brisa repentina retardaba el final de una corola moribunda, y en medio del vergel palpitante de savia aparecía mi “Rosa Profunda” como una Venus ataviada de ropajes reales. Emulaba una Reina en su diario recorrido por su “Parnaso” particular. muestra rara de candidez y belleza que el pudoroso temblor de la castidad mantenía vigiladas. Venía abierta desde la Aurora presentándose trémula ante una noche que exigía el tributo de su frágil ideario,
“Dorada y azul, como los deseos imposibles y los vanos sueños de una planta” (9)
“El que vive, de amor nace Y se sustenta de amor; Cuando muere es un rigor Que nuestras vidas deshace”… (10) Aseveró el bardo antiguo. Así empezó mi vida a deshacerse cuando un extraño pasajero que venía desde los intersticios de la tierra. Como una mortal guadaña, Acompañándose de una luz polvorienta, en medio de un remolino de los que peinan la tierra librándola de huellas de pasos arqueados y semillas estériles, en medio de una fuerte andanada de vientos furiosos del norte irrumpió en fracciones dentro de mi corazón y se llevó mi encarecido ideal. ¡Se llevó tu amor “tisú”, ese que el infinito puso en mi alma y le dio apariencia de cielo. No hubo indicación alguna de asertividad, ni vinieron los dioses vegetales con sus hegemonías a suplirte en mi esplín, ni las voces verdes y ocultas de la palpitante selva cantada a través de una Ninfa eremita para desmentir tu agravio. Como la flor que espera confiada cada día al trino colibrí que no volverá jamás; así quedó mi inútil alma y mi endiosada armonía, convertidas en insondable hastío. Y el sofocante laberinto que se formaba en mi ceño otrora risueño revivió en mí el drama descarnado de la HAMADRIADA, (11) triste semidiosa oculta dentro de una encina arrancada de sus bosques contra su voluntad, y obligada a convivir con los humanos en una plaza publica murió por el insondable hastío del vano discurso de ,los mortales; muerta la semidiosa murió también la encina… Ah! mi prometedora y abigarrada pradera, asaz de mis palpitaciones esperanzadoras era ahora toda broza, toda maleza; solo el esbozo de un surco infinito que se degeneró en rompido terraplén se frisaría en mi vida occidua. Y una eterna pregunta sin respuesta sería mi signo delator: ¿Qué le habrán hecho mis manos? ¿Qué le hicieron mis besos? ¿Qué extraña saliva salió de mi boca y envenenó su corazón?...
Para cuando amaneció y el sol trajo consigo la esperanza que ofrece la luz ya era historia su recuerdo. La desesperación y la rabia colmaron la obra de mi hastío y empezó mi cruel vía crucis su inclemente tráfago El taxativo pechándome a cada instante Un tortuoso y asfixiante pensamiento “Viviría oculta bajo su apariencia Calmosa y apacible, las huellas ocultas De una ambición y vanidad no satisfechas? Llegue a recriminar a mis ojos que no la definieron mas bien como CAMELIA en lugar de Rosa, por ser aquella: ¡Flor vistosísima de extremada belleza pero egoísta, sin ninguna fragancia que ofrecer…! Y condenóme a sentenciar mi suerte con la del poeta que dijo:
“Amor que al irse no está ausente; amor sin dudas y sin fe, como este amor intrascendente, que, si llegó calladamente, calladamente se fue...” (12)
Y por perseguir su dulce aroma comenzaría mi infatigable búsqueda en medio de los rigores de la insondable noche y bajo el calido abrazo del sol, a todo lo que me devolviese el mas mínimo asomo de la suavidad de su esencia pero como custodia de mi irresoluto pesar, en lugar de delicada floritura solo ASFÓDELOS amargos vinieron a mi para turbar aún mas mi razón. Aún así la búsqueda continuaría. Y al igual que en el dialogo sitibundo de ALBETO SORIA con la SOMBRA: cuando esta le advierte en temeraria sentencia a que no traspasase sus umbrales ante la imposibilidad de regreso la sombra le decía:
“…me verás por todos los caminos, detrás de todas las rocas, al pie de todos los árboles; me escucharás en la música de las aguas y los vientos; me sentirás en la malsana esencia de las flores. Adonde vayas te seguiré. Al mismo tiempo iré a tu lado como tu propia sombra y dentro de ti como un incubo” …(13)
Ahora mas que antes decidí continuar. . Ahora como asumiendo los riesgos que representaba perseguir la “sombra del olvido” y traspasar sus umbrales, para lidiar con ella cara a cara y oponerme a sus devaneos de desesperanza. Ahora mas que nunca decidí proseguir en esta loca aventura diabólica de ir contra la natura de las cosas y poder llegar al fondo de su ser, de su hegemonía disidente. Con mi amor altruista me acomodaré bajo su dermis; me apareceré cada mañana en el sol que besa su frente, y el centro del iris de sus ojos será la celosía por medio del cual absorberé del mundo sus rigores para convertirlos en impresiones de grata fotografía.. Ahora mas que nunca decidí convertirme en una abigarrada muralla contra el inclemente olvido que me muestra su fea cara. ¡NO ME OLVIDARAS! Penetraré de ser posible en los corredores Y andenes de su súper ego y socavaré cualquier cimento armado contra la eternidad del beso que se levanta huérfano. Y al penetrar en el valle sensual de su vida vacía en medio del infortunio mío de no tenerla me acompaña un templado, bizarro y “morboso” gusto que va surcando adentro, muy adentro de mis “tripas”…
¡Algún día… “te despertarás en medio de la sombra y lamentarás que ni la noche ni el sueño nos pudieron separar”…(14)
EPILOGO (…el final de todo) Lejos, muy lejos de la sombra el ambiente calido de la sabana agreste se mostraba amigable. Una brisa como de mar batía las frondas de los cujíes y arrancaba del suelo una fina lámina de polvo cenizo, parecía una brisa escapada del turquino mar, cansada quizás de empujar velas blancas y besar manglares, y se avino a estos solares, trajo consigo los besos de una luna celestina que pasaba hermosa como un disco plateado y conservaba la frescura de los recientes besos de un ramillete de ALSTROMERIAS y CENTAURAS. Un haz de AMARILIS y AZALEAS de la mano de un excelso bouquet de ADELFAS y una singular CLIVIA apuraban el sesgo de la tarde que caía inminente. Un delicado almacigo de exuberantes PEONIAS agregaban beatitud al lienzo brillante que lleno de MADRESELVAS melancólicas terciaban junto a un dechado de JACINTOS lilas y alegres CACTUCITOS. Un cortejo de ALHELÍES y un gualda ACACIAKAROO obsequiaron desde esta mañana un calido recibimiento a ese viento marino que venía pletórico de soles a formar un mar de siesta, un mar de aromas mar de Rosa. Venia arrastrando voces y llantos quebrados de mujeres solas y marinos cansados de buscar tierra doble mar que empuja su doble ola la tuya y la mía. Y sigo imaginando el sereno mar que se junta con el sereno cielo en aquella línea difusa casi imperceptible, como la unión de nuestras vidas. ¡Imperceptible! Mientras, canto un canto viejo cántico de poeta adulto “alter ego” de mi búsqueda…
“Todavía te busco mujer que busco en vano, mujer que tantas veces cruzaste mi sendero, sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano y sin que me escucharas cuando dije: "te quiero..."
Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa. Y ya llega el otoño, y espero todavía: De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa, pero sigo soñando que he de encontrarte un día.
Y sentiré en el fondo de mis manos vacías, más allá de la bruma de mis ojos huraños, la ansiedad de las horas convirtiéndose en días y el horror de los días convirtiéndose en años...
Pues quizás esté mustia tu frente soñadora, ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella... Y al no decir: "¡Es ella!" - como diría ahora -, seguiré mi camino, murmurando: "Era ella..." (15)
…y agregaría mi voz infeliz, hábil portadora de mi mente inexorable y por demás de visiones fecunda… era ella….LA ROSA PROFUNDA…
FIN
De la pluma de: Francisco Barreto En las playas del Mar Caribe, el 20 de Febrero del 2006
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Poeta
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[/b]REQUIEM SOMBRÍO... (en mis noches de inmensa nostalgia)
La muerte es una dama descalza que me acosa y me persigue Con su ajuar de encaje negro y talle largo. Acecha presurosa mis pasos lerdos Haciendo girondinas sobre mi cabeza atolondrada. Siento su hálito ardiente surrándome detrás de las orejas. El mortecino odór de sus manos seductoras Cuando se posan sobre mis hombros desnudos Me desgarra adentro muy adentro De mis tripas y sus humores.
La dama se abalanza sobre mí Apurando mis proyectos detenidos Y en mi reino de sombras Me hace preparar un equipaje ligero Para un viaje tenebroso y sin retorno En el que se lleva ropa sin bolsillos Y se ausentan los zapatos de charol.
Para subirme al patético vagón Y rendirme al enigmático emisario Con su peregrina invitación, Se requiere apuntalar La inexorable levedad del ser Y a la insoportable transparencia De la vida cotidiana Vivida sorbo a sorbo Rigurosa examinación final Que moldea este REQUIEM SOMBRIO. Con este talante de levedad A la manera de "Kundera" Trato de deshacer el equipaje innecesario Que me obligó a vivir al ras De la tierra abrasadora.
A la vida le perdono: La inclemente prontitud de los eventos Que se sucedieron para brindarme madurez
A la vida le perdono: No haberme colocado en el grupo De los que nacen con fortuna, De los que tienen hijos obedientes Y agradecidos, Amigos consecuentes y comprometidos, En el grupo de los que tienen las mujeres Que desean tener, De los que no estudian Y triunfan en la vida. De los que comen lo que quieren Y no sufren de colesterol, Con sus mujeres crédulas y anodinas Que jamás preguntan mucho tu me quieres? A cada rato y cada instante.
A la vida le perdono: Haberme enseñado que la soledad es mala Y que el placer exige siempre Una moneda a pagar. Que aquello que tiene cualidad de duradero Sea lo que dure menos.
A la vida le perdono: Haberse dejado ver Sólo como un viaje horizontal Desde el nacimiento hasta la muerte. Que el dolor dure más que el placer Y que las situaciones en que debiera predominar la Gracia, el don no merecido sea donde el legalismo controlador escoja para asomar su horrible y fea cabeza.
A la vida le perdono: Que sea tan barata y tan distraída Al punto que cualquiera dispone de ella Sin permiso y sin tarifa.
A la vida le perdono:-claro que si- Que se extinga apenas uno se muere Y que el concepto de Huérfano Se haya desparramado por doquier.
A las mujeres que me amaron les perdono: Haberme dado tanto amor Hasta la medida de malcriarme. Les perdono no haber sido más pacientes En esperar el toque mágico Y más raudas en aborrecer Mi aliento cálido Repleto de flema y confesiones.
A las mujeres que me amaron les perdono: No haber separado nunca El afecto de la protección Y que hayan embalado en una sola caja A la querencia y al amor. Pero sobre todo: El no haber entendido a tiempo Que las relaciones NUNCA colmarán la suficiente dosis de fogosidad Y amor romántico porque siempre se querrá mas
A mis amigos les perdono: Su falta de bochorno y de vergüenza Cuando valoraron la amistad De forma tan pequeña Como para que cupiera Dentro de una billetera.
Les perdono la adulación Con fines premeditados, El juicio apresurado y la sentencia Extemporánea y destemplada
A mis amigos les perdono: El permitirme contemplar Sus espaldas relancinas Cuando emprendieron retirada En el momento en que la cercanía Pesaba más que las acciones y palabras.
Les perdono no haberme usado más, No haberme comprobado mas En mi servicio comprometido Y no haber creído nunca que podía Por ellos caminar la milla extra Llevando en mis lomos su carga adusta. El no dejarme demostrarles nunca Que sus hijos en mi mesa Derecho tenían de beber conmigo El vino dulce de mis bienes y virtudes, Y a partir conmigo el cotidiano pan Serían siempre dentro de mi entorno bienvenidos.
A mí me perdono: No haber pensado nunca Que la vida grata Comenzaba cuando al fin dejamos De pensar que existe una mejor.
Me perdono: no haber apreciado a tiempo Lo que ya es, en lugar de ansiar lo que podría ser. El no haber dicho en paz Lo que tengo es suficiente; Tal vez no sería hoy un estafado más Por haberme dejado seducir ladino A escaparme galopante De la inexorable realidad.
La dama de negro me constriñe. Me apura con sus guiños Y me convence de aceptar su invitación. Los turíbulos y pebeteros De las pompas funerarias Empiezan a crear una espiral de atribulados pensamientos Por la proximidad de mi partida El ambiente impregnado de fragancia fénica Por el incensario animoso Y el ocre trasnochado de los tulipanes marchitos Invaden mi torrente respiratorio, Y de mi paladar resulta Un asco ácido por el aire aformolado Y cargado de cera derretida. Los candelabros y mecheros Con sus fumarolas lánguidas Bailan una suerte de danza de la muerte Que refleja contra la pared La transitoriedad de la vida desde Este lado de la eternidad. El viaje largo y oscuro A través del valle de sombra de muerte Semeja el curso de un túnel infinito Que resuelve su salida intempestiva Cargado de mucha expectación Y destellante luminosidad. Que habrá mas allá? Cuánto diera por saberlo...
Francisco A. Barreto
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Poeta
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Ya estoy harto de besos en la frente
Y de besos en las mejillas.
Quiero un beso grande, ardiente y largo.
Que me lleve de vuelta a los años felices y rojos
Quiero un beso de verdad, quiero un beso
Que despierte emociones de juventud.
Quiero un beso que le diga a mi mástil:
“Te acuerdas viejo madero que yo era quien te anunciaba
Los cambios de rumbo?”
“Te acuerdas viejo puntero que yo era quien daba
la orden de levar anclas?
Qué sotavento y qué barlovento.
Yo, el Beso de marineros
Era quien surcaba los remolinos del alma.
Besos que se fueron de mi boca, besos que ya no vienen
Besos que ya no pasan frente a mi casa
Con su oferta de dos por el precio de uno,
Y otros que te invitaban a robárselos
A la colegiala que hoy es abuela.
Besos mojados, besos lujuriosos
Besos que empujaban soledades
Besos que mataban al frío.
Besos de fuego, besos nada mojigatos
Besos que te sacaban de dudas
Besos que contaban mejor que las margaritas
Las señales del amor que no era prospero.
Hoy quisiera un beso de esos ardientes
Que moje mi boca reseca por la lengua del dragón
Que traiga ríos a mi garganta, que riegue mis labios
Que me haga morder de nuevo al miedo
Que me apure la procesión interna
Y que olvide que solamente existen besos de hijos
Y besos de mujeres que pagan sus lecciones en las esquinas
Besos que me obsequien aunque sea un día más de vida.
Será que hay besos que dejaron de ser besos?
Alguien acabó con esa “salibaduría”?
Francisco Avelino Barreto (Frank Torreba)
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Poeta
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