|
EL VINO.
El vino, elixir tunante que aparente llegas a ser tranquilizante, y solo disfrazas con farsa abrumante logrando que al día siguiente nadie quiera recordarte, quedando con el ánimo extenuante, ¡oh!, vino perverso con un dejá vú, arrepentido, que a ti, vino endulzante, el timorato terminará por adorarte por su decisión y convicción delirante, ¡oh!, vino, como no reverenciarte si se te toma para todo bien, impulsando los sentimientos y los instintos escondidos también, dejando los complejos en el fondo de una copa, ¡oh! vino, elixir tunante que en la barra de alguna taberna cantante alguien estará recordando a un viejo amor, y al calor del vino y entre sollozos cantarle a los recuerdos sacando al fin, su reprimido arte.
Mónica Lourdes Avilés Sánchez Derechos de Indautor País México.
|
Poeta
|
|
UN ABANICO NEGRO
Poseo un abanico negro de encaje fino que me ha llegado desde Madrid, un abanico negro bordado con hilo áureo de seda pura, cuando lo extiendo un rico aroma brota de él, del pasadizo que va a mi alcoba se oyen pisadas y chismes sandios, son las parleras que se creen castas esas santurronas que se cubren todas con mantillas blancas, se golpean el pecho y van pregonando que duermen solas, es mi abanico negro de encaje fino que me refresca en mis noches acaloradas, y las exiguas mujeres, que pasan por mis ventanas tocan los cristales desesperadas, dicen ver sombras en los fractales que lujuriosas bailan atormentadas, ellas me observan todas las noches principalmente de luna llena, me nombran zorra y cortesana pero yo, sin escuchar más nada, me visto de holanes y organza negra danzo para alegrar mi vida escarpada, abanico negro de encaje fino tú me das brisa cuando te agito en mis madrugadas, ¿pero habéis conocido a un hombre mejor? que el abanico negro de encaje fino el me comprende sin cuestionarme, disfruto tanto de su cortejo cuando escucha mis versos, cuando con cada movimiento ahuyenta las sombras de la melancolía, mi abanico negro de encaje fino el ha cubierto con pétalos de rosas rojas, todo mi cuerpo, todos mis sueños, toda mi vida. Mónica Lourdes Avilés Sánchez Derechos Indautor País México.
|
Poeta
|
|
MAR DE PODREDUMBRE
Me siento perdida entre tanto embuste, y desaparecer quisiera, de este mar de podredumbre de frente hablan que convencen, y al voltear la espalda, sientes clavar la daga de la traición, los excesos de evasivas son sus miedos confundidos, cobardías cuando la hipocresía se ha disfrazado con el color de la comprensión y la armonía, no importa el dolor que se padezca, mientras no lo padezca el que escucha sin escuchar y pareciendo consolar al final atraviesan el corazón, con la espada de la esgrima, sin endulzar la desdicha, de la última ocasión.
Mónica Lourdes Avilés Sánchez. Derechos de Indautor País México.
|
Poeta
|
|
EL RELOJ
Ahí está el reloj, veo las horas, esas manecillas que giran sin cesar, horas tranquilas e intranquilas poderosas agujas que aguijonean los sentidos para hacer entender el amanecer, el día y el anochecer, el reloj, me lleva a las citas, esas citas que en ocasiones no concluyen, son tantas, que casi no puedo acelerar el paso por el camino que ata mis pies y no avanzo, no quiero que pasen las horas cuando estoy contigo, amándote, porque así como llega la luz se va, estoy convencida que el nuncio de la vida es el reloj… o tal vez sus manecillas, pero aquí estoy contemplando de la manera tal que pasa el tiempo, como se tragan las horas al humano como juega el reloj con el estrés cotidiano cuando se tiñe de muerte o de alumbramiento, en minutos o en segundos por el mundo coronados por el sol y borrados por el viento.
