Poemas :  ¡SERA, UNA NOCHE BUENA MARAVILLOSA!
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“¡SERA, UNA NOCHE BUENA MARAVILLOSA!”
(Cuento de navidad)

Joaquín y Macrína, dos chiquillos bellos, de alma límpida, con una inocencia capaz de robarse el corazón de toda la gente que estaba a su derredor; cada uno, vivía con su familia; estaban avecindados en unos clásicos departamentos familiares, en una zona popular donde la gente se relacionaba y se apoyaban entre sí. Tratando a su vez, que se sintiera esa calidez humana que en otros vecindarios no existe.
Los habitantes del lugar, hacían una gran familia; siempre se reunían para los cumpleaños, y días especiales, sobre todo, en las posadas navideñas y en la nochebuena, todos cooperaban llevando viandas de comidas propias de la temporada y bebidas, para compartir y departir.
Joaquín vivía con su padre, la abuela y su hermanita Luciana, esta familia carecía de la ausencia materna, ya que hacía cinco años atrás, Victoria, habia fallecido al dar a luz a “La Benjamína” de ese dulce hogar, Abundio, el padre, trabajaba como mesero en un lujoso restaurante; de una importante cadena internacional. Al fallecer la madre, Zenaida la abuela paterna se quedó al cuidado de la familia, ella luchaba día a día por educarlos, enviarlos a la escuela y estar pendiente del hogar.
Zenaida, sabía de cocina, cocinar para ella era una verdadera terapia, y lo hacía muy bien y muy rico. Debido a las necesidades económicas del hogar, en ocasiones, hacia tamales en hoja de plátano y los vendía entre los vecinos; obviamente en la navidad imperaban con el famoso champurrado de chocolate.

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Macrína, era hija única y gozaba de la figura materna y paterna, Zacarías el padre, era peluquero; tenía una barbería en la colonia en donde vivían. Carolina, la madre, se dedicaba a los quehaceres del hogar; era una persona exigente con la niña, ya que deseaba hacer de ella una mujer profesionista con buenos valores.
Macrína y Joaquín, al fin unos niños de escasos ocho años; jugaban con otros vecinos, por las tardes, después de cumplir con sus obligaciones en casa, así como las tareas de la escuela. Era entonces cuando les permitían salir a jugar futbol, juegos de mesa o ver películas con otros niños, para ellos nada era complejo, se divertían simplemente gozando de juegos baladíes.
La mayoría de los niños del barrio aquel… alegre y cordial, asistían a la misma escuela, así que era mucho lo que convivían, hasta llegar a verse y tratarse como unos verdaderos hermanos.
Paso el tiempo… Joaquín y Macrína, dejaron la escuela primaria, e ingresaron a la misma secundaria, en esos tres años, esperaban con ansias el momento de asistir a la preparatoria. Los jóvenes, caminaban entre los añejos árboles que ofrecían sombra y adornaban el plantel. Conversaban de sus sueños, y aspiraciones ––Macrína, has pensado, en que cuando vayamos a la universidad, ya nada será igual entre nosotros, porque tendremos que sepáranos –– dijo Joaquín con cierta nostalgia.
Yo no lo creo, seguiremos siendo amigos para toda la vida, si nos queremos mucho ––dijo Macrína. ––No, Macrína,… yo si he pensado en esa posibilidad; ya que no vamos a estudiar lo mismo, tú quieres ser Doctora y yo, Chef

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Internacional, –––dijo Joaquín. Macrína inclinaba su cabeza y callaba, entonces brotaban lágrimas de sus ojos, las mismas que rodaban por sus mejillas, y Joaquín las secaba con sus manos.
“En la vida se piensan y se anhelan tantas cosas, que agobiados se quiere forzar al destino y en realidad, solo Dios sabe la respuesta.”
Y como el tiempo no se detiene, en un abrir y cerrar de ojos, estos dos jovencitos, ya se estaban graduando de la escuela secundaria. Ese fue un gran día para ambos, a Macrína la acompañaron sus padres a la graduación, a Joaquín solo su padre, ya que la abuela, se habia quedado en casa cuidando a Luciana porque se encontraba enferma.
Ya solo nos falta la preparatoria, y como siempre nos vamos a seguir apoyando, ––decía Macrína. Pero, Joaquín, estaba completamente ignoto, a la noticia que su padre le tenía reservada a la familia. Ya en su casa, la abuela habia preparado una exquisita merienda para festejar la graduación de Joaquín, fue entonces cuando Abundio, aprovecho para darles una serendipia noticia, que para él era fabulosa. Ya una vez sentados a la mesa, el padre con una sonrisa de satisfacción, pidió que le pusieran atención. ––familia, quiero decirles, que en mi trabajo me están ofreciendo un traslado a Canadá, con un salario bastante atractivo; además, me dijeron, que debido a la situación de esta familia; dado que dependen de mi y nadie más se haría responsable de ustedes; me prometieron, que ellos se encargarían de arreglar toda la documentación de emigración, para que nos vayamos todos juntos a Canadá.


