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¡Oh, qué dulce canción! Límpida brota Esparciendo sus blandas armonías, Y parece que lleva en cada nota ¡Muchas tristezas y ternuras mías!
¡Así hablara mi alma... si pudiera! Así dentro del seno, Se quejan, nunca oídos, mis dolores! Así, en mis luchas, de congoja lleno, Digo a la vida: -¡Déjame ser bueno! -Así solllozan todos mis amores!
¿De quién es esa voz? Parece alzarse Junto del lago azul, noche quieta, Subir por el espacio, y desgranarse Al tocar el cristal de la ventana Que entreabre la novia del poeta... ¿No la oís como dice: "hasta mañana"?
¡Hasta mañana, amor! El bosque espeso Cruza, cantando, el venturoso amante, Y el eco vago de su voz distante Decir parece: "hasta mañana, beso!"
¿Por qué es preciso que la dicha acabe? ¿Por qué la novia queda en la ventana. Y a la nota que dice: "¡Hasta mañana!" El corazón responde: "¿quién lo sabe?"
¡Cuántos cisnes jugando en la laguna! ¡Qué azules brincan las traviesas olas! En el sereno ambiente ¡cuánta luna! Mas las almas ¡qué tristes y qué solas!
En las ondas de plata De la atmósfera tibia y transparente, Como una Ofelia náufraga y doliente, ¡Va flotando la tierna serenata...!
Hay ternura y dolor en ese canto, Y tiene esa amorosa despedida La transparencia nítida del llanto, ¡Y la inmensa tristeza de la vida!
¿Qué tienen esas notas? ¿Por qué lloran? Parecen ilusiones que se alejan... Sueños amantes que piedad imploran, Y como niños huerfanos, ¡se quejan!
Bien sabe el trovador cuán inhumana Ara todos los buenos es la suerte... Que la dicha es de ayer... y que "mañana" Es el dolor, la obscuridad, !la muerte!
El alma se compunge y estremece Al oír esas notas sollozadas... ¡Sentimos, recordamos, y parece Que surgen muchas cosas olvidadas!
¡Un peinador muy blanco y un piano! Noche de luna y de silencio agfuera... Un volumen de versos en mi mano, Y en el aire ¡y en todo! ¡primavera!
¡Qué olor de rosas grescas! en la alfombra ¡Qué claridad de luna! ¡qué reflejos! ...¡Cuántos besos dormidos en la sombra, Y la muerte, la pálida, qué lejos!
En torno al velador, niños jugando... La anciana, que en silencio nos veía... Schubert en su piano sollozando, Y en mi libro, Musset con su "Lucía".
¡Cuántos sueños en mi alma y en tu alma! ¡Cuántos hermosos versos! ¡cuántas flores! En tu hogar apacible ¡cuánta calma! Y en mi pecho ¡qué inmensa sed de amores!
¡Y todo ya muy lejos! ¡todo ido! ¿En dónde está la rubia soñadora? ...¡Hay muchas aves muertas en el nido, Y vierte muchas lágrimas la aurora!
...Todo lo vuelvo a ver... ¡pero no existe! Todo ha pasado ahora... !y no lo creo! Todo está silencioso, todo triste... ¡Y todo alegre, como entonces, veo!
...Esta es la casa... ¡su ventana aquélla! Ese, el sillón en que bordar solía... La reja verde... y la apacible estrella Que mis nocturnas pláticas oía!
Bajo el cedro robusto y arrogante, Que allí domina la calleja obscura, Por la primera vez y palpitante Estreché con mis brazos, su cintura!
¡Todo presente en mi memoria queda! La casa blanca, y el follaje espeso... El lago azul... el huerto... la arboleda, Donde nos dimos, sin pensarlo, un beso!
Y te busco, cual antes te buscaba, Y me parece oírte entre las flores, Cuando la arena del jardín rozaba El percal de tus blancos peinadores!
¡Y nada existe ya! Calló el piano... Cerraste, virgencita, la ventana... Y oprimiendo mi mano con tu mano, Me dijiste también: "¡hasta mañana!"
¡Hasta mañana!... Y el amor risueño No pudo en tu camino detenerte!... Y lo que tú pensaste que era el sueño, Fue sueño, ¡pero inmenso! ¡el de la muerte!
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¡Ya nunca volveréis, noches de plata! Ni unirán en mi alma su armonía, Schubert, con su doliente serenata Y el pálido Musset con su "Lucía".
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Poeta
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¡Ni una palabra de dolor blasfemo! Sé altivo, sé gallardo en la caída, y ve, poeta, con desdén supremo todas las injusticias de la vida.
No busques la constancia en los amores, no pidas nada eterno a los mortales, y haz, artista, con todos tus dolores, excelsos monumentos sepulcrales.
En mármol blanco tus estatuas labra, castas en la actitud aunque desnudas, y que duerma en sus labios la palabra y se muestren muy tristes... ¡pero mudas!
¡El nombre!... Débil vibración sonora que dura apenas un instante. ¡El nombre!... ¡Idolo torpe que el iluso adora, última y triste vanidad del hombre!
¿A qué pedir justicia ni clemencia -si las niegan los propios compañeros a la glacial y muda indiferencia de los desconocidos venideros? ¿A qué pedir la compasión. tardía de los extraños que la sombra esconde? Duermen los ecos en la selva umbría y nadie, nadie a nuestra voz responde.
En esta vida el único consuelo es acordarse de las horas bellas y alzar los ojos para ver el cielo... cuando el cielo está azul o tiene estrellas.
Huir del mar y en el dormido lago disfrutar de las ondas el reposo. Dormir... soñar... El sueño, nuestro mago, es un sublime y santo mentiroso.
¡Ay! es verdad que en el honrado pecho pide venganza la reciente herida, pero... perdona el mal que te hayan hecho ¡todos están enfermos de la vida!
Los mismos que de flores se coronan, para el dolor, para la muerte nacen... Si los que tú más amas te traicionan ¡perdónalos, no saben lo que hacen! Acaso esos instintos heredaron y son los inconscientes vengadores de razas o de estirpes que pasaron acumulando todos los rencores. ¿Eres acaso el juez? ¿El impecable? ¿Tú la justicia y la piedad reúnes? ¿Quién no es fugitivo responsable de alguno o muchos crímenes impunes?
¿Quién no ha mentido amor y ha profanado de un alma virgen el sagrario augusto? ¿Quién está cierto de no haber matado? ¿Quién puede ser el justiciero, el justo?
¡Lástimas y perdón para los vivos! Y así, de amor y mansedumbre llenos, seremos cariñosos, compasivos... y alguna vez, acaso, acaso buenos!
¿Padeces? Busca a la gentil amante, a la impasible e inmortal belleza, y ve apoyado, como Lear errante, en tu joven Cordelia: la tristeza.
Mira: se aleja perezoso el día. ¡Qué bueno es descansar! El bosque oscuro nos arrulla con lánguida armonía... El agua es virgen. El ambiente es puro.
La luz cansada, sus pupilas cierra; se escuchan melancólicos rumores, y la noche, al bajar, dice a la tierra: "¡Vamos, ya está... ya duérmete, no llores!"
Recordar... Perdonar... Haber amado... Ser dichoso un instante, haber creído... Y luego... reclinarse fatigado en el hombro de nieve del olvido.
Sentir eternamente la ternura que en nuestros pechos jóvenes palpita, y recibir, si llega, la ventura, como a hermosa que viene de visita. Siempre escondido lo que más amamos, siempre en los labios el perdón risueño; hasta que al fin ¡oh tierra! a ti vayamos con la invencible lasitud del sueño.
Esa ha de ser la vida del que piensa en lo fugaz de todo lo que mira, y se detiene, sabio, ante la inmensa extensión de tus mares ¡oh Mentira!
Corta las flores, mientras haya flores; perdona las espinas a las rosas... ¡También se van y vuelan los dolores como turbas de negras mariposas!