Autora Mónica Lourdes Avilés Sánchez. Derechos de Indautor País México.
|
Poeta
|
|
AMIGO, AMIGA… Amigo, amiga… sentémonos y echemos una parrafada, de nuestra infancia preciada, cuando no había problema alguno, hace tanto que no nos vemos, hace tanto que no somos niños, hoy en nuestros días cotidianos terminaron los juegos infantiles, ya no existen los patines, los balones, las muñecas, las bicicletas, ¿recuerdan?, cuando corríamos por los patios de la escuela, éramos libres, el mundo era nuestro, como ha pasado el tiempo, los años nos convirtieron en adultos, ahora ya, con incipientes canas, pero sin duda lo único que no ha cambiado, es nuestra amistad, si acaso más reforzada, y aquellos felices recuerdos, maravillosos y delirantes, con la edad y la soledad, se han acentuado, amigo, amiga… me dio gusto saludarlos porque fue una hermandad enamorada de la vida, acuñada en el ortodoxo respeto y la sinceridad, amigo, amiga… ¿se han puesto a pensar?, cuantos estamos, y cuantos más han partido, hay que vivir con intensidad como si fuéramos niños, con la nostalgia sagrada, venida, de una experiencia vivida, y el recorrido fugaz, de la inocencia pasada. Mónica Lourdes Avilés Sánchez. Derechos de Indautor.
|
Poeta
|
|
1
“¡SERA, UNA NOCHE BUENA MARAVILLOSA!” (Cuento de navidad)
Joaquín y Macrína, dos chiquillos bellos, de alma límpida, con una inocencia capaz de robarse el corazón de toda la gente que estaba a su derredor; cada uno, vivía con su familia; estaban avecindados en unos clásicos departamentos familiares, en una zona popular donde la gente se relacionaba y se apoyaban entre sí. Tratando a su vez, que se sintiera esa calidez humana que en otros vecindarios no existe. Los habitantes del lugar, hacían una gran familia; siempre se reunían para los cumpleaños, y días especiales, sobre todo, en las posadas navideñas y en la nochebuena, todos cooperaban llevando viandas de comidas propias de la temporada y bebidas, para compartir y departir. Joaquín vivía con su padre, la abuela y su hermanita Luciana, esta familia carecía de la ausencia materna, ya que hacía cinco años atrás, Victoria, habia fallecido al dar a luz a “La Benjamína” de ese dulce hogar, Abundio, el padre, trabajaba como mesero en un lujoso restaurante; de una importante cadena internacional. Al fallecer la madre, Zenaida la abuela paterna se quedó al cuidado de la familia, ella luchaba día a día por educarlos, enviarlos a la escuela y estar pendiente del hogar. Zenaida, sabía de cocina, cocinar para ella era una verdadera terapia, y lo hacía muy bien y muy rico. Debido a las necesidades económicas del hogar, en ocasiones, hacia tamales en hoja de plátano y los vendía entre los vecinos; obviamente en la navidad imperaban con el famoso champurrado de chocolate.
