Sangraba tu memoria desnudando soledades reparando las máscaras que te ponías en cada marzo cuando tus ojos se bifurcaban buscando el milagro de aquella caricia y la fecundidad de tu sexo era conversión, patria, serpiente precipicio convertido.
Extrañabas la tiranía denunciada de mi abrazo ese planeta en el que siempre recalabas cavernoso, palpitante, látigo y torbellino esperando juntos la enésima pantomima del carnaval.
A la hora de borrar el vestigio último del maquillaje chillón aparecía la inquietante pesadilla que te coronaba reina de una comparsa de fantasmas, princesa de una tempestad de colmillos y lobos trashumantes.
Esa insolente caricatura del despojo.
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Poeta
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