¿Por qué sufrir? ¿Por qué llorar? Cuando el amor fluye en derredor, En el viento que toca tu cara, Con el canto de las aves.
Levanta la mirada, aguza el oído La mañana brilla y canta para ti, Con un arco iris en el cielo, pone Gotitas de amor en tu corazón.
Sé como la brisa matutina, corre libre Y llena tu alma de colores y de olores, Por las praderas de la vida que esperando Están, llegues a tu punto de partida.
Deja los pesares, ponle fuerza, voluntad Verás que solos a tu vida llegan, Los anhelos que creías perdidos, Encuentra paz en tu interior. Sé feliz.
He guardado en un valle de rosas, El recuerdo de lo que fue nuestro amor, Tú sigues viva, entre perfume y espinas Dándome tus alegrías, nunca dolor.
Sin amarguras, sin penas que lamentar, Sigues vigente en mi memoria, Como cuando ayer me hacías soñar Escribiendo de nuestro amor, la historia.
Nada tengo que reprocharte amor, Si no más bien, agradecerte, Porque me diste todo con gran valor Fui yo, quien no supo comprenderte.
Quise decírtelo para que estés tranquila, Para que te quedes, o yo me tendré que ir. Raro el amor que te ciega y te encandila, Cuando el mismo, está ya por morir.
Tal vez como antes, ahora también, Tengamos que dejar el amor ahogarse, Una vez más debemos separarnos, Porque nada feliz fue nuestro encuentro.
Sin embargo el amor, presente siempre Estuvo, cuando conversamos, cuando Nos reímos, cuando nos miramos y Cuando nos tocamos... nos estremecimos.
Entre nosotros no hay final ni olvido; Sin reconciliarnos, otra vez nos alejamos. Pero me queda la alegría de haber puesto El brillo del amor en tus ojos, nuevamente.
Me preguntas ¿Qué de dónde vengo? Y en tu mirada aparece la incertidumbre, Queriendo escudriñar mi alma En las negras pupilas de mis ojos.
Déjame decirte, que ni Dios lo sabe, Raudo aparecí cuando ya giraba el Mundo, Trayendo plumaje de pavo real Y canto de cenzontle.
Surcando espacios siderales, Cualquier estrella me servía de morada, el cielo me daba un pedazo de su manto Para que mis huesos no se enfriaran.
Con racimos de luceros me alimentaba, Hasta que vi el brillo de tus ojos hechiceros, La luz de tu sonrisa me inquietaba... Y es por ti que recorrí largos senderos.
Un extraño mal hizo prisioneros a mi cuerpo y mis sentidos, después supe que era amor. Mis primeros cantos, convertidos en poemas Llegaron hasta ti y de mí te enamoraste.
Hube de cambiar mi faz, mis pensamientos Para amarte como humano, de lo cual no me Arrepiento porque soy feliz con tu contento, Dejé mis soledades, por la tersura de tu cuerpo.
Pasé la noche despierto Inquieto por tu regreso; Acariciando recuerdos tuyos, La luz del alba me sorprendió.
Levanté mi pluma para escribir Una carta para ti mi amor, Más la tinta estaba seca, pero No mis ganas para decir.
“Tienes la tez tan hermosa Como la luna llena y tus ojos Negros son dos Luceros, que Irradian vida a mi corazón”
“Cuando te recuerdo querida, La luz de tus ojos invade mi alma, Tu boca jugosa juega en mis labios Porque te siento, cerca de mí”.
Así podría seguir mí bien, tú lo sabes, Hablando noche y día de ti, de mí; De una historia jamás escrita, pues lo que Deja un amor real, jamás se puede inventar.
¿Quién te crees que eres tú, para Irrumpir así en mi vida? Para llegar y querer arrancar De un tirón, este pedazo de cielo, Que sin ti he conseguido?,
Mascullando mi dolor y mi tristeza Al borde de la agonía! He superado la desdicha de haberte Conocido: pero ahora tú, Vuelves cuando ya no te esperaba.
¿Acaso de cómo te busqué, tienes idea? ¡Cuántas veces hice el viaje Por ver si te encontraba! Dibujada en mis líneas te veía Pero tú, tú no estabas…
¿Sabes cuántas lágrimas por ti yo derramé? No había verano, no había invierno, Que de mis ojos no cayeran lágrimas Como el aguacero de un cielo roto ¡Esperando que volvieras tus ojos a mí!
¿Piensas que lo tuyo fue sufrir? ¡A mí Me condenaste a andar muerto por la vida! Extrañando como un loco tu sonrisa, morí. Pero volví, Porque muy lejos fui a apagar Ese fuego tuyo que me calcinaba.
¿Desnudando tu alma ahora vienes a que te Perdone?… Yo no soy Dios, él es quien Perdona o quien condena, yo solo soy Como tú me hiciste, un ser humano, Que aprendió a amar, pero no a perdonar.
Vuelve con sus rayos el sol, liberando De cielo gris a la gran ciudad, dejando Atrás el gélido frío invernal, para gozar Bellos paisajes y del canto de las avecillas.
Diligente jardinero primaveral, de las rosas las catleyas y los jazmines, pero amo también el aroma del naranjo, sus azahares, igual amo al manzano y su dulce fruto.
Amo que los jardines de flores llenos en primavera, que las tiernas criaturas muestren sus colores en todo su esplendor. La belleza es un regalo divino del creador
La vida vuelve a ser vida sobre la tierra, Creando, alimentando, reproduciendo Especies varias de mariposas, colibríes, Abejas, cuyo sustento es la dorada miel.
A través del cristal del universo Que separa el cielo de la tierra, Sobre la luna, yo puedo divisarte Caminando sonriente, con tu vestido Blanco y tu pelo color de las estrellas.
Ahora que estás cerca del cielo, Pienso que tu alegría ha de ser más, Escuchando la música celestial que los Latidos de mí corazón, hicieran para ti, en Tiempos que ya, de tu memoria se borraron.
Yo no estoy triste, porque puedo Disfrutar tan bien de tus alegrías, Al final, Eso era lo que yo quería, Mi alma goza contigo, con cada paso Que das, cuando atrevida pisas las nubes Y asomas tu cara, niña de ojos morenos.
¡Abrázame amor mío, quédate a mi lado, Que mi piel sea tu piel aunque el mundo Se termine y en derredor no quede nada, Ni siquiera el hichu para cobijarnos!
No me hace falta nada más que tenerte Entre mis brazos para poder ser feliz. Estando tú conmigo, haré que los desérticos Eriales florezcan de la noche al amanecer.
Con tu amor infinito como el amor de Dios, Brotarán los manantiales en medio de los Pedernales, la aridez de estos páramos Yermos, huirá; les infundiremos vida.
Del holocausto nacerán nuevas alegrías Y serás tú, mujer, con tu magnífico poder, Quien llene de flores y verdor los prados Que estaban albergados en tu vientre.
Pero nunca me dejes corazón, que aferrado A ti yo vivo, como a mi tabla de salvación, Por ti lucho, por ti sufro, por ti muero… Y si tuviera que matar, solo por ti, yo mataría.