2 Macrína, era hija única y gozaba de la figura materna y paterna, Zacarías el padre, era peluquero; tenía una barbería en la colonia en donde vivían. Carolina, la madre, se dedicaba a los quehaceres del hogar; era una persona exigente con la niña, ya que deseaba hacer de ella una mujer profesionista con buenos valores. Macrína y Joaquín, al fin unos niños de escasos ocho años; jugaban con otros vecinos, por las tardes, después de cumplir con sus obligaciones en casa, así como las tareas de la escuela. Era entonces cuando les permitían salir a jugar futbol, juegos de mesa o ver películas con otros niños, para ellos nada era complejo, se divertían simplemente gozando de juegos baladíes. La mayoría de los niños del barrio aquel… alegre y cordial, asistían a la misma escuela, así que era mucho lo que convivían, hasta llegar a verse y tratarse como unos verdaderos hermanos. Paso el tiempo… Joaquín y Macrína, dejaron la escuela primaria, e ingresaron a la misma secundaria, en esos tres años, esperaban con ansias el momento de asistir a la preparatoria. Los jóvenes, caminaban entre los añejos árboles que ofrecían sombra y adornaban el plantel. Conversaban de sus sueños, y aspiraciones ––Macrína, has pensado, en que cuando vayamos a la universidad, ya nada será igual entre nosotros, porque tendremos que sepáranos –– dijo Joaquín con cierta nostalgia. Yo no lo creo, seguiremos siendo amigos para toda la vida, si nos queremos mucho ––dijo Macrína. ––No, Macrína,… yo si he pensado en esa posibilidad; ya que no vamos a estudiar lo mismo, tú quieres ser Doctora y yo, Chef
3 Internacional, –––dijo Joaquín. Macrína inclinaba su cabeza y callaba, entonces brotaban lágrimas de sus ojos, las mismas que rodaban por sus mejillas, y Joaquín las secaba con sus manos. “En la vida se piensan y se anhelan tantas cosas, que agobiados se quiere forzar al destino y en realidad, solo Dios sabe la respuesta.” Y como el tiempo no se detiene, en un abrir y cerrar de ojos, estos dos jovencitos, ya se estaban graduando de la escuela secundaria. Ese fue un gran día para ambos, a Macrína la acompañaron sus padres a la graduación, a Joaquín solo su padre, ya que la abuela, se habia quedado en casa cuidando a Luciana porque se encontraba enferma. Ya solo nos falta la preparatoria, y como siempre nos vamos a seguir apoyando, ––decía Macrína. Pero, Joaquín, estaba completamente ignoto, a la noticia que su padre le tenía reservada a la familia. Ya en su casa, la abuela habia preparado una exquisita merienda para festejar la graduación de Joaquín, fue entonces cuando Abundio, aprovecho para darles una serendipia noticia, que para él era fabulosa. Ya una vez sentados a la mesa, el padre con una sonrisa de satisfacción, pidió que le pusieran atención. ––familia, quiero decirles, que en mi trabajo me están ofreciendo un traslado a Canadá, con un salario bastante atractivo; además, me dijeron, que debido a la situación de esta familia; dado que dependen de mi y nadie más se haría responsable de ustedes; me prometieron, que ellos se encargarían de arreglar toda la documentación de emigración, para que nos vayamos todos juntos a Canadá.
4 ¿No es fabuloso? Creo que es una gran oportunidad para nosotros––– Dijo Abundio. La abuela y la niña se pusieron muy contentas, pero a Joaquín se le noto un rictus de tristeza en su rostro. Al día siguiente le hizo partícipe de la noticia a su amiga Macrína, los dos lloraron el distanciamiento que se avecinaba, y prometieron escribirse y jamás perecerse las pistas de sus vidas. Joaquín y Macrína, terminaron la preparatoria ingresando a distintas universidades, y aquellos jóvenes con los años, se convirtieron en unos exitosos estudiantes, cada uno separados por la distancia, que de alguna manera el destino les había designando. Macrína se habia convertido en doctora y Joaquín en un gran chef internacional. Pero estos dos amigos tan queridos, por obvias razones no volvieron a saber nada, uno del otro. Pero en el fondo de sus corazones, se recordaban, llevando el cariño guardado, con la esperanza o el milagro de encontrarse algún día. Era un 24 de diciembre, en Londres, una noche, la noche más larga del año. El frio mordía, frio húmedo por la lluvia invernal, y lleno de soledad para Macrína, que se encontraba en un restaurante, y como compañía, un libro de medicina geriátrica y una taza humeante de café, pensaba en sus padres, en esa noche tan especial y tan lejos de ellos… sin percatarse que ya era tarde y estaban por cerrar el lugar. Ya no habia comensales, ni empleados, solo quedaba el dueño del restaurante.
5 La chica estaba inmersa en sus pensamientos, cuando de pronto escucho una voz: señorita, ¿va a solicitar algo más?, ya voy a cerrar, ¡usted sabe!, esta noche es, noche buena, ella solo volteo, para atender lo que aquel joven le decía,… no, gracias, pero de pronto los dos como un flash-back, sintieron una sensación muy familiar. Se vieron fijamente a los ojos, aquel joven dirigió su mirada al libro de medicina que ella tenía entre sus manos, y sacudiendo su cabeza, en silencio, pensó, pensó; ¡no, no puede ser!, lo que estoy pensando… ¡creo que nos conocemos!, ––dijeron en unísono, y rieron por coincidir con la misma frase. Perdone, señorita, ¿cómo se llama usted? ––Macrína Sandoval, ––– ¡Macrína, soy Joaquín Sánchez!, la joven de la impresión quedó atónita, y de la emoción rodaron lagrimas por sus mejillas, y, él, como en otrora, las seco con sus manos. Ella se puso de pie y lo abrazo. “¿Pero qué haces en Londres?”, ––le pregunto Joaquín. ––Aquí estoy sola, haciendo la especialidad en geriatría, pero mis padres, que ya están grandes, siguen allá en nuestro querido barrio, ––dijo Macrína. Yo, soy dueño de este restaurante, me traje a mi padre, que ya está jubilado, y a mi hermana Luciana, porque mi abuela falleció hace tres años en Canadá y ellos se iban a quedar muy solos. ––– ¡Macrína, vamos a mi casa esta noche, porque aparte de ser tan especial para ti, como para mí!, es noche buena y quiero recordar aquellas posadas y navidades, que pasamos todos juntos en el vecindario ¿recuerdas? ––dijo Joaquín. ––Como no recordarlo… si fuimos tan felices rompiendo piñatas, cantando
6 villancicos, prendiendo luces de bengala y comiendo los riquísimos tamales de Zenaida. ––dijo Macrina. ¿Sabes?, yo aprendí a hacer los en hoja de plátano, me mandan la materia prima, de nuestro terruño; y aquí en el restaurante, son un éxito. Y precisamente hoy, no será la excepción, comeremos tamales de la abuela Zenaida. “¡Será, Una Noche buena, Maravillosa!” en mi casa, que por supuesto es la tuya, todo será alegría, a mi padre y a mi hermana, les encantará verte. ¡No lo van creer!, bien dicen, que el mundo es un pañuelito. ––dijo Joaquín. En la casa de Joaquín esa noche, como en casi todos los hogares del mundo, se recibió con amor, el nacimiento de Dios. Joaquín y Macrína, sin decir una palabra, en un abrazo se dijeron, que a pesar de los años, nunca se olvidaron, sellando con un beso apasionado, un amor diáfano e incondicional. “Siendo estas vidas las que el destino, a su tiempo, volvió a unir”. “Muy cierto, que los tiempos de Dios, son exactos y perfectos, ni un minuto antes, ni un minuto después”. ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
Mónica Lourdes Avilés Sánchez. Derechos Indautor País México. Dic. 2016
|
Poeta
|
|
EL ZAFIRO AZUL
La lluvia de estrellas, bajó hasta el rio, de corriente mansa llevándose consigo el zafiro azul azul, como sus ojos enamorados bruñidos, esperanzados al amor, fue un canto enamorado de las aves que en aquel momento volaron apartándose ligeras envolviendo entre sus alas las evocaciones, todo aquello era un abanico de dicha, la noche larga vibró de placer, llevándose entre ensueños etéreos lo divino, comprometido desafiando al destino y en el primer concitar apareció el día, evaporando el delirio provocado por la ilusión, mientras la niebla espesa y el cauce del rio, se llevara el recuerdo del zafiro azul, aquel que nunca apareció, el mismo que por las noches en lluvia de estrellas, se escucha plañir entre las piedras y la vorágine del rio.
