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Se que no confías en mi Que tu vida ha sido dura Aquel cobarde te marcó Tu rostro un refleja amargura Ya no crees en los hombres Te olvidaste del amor Intentas huir de cupido Buscando un futuro mejor. Entiendo que aun tienes miedo Y no quieres que me acerque Pero yo soy diferente Déjame tan solo verte Quiero extenderte mi mano Darte mi apoyo incondicional Jamas voy a maltratarte Como lo hizo ese animal Toma mi mano tan solo No intentaré presionarte Solo quiero estar a tu lado Solo déjame cuidarte Protegerte del peligro Volver a observar tu sonrisa Sonrisa que se ha marchitado Con cada brutal golpiza.
No estas sola mi angelito Aquí estoy para quererte Mi mano sera la guía Que te ayude a sostenerte Olvídate del pasado Esa bestia quedo atrás Te ha causado mucho daño, Pero no lo veras mas Yo no quiero hacerte daño Como aquel hombre malvado Tan solo toma mi mano Déjame estar a tu lado.
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Poeta
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Pensar de Orión
Si El huracán enloquece Por Tener más de lo que necesita. ¿Que le queda?. ¡¿Cómo inmóvil, rueda, el raudo vacío?!.
Piensa A veces en sus rayos y truenos El viejo Huracán (Maya) En La constelación Transformado... En el más allá.
Aire en el purgatorio incapaz de defenderse del hambre y de la sed con la insatisfactoria relación maligna, incompleta, entre las cosas que dañan, la tortura del alma de cañones candorosos en los pobres cuerpos que envilecen una a una las mismas horas zurcidas y a las almas de vestuario verdadero y del poder cerrar la cera, flama, vela. Donde se afanan las cuarentenas nerviosas se retocan a los pobres de solemnidad barata vivificándolos. ¡Cómo híbridos huracanes!. De Tropical perturbación. Y atmosféricos latidos en el noble pecho humano.
Y Las nubes se dispersan En la bóveda de jade, y son cada vez menos, detrás de los horizontes, solemnes y más pobres, desapareciendo tardes, lo que ya es bastante grave, gira del regreso, débil por el suelo, que un solo hombre todo un año marcha, o una sola mujer por el día galopa, y ambos contemplen cuantas gentes van por las riquezas muriendo, sin tomar reposo aún bajo mil techos distraídos del horizonte. Híbridos, huracanados, en el hueso pisciforme.
Donde lo montes, se levantan, y suben a las cumbres escarpadas. Prisioneros de los estandartes al octavo compás inundado de rincones iluminados, pretendiendo, apresar la luna, semejantes a una corriente que pasa, por el agua pensativa, oculta entre bambúes, donde sauces silenciosos observan, los lagos donde la luna se refleja, y que salen, de este sueño que cuentas.
Y piensa, dice, sueños crea...
¡Que la ortogénesis es incontrolablemente interna, válvulas de amores, perfumados odios de sillas, y salones destrozando, platos, en las juergas de claveles, y como él, de una pierna, cojo, el rayo con el trueno, en una dirección determinada del perdido rumbo inmóvil!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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En un corazón desnudo
Así estamos. Abajo del después del olvido. ¡Helado y ardor amoroso!.
Como mar sin olas, aire sin viento. Tempestad de ilusiones, canto silencio. Dolor lento y desgraciado, sin amor. Sin amor que lo ilumine, que de calor.
Como tú en mí, mujer dormida en mis sueños. Sueños de dulces mañanas, pasión sin pena.
Gloria de tierra fértil, agua protectora. Lágrima y labio, piel con piel, por la vida. Palpitando, palpitando, esperanzas.
Sintiendo lejanías, amando soledades.
Es martirio y gozo, en cada latido. Una lenta felicidad, que agoniza. Despierta cada día, sin saber del después.
Entre tanta lluvia, de dolores y pasiones. El corazón sigue, y sigue, caminando. En el hombre, que goza, y sufre.
En la mujer adorada, en el hijo, y en los viejos sueños.
Buenos tiempos esperados. Bajo el desnudo tiempo. El corazón sin piel, es una ilusión, un sueño, un humo. Que es en la eternidad, un puro latido. Un latido que solo se palpita.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Oye mujer divina Tu belleza me domina Mi corazón hace palpitar Todo mi ser te quiere amar Tu belleza cautivante Tu figura celestial Eres un ángel del cielo Una mujer sin igual Preciosa como tu sola Tu mirada seductora Me atrae con un imán Preciosa y encantadora.
La mas bella de las mujeres Y ni hablar de tu sonrisa Con solo verla un segundo A toda mi piel eriza No hay mayor satisfacción Que observarte sonreír Desde que estas en mi vida Alegría puedo sentir No existe mayor belleza Que tu rostro angelical Te has convertido en mi vida En el ser mas primordial Dueño de mi corazón Hermosa, mujer preciosa Divina como un lucero Tan linda como una Diosa Te has metido en mi corazón Dando pasos de gigante Hoy nadie te saca de allí Pues eres lo mas importante, Daria mi vida por ti Sin pensarlo ni un segundo Ángel caído del cielo Tu eres mas que mi mundo Te quiero mi niña linda Te mereces una rosa Te quiero mujer divina Te quiero mi niña hermosa.
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Poeta
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Irresistible paraíso
Volé de rama en rama---¡Veces mil!. Ave a tu corazón---Paso a paso. Hermosa flecha---¡Soñándote alcanzar!.
Por La... ¡Mañana!. Y Por La... ¡Noche!.
Por la mañana en cada noche Seda a lecho de hoja en hoja. ¡Hermosa!. Y En ¡El verdor del alma!.
¡Desnuda!. Desnuda cada nube. ¡Tu cielo!. El Mío ¡Mil besos y abrazos!. ¡El mío, mil veces latiéndote!.
Volé de piel a piel---¡Océano!. Pluma a tu almendro---¡Semilla!. Preciosa perla---¡Mujer entera!.
Por las horas de todo día. Oro y oro. Oro y marfil... De pétalo en pétalo. ¡Fundiéndonos... Oh, fundiéndonos!. Y en el aire... ¡Del vuelo!. ¡Tendida, cada, durazno, tu, cereza!.
Bosque. Tú Flor De Mí. ¡Columna!.
Bebiéndonos ardientes los minutos. Latiéndonos volcanes las venas. Moviéndonos lagos los sueños. ¡Dándonos océanos las olas!.
Tu perfume escribes escultora. ¡Y tu palacio... Encoróname!. ¡Y tu aliento... Enciéndeme!. Cada desdichado manantial.
Vuelo... Ave... Flecha. Hermosa... Noche... Seda. Mil, mil, mil. ¡Mil veces!.
En Cada. Cada. ¡La tido! ***¡Preciosa!***
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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No coquetees, mujer, es riesgo virtual
Apareces musitante, te saludan mis silencios
Cantos gregorianos disparan tus mensajes apasionados
Del fragor de tu voz, esclavo
Dejarás de ser mi fantasía azul
Pensaba que el insomnio sería alternativa
Cultivaré pétalos de ensueño para regalártelos
Sé que en alguna esquina, estarás
Entonces, los preámbulos morirán en fuego
Maldeciré el instante de tu adiós.
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Poeta
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Mujer
Han hablado de tu invisibilidad y se equivocan. Eres el planeta que orbita a Dios Marmita roja donde fulgura la vida Te yergues hasta el cielo, vertiente enmarañada, Perfumas horizontes, traspasas socavones,
Mujer, Pleamar que inunda mi camino Abrigas en ternura los pies de las ciudades Eres suavidad y fuerza, volcán irreverente Mujer, Cabalgas en mis insomnios Te desean mis manos y mi boca Susurras pasión en tu mirada
Han hablado de tu invisibilidad y se equivocan Las playas que acariciaron tus pies La luna que ilumina tus caderas La flor que perfumó tu pelo acreditan tu presencia poderosa Eres paradigma de fuego fuente primaria de locuras
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Poeta
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Me dirijo a usted, desconocida transeúnte urbana y primaveral de la clásica ciudad de Tucumán, para representarle mi desazón por sus caderas insinuantes, que atiborraron mi mañana de ritmos dormidos, traspapelados entre mis carreras administrativas.