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¿No es fabuloso? Creo que es una gran oportunidad para nosotros––– Dijo Abundio.
La abuela y la niña se pusieron muy contentas, pero a Joaquín se le noto un rictus de tristeza en su rostro.
Al día siguiente le hizo partícipe de la noticia a su amiga Macrína, los dos lloraron el distanciamiento que se avecinaba, y prometieron escribirse y jamás perecerse las pistas de sus vidas.
Joaquín y Macrína, terminaron la preparatoria ingresando a distintas universidades, y aquellos jóvenes con los años, se convirtieron en unos exitosos estudiantes, cada uno separados por la distancia, que de alguna manera el destino les había designando.
Macrína se habia convertido en doctora y Joaquín en un gran chef internacional. Pero estos dos amigos tan queridos, por obvias razones no volvieron a saber nada, uno del otro. Pero en el fondo de sus corazones, se recordaban, llevando el cariño guardado, con la esperanza o el milagro de encontrarse algún día.
Era un 24 de diciembre, en Londres, una noche, la noche más larga del año. El frio mordía, frio húmedo por la lluvia invernal, y lleno de soledad para Macrína, que se encontraba en un restaurante, y como compañía, un libro de medicina geriátrica y una taza humeante de café, pensaba en sus padres, en esa noche tan especial y tan lejos de ellos… sin percatarse que ya era tarde y estaban por cerrar el lugar. Ya no habia comensales, ni empleados, solo quedaba el dueño del restaurante.

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La chica estaba inmersa en sus pensamientos, cuando de pronto escucho una voz: señorita, ¿va a solicitar algo más?, ya voy a cerrar, ¡usted sabe!, esta noche es, noche buena, ella solo volteo, para atender lo que aquel joven le decía,… no, gracias, pero de pronto los dos como un flash-back, sintieron una sensación muy familiar. Se vieron fijamente a los ojos, aquel joven dirigió su mirada al libro de medicina que ella tenía entre sus manos, y sacudiendo su cabeza, en silencio, pensó, pensó; ¡no, no puede ser!, lo que estoy pensando… ¡creo que nos conocemos!, ––dijeron en unísono, y rieron por coincidir con la misma frase.
Perdone, señorita, ¿cómo se llama usted? ––Macrína Sandoval, ––– ¡Macrína, soy Joaquín Sánchez!, la joven de la impresión quedó atónita, y de la emoción rodaron lagrimas por sus mejillas, y, él, como en otrora, las seco con sus manos. Ella se puso de pie y lo abrazo. “¿Pero qué haces en Londres?”, ––le pregunto Joaquín.
––Aquí estoy sola, haciendo la especialidad en geriatría, pero mis padres, que ya están grandes, siguen allá en nuestro querido barrio, ––dijo Macrína.
Yo, soy dueño de este restaurante, me traje a mi padre, que ya está jubilado, y a mi hermana Luciana, porque mi abuela falleció hace tres años en Canadá y ellos se iban a quedar muy solos. ––– ¡Macrína, vamos a mi casa esta noche, porque aparte de ser tan especial para ti, como para mí!, es noche buena y quiero recordar aquellas posadas y navidades, que pasamos todos juntos en el vecindario ¿recuerdas? ––dijo Joaquín.
––Como no recordarlo… si fuimos tan felices rompiendo piñatas, cantando

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villancicos, prendiendo luces de bengala y comiendo los riquísimos tamales de Zenaida. ––dijo Macrina. ¿Sabes?, yo aprendí a hacer los en hoja de plátano, me mandan la materia prima, de nuestro terruño; y aquí en el restaurante, son un éxito. Y precisamente hoy, no será la excepción, comeremos tamales de la abuela Zenaida. “¡Será, Una Noche buena, Maravillosa!” en mi casa, que por supuesto es la tuya, todo será alegría, a mi padre y a mi hermana, les encantará verte. ¡No lo van creer!, bien dicen, que el mundo es un pañuelito. ––dijo Joaquín.
En la casa de Joaquín esa noche, como en casi todos los hogares del mundo, se recibió con amor, el nacimiento de Dios.
Joaquín y Macrína, sin decir una palabra, en un abrazo se dijeron, que a pesar de los años, nunca se olvidaron, sellando con un beso apasionado, un amor diáfano e incondicional.
“Siendo estas vidas las que el destino, a su tiempo, volvió a unir”.
“Muy cierto, que los tiempos de Dios, son exactos y perfectos, ni un minuto antes, ni un minuto después”. ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

Mónica Lourdes Avilés Sánchez.
Derechos Indautor
País México.
Dic. 2016
Poeta

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JoelFortunato
Publicado: 17/12/2016 22:17
Incondicional
Unido: 23-6-2011
Comentarios: 7989
 Re: ¡SERA, UNA NOCHE BUENA MARAVILLOSA!

Estimada Mónica: Saludos con mi amistad y respeto de siempre. Su escrito es una obra agradable, clara, didáctica y realizada con un noble y pulcro arte. Es un gusto leerla. Reciba mis felicitaciones y agradecimiento por compartirla. Le deseo tenga una Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo
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Sehmsdorf
Publicado: 18/12/2016 6:54   Actualizado: 18/12/2016 10:46
Incondicional
Unido: 17-12-2016
De: Argentina
Comentarios: 957
 Re: ¡SERA, UNA NOCHE BUENA MARAVILLOSA!

“Muy cierto, que los tiempos de Dios, son exactos y perfectos, ni un minuto antes, ni un minuto después”. ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!



Hermoso Poema Navideño un saludo muy cordial desde Argentina por parte de un humilde poeta.Felicidades