Poemas de sombríos :  Lástimas que lastiman.
Qué lástima esta lástima que lastima,
y la ausencia de un dios en mi pascua.
Huérfana de fe y llena de pesadas cruces,
que duelen cada vez que quiero creer.

Qué pena que mi dios no suba a los cielos,
sino a los techos a mirar el hogar perdido,
un manto azul oscuro cubierto de estrellas,
que nunca lo pudo salvar de tantas almas.

Qué dolor que mi dios no sea omnipotente,
que él tema más de mi forzado ateísmo,
que yo de su total y condenador castigo
que hace arder mi alma entre llamas eternas.

Pero tengo un Jesús pequeño, de bolsillo,
que a veces le rozan las pelusas y estornuda.
Que me mira como pidiéndome una ayuda,
que me habla para romper el hastío del otoño.

Mi Jesús cree en mí más de lo que yo creo,
pone el rostro cuando otros muestran sus garras.
Paga mis deudas y nunca me pasa la cuenta,
saldamos diferencias en el fondo de un vaso.

Sufrimos cada cena como en la última cena,
cuando ya no quedan panes que multiplicar.
Los peces ya no abundan en los mares-cielo,
y su precio en el mercado es más que elevado.

Qué pena que la fe sea un negocio para pocos,
esos que levantan templos a su dios verdadero,
que si es verde, de papel y de cien, perfecto,
y si viaja escondido en doble fondos, mejor aún.

Qué suerte que mi Jesús pequeño se contenta
con mis palabras de tanto en tanto y mis lágrimas,
que brotan cuando duermo angustiado y le pido
que haga de mis sueños un refugio a tanto daño.

Poeta