Poemas :  LOS TRIBUTARIOS
Siete caballos, como traílla,
sin rienda ni silla,
por siete caminos vienen en tropel;
como una traílla de grandes mastines,
espesos de espumas, de nervios, de crines,
los siete caballos llegan hasta él.

Él les ve llegar:
El primer caballo le ofreces sus ancas
para cabalgar,
el segundo, dale sus espumas blancas,
como las del mar,
el otro, en la floja nariz que palpita
le da un humo blanco con calor de hogar,
el cuarto se encabrita
y el quinto relincha, de azogue el ijar
y el sexto murmura y el séptimo grita
y el Orinoco es todo lo que llega al mar.

Los cuatro primeros
son la guardia de las Fuentes,
los Sacerdotes de la Palabra Secreta,
la trinchera del indio, cuatro potros inmóviles
en las cuatro esquinas de su tumba abierta.

Guardajoyas del misterio:
el Caura y el Guaviare y el Vichada y el Meta,
antemurales de la Tradición,
caballos de San Marcos de los ríos de América.

El quinto es la piedra que va monte abajo,
potro desbocado, cola y crines negras,
piedra de diamante,
luminosa piedra.

Camino arduo de los Conquistadores,
zarzal de la limpia rosa misionera,
breñal por donde se mete
el Cristo buscando ovejas,
milagro de la Conquista,
Caroní, Bucéfalo de América.

Es sexto es un caballo alegre,
con el anca nevada de una garza llanera;
vio el engaño del Yagual
y la astucia de las Queseras,
buen amigo de Ulises, el Arauca de plata
fue el Caballo de Troya de los ríos de América.

Y el séptimo fue el río que bajó de los Andes
y cruzó el llano, espoleado por la Leyenda,
en el lomo le floreció un Centauro
injerto del tritón, que tomó Las Flecheras,
caballo del Prodigio, cimarrón de la Hazaña,
Apure es el Pegaso de los ríos de América...

Y a ti vinieron los siete caballos
y entraron los siete por tus siete estrellas
y tus siete heridas se te iluminaron
cuando detuviste tu carrera,
porque un hombre triste se aferró a tu lomo,
y sentiste sus manos fuertes como dos riendas
y marchaste con el hombre triste
que te pesaba como un mundo... ¡y tan pequeño como era!
y así fue que en tu espalda marchó Alonso Bolívar
y fuiste el Rocinante de los ríos de América...
Poeta

Poemas :  El nido silencio
EL NIDO SILENCIO

Como oír recuerdos solitarios ríos.
Contemplar ardientes escaleras.
Comunicando orillas astilladas.
Corola alada arbusto hosco.

El
Nido ido oscuro.
En la propia primavera atormentada.
Perplejos párpados patéticos.

El
Silencio oí infame.
Herméticos icosaedros solitarios.
Ríos oscuros hoscos.

El lugar arborescente.
Paja árida acordonada.
Nada alucinante ante él elude.
Silencio oír redondo hondo.

El
Nido
Silencio, nido él. ¡ Silencio!.
¡Silencio dentro del silencio!.

Como contemplar comunicando.
¡Corola alada ola!---- Oír recuerdos.
¡Arbustos solitarios!---- Ríos hoscos.
¡Orillas astilladas!----- Ardiente ente.

Silencio
Oír recuerdo
El
Nido. Silencio dentro del silencio.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas de desilusión :  Sonrisa cavernosa
SONRISA CAVERNOSA

Bajo el temblor la falda y volcán
Una garganta tragó respeto espumoso
Ríos y gusanos columnas agitadas
Lamentos de avenidas y arrebatos.

Estiércol en bandadas y ávidas fieras
Viudos cuerpos cementerio y mala leche

Las serpientes envolventes,
los implacables silencios,
los túneles derramados.

Bajo la falda extraña perpetua
Espera el miembro caído y hueco
Queda su pecho cruzando noches
Medio amante bulto y esclavo

Se la clava y se la clava.
Calva y líquida sonrisa descarada
Pide su difunto sueño torero.
Alimento de bramidos rastreros.

Con sus lugares huecos y vacíos
De lácteas emociones cárnicas
Espera le penetre honda alegría
De besos lapidarios y pisadas.

Hoguera sombría y agresora
El temblor resopla dos filos
Muy adelante, muy... muy despacio
Desnuda escucha rencor y ruinas.

Llama y llama cada rato y rata.
Llama de secos lutos, viejos olvidos
Olvidos de resecos labios.
Hila ciega la sangre secreta del futuro.

Futuro de pasados remotos terremotos,
cementerios invisibles flores espejadas,
pedazo desalmado, perdido del infierno,
y por cada pared decoró la inocencia.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta