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POBRE ZOROLLO
(Experimental) Me dices, que no lo diga, cuando callas Y Me asomo a la inmensidad ágil Tan lentamente Como Estar lamentándose las araduras Blandas, en la seda blanca vuela un pez gris ¡Pobre zorollo!, me dices, verdeándome amarillar a medias yerto de las olas quietas, de los valles por la inútil riqueza condenado el fasto de otoño infausto. El pobre zorollo. En los espacios alados, en las nebulosas purificadas, en la profundidad de la memoria el pobre tallo de la escarcha, escucha. Con el alba de los lirios abanicos. Más la piedra del telar cosecha, escucha, me dices, ciego y sordo el aire corre bajo el mar discreto, es callar. Los collares Las arpas y laúdes paralizados En la profundidad, más elevada de los ecos llenos, El canto del zaguanete imaginaria decrepitud en descenso, en lo brazos, me dices, qué te diga mudo en muletas cada minuto transformándome fugaz leña.
En La Imagen del mañana impreciso En los bosques claros De las miradas discretas De las íntimas pobrezas. Zorollo del viejo campo
Al sol del techo colgante Quedan Los mayordomos hebras de miserias avenas y maizales del atrevimiento arriscamiento... Son Las Insatisfechas comprometidas convenciones En la botella un rodar de asfixias nulas Pobre zorollo En el camino de las hojas caídas Al decir, de la nube de la mano húmeda Antes de ser, cada párpado de brisa curiosa Pestañas de primordiales noches Las calles cabalgando los adoquines En las olas de tímidas paredes Al frente de la mirada Allá por el corazón del sonido extinto del abismo, del secreto evidente, en la punta, me dices que no lo diga. Pobre zorollo. Allá por el acortado tiempo, por el espejo amargo, por el abanico nuevo. Está tembloroso el perfume ¡Mil voces de la madera!. En los musgos profundos despertares del acero.
La tímida hierba ¡Recortando! Los corceles amarillos de las ciruelas. Me dices, pobre zorollo, que no lo diga, por las olas quietas ágil... Alba escarcha de los lirios en penuria. El campo solo suma un silencio más otro restando al pobre zorollo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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VERDASCA
Por la impotencia del fragmento Enconchada. La mariposa interminable. Nada. Vivifica del hado la faceta. Irritando. La corriente preocupada. De la memoria. Del arroyo un tópico. Rincón. Con. La. Voz. Del espejo confesor... ¡Agudo!. La Verdad Delgada Vara. De los reflejos arrepentidos. Siervo. Del ermitaño hueco___Un manto. Del eco que al oírme trueco___Transparente. Plata en campanadas___Enemigas. En las horas amarilla orilla___¡Amiga!. Del otoño entre las hojas. Libros olvidados del árbol. Un instante____Del cielo. Un collar____Del polvo. Papel del tinto esclavo. Extinto. Texto. Interminable. Mariposa Del hado confesor Del espejo arrepentido ¡Voz qué la impotencia vivifica! Al Silencio Hueco campanear de la corriente
¡Al refocilar un relámpago!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Me preguntan tus ojos, claros como el cristal, para ti, extraño amante, ¿cuál es mi atractivo? -¡Sé encantadora y cállate! Mi corazón, al que todo irrita excepto el candor del animal primitivo,
no quiere descubrirte su secreto infernal. Berceuse cuya mano al dulce sueño invita, ni su negra leyenda escrita con llamas. ¡Odio la pasión y el ingenio me duele!
Amémonos con dulzura. El amor en su garita, tenebroso, emboscado, blande su arco cruel. Conozco las armas de su perfecto arsenal.
¡Crimen, horror y locura! ¡Oh, pálida margarita! ¿Acaso, como yo, no eres tú un sueño otoñal, también tú, mi tan fría y pálida Margarita?
Versión de María Fasce
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Poeta
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Y he pasado la vida humilde como aquellas fuentes que en la montaña su frágil copa líquida modelan o entretienen las horas tejiendo manteletas de algodón y azúcar de vidrio para los hombros de la piedra. He tenido ese culto apasionado de las cosas pequeñas... he sido ingenua como el chal de encaje de la nube viajera... y más bien que ser águila he querido ser rosada falena... Esta autobiografía fue bien fácil hacerla si es tan trivial la historia de una vida discreta.
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Poeta
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El cárdeno otoño no tiene leyendas para mí. Los salmos de las frondas muertas, jamás he escuchado, que el viento se lleva. Yo no sé los salmos de las hojas secas, sino el sueño verde de la amarga tierra.
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Poeta
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Al hombre mozo que te habló de amores dijiste ayer, Florinda, que volviera, porque en las manos te sobraban flores para reírte de la Primavera.
Llegó el Otoño: cama y cobertores te dio en su deshojar la enredadera y vino el hombre que te habló de amores y nuevamente le dijiste: -Espera.
Y ahora esperas tú, visión remota, campiña gris, empalizada rota, ya sin calor el póstumo retoño
que te dejó la enredadera trunca, porque cuando el amor viene en Otoño, si le dejamos ir no vuelve nunca.
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Poeta
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Me enamore de una mujer llamada otoño.
De aquella briza que desprende las hojas de mi árbol Una tras otra hasta no tener más donde escribir.
Me perdía en los matices de sus miradas, De ojos pardos en los que descubría nuevas formas De externar mi sentir.
Jamás olvido sus cálidas noches de bohemia Y los largos momentos de reposo en su cama.
La amé desde el principio y hasta el fin Con sol o lluvia, en la noche y en el día Con el viento de su llegada y el frío de su partida.
Me enamoré de una mujer llamada otoño De apellido melancolía.
Me enamoré de ella en su momento Y aún todavía.
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Poeta
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Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas, he sentido el otoño; sus achaques de viejo me han llenado de miedo; me ha contado el espejo que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas...
¡Que curioso destino! Me ha golpeado a las puertas en plena primavera para brindarme nieve y mis manos se hielan bajo la presión leve de cien rosas azules sobre sus dedos muertas
Ya me siento invadida totalmente de hielo; castañean mis dientes mientras el sol, afuera, pone manchas de oro, tal como en primavera, y ríe en la ensondada profundiad del cielo.
Y lloro lentamente, con un dolor maldito... con un dolor que pesa sobre mis fibras todas, ¡Oh, la palida muerte que me ofrece sus bodas y el borroso misterio cargado de infinito!
¡Pero yo me rebelo!... ¿Cómo esta forma humana que costó a la materia tantas transformaciones me mata, pecho adentro, todas las ilusiones y me brinda la noche casi en plena mañana?
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Poeta
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En la quietud del sonido esperado,
una hoja de otoño
se desliza –en danza sin igual-
por el murmullo de un suspiro,
dibujando estelas de amor
entre los recuerdos del ayer
que se tocan con los dedos inventados
del que abraza en soledad.
No busca su momento
esta emoción que te envuelve,
vuela libre tras su estela
vuela lejos, vuela…vuela.
Callado sientes el eterno discurrir
en ese tránsito imposible que separa
la vida de la muerte;
es el mismo que se vuelve a inventar
y que en prodigiosa liturgia,
nuevo regalo de la naturaleza,
la hoja de otoño, desnuda, libre,
ves que se deja llevar…
© (Jpellicer)
(Estimados amigos:
Solo unas letras para informaros que debido a múltiples compromisos tanto literarios como de otra índole, no podré participar de forma tan asidua como hasta ahora venía haciendo en todos los portales que compartimos, es por ello que intentaré seguir publicando mis obras en la medida que el tiempo me lo permita.
Debo hacer frente a diversos proyectos que exigen de prácticamente la totalidad de mi tiempo disponible y es por ello que no podré seguir participando en el tiempo y la forma como hasta ahora venía haciendo.
En función de la finalización de estos proyectos, me iré reincorporando a la actividad normal seguida hasta ahora.
Os dejo un abrazo junto a cálidas sonrisas)
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Poeta
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Atemporal
Tiempo Esférico, sin cambio, ¡Desunido, del medio, día solitario! Aún así. ¡Famoso humildemente resplandece! En Los húmedos lenguajes Dónde las tormentas Parpadean entre las plantas ¡Maravilla del amarillo por las hojas! El otoño cómo billete roto, día, semana, Mes_____ Al calendario del arrrroyoo Blaaanco______El... ¡Tiempo muerto!...
¡Atemporales, pendulares, obscuridades! Edades Como__ ¡Essssoo!.
¡Fué un gramo de segundos... Tres kilómetros de luzzz, ¡ De cuadriculares, ceebras! Hilos___ Siglos___ ¡Sordos! Trinos Otros Añicos.... Otros Trinos.
Sin el tiempo móvil...¡Petrificados! Sólo Cronos... Con... El... La piedra, ¡Del ídolo! Nada y mira sobre la piscina...
Inmóvil... Pendular... Al génesis... Al Génesis... Del paralelo... ¡Gramo! ¡Un instante de infinita eternidad! Con toda la minúscula grandeza invisible Dónde todos... Los tiempos son iguales sin los espacios.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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