Poemas :  Miriadas de ramos
MIRIADAS DE RAMOS

No, no, no, por las muertes miles imposibles.

Viven los corales en los funerales de frenesí,
manchando el perfil de las cenizas de rojos.

De sacrificar los inviernos en un otoño gris,
de luchas de luces de dientes de agua y arena.
A los heridos que hieren las corolas y luceros.

Con la fragua de los limbos y los lobos ligeros.
En la mirada hecha ojo ramo raro esqueletoso.
En la identidad sin pedir permiso sospechoso.
En el perfume que seca flores al eco fervoroso.

Miriadas, miriadas, de ausencias olvidadas.
Que acuden diariamente inclinando la razón.
En la muerte muriendo por no morirse igual.
En la vida viviendo sepultadas las vivencias.
En la desorbitada expropiación vanagloria.

Miriadas de ramos en la muerte multiforme.
Que se cuela arriba del rincón hecho vacío.
Que se observa bajo el cementerio exitoso.
Que se impregna del magma inquieto leve.
Del abuso desgastado y agotado arrogante.
Dónde se vende la misma piel del alma hoy.

Y cualquier día negociando mentiras reales.
Verdaderos atracos a sentimientos tatuados.
Sobre las plumas de los platos y escaleras.
Que sirven a la sangre de atónitas farmacias.
Que siembran las monedas modas menudas.
Agonizantes tumbas rojas de ceras calientes.
Estando gozando el siglo está gateando lento.

Por lo amores que raptan que reptan rodando.
¡Qué ruedan que ruegan que arruinan andando!.
Por los cuentos cubiertos de cuentas infames.
Con el rombo rumbo fijo estando raudo el hueso.
Más que tangible encaramando ausencias al cielo.
Evidentemente de ácidos dúos, frías multitudes.
Ramos hechos desnudez en la mirada miriadas.
¡Qué mueren por no morirse, viviendo ausentes!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas :  Después del umbral ...
DESPUÉS DEL UMBRAL

La figura,
recordada casa,
con el patio y la fuente,
antes del umbral,
el humo del tiempo,
refugio del año, mes, día,
entre minutos y segundos,
tu viejo yo, que ya no es,
tiempos del vapor apetecido,
felices, valles tan lejanos,
honestidad serena, de gente amable,
cordial, que ya no vive.

Granates, rubí sospechosa certidumbre,
dulces ciruelas, amargos aires,
de los pinos, álamos, cedros,
delicias de mesas y masas debilitadas,
arrancadas con paciencia, y tiernos funerales,
justo lenguaje del monstruoso yugo.
Al volver de la escuela, del sufrir,
y del vivir, las muertas pestañas,
los párpados del cielo.

Una hamaca de cuchillos y alfileres,
para dos eternidades,
bajo el árbol seco, y eco del bosque,
de granadas balas y corderos,
risas, osificadas francas,
carcajadas recuerdo,
inexpugnable, y terrenal.
Que hoy va con vos... Silencio.

Umbral de la emoción,
el hogar, de partes frío,
apetecido, sin habitarse,
esos otros, tiempos del pasado,
tan muerto como cualquier otro muerto,
queridos recuerdos de las memorias insomnes,
por siempre del jamás llenos,
corazón del padre de los olvidos,
sin tiempo...

Y
Después
Del
Umbral...
Umbrales del después que ya se fue.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta