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Una obra acabada,
un pasado sombrío,
el origen, la nada,
la perfecta dicotomía,
la guerra entrecortada...
Una maniobra,
la dicha de la paz ensimismada,
la imperfecta agonía,
la lucha perdonada...
Un sentimiento errático,
un pasadizo largo,
el brillo del mismo,
dureza de alambradas...
Y en las pisadas,
las piedras y los pensamientos se parecen:
Desde la saturna fiebre,
hasta la culpa desdibujada...
En cuanto a los ánimos,
la pesada piedra,
la cresta,
la razón adornada...
Es una lágrima,
un río,
una trampa impía,
la luz amordazada...
Y la guerra no termina,
entre eras reiniciada...
Una postura,
un color,
la bandera,
la mestiza aprisionada;
Es fácil morir,
difícil reír,
combatir con el corazón,
con la mente desarmada...
Es fácil dejar de existir,
con las vendas y
las tibias quebradas
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Poeta
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Y estoy llorando,
haciendo pesar en el fondo
unas cuantas monedas,
una incierta capa,
un carbón encendido,
la lámpara rota,
la espada recién forjada...
Y no paro de gritar,
sin escuchar el canto,
sin reír,
sin saber casi nada...
Y estoy sentado,
gimiendo,
desconsolado,
mirando las runas,
las cicatrices,
la magia desenmascarada...
Y en mis dedos
solo guardo un lápiz gastado,
endurecido,
fracturado,
lo atesoro,
lo amo,
lo siento,
lo aprisiono,
lo uso,
y creo con la fe de un santo,
que los días
serán esferas azules,
y las noches,
cálidos bordados;
solo un lápiz:
Un lápiz con el que recrear el cielo,
la muerte y el final del infierno...
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Poeta
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