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Hay que mentir, Amor, porque sucede que tu brillo dejó de ser lumbrera y, donde tuvo verde primavera una pavesa lóbrega procede
a sepultar el pasto. No puede la ensoñación febril hacer hoguera, cuando la boca es nieve duradera y el corazón la nube que antecede.
Por eso hay que mentir: decir que acaso ondeas palpitante todavía y que en la marca breve de mi paso
persiste como ayer tu llamarada. Pero, ¿Qué más decir Amada mía si todo lo que resta sólo es nada?
Alberto Madariaga
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Poeta
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Es preciso partir como he venido mas no vivir así, como he llegado, porque fuerza mi voz el entramado de la sed que sustenta mi latido.
No cercar de los grises lo vertido, sino ser la explosión de lo cromado por un níveo color desenfadado o por negro insoluble y desmentido.
¿Es anhelo del astro mi esperanza? Sostenible es decir lo que se vierte, por sustento en extremo de balanza.
Siempre ser, -no importando ya lo inerte- porque es sólo la vida breve danza y es un vals impretérito la muerte.
Alberto Madariaga
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Poeta
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Sólo el agua y la luz escriben en la naranja, donde tus ojos vuelan como una parvada de jabalinas vivas hacia el diván de mis acentos. Vuelves. Emigras al último claro del aire y el aire canta contigo un vendaval de guacamayas lejanas, cuando quiero beberte, así, casta junto a la aurora, llena de mí en la noche, libre de mí en la plaza. ¡Grítame mujer! ¡Piérdeme en el ósculo que duerme a lo lejos! Quiero ser un collar de gardenias en tus hombros, bajar, pervivir en la alcoba que habitas. Toda razón es vana fluorescencia y es flor este latido tuyo que impregnas en mi oído. ¡Duerme! Deja sentir el halo de tu entorno, de este primavera que te colma los ojos, que deja retoños nítidos en las palmas de las manos y en la voz de la cintura. ¡Llámame amor! Dame el otoño lleno de barcas, cuando el sol se devora los techos y en esos tejados de Agosto, yo quiero que lluevas sobre mi lengua y mi pelo. Porque he venido al contorno del mundo, a comprobar tu iridisada existencia.
Alberto Madariaga (2012)
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Poeta
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El ala de tu voz cuando me toma, en medio de la luz de la sorpresa, es torbellino ardiente que embelesa, cubierta por concierto de paloma.
Hierve de tu trinar la fina poma, al socavar embrujo que me apresa, que es pluma del albatros cuando besa y fuego de campana si se asoma.
Y tal parece amor que habrá nacido, en épocas lejanas el momento, de tu cantar viviendo entre mi oído.
Pues llega hasta mi ser, presentimiento, de haberte entre la aurora conocido, cuando es la luz en mí, tu dulce acento.
Alberto Madariaga (2012) a Nadia de "Loco Amor"
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Poeta
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Tú me gustas así, así me gustas tanto, con la magia estival de tu mirada, con el vivo rubí, que pervive en tu boca de amaranto y el trinar y el encanto, de tu voz, en mi tímpano apresada. Me gusta ese dosel de tus cabellos, bromelia de la noche del sonrojo, que recorre destellos, en su paso al vaivén del viento flojo y me gusta ese gesto, de tu pómulo ardiendo en tono rojo. Tú me gustas así, cuando el enojo, es en ti la ventisca y el tornado y después pone antojo, de conciliar en beso enamorado, el impulso más fiel de tu latido y me gusta el sonido, de un susurro de amor a mí brindado. Me gusta de tu talle su angostura, tan exacta al contacto de mi mano, dimensión de la estrella que perdura y del lujo cercano, al concierto sensual de tu cadera. ¿Qué no gusto de ti si en ti es mi vida un remanso en ciruelos florecida y por grillos de cuarzo decorada? Pues no hay gusto mayor mujer amada, que este fuego gustoso de adorarte. Y este gusto fortuito, incandescente, de tu voz, de tu pelo, de tu amor, de tu forma en mí presente, es reflejo de anhelo, que te dice mi amor sin más palabra: ¡tú me gustas así, completamente!
Alberto Madariaga (2012) a Nadia
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Poeta
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