Quiero presentarle una queja formal por la incitación a la lujuria que ha provocado con su pecho asomado a los besos del sol y sus ojos, cautos para detectar las miradas, pero recatados para responderlas.
Usted cruzó por la plaza, quizás hacia un cajero automático, quizás venia de dejar a su pequeño hijo en el jardín, un viaje casual pero irreverente, lleno de sensualidad, que desplegaba por el parque un murmullo de violetas.
Agresiva en su indudable belleza, usando con displicencia y relajo esa piel canela encandilante, usted transgredió intencionadamente los limites y me dejo sintonizado a las fantasías que vino sembrando, cimbrante y lúdica por mi vereda, dejando esa estela inocente e incendiaria, que me ha hecho olvidar mis cabildeos sobre el big bang o las especulaciones sobre los destinos de Wall Street, anulando mi concentración necesaria, destapando aromas del Caribe, en la liviana cobertura del algodón blanco ajustado a sus piernas, empinadas en esos tacones rojos como el fuego de sus ojos almendrados.
Incitación a la lujuria que ha trastornado mi mesura y que me obliga a representarle mi profunda molestia por su belleza, desbocada como gacela sobre mis frágiles convicciones. Lo cual me obliga a demandarla por el perjuicio irreparable de no saber ni su nombre ni su historia, con lo que queda marcada a fuego como un símbolo ardiente del eterno femenino, que hace temblar mis sueños en un deseo trunco que no tendrá destino.
Tucumán, primavera/2008.
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Poeta
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No hace falta
tan solo unos instantes
para dedicarte versos,
si no,
toda una vida
a tí,
que nos das tu aliento.
No hace falta unos instantes
para dedicarte versos,
si no,
toda una vida
a tí ,
que nos das tu tiempo.
Dadora en tu vientre de vida,
siempre alivias heridas,
dadora de amor y pasión
el hombre te conquista
con solo una fiel ilusión,
y tú lo das todo por amor.
Mujer sensible,
mujer sublime,
preciosa como mariposa
que habre su alas
y anidas en las rosas.
Las fraces sobran,
los hechos faltan,
la existencia sin tí mujer
se acorta,
tu auscencia mata.
Baull de los recuerdos
en tí,
en tí escritos largos pergamino
apoyando y dirigiendo orquestas
siempre en el camino.
Tan solo con tu aliento
callando juramentos
siempre das sustento,
haciendo otro intento
vuelas con el viento.
No hay palabras ni versos ,
para describir lo que es,
lo que es toda una mujer,
sin ella la vida ,
la vida no puede florecer.
Es un suspiro de noche,
una brisa en la mañana ,
su voz un canto de día,
un vibrar al amanecer,
un llanto de emosión,
en cada atardecer.
No hay palabras ni versos
para describir ,
tan bellla creación sublime,
llamada ,
llamada hoy mujer.
AUTOR ....IRMA PERIBAN VILLA...MEXICO
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Poeta
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Eres y serás la mujer de mi vida, La que siempre vive en mi mente, Atacando mi subconsciente, La dueña de mi ser, la mujer consentida.
Tu cuarenta y yo veinte, Ambos jugando a amar, Soñando de la sociedad escapar, Viajando de oriente a poniente.
Mujer de mis días, mujer de mis noches, Que acompañas mi caminar, sueño con llevarte al altar, Y en la luna de miel navegar por altamar, Siendo felices, olvidando los baches.
Musa de mis versos, Dueña de mis horas, Dime por qué lloras, Ven hacia mis brazos.
Amo la experiencia de tus cuarenta, Y tú la ignorancia de mis veinte, Aunque digan que somos agua y aceite, Solo tú calmas mi pasión sedienta.
Hermosa mujer de cuarenta, Embriágame de amor, Prometo ser tu fiel servidor, En la paz y en la tormenta.
Cuarenta y veinte, ese es nuestro secreto, No lo pienses más y dame el sí.
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Poeta
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