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EL VOCINGLERO EXIMIO
(Texto Neosurrealista)

Anidaba la esperanza víctima de la pirámide,
recomendada por la sutil basura de unos ojos
en el rocío de las vísperas suspendidas del hoy
polvo, y la matanza de las manzanas pecadoras,
que respaldan solo las viejas calles de baches
nuevos, para satisfacer la lengua de ropa negra.

¡Vocinglero con el aplauso de los jumentos!.
No, claro que no, su cerebro es demasiado, y
más pequeño a pesar de que sus nubes estén
secas en el fondo marino. Eximio, tal vez,
por el disco móvil, que prepara la misma oreja,
adornada de pimientos expertos en tornillos,
espárragos investigadores, aceitunas gentiles,
por hervir culpables, tapar agujeros negros,
estelares hasta triturar las verduras a gusto
de la corbata y sonrisa en turno.

¿Fallido?... Desde luego que no, su forma,
su comportamiento, incluso la manera en que
se estira, indica que son estatuas ingenuas, con
las características clásicas de sus siete toneladas
métricas al año, que ofrecen sus labios de piedra,
puesto que tienen un efecto más localizado con
la tela de la tala de la selva tropical, y los modelos computarizados de ocho meses de edad, muy hoy en los próximos quién sabe.

Aunque las erupciones ocurren por la noche tibia,
e irregular en los lunares, son inevitables en las
zonas bajo el ombligo, por ahí de la subducción
activa que considera la humedad pecaminosa.
Por lo que, antes se debe condimentar, aplaudir,
colocar pancartas en cada nube, sembrar plumas,
cultivar mantequilla, y comprar algunos títulos
que se dejan cocer en horno caliente por cuarenta
minutos de temerosos cadáveres, por escurrirlas
y pelarlas, y agregarlas poco a poco al caldo.

Pensándolo bien, es una estupidez estar muerto, y
con la suerte del unicornio en alguna casa que se
abalanza afuera por cualquier ventana, y no tiene
que preocuparse por la autoridad de los gusanos,
ni el sueño de alerta de las tortugas violentas,
indicando la presencia de terremotos perdiendo su
pico, y creando la caldera lacustre en las caderas.
Aquí, a la verdad se le tuerce el cuello fácilmente, con la galleta de la esquina de un escritorio fugaz, y alguna corbata inocente adornada con faldas, y poder de atracción sobre la mirada.

Pues bien, el poder creativo de un charco de sangre
es la mejor vitamina para las cuentas bancarias del
territorio oceánico que queda atrapado contra la
placa adyacente, arrastrada por la arena que camina
sobre el fuego de un vehículo único en su clase.
Nadie se preocupa por los muertos de mañana, y
los de hoy destacan como una verdadera obra de
arte automotriz por las emisiones industriales de
estratosférica precipitación pluvial, que espera
todo el tiempo para saber que va a pasar realmente.

Este vocinglero eximio, camina, y de los
llantos ríe, como un apéndice de fácil consulta que
contiene las fuentes originales del fracaso, y las
leyendas de sus mozos respectivos, con las discos
grabados del vestido de una amiga que extravió la
consciencia al bajarse con la gula, y disfrutar del
zumbido de un insecto con cara de plátano, y de
legionario de cuarzo grueso en un rincón lejano, y
haciendo un reclamo al tejado por las goteras de
cada esclavo, con el rostro despejado, y culpable
de vender plumas a una almohada o ave parecida,
para salvar el temblor de las noticias en el buque
del mirlo más cercano. ¡No hay duda, es una
estupidez estar muerto!.

Sin embargo, no es nada fácil, hay que tener las encías en los talones, los párpados en el lomo, y la lengua en el último esfínter del intestino grueso ajeno, con la plena seguridad de subir al mejor empleo y salario digno de limpiar los baños con los elementos paganos del cisne, evitando la mirada escudriñadora.
En tanto, se adhiere a la mucosa con un simple modo de empleo conocido de antemano, y en caso necesario durante treinta minutos se borrarán del mapa las oposiciones, equivalentes al contenido de una cuchara sopera de buen cementerio, y cálidas cenizas.
¡Así es!. Si lo duda, infórmese. Si no está de acuerdo, prepárese. Y si nada entiende de lo anterior, puede usted leerlo cuantas veces se le antoje.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta