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Oh mano larga y fina, mano que entre la bruna noche parece un lirio besado por la luna;
Oh mano transparente y exangue, que armoniza de pálidas perlas con la luz enfermiza;
Labios que no supieron nunca reir, en donde una vaga sonrisa cual capullo se esconde;
Pudorosas pupilas; ojeras azuladas, nunciadoras de insomnios en las noches calladas,
Cuando voz del pasado, que un bien perdido nombra, llega a nuestros oídos al través de la sombra;
Palidez de la frente, cual palidez de cielos invernales, que dice de callados anhelos,
De sacrificio y luchas de una alma siempre sola, que vencida sucumbe sin amor ni aureola ...
(Oh atracciones secretas ... misteriosa armonía!) ¡Cómo habláis sin palabras a mi melancolía!
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Poeta
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Apagado el incendio quedó el templo en ruinas... Hiedra en vez de brocado. Las lívidas arañas con sus hilos envuelven las santas bizantinas.
De los rotos mosaicos brotan plantas extrañas, plantas de los abismos... Y la humedad sombría pone manchas verdosas en muros y peañas.
Tras vidrio de colores, una Virgen María, como un rayo de luna, lilial y cansada, en las sombras se yergue de la iglesia vacía
Por las lágrimas muestra la mejilla surcada; su lividez de tísica da a las almas pavura, y hay tristezas de ángeles en su dulce mirada.
Siete espadas al rostro dan sello de amargura; los anillos, sin piedras, guardan sólo el engaste, y su pálida boca, temblorosa murmura:
—"Oh Jesús! Oh hijo mío! Por qué me abandonaste en medio de estas ruinas de calma aterradora, do la luna es fantasma y es el sol un contraste?
Mi vestido y mi manto son harapos ahora; mi diadema, sin joyas, ya cual antes no brilla, y mi boca es un astro que la luz lo colora.
Ya, contricto, a mis plantas ninguno se arrodilla; nadie cirios me trae... y tan sólo oraciones oigo aquí de las almas que el pecado mancilla.
Nadie viene a pedirle dulces consolaciones, bálsamo para el alma por el dolor herida ... Soy ahora, hijo mío, Vírgen de los Ladrones.
Las lágrimas dejaron ya mis ojos sin vida; yo que siempre refugio fui de humanos dolores, hoy aquí de murciélagos soy tan sólo guarida!
Oh mi altar de otros días con sus luces y flores!... Oh música del órgano! ... Templo siempre aromado del incienso y la mirra con los gratos olores!...
Hizo un búho en mis brazos suave nido abrigado, y amé el búho (Los búhos son aves desgraciadas) y crié sus polluelos con materno cuidado.
Pero un día su vuelo por las ruinas calladas levantaron... y huyeron... De este abismo de espanto todos huyen por siempre... menos estas espadas!
Oh Jesús, hijo mío! No te mueve mi llanto! Quiero en vez de lluvia, la tristeza y el viento, incensarios y música, y jazmines y canto!
De mis penas apiádate, de mi duro tormento! Por qué sola me dejas, y por qué no me abrigas, por qué, tú eres suave cual perfumado ungüento?
Mas si debo, con frío, quedarme aquí entre ortigas, si tal es el mandato de tus fallos divinos, dame un manto... Este manto parece de mendigas.
Dame anillos, rubíes, diamantes peregrinos... Los ladrones, a veces, tienen hambre, cuidalos! Tienen hambre, y no pueden robar en los caminos.
Dame flores... No armiños!... lirios embalsamados; la flor azul del lino; y miosótis en donde tiemble el rocío; rosas, y claveles rosados!"
Así habló... mas ninguno a la Virgen responde. Todo es paz y silencio... La noche es negra y fría. Y Jesús qué se hizo... ¿Duerme acaso, o se esconde?
Está triste la noche cual tu alma, oh María!... Los murciélagos vuelan... Melancólicamente van pasando fantasmas por la obscura arquería.
Más de pronto la luna se destaca en Oriente, y robando colores a los altos vitrales, ilumina, en las sombras, a la Virgen doliente.
A sus pies pone flores y fulgentes cendales; cambia en llamas el cinto y el manto hecho jirones; le da anillos y joyas de esplendores astrales.
De la Virgen María cantan las Ilusiones en las dulces pupilas. Y clama entre guirnaldas: "¡Oh ladrones! ¡Oh amigos! ¡Venid, venid, ladrones!"
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Poeta
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Quiero el poeta ser de almas heridas que la piedad de la palabra imploran, de tantas tristes, solitarias vidas, de corazones que en silencio lloran.
Quiero dar ritmo a lo indeciso y vago, que es cual bruma y recóndita belleza, y ser voz del que sueña junto a un lago sin que dar pueda voz a su tristeza.
Quiero en cadencias expresar lo ignoto y en el azul dar alas a lo inerme, juntar en ritmos un ensueño roto, y canto ser de lo que oculto duerme.
Y quiero compartir el sufrimiento de otros; y ser su confidente ansío... ¡Y dar no puedo vida a lo que siento, ni forma puedo dar a lo que es mío!
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Poeta
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Al través de las brumas y la nieve, En el rostro el dolor, la vista inquieta, El pie cansado vacilante mueve... Allá va, ¿no lo veis? ¡Pobre poeta!
Sobre el herido corazón coloca La lira meliodosa, y macilento, Sentado al pie de la desnuda roca, Así prorrumpe en desmayado acento:
«Ved las hojas marchitas, ved el ave, Envueltas van en raudo torbellino... ¿A dónde van? ¿A dónde voy? ¡Quién sabe! ¡Yo también soy como ellas peregrino!
»Huyendo voy del tráfago mundano Con el rostro en las manos escondido. Mudable y débil corazón humano, ¡Hasta dónde, hasta dónde has descendido!
»Ya a Dios los necios hombres escarnecen Y alzan al dios del interés loores. ¡Sus almas sin amor ni fe parecen Nidos sin aves, fuentes sin rumores!
»Jamás la ola aunque con furia luche Conmoverá las rocas; ¡e imposible Que el triste grito del alción se escuche De la tormenta entre el fragor terrible!
»La Poesía morirá en la lucha, El destino cruel sus horas cuenta; ¡Poetas! vuestros cantos nadie escucha, ¡Sois el alción de la social tormenta!
»Yo vi en mis sueños de poeta un día De laurel en mi lira una corona; Hoy triste siento que en la frente mía Un gajo de ciprés se desmorona.
»Yo quise alzar el vuelo a las ignotas Fuentes de eterna luz, ¡al infinito! Y hoy en el mundo, con las alas rotas, Cual ave sola en su prisión me agito.
»Como una clara estrella vi en mi anhelo Sonreír en mi cielo la esperanza. Hoy cubren negras sombras ese cielo, ¡Hoy la luz a mi alma ya no alcanza!
»Huyendo el mundo y su incesante ruido, Vengo a esta soledad sombría y honda. Ella por siempre mi último gemido, ¡Mi último canto y mi vergüenza esconda!
»Tu muerte ¡oh Poesía! el siglo canta, Y del campo inmortal de las ideas El himno del trabajo se levanta Y dice al porvenir: ¡Bendito seas!
»¡La indiferencia con su ceño grave Me relega al silencio y al olvido! Pobre y triste poeta ¡Soy un ave Que al fin se muere sin hallar un nido!»
Dijo, y rompió la lira melodiosa Do entonaba sus cantos y querellas... Y al cielo levantó la faz llorosa, ¡Y en el cielo brotaban las estrellas!
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Poeta
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Al porvenir con paso giganteo Avanza ¡oh Juventud! ¡Sonó la hora! Potente, de la sombra enervadora, El pensamiento se alza como Anteo.
Los dioses ya se van, y erguirse veo La Ciencia en sus altares vencedora. ¡Ya irradia en las tinieblas luz de aurora! ¡Ya rompe sus cadenas Prometeo!
La augusta voz de redención se escucha, Y la Razón alumbra el limbo oscuro En donde esclava la conciencia lucha.
¡Adelante! El combate ha comenzado: ¡Entonemos el himno del Futuro De pie sobre las ruinas del pasado!
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Poeta
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Bajo cristales, en vitrinas, reposando estáis olvidados, abanicos de sedas finas en lejanos tiempos bordados.
Y os abrís, en un sepulcral silencio, en fondo carmesí, a la luz de tarde otoñal, en el Museo de Cluny.
Y al pensar en lo que no existe, encanto ayer y hoy desengaño, decir parece el alma triste: "¿Dónde están las nieves de antaño?"
¿En cuáles manos marfilinas lucirían vuestros encajes, en dulces citas vespertinas bajo los trémulos boscajes?
Corte de los Luises de Francia, reverencias ante el estrado... ¡Abanicos! ¡Sois la fragancia Que va surgiendo del pasado!...
Fragancia que se desvanece en ideal mundo risueño, mientras el alma se adormece en una bruma azul de ensueño.
Al veros, llegan a la mente ecos de fiestas cortesanas, cuando os plegábais lentamente como al compas de las pavanas.
"¡Delfin! ¡Callad, os lo suplico!" decía la rubia Marquesa, y en tanto, tras el abanico, reía una boca de fresa.
Restos de antigua aristocracia que llevó del tiempo el turbión. ¡Cómo os abriríais con gracia en los jardines del Trianón!
¡Y qué encantadores secretos guardareis de épocas remotas, cuando en Versalles, los minuetos alternaban con las gaviotas!
Abanicos de sedas finas que durmiendo estáis olvidados, desde el fondo de las vitrinas ¡cómo evocáis tiempos pasados!
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Poeta
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Cortina de los pilares es la enredadera verde. ¡Cuál se amontonan pesares cuando la ilusión se pierde!
¿Ya olvidaste la canción que decía penas hondas? De un violín el grato son se oía bajo las frondas.
Suspendida del alar lucía mata de flores. ¿Ya olvidaste aquel cantar, cantar de viejos amores?
De noche en el corredor te hablaba siempre en voz baja. ¡Cómo murió nuestro amor! ¡Qué triste la noche baja!
Por el patio van las hojas... en sombras está el salón... ¡Qué tristes son las congojas de un herido corazón!
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Poeta
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EDAD MEDIA (soneto)
Llévame, pensamiento, a aquellos días de torneos y músicas y flores, a esa edad del valor y los amores y de las citas en las noches frías! Transpórtame a esos tiempos de alegrías, de empresas y de sueños tentadores, cuando iban a cantar los trovadores, al pie de las talladas celosías. Quiero ver a la hermosa castellana de codos en la reja, cuando flota su pensamiento en la extensión lejana; mientras llega al castillo el caballero, con su penacho azul, su recia cota, y en sangre tinto el toledano acero.
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Poeta
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¿Quieres que hablemos?...Está bien...,empieza..., habla a mi corazón como otros días... Pero no...¿Qué dirías?... ¿Qué podrías decir a mi tristeza?...
No intentes disculparte; todo es vano..., ya murieron las rosas en el huerto; el campo verde lo secó el verano, y mi fe en tí, como mi amor, ha muerto.
¡Amor arrepentido!... ¡Ave que quieres regresar al nido a través de la escarcha y la neblina!... Amor que vienes aterido y yerto... ¡Donde fuiste feliz ya todo ha muerto!...
No vuelvas...¡Todo lo hallarás en ruinas!... ¿A qué has venido?...¿para qué volviste?... ¿Qué buscas?...¡Nadie habrá de responderte!... Está sola mi alma y estoy triste, inmensamente triste hasta la muerte...
Todas las ilusiones que te amaron, las que quisieron compartir tu suerte, mucho tiempo en la sombra te esperaron y se fueron...,¡cansadas de no verte!...
¡Cuando por vez primera en mi camino te encontré, reía en los campos la alegre primavera!... ¡Hoy todo cuán distinto!...Paso a paso y solo voy por la desierta vía; nave sin rumbo entre revueltas olas; pensando en las tristezas del ocaso y en las tristezas de las almas solas. En torno la mirada no columbra sino aspereza y páramos sombríos: los nidos en la nieve están vacios y la estrella que amamos ya no alumbra el azul de tus sueños y los míos...
¡Partiste para ignota lontananza cuando empezaba a descender la sombra!... ¿Recuerdas?...¡Te imploraba mi esperanza!... Pero ya mi esperanza no te nombra...
No ha de nombrarte...¿Para qué?...Vacía está el ara y la historia yace trunca...; ya para qué esperar que irradie el día, ya para qué decirnos ¡Todavía!... si una voz grita en nuestras almas:¡Nunca!...
Dices que eres la misma, que en tu pecho la dulce llama de otros tiempos arde, que el nido del amor no está deshecho, que para amarnos otra vez no es tarde.
Te engañas...No lo creas...Ya la duda echó en mi corazón fuertes raíces..., ya la fe de otros años no me escuda... ¡Quedó de sueños mi ilusión desnuda, y no puedo creer lo que me dices!...
No lo puedo creer...Mi fe turbada, mi fe en tu amor perdida, es ancla de una nave destrozada... ¡Ancla en el fondo de la mar caída!... Anhelos de un amor, castos, risueños... ¡Ya nunca volverán!... Se van...,se esconden... ¿Les llamas?...Es inútil...¡No responden!... ¡Ya los cubre el sudario de mis sueños!...
Hace tiempo se fué la primavera..., llegó el invierno fúnebre y sombrío... Ave fue nuestro amor...Ave viajera... ¡Y las aves se van cuando hace frío!...
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Poeta
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