Ama y perdona. Con valor resiste lo injusto, lo villano, lo cobarde... Hermosamente pensativa y triste está al caer la silenciosa tarde.
Cuando el dolor mi espíritu sombrea busco en las cimas claridad y calma, y una infinita compasión albea en las heladas cumbres de mi alma.
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Poeta
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¡No moriré del todo, amiga mía! De mi ondulante espíritu disperso, algo en la urna diáfana del verso, piadosa guardará la poesía.
¡No moriré del todo! Cuando herido caiga a los golpes del dolor humano, ligera tú, del campo entenebrido levantarás al moribundo hermano.
Tal vez entonces por la boca inerme que muda aspira la infinita calma, oigas la voz de todo lo que duerme con los ojos abiertos de mi alma!
Hondos recuerdos de fugaces días, ternezas tristes que suspiran solas; pálidas, enfermizas alegrías sollozando al compás de las violas...
Todo lo que medroso oculta el hombre se escapará, vibrante, del poeta, en áureo ritmo de oración secreta que invoque en cada cláusula tu nombre.
Y acaso adviertas que de modo extraño suenan mis versos en tu oído atento, y en el cristal, que con mi soplo empaño, mires aparecer mi pensamiento.
Al ver entonces lo que yo soñaba, dirás de mi errabunda poesía: era triste, vulgar lo que cantaba... mas, ¡qué canción tan bella la que oía!
Y porque alzo en tu recuerdo notas del coro universal, vívido y almo; y porque brillan lágrimas ignotas en el amargo cáliz de mi salmo;
porque existe la Santa Poesía y en ella irradias tú, mientras disperso átomo de mi ser esconda el verso, ¡no moriré del todo, amada mía!
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Poeta
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Embarcada en la soledad de tu ausencia, naufraga esta tristeza… Sin rumbo, sin puerto, sin hogar.
Mi brújula, huérfana de tu norte, marca este destino inútil hacia la inmensidad de la nada.
Te extraño
La tempestad azota mi alma y el recuerdo de tu mar calmo no puede mitigar este dolor. ..
¿Dónde estás mi amor?, ¿Dónde están tus manos?
El sol se ha opacado y la eterna noche amiga ha vuelto a guiarme hacia la confusión de tu indiferencia.
¿Qué nos pasó?, ¿Cuándo partió el amor?
Tal vez mi puerto monótono y cansado no era suficientemente seguro para vos... ¿O fue un nuevo barco el que te alejó de mi playa?...
El viento sopla, te aleja, y al incrementar esta distancia que impusiste, desde la nostalgia pegajosa del recuerdo, te miro... Y esta lágrima, que lenta se arrastra, es solo para vos...
Juan Leandro Alzugaray
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Poeta
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Será que la vida es así, que nada encaja con nada Yo tan enamorado de ti y tu de otro enamorada...
Será que la vida es así, que no es lo que esperaba, yo siempre estuve allí y él siempre te dejaba
Será que la vida es así un juego que no entiendo, yo amándote viví, ¿Y tu por otro muriendo?...
O será que destinos cruzados, dan la respuesta acertada, ¡Tu y yo tan enamorados de la persona equivocada!
Juan Leandro Alzugaray
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Poeta
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Autor: José Luis Castillejos Ambrocio En el arrebato mismo de los besos vi tus ojos color esmeralda deslizándose por mis recuerdos y desnudé frente a ti una verdad: la verdad de que tú eres la vida misma la que vive los momentos, los días, las horas, las noches, los años, los daños. Te vi los ojos verde-olivos anegados de cariño, lejos del llanto y la promesa inconclusa y supe que un día eras montaña, volcán, cielo abierto, abrazo indescriptible, palabra calurosa, beso furtivo. Le pedí a Dios que ponga en mi camino al verdadero amor para embarazarlo a besos y caminar despacito en los días en que llueva, y el trueno preñe al cielo. Luego supe que la verdad desnuda es una sola: es manantial fresco, es beso bajo un platanar canto de Dios en los pájaros, niña corriendo frente al mar y agua verde esmeralda deslizándose entre mis dedos sin poder atrapar por un instante el tiempo y sin poder conseguir un silencio absoluto para arrebatarte los besos mientras muerdo suavemente tus piernas y celebro tocarte levemente con la mirada y recorrer la voluntad de Dios al descubrirte muy femenina. Este arrebato, te lo juro, no es deliberado, es sólo eso, arrebato de un instante en que desaparecen las penas para darle sonido al silencio beso a la nostalgia, risa a la tristeza y abrazos a la nada. Y estas allí esperándome desnuda con la única verdad que tienes: el amor que disculpa la depresión y aprieta suevamente al corazón mientras con un beso me detienes en el instante mismo en que caigo al abismo, el abismo del nunca jamás al tiempo que beso tus senos y me quedo prendido de tus ojos. [email protected]
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Poeta
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Alumbramiento Indigena
La mujer está triste. La mujer tiene dolor. La mujer corre por los prados. En Busca de su corazón.
Recoge las flores, recoge su amor.
La mujer está triste. La mujer tiene dolor. Baila al son de su aliento. Llora su alma al viento.
La mujer está triste. La mujer tiene dolor. Entre fantasmas vacilantes, y gemidos enmudecidos, de rojo viste su cuerpo.
La mujer está triste. La mujer tiene dolor. Al río fue una. Del río volvieron dos.
Nilo
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Poeta
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Ar Aún recuerdo la suavidad de tu dolor, Al inicio penetraba tan suave en mi carne Que no notaba lo que hacías. El frío era tu cómplice, que me entumecía.
Con los años doblegaste mi espalda Deformaste mis manos Y tu dolor penetró en mis huesos Y tu cómplice perpetuo gimió mi voz El médico me dijo que era artritis Yo le respondí, que sin duda eras vos Él me dijo, no hay cura. Y yo le dije entonces adiós.
Ahora no puedo coger un tenedor No solo por el dolor, Por mis dedos deformados Por mis goznes hinchados
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Poeta
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Bienaventurados los que en el olvido Viven, La ceguera del conocimiento. El consuelo a su vida, No arrastra ya el arrepentimiento.
Bienaventurados los que en el olvido Viven, La mirada taciturna de la lejanía El regreso paulatino a la infancia La separación lánguida y dolorosa del ser.
Bienaventurados los que en el olvido Viven, Entre marañas fibrosas las palabras, Que no pueden salir de la boca.
Bienaventurados los que en el olvido Viven, La lenta detención de su marcha La pérdida del ser amado Hasta llegar a ser extrañado.
Bienaventurados los que en el olvido Viven, En su mundo oscuro y cruel Escuchando palabras inteligibles Diciendo lo que no se piensa Pensando lo que no se dice.
Bienaventurados los que en el olvido Viven, La cruel enfermedad del olvido El preámbulo de la muerte estando vivo.
Bienaventurados los que aman A estos seres olvidados Que sin razón deambulan en nuestras casas Cuales almas que arrastran penas.
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Poeta
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Lucero moderno
Ante las huellas del joven ó del viejo Nunca Pasa dolor amándose Al Corazón impío En La sombra germinándose Lu Ce Ro Mo Der Noooo.
¡Lo que no se ve ni se siente!.
Aún Que Todo gesto Indiferente esconda.
Böse, malvagio, mau, mauvais, wicked, malvado.
Culpa del pavor negro. En las redes rojas de vida vaporosa. En los yerros engaños breves. En las angustias letal veneno. Culpa del ciego zafiro.
Dunkel, scuro, dark, obscuro, sombre, escuro.
Bajo Lu Ce Ros...La paz pena con los fantasmas, ...Aldeana visión extraña .......Hila cañas ...........El grillo, el nido Inerte ¡Del hielo con opulento traje! Supremo Declinar de los primates.
Lucero Moribundos haciendo equis. Con el rapaz avieso embeleso. El insecto. Bosteza. El surco. Arrogante. ¡Joven dolor del viejo cielo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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