Mónica Lourdes Avilés Sánchez. Derechos de Indautor País México.
|
Poeta
|
|
ME APENA LA VIDA…
Me apena la vida tan preciada, y desperdiciada por el mediocre e inseguro andante cabizbajo, mientras el postrado invalido, llora un océano de impotencia gritando sus ansias por sobrevivir, me apena la vida, que es vista totalmente intrascendente por aquel que aun habiendo un sol resplandeciente quejoso mira un absurdo y oscuro día, el impuro por instinto pide un alcázar, y aun más de lo que el mismo no querrá dar, caminando sin rumbo y sin sentido, con la apatía de un sentimiento desagradecido y relajado, destruyendo la ilusión del prójimo desventurado que se embarca esperanzado en su velero crepuscular, deseoso de que sople el viento y navegar contra todo temporal, me apena la vida, que se va sin compasión que se viste de amargura enfurecida, mientras reposa en un perverso tálamo la alquimia de la ambición y la envidia, que se vive sin amor y en soledad, aparentando tenerlo en demasía en el diario despertar de la zalamería, viviendo con la sierpe de la mentira, presumiendo de llamarse sociedad.
Mónica Lourdes Avilés Sánchez. Derechos de Indautor País México.
|
Poeta
|
|
LA VENDETTA
(Tanka poema)
Se pierde mi alma enamorada en el dulce silencio del enigma, que aspirando la vendetta se ilumina, y descansa la soberbia encerrada que me asecha a lograrla cada día, ven llórame arrodillado si eso te calma, pero no tendrá sosiego mi agonía porque verte vencido yo quisiera, por mis años regalados a tu vida.
Mónica Lourdes Avilés Sánchez. Derechos de Indautor País México.
|
Poeta
|
|
UN DIALOGO ENTRE MI MADRE Y MI ABUELA. Yo también fui niña, con toda la diáfana inocencia de una criatura feliz, que vivió un cuento de fantasía, donde nada pasaba, donde nadie sufría y todo era un juego. Aún recuerdo un dialogo entre mi madre y mi abuela. Mi madre se quejaba diciendo, ––estos niños ya me cansaron, imagínate todo el santo día y nos les alcanzo el paso–– ¡déjalos! ––decía mi abuela, son niños; es tan corta la infancia que al pasar de los años pedirás a gritos que vuelvan a ser unos chiquillos. Así fuiste tú y tus hermanas, inquietas, juguetonas, despreocupadas; y por experiencia propia te digo, ––– que los dejes ser ellos mismos, sin ataduras, libres como gaviotas, pero tú siempre vigilante como cualquier madre amorosa y condescendiente; y seguro que se equivocaran, ¡ah! eso puedes jurarlo; pero solo así tendrán experiencias propias, que sin duda los ilustraran y tendrán que contar con el tiempo. Tampoco digo que los mal eduques, porque entonces llorarás tu cuando sean grandes, y serán repudiados por la gente, entonces para que esto no suceda bríndales libertad mas no libertinaje, permíteles que debatan contigo sus sentimientos, mas no permitas nunca que te falten al respeto; logra que cuando sean adultos, te agradezcan el no avergonzarse ante sus semejantes, y esa será tu misión y mejor enseñanza. Porque ni el dinero ni la posición social, serán tan grandes y útiles, como los verdaderos valores morales, la honestidad, la sumisión por los demás, la gratitud, la lealtad y la responsabilidad pero ante todo, el amor a Dios. Esa sí que será la única herencia que valdrá la pena otorgarles, permite que cuando ellos por si solos aprendan a volar, extrañen tu abrigo y tu cariño; y entonces regresaran a ti, y podrás cosechar la semilla del amor que en ellos sembraste, y te quedara la satisfacción de haber dejado en este mundo, personas de bien.
Mónica Lourdes Avilés Sánchez. Derechos Reservados. Prosa.
|
Poeta